lunes, 29 de julio de 2024

El hombre que no amaba a los hombres


 

Ralph, Ralphie, es un tipo normal y corriente. Conduce un Uber, se desahoga en el gimnasio, su novia está embarazada. Pero algo no funciona en el interior de Ralph, Ralphie ¿Será que todo el mundo lo mira mal, como en una conspiración secreta? ¿La incertidumbre de un trabajo que apenas le da para vivir? ¿La llegada de un niño? Demasiadas preguntas, pocas respuestas. Entonces, de casualidad, conoce a iguales; otros hombres angustiados, hartos de ser arrinconados, solidarios entre ellos, viviendo en paz con la condición de apartar de su camino a las mujeres. Todo en MANODROME es apesadumbrado, insalvable, una secuencia inacabable de calamidades en torno a un egocéntrico, maníaco, cobarde, acomplejado y cualquier otro calificativo que se les ocurra. Lo curioso aquí es la ausencia de patología, o la distancia con la que el film nos coloca a una "distancia de seguridad", para que no nos salpique esa masculinidad, más que tóxica, absurda, pero también tendente a la hipérbole agazapada, como una bestia sin dientes que se lanza sobre ti sin que lo esperes. En otras palabras: la intención es magnífica, el resultado es deplorable porque la película es monótona como ella sola. 
Alguna idea interesante, pero no pasará a la historia.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!