miércoles, 25 de noviembre de 2015

El blanquismo y los blanquistas



FROZEN es una película que he visto varias veces (por motivos obvios) y que he llegado a creer que jamás pondría en el blog, pero como ha cambiado el tiempo será cuestión de poner un poco de nieve por aquí... Digamos, sin mucha saña, que FROZEN es una película blanca blanquísima, que los blanquistas adorarán y que a los blanqueadores (no pongo comillas, por si acaso) les ha dado beneficios a tutiplén. Bien, perfecto. FROZEN es una película de Disney, un artefacto milimétricamente diseñado y ejecutado para dispersar sus trillones de esporas durante un buen tiempo; esto lo hemos aceptado, esto es lo que tenemos. Ahora, FROZEN, me parece a mí, no inventa nada, tampoco es que lo intente, pero me parece exagerado alinearla junto a obras intemporales como BLANCANIEVES o LA CENICIENTA; es un musical blanco, con una trama blanca, unos personajes blancos y, por añadidura, hasta unos paisajes blancos. Respeta poco el cuento original de Andersen con el fin de no dañar el afán proselitista que la gigantesca productora profesa desde casi su propio nacimiento; pero no va mi crítica por ahí, porque lo poco verdaderamente disfrutable es su mayor (y única) gamberrada. Olaf, el muñeco de nieve, alelado y dicharachero, pese a tardar un mundo en aparecer en pantalla termina adueñándose del ritmo de esta película, sí, entretenida, con un trabajo de animación que con las técnicas actuales es lo mínimo, pero que apenas tiene mucho más allá de un puñado de canciones pegadizas y esa parte final, que supera con mucho la aburrida y previsible hora anterior.
Ahora, que levante la mano el que no tenga en su casa ningún producto referente a esta película... ¿Ven? El trabajo está hecho, y ya somos todos un poco más blancos.
Saludos.

No hay comentarios:

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!