lunes, 17 de noviembre de 2014

La pequeña muerte



Ha terminado el Festival de Sevilla, arrojando un balance final creo que más que satisfactorio, tanto en afluencia como en selección; una vez más, el punto negro lo ha puesto la caótica organización, incapaz de dar cabida a tantísimos cinéfilos y curiosos, mientras que artefactos sin la menor importancia (los que no pertenecían al Festival) se veían obligados a coexistir con los que de verdad le han demostrado a los subnormales de la Academia de Cine y del Ministerio de Cultura que el cine no sólo no ha muerto, sino que con un precio justo y una exhibición acorde con la demanda, está más vivo, fresco y candente que nunca. Son muchos los títulos relevantes que se han dado cita a lo largo de esta semana, interesantísimos los apartados (EFA, con el premio del público; Las Nuevas Olas; Resistencias; S. Screening) y el imponente repaso a la última cinematografía austríaca, afortunadamente con menos Haneke (sólo uno) del previsto y con dos puntos fuertes: las retrospectivas a Heinz Hemigholz y Martin Arnold. No pude ver TURIST, Giraldillo de Oro, pero me basta hacer una simple reflexión acerca de la ganadora del año pasado, L'INCONNU DU LAC: ambas se llevaron antes sendos premios en Cannes, y las dos en la sección "Un Certain Regard", lo que podría verse como una ventaja tanto como un inconveniente. No estoy seguro sobre si Cannes podría ser un buen "mecenas" para un festival que aspira a respirar su propio aire, pero habría que concluir que una vez más han sido las secciones paralelas las que han ganado por goleada a la Sección Oficial.
Sobre la película de Alain Guiraudie, que intencionadamente había pospuesto hasta este momento, debo destacar su extraño sentido de la sobriedad, teniendo en cuenta los dos temas principales sobre los que desarrolla una trama al mismo tiempo apasionante y sosegada. Un lago, donde en verano se dan cita hombres que buscan sexo, amistad o tan sólo mostrarse desnudos sin ser molestados. Por un lado, el lago, espacio único y sometido a los vaivenes del paso de los días, es este escenario en el que ocurren encuentros y desencuentros entre varones; por el otro, un suceso apenas vislumbrado al anochecer por el protagonista, un asesinato del que no hay duda de quién lo ha cometido. A partir de ahí, Guiraudie despliega un magistral juego de impares; el asesinato sirve a su testigo para poder alcanzar su objeto de deseo, mientras descubre el poder de la amistad sin sexo en un hombre solitario que le confiesa su amor sincero. Todo ello trufado de abundantes desnudos masculinos, que jamás se muestran impúdicos, sino llenos de naturalidad, y que sirven como ilustrativos de otra cosa, quizá la confusión de los sentimientos cuando éstos se encuentran en total libertad de ser experimentados sin la incoveniencia de agentes externos y no deseados. Una gran película, sin duda, arriesgada y con un estilo tan insólito que me temo que va a tener tan pocos adeptos como imitadores.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!