martes, 16 de diciembre de 2008

Auuuu

Una de las muchas batallas que son imposibles de ganar en esto del cine sigue siendo la de los efectos especiales ¿A alguien le resultan más creíbles los alienígenas de los últimos STAR WARS que los de las tres primeras? A que no...
De todas formas, yo, que he flipado y he babeado con el stop motion de Harryhausen, no quisiera llevar esta discusión al terreno de "lo creíble"; sobre todo porque esto es cine y nos complace que nos engañen.
Hay una película de las que a los frikis les gusta llamar "de culto" y que no deja de ser una curiosidad, o anomalía, dentro de la previsible producción de terror yanqui.
AN AMERICAN WEREWOLF IN LONDON tiene momentos hilarantes (lo de La Oveja Degollada es impagable) y otros verdaderamente terroríficos. Entre medias, la improbable historia de dos paletos norteamericanos que se van de excursión a las brumosas highlands y la trillada maldición del hombre lobo cae sobre uno de ellos. Por no hablar de los encuentros entre el brand new licántropo y su amigo fallecido, que se le aparece como una especie de espíritu burlón fruto de la transformación, no sólo física, sino psíquica. Como digo, la película es tremendamente entretenida y mantiene el interés hasta la escena más esperada: la transformación. A lo largo de todo este tiempo y a partir, más o menos, de los años cuarenta con la original de George Waggner, hemos visto transformaciones de hombre a lobo de toda índole; veintisiete años después, el magistral trabajo de maquillaje de Rick Baker sigue siendo insuperable (sólo se acercaría el film de Neil Jordan THE COMPANY OF WOLVES). La mezcla de agonía, expresividad y credibilidad hace que ver esta escena justifique el visionado de la que sigue siendo la única gran película dirigida por el tramposo John Landis... Bueno, y THRILLER, claro...
Ya veremos cuando se estrene la de Benicio del Toro con todos los efectos digitales y demás...
Saludos lupinos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!