miércoles, 9 de enero de 2013

El mito de Fausto 8



En 1994, el genial Jan Svankmajer se sacó de la manga una de las versiones más personales, extravagantes y sugerentes que del mito de Fausto se han hecho jamás. Mezcla de imagen real, animación stop motion y unas maravillosas marionetas, LEKCE FAUST empieza un poco aturullada, casi ininteligible, para, una vez hemos entendido el complejo juego propuesto por el maestro checo, terminar siendo toda una delicia y deleite para los sentidos. Casi sin palabras (la mayoría del diálogo se encuentra representado en el teatro de marionetas), Svankmajer nos propone un Fausto irresistiblemente jocoso y de aire (como no podía ser de otra manera) casi kafkiano; una especie de sacrilegio, no ya formal, sino directamente argumental, y en el que el pobre hombre interpretado por Petr Cepek dista una enormidad del Fausto apesadumbrado por el mal del mundo; digamos sólo a modo de ejemplo que sus ambiciones son más terrenales y que sus invocaciones demoníacas terminarán como el rosario de la aurora. Mención aparte tendrán las impresionantes transfiguraciones del personaje mefistofélico; ora muñequito metamórfico y arcilloso (desde calaveras de honda mirada a bebés monstruosos), ora marioneta cabezona y de madera, que a las caprichosas órdenes del bufón invocador acabará más hastiado que aterrador. En un momento dado, incluso las marionetas se confundirán con la gente real y darán un paseo en gabardina, mientras de una mesa manará vino sin explicación aparente o los coches cobrarán vida propia. Y si me permiten, se la recomiendo encarecidamente a todo el mundo que le guste disfrutar del cine como experiencia sensorial.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!