sábado, 28 de abril de 2018

Un secreto a voces



Hay muchas cosas que no comprendo de EL SECRETO DE MARROWBONE, y no las comprendo por incomprensión pura y dura, no crean. Lo primero y más llamativo es la necesidad de que transcurra en Estados Unidos en los años 60, pues lo que cuenta no necesita ni un enclave geográfico determinado, ni tampoco una asimilación temporal. Se nos cuenta la historia de una familia inglesa que huye a América, dejando atrás un pasado más que escabroso pero que nunca es suficientemente aclarado; sin embargo ¿qué importancia tiene esto? Ninguna, porque podrían ser perfectamente un grupo de andaluces yéndose a la Galicia profunda, o italianos buscando un rincón apartado de Lituania... Lo mismo da, porque en lo que debería haberse centrado Sergio G. Sánchez es en la construcción misma el relato, y menos en recalcar sus aspectos accesorios, sobre todo cuando apenas contribuyen al avance del mismo. Entonces me entero de que G. Sánchez fue el guionista de EL ORFANATO y LO IMPOSIBLE, y que este film está producido por el inefable Bayona, y ya me va cuadrando el asunto. MARROWBONE aspira, como aquéllas, a contar algo muy oculto y muy secreto y muy acongojante, y en realidad no es más que el típico relato de fantasmas decimonónico, en el que la gracia está en el inevitable giro final. Mientras tanto, se percibe un vacío narrativo enorme, que se alarga exasperantemente hasta casi las dos horas, y un argumento que apenas daría para un cortometraje se sustenta en un par de golpes de efecto bastante chapuceros, y que sólo bucan distraer la percepción del espectador, que puede estar creyendo ver lo que en realidad no está viendo.
No sé, no comparto el entusiasmo de este tipo de producciones, como tampoco creo que sea lo más adecuado para reflotar la maltrecha cinematografía patria, porque puede que haya cifras, pero sigue faltando mucho cine...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!