martes, 21 de abril de 2015

... y todo se va a la mierda en un segundo



Sí, también hubo otra CARRIE, veinticinco años antes de la que todos conocemos, y, no, no tiene nada que ver. Porque esta CARRIE da mucho más miedo, por lo certero de su planteamiento y por la sorprendente dosis de realismo que puede encontrarse bajo su aparente "normalidad de melodrama". Pero si tuviese que destacar algo por encima de todo lo demás, esto sería su paciente y milimétrica narrativa, nunca apresurada ni angustiada por el tremendismo, sino presentando cada personaje, cada situación con el tiempo que cada uno merece para poder ser entendido en su totalidad. William Wyler, poco acostumbrado a los fracasos en taquilla, tuvo uno de los más grandes con esta oscurísima historia en la que, si alguien sale mal parado, es el amor. Constantemente se propone la dicotomía, la difícil elección entre hacer caso a la cabeza o al corazón; evidentemente, los personajes que salen indemnes, incluso reforzados, pertenecen al primer grupo, mientras que la felicidad plena exige un alto precio, y no sólo económico. Reconozco que nunca he sido muy de Lawrence Olivier ni de Jennifer Jones, y parece casi imposible que Wyler pudiera extraer un solo gramo de complicidad y química entre ellos; la sensación final es que esto, paradójicamente, ha dotado de verosimilitud y fuerza su acongojante historia de amor, en la que ella, que partió de la nada, engañada y sometida a los caprichos de un vulgar charlatán, termina sobreponiéndose y encontrando su camino, mientras que el caballero intachable, con posición y respetabilidad, se ve arrojado a un agujero cada vez más profundo e insalvable. Sí, por amor, por el derecho que todos tenemos a sentir amor...
Magnífica.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!