martes, 9 de mayo de 2017

Una realidad aumentada en paralelo



Reporte sórdido del descubrimiento, auge, estrellato y trágico y repentino final de un efímero destello que, visto hoy con la debida distancia, merece más atención por lo que omite que por lo que cuenta. STAR 80 fue una apuesta personal de Bob Fosse, y más un acto de justicia que de exhibicionismo. Los abismos de la imagen, en este caso los de una playmate, Dorothy Stratten, que fue descubierta en una hamburguesería de Vancouver, aunque quizá por la peor persona posible, el maníaco, arribista y narcisista Paul Snider, tan inflado de sí mismo que en realidad estaba completamente vacío, y cuya vida de derroche se vio truncada cuando Stratten comprendió el error que había cometido casándose con él, una vez que el director Peter Bogdanovich intentó convencerla de que le daría (aparte de otras cosas) una carrera en el cine "serio". Bogdanovich siempre ha sido un cachondo (en todos los sentidos), y Stratten era apenas una cara bonita, un cuerpo bonito y una personalidad demasiado infantil para asimilar ser la elegida de Hugh Hefner cuando Playboy empezaba a buscar asimismo su propia cuota de seriedad. La película, vista hoy, ha soportado bastante dignamente el paso del tiempo, y además de una Mariel Hemingway a la que el papel le venía como anillo al dedo, está la oportunidad de ver al insoportable Eric Roberts haciendo su mejor papel. Verle a él es ver a un chulo de barrio que pretendía hacerse millonario costase lo que costase... y vaya si costó. Y aunque parezca mentira, hay mucho de premonitorio en esta tristemente luminosa película, plagada fracasos y polaroids, sobre todo lo último...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!