jueves, 17 de diciembre de 2020

El buen ladrón


 

Haciendo un poco de arqueología en la inagotable filmografía de John Ford, se encuentra uno con multitud de sorpresas y curiosidades; títulos que en otras manos serían más "serializados" y perfectamente reconocibles dentro de cualquier género. Ford, que era un género en sí mismo, tenía la firme creencia de que lo más cerca que el cine podía estar de la realidad era incluyendo cada aspecto de la vida, porque incluso en 80 minutos cabía un pedacito de vida. Títulos como BORN RECKLESS, de 1930, donde Dudley Nichols desplegaba un dominio asombroso de la multitarea, entendida como el lubricante que permitía a Ford saltar con maestría del cine de gangsters a la sátira social, o del cine bélico a la comedia costumbrista. Hay mucho del Ford posterior en según qué escenas de este bienintencionado acercamiento al héroe improbable, interpretado por el carismático Edmund Lowe, que empieza desvalijando joyerías en el Lower East Side, y es reclutado por una estrambótica campaña electoral para ir a Francia a combatir contra los alemanes. Al volver, sigue siendo amigo de sus compañeros de robos, pero intenta iniciar una respetable vida de empresario, aunque hay sombras que no se pueden dejar atrás nunca. En este escueto metraje hay todo un manual, ampliamente utilizado en otros títulos mayores, y que no llega a conformar uno de los trabajos más memorables del maestro, pero sí un interesante estudio sobre los resortes que luego fue puliendo.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!