viernes, 24 de abril de 2015

Evasión de impuestos



Le faltan muchas cosas a LOST RIVER, el debut en la dirección del actor Ryan Gosling. O quizá no sea exactamente eso, quizá sea al contrario y le sobre casi todo. Le sobra, en cualquier caso, tomarse en serio su estrambótica historia sobre submundos y sociedades secretas y no desarrollar con mayor convicción lo más interesante, que es la lucha por la supervivencia de un joven que merodea casas en ruinas para extraerles el cobre y venderlo al peso. Una semblanza certera y nada melancólica de lo que la crisis económica alberga para todos nosotros, y que queda simbolizada en esa ciudad fantasmal y sumergida bajo la imponente crecida del río. Sin que nadie se lo pida, Gosling se pone a desbarrar y decide que hay otros mundos... que a lo mejor están en éste, pero que en ningún caso superan la historia que, por un momento, creíamos que era la que nos iban a contar. Puede rastrearse con demasiada poca dificultad el neon scroll de Winding Refn, el gusto por los lugares claustrofóbicos del mejor Atom Egoyan, y mucho más el retrato distorsionado del mal lynchiano; todo esto está claro, y no hay que ser muy listo para corroborarlo, pero a Gosling le alabo su tesón, la convicción que tiene de que lo que hace va en la dirección correcta y que al menos no se deja embaucar por recursos facilones en cada disyuntiva propuesta. No soy capaz de augurar si se tratará tan sólo de un inciso en la carrera de un actor que cada vez es más precisado o si estamos ante el comienzo de un director con visión propia. Una visión, en todo caso, que necesita pulirse, corregirse y aumentarse... ¡y otro responsable de casting, por dios!...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!