jueves, 7 de julio de 2022

Fresco rancio


 

Una de las películas que más controversia ha levantado recientemente (sobre todo por su polémico triunfo en el pasado Festival de Berlín), es UN POLVO DESAFORTUNADO O PORNO LOCO, bajo cuyo estrambótico título encontramos una película y un director. Al director le conocíamos por desligarse del "nuevo cine rumano", y componer estrictos retratos pretéritos, a modo de historiador heterodoxo, con el fin de alumbrar la verdadera historia de un país, Rumanía, empeñado aún en glorificar a sus fantoches, por insensato que parezca hoy día. La película, aunque es una, parecen tres, y tiene sentido, o hay quien se lo encuentra. La primera es el "hecho en sí", la grabación (en secuencia explícita) de un video sexual casero, en tendencia que curiosamente nos sigue pareciendo censurable (tenemos un caso reciente aquí mismo), lo que da a la turba-pueblo-cuñado la oportunidad de, tea en mano, enarbolar una denuncia tan casposa como infantilista. Pero no nos adelantemos. Esta primera parte está estructurada como un largo (no estricto) plano secuencia, en el que la protagonista, maestra de secundaria, camina por una Bucarest que nos es mostrada como una Babel ruidosa y anárquica; los coches aparcan donde le parecen, los puestos ambulantes también, y la caminata siempre lleva a un interminable muestrario de carteles, leit-motivs de pasados inciertos o futuros inquietantes, de una ciudad que ya no puede ser. Abruptamente, se abre el segundo tercio, donde desaparecen los personajes y la acción misma, y Jude se inviste de emisario-filósofo, con un martilleo de imágenes impactantes que quieren corresponder a una sola palabra, y a una explicación que intenta salirse de la norma de los medios, consistente en ofrecer la información como una papilla ultraprocesada. El último tercio, el más berlanguiano de todo el cine reciente, nos sitúa en el juicio sumarísimo, donde la acusada ha de someterse no ya al arbitrio de padres y docentes, sino a un escarnio que, a estas alturas, nada tiene que ver con lo realista, y se va convirtiendo en una especie de guiñol hipertrofiado. 
Con estos mimbres, UN POLVO... acierta en su denuncia, acusando a los denunciantes, pero se muestra un poco tosca como "película en sí", al no decidirse por un tono más naturalista o, al contrario, grotesco. Es un film raro, complicado de digerir para un público no iniciado en manifiestos situacionistas, pero necesario en su naturaleza de palimpsesto post-Covid y/o "desenmascarador" de rábulas de coño seco.
Así.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!