jueves, 5 de febrero de 2015

En el cine



El boom que el cine filipino experimentó a mediados de la pasada década tuvo su punto álgido, internacionalmente hablando, en un film que hablaba de las dificultades, entramados y vivencias de una familia que regentaba un cine porno. Pero más allá de truculencias o audacias, que las tiene, lo que termina revelando SERBIS es a un extraordinario director de actores, que maneja como nadie los espacios y usa cualquier elemento a su alcance para ponerlo al servicio de su fluidísima narrativa. SERBIS es una película sorprendente por la sinceridad en clave coral y los complicados vericuetos en los que se mete y de los que sale indemne gracias a "esa otra historia", la que no se ve pero se intuye constantemente y que habla de la decadencia de un establecimiento que ya sólo sirve como refugio de amantes conchabados (el "servicio" del título) y que parece un gran buque a la deriva, repleto de pasadas glorias y esplendores repintados una y otra vez para no perder su última dignidad. Es esa familia (el cine, irónicamente se llama Family) la que sustenta la intrahistoria no ya de ese trozo de Filipinas, sino del país mismo, como una fantasmagórica alegoría de la colonia que aún pega bandazos, preguntándose a quién pertenece realmente. Todos sueñan con volar, pero permanecen apegados a un espacio que les atrae una y otra vez y sin saber muy bien por qué; el cierre de este film no puede ser más significativo: el único integrante que decide marcharse sin despedirse se da cuenta inmediatamente de que sólo sabe subsistir de una forma, y el "servicio" continúa en otra parte...
Gran y desconocida película.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!