jueves, 2 de diciembre de 2021

Huir para encontrar


 

EL COLOR DE LAS NUBES, de 1997, es otro guion que me parece desaprovechado por Camus, y por su empecinamiento en contar muchas cosas en el marco de una historia principal que, bien vista, tampoco da para muchas florituras. Vista hoy, uno se pregunta por qué despreciar los momentos "a lo Dardenne", con ese chaval desvalido, triste, literalmente abandonado por sus padres en mitad de la calle, y que decide hacerse pasar por uno de esos chiquillos que, por aquella época, venían de los Balcanes a familias de acogida. Ahí había un motivo férreo, potente, unna de esas contadas oportunidades de explayamiento poético, si se quiere. Pero la familia cántabra a la que llega ya tiene sus propios problemas; está a punto de perder la casa, porque el hijo del dueño, ya fallecido, reclama sus derechos ante la mujer que allí vive, con quien su padre vivió gran parte de su vida. Bueno, aún estamos a tiempo de engarzar una historia en otra, pero aún hay otro tirabuzón, y éste ya es más complicado de defender. Resulta que en aquel pueblito cantábrico, un señor tiene un vivero, que utiliza asimismo para almacenar los fardos de polvos pica pica que periódicamente van llegando por la costa; pero decide quedarse una miaja y prescindir de los que le pagan, a los que ni siquiera conoce. El tipo aparece muerto, después de que vengan a buscarlo, y la excusa (ya cogida por los pelos) es que un viejo pescador, amigo de la familia de acogida, descubrió la mercancía perdida, y pretende usarla para solventar la roncha inmobiliaria. En fin, que son tres historias muy interesantes por separado, pero que juntas parecen la primera temporada de "Doctor Mateo", y eso, amigos, no lo salva ni Mario Camus...
Se puede ver por el trabajo de algunos actores, pero lo cierto es que son dos horas duritas de tragar si no se va avisado.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!