lunes, 18 de julio de 2022

Era esto, pero luego es lo otro


 

El cine de Michael Bay, lo he dicho muchas veces, no me atrae lo más mínimo. No es por su querencia de videoclip, bandas sonoras de motosierra, diálogos estúpidos o los 780 millones de fotogramas que componen sus películas. En realidad, me he dado cuenta de que el fallo de este señor está en su incapacidad para centrarse en una sola cosa. Así, AMBULANCE podría ser un buen film de acción, uno en los que te puedes dejar llevar por la adrenalina y disfrutar de persecuciones, choque, disparos y demás zarandajas. Pero no, porque Michael Bay está empeñado en que creamos que es un gran director de cine. Más aún, pretende que lo elevemos a la categoría de autor. Me resisto a pensar qué haría este señor con alguien al lado que le dictase ritmos, climas, intenciones, subtextos o metarreferencias. Imaginen algo así. A Bay ya no le basta con enseñorearse por lo garrulo, sino que hace unas cosas muy raras. Aquí, hay dos horas y cuarto distribuidas de la siguiente manera: 15 minutos de un atraco que supuestamente está ultrapensado al detalle, pero que se va al garete por la circunstancia más imbécil que pudiéramos imaginar; luego, 120 minutos de persecución... ¡120 minutos de persecución!...
No sé. Se puede hacer mejor o peor, lo que no se puede hacer es tan arbitrario.
Yo sigo pensando que este señor lo que deberían darle es una de superhéroes, a lo mejor es el tipo indicado, no sé...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!