viernes, 18 de enero de 2013

Oda a un ruiseñor



Un poeta. Un poema. Un misterio: la extracción, por parte del poeta, de esa imposible grammar point a la que ha de dotar de vida. La suya propia, no la del poeta. Otro misterio: cómo la poesía, aun en escasísimas ocasiones, es capaz de colarse por las rendijas y márgenes de sonidos ajenos, otros ámbitos, e impregnar dicha estancia con su inexplicable esencia. Lo dijo alguien: "¿Poesía?... No, veo que usted me habla de un poema. Poesía es otra cosa... Además no se puede discutir sobre eso". Y en cine, ya que estamos, la mayoría de películas que han enfrentado al ámbito poético de frente ha sido incapaz de encontrar un solo gramo de poesía en sus imágenes, mientras que hemos encontrado esa trufa dorada bajo lo que sólo inconscientemente lo ha logrado generar. Así, en BRIGHT STAR, Jane Campion vuelve a tropezar en las ansias de una enamorada de la poesía, que cree ver la misma en cualquier rincón, y en este caso invocando el espíritu atormentado de aquel gran romántico que fue John Keats. Pero no. Esta rezumada intromisión en las externidades de cierto tiempo, ya elidido de su inmediatamente siguiente, es una especie de poema ya escrito, ya reconocible, y ya recitado; es por ello que uno reciba un inesperado júbilo al escuchar el inmortal poema que da título a estas líneas por un Ben Whishaw que se encuentra como pez en el agua en este tipo de roles. Era eso, y no otra cosa. Era una historia (otra) de amor entre vetiveres y dandeliones, y no el intento de penetrar en las mazmorras de un hombre excepcional, uno de los pocos que intentó cambiar todo un sistema de valores culturales desde una inacción que hoy llamaríamos pasotismo sin más. Keats no era poemas, era poesía, de la más grande que se escribió en su tiempo; y ante ello, la pobre Fanny Brawne, superada por la imposibilidad de conjugar su amor con la obligación de mantener una posición social, nos devuelve, desgraciadamente, a tierra firme, la que uno no pisa cuando está en poesía. Y Campion, una vez más, escribe prosa.
Saludos brillantes.

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