jueves, 11 de mayo de 2017

Asesinar la imagen



No sé exactamente por qué, PERFORMANCE siempre me ha parecido una antecesora directa de cada una de las películas que han intentado buscar su camino hacia la "modernidad" a través de la subversión de la imagen. El debut en la dirección del polémico Nicolas Roeg, en realidad fue más un trabajo de fotografía (excepcional para la época, eso sí), mientras que el peso del proyecto recayó en Donald Cammell, director maldito, inconformista y adelantado a su tiempo, que tuvo la insólita oportunidad de elaborar un film con absoluta libertad de movimientos y con la pareja del momento (los detalles escabrosos se los ahorro), Mick Jagger y Anita Pallenberg. Aunque el protagonista era el estupendo James Fox, que interpretaba a un sanguinario y sofisticado gangster, una especie de gentleman mortal e implacable, que usaba la extorsión y la tortura como un puro ejercicio artístico. En la segunda parte del film, las setas toman el control (literalmente) y el film se convierte en un psicotrópico viaje a las profundidades de la razón, mientras asistimos a la fascinación mutua que sienten el gangster y un aspirante a estrella del rock, que en realidad es un traficante y vividor; oportunidad perfecta para que Roeg se luzca fotografiando a Jagger y Pallenberg en bolas y a Fox prácticamente travestido, lo que no deja de ser francamente perturbador.
En mi opinión, PERFORMANCE, aun admitiéndole sus muchas ingenuidades, conserva, casi medio siglo después, un aire suicida que la hace encantadora e irresistible, una locura de yonkis para yonkis, y una oportunidad para observar sus hallazgos reflejados en tantos títulos que apenas rozan eso tan caro de la modernidad...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
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