miércoles, 11 de noviembre de 2015

Ronda de circunvalación



Dejémoslo claro. Gianfranco Rosi no es James Benning, ni Michael Glawogger, y ni muchísimo menos (y ahí espero dar en el clavo) el eminente Heinz Emigholz. Dejémoslo claro. Gianfranco Rosi es el reverso documental de Paolo Sorrentino, sin su inventiva, sin sus actores, pero fiándolo todo al hallazgo especular de un lugar cuasimítico, el GRA, cinturón gigantesco de carreteras que rodea toda Roma. Esto podría haber sido así si en realidad Rosi hubiese fijado la lupa en el poderoso vaivén cinemático de esta arteria, pero el documental (y a veces no lo parece) transita otras vías, se mete al corazón de la ciudad y prefiere dejar la periferia como un recurso puntual. Asquerosamente obvio, cuando la toca el turno a la prostitución. Así, el batiburrillo, sin rozarse siquiera, galvaniza la cuestión en una pirueta que va desde un tipo fascinado por el sonido del escarabajo picudo, azote de las palmeras enanas, hasta un fantoche con capa y Rolls, que dice que es legítimo descendiente de no sé qué Príncipe, pero que vive de alquilar el palacete para hacer fotonovelas, las mismas que lee la mujer ucraniana de un pescador de anguilas (ya hasta nos hemos ido al río). Entre medias, un tipo insoportablemente pedante que tiene a su hija solterona hasta la coronilla, un par de vecinas que hablan de fosas sépticas, dos travestis que viven en una autocaravana y el único personaje que parece pintiparado para un supuesto documental sobre una ronda de circunvalación, un conductor de ambulancias que hace el turno de noche y que tiene los mejores momentos de este irregularísimo film, sobrevaloradísimo film, que ganó el León de Oro en Venecia y se alzó con el segundo puesto en Sevilla en 2013. Si son de los que buscan imágenes fáciles de digerir y argumentos afines al "Telecinque", sólo carraspeen un poco y abusen de su amor propio. Rosi lo hace y le va de puta madre...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!