viernes, 3 de abril de 2015

Apocalipsis interior



El cine de catástrofes (también) ha cambiado una barbaridad. Ahora se llevan los cataclismos widescreen con muro de sonido incluido que hace imposible dos cosas: saber qué está pasando y por qué, lo que algunos llaman "efecto discoteca". Así las cosas, uno de los títulos más curiosos en la amplia filmografía del australiano Peter Weir es THE LAST WAVE, que no sólo no utiliza ninguno de los recursos anteriormente mencionados, sino que su ritmo pausado y guion periférico apenas si nos podría dejar alguna pista sobre su género. En un momento dado, es imposible saber si se está acabando el mundo, si estamos ante un ajuste de cuentas con el polémico asunto del racismo aborigen, o si Weir vuelve a jugar deliberadamente con nuestros sentidos, como ya hiciese con la enigmática PICNIC EN HANGING ROCK. El resultado es una cinta a medio camino del thriller con conciencia social y el terror (aunque esto muy entrecomillado) que es capaz de infundirnos una madre naturaleza enfadada y desatada. Contiene imágenes potentísimas, como el inicio, en el que una escuela en pleno desierto recibe una violenta tormenta de granizo, o los "sueños" del protagonista (Richard Chamberlain en su máximo apogeo), que casi parecen más reales que su propia vida, que se va desmantelando imperceptiblemente. Película muy sutil, algo lenta, es cierto, pero poseedora del ingenio y la personalísima visión de su autor, un director al que sigue dando gusto volver.
Saludos.

3 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Tiene virtudes, como las que apuntas. Pero vista hoy es un poco tostón, la verdad.

dvd dijo...

Lo que pasa es que es rara, no usa efectismos trillados y tampoco se sabe en qué género enclavarla. Pero yo es que el cine de Weir me encanta desde siempre...

David dijo...

Está la tengo para ver desde hace la tira... ahora viendo el comentario de Mr.Lombreeze...igual viene la gran ola antes de que la vea. Nooooooo, caerá algún día.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!