viernes, 25 de enero de 2013

Los observados



Ya desde SÁBADO, UNA PELÍCULA EN TIEMPO REAL, su debut en el largo, y, sobre todo, EN LA CAMA, el chileno Matías Bize ha explorado las posibilidades narrativas del tiempo, situando a sus personajes en constante conflicto con el mismo, obligándolos a "estar" no ya en la acción misma del film, sino en su naturaleza de objeto que está destinado a ser observado por un tercero, el espectador. Consciente o no, este cine es carne de suspicacias por pedantería, y el director queda a expensas de lo fino que sepa hilar de principio a fin. Si la primera no pasaba de un pretencioso experimento propio de un veinteañero, y la segunda, aun poniendo a Bize en el escaparate internacional, anteponía torpemente la forma (una única toma) al fondo, me parece necesario destacar el interesante cambio obrado en la que es su última obra hasta el momento. Estrenada en 2010, LA VIDA DE LOS PECES intenta prescindir a toda costa de "la importancia de lo que se está contando", y deja a sus personajes mucho más libres y fluidos, fuera del corsé que conlleva toda rebeldía non petita. Esta es la historia de una fiesta de cumpleaños convertida en pecera humana, por la que deambula Andrés (un magnífico Santiago Cabrera, cuyo único gran delito sea su atractivo físico), que lleva diez años viviendo en Alemania y que, por motivos nunca bien explicados, ha vuelto brevemente a Chile antes de marcharse definitivamente. Antes del intenso encuentro de Andrés con Beatriz (interpretada por la actriz fetiche de Bize, Blanca Lewin), su antiguo y gran amor, asistimos a una retahíla de personajes que, más que interactuar, chocan entre ellos, casi como peces abigarrados; todos incrustados en esa fiesta de cumpleaños como si lo de fuera no existiese, o se fuese directamente a la mierda. Y me gustó esta peliculita, debo decir; me gustó no saber con exactitud si el centro neurálgico de la misma partía de la misteriosa presencia de Andrés en un lugar que nunca le corresponde, o de su en principio oculta búsqueda, o realmente lo que importa es que cada elemento, cada persona, esté en mitad de un caos controlado, como peces observados desde fuera de la pecera...
Saludos sin memoria.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!