sábado, 11 de octubre de 2014

Películas para desengancharse #3



El motivo por el que yo me desengancharía de MIGHTY APHRODITE es, fundamentalmente, el estado de plácida complacencia en el que Woody Allen se confortó tras la gran acogida obtenida, tanto por el público como por la crítica. Es un buen film, no hay duda, y sus intenciones son honestas, pero (y no sólo por el curioso paralelismo) a mí me parece el gran punto de inflexión tras el que Allen se tomó demasiado en serio a sí mismo y no pudo desprenderse de la mirada condescendiente (para sí, para los demás) que le lleva pesando como una losa en los últimos veinte años. Tiene, debo reconocer, momentos sublimes, como las inenarrables incursiones de corte "sofocliano", con un coro anónimo que a la postre son lo mejor del film; aunque por otro lado, no consigo ubicar a una Helena Bonham Carter que no pega ni con cola, ni ella ni su circunstancia. Mención aparte para Mira Sorvino, una actriz que me provoca reacciones encontradas. De físico difícil y recursos típicos del Actor's Studio, éste es su gran papel, hecho con el mimo de un gran sastre de actores y ajustado hasta el paroxismo, el mismo que desgraciadamente luego le han hecho un flaco favor directores menos dotados y sensibles, y que han ido degradando su carrera hasta límites insospechados... excepto para la televisión por cable. No sé qué pretende contar exactamente Woody Allen en esta película, si no es, claro, algo que ya ha contado miles de veces; sé que todos los motivos sucedáneo-paternales le restan empaque, aunque intenta remontarlos cuando su personaje se queda a solas con el de Sorvino y da rienda suelta a una incorrección deslenguada e irrefrenable... ¿Como la vida misma? Como la de Woody Allen, puede. Pero qué lejos nos queda este otro New York...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!