martes, 7 de noviembre de 2017

Wajda. Brillo y dominio #10



En SAMSON, también de 1961, Wajda adaptaba una crudísima novela de Kazimierz Brandys, llevándola al terreno de un Dostoievski enfebrecido y casi autista. Narra la pesadillesca deriva de Jakob Gold, un joven judío que se ve constantemente acosado por sus compañeros de escuela, hasta que un desgraciado episodio lo incrimina como causante de la muerte de uno de ellos y es encarcelado. Sin solución de continuidad, Gold sale libre en el peor momento posible, justo al inicio de la Segunda Guerra Mundial, con una Polonia ocupada por los nazis y en la que de nuevo se ve perseguido por su condición, obligado a esconderse y huir para sobrevivir. El tratamiento de Wajda es el de un personaje principal omnipresente, que nunca alcanza a comprender qué le está pasando exactamente y que se ve zarandeado tanto por quienes le inculpan como por quienes le ayudan, lo que le otorga al film una apariencia de mal sueño, un aspecto que se ve incrementado en su tramo final, con Gold escondiéndose de casa en casa, sin dormir y cruzando una helada Varsovia para encontrar el gueto de los judíos. Una película que parece de transición, o de continuidad, pero que es un excelente puente para entender hacia qué temas, y con qué tratamientos, iba yendo el cine de Wajda.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!