viernes, 20 de agosto de 2021

No desearás...


 

De la primerísima etapa americana de Joseph Losey, tan desconocida como reivindicable, me quedo con THE PROWLER, un retorcidísimo ejercicio de cine negro, que va deslizándose con habilidad por multitud de géneros, gracias a un formidable guion del gran Dalton Trumbo. No es de extrañar que el corrosivo discurso de ambos creadores descolocara a un Hollywood desacostumbrado a no identificar con facilidad la "etiqueta" de un film; y puede que fuese esto, más que las absurdas acusaciones de comunismo, lo que hizo que Losey, harto, se marchase a Europa. Es ésta una película ciertamente desencajada, extraña, con un tono de desasosiego creciente, y que igual flirtea con el thriller psicopático, que elabora una sutil denuncia social contra los sinsabores de una burguesía sumida en la apatía. Ahí Losey adelanta lo que luego tan bien refinó Chabrol, aunque este sello puede encontrarse también en sus títulos más famosos. Partiendo de una serie B en toda regla, el arranque, repleto de segundas intenciones, presenta a una mujer que pasa las noches sola en su lujosa casa; su marido es locutor radiofónico de madrugada (dato que lo hace omnipresente casi sin aparecer), y ella sufre el acoso de un merodeador (también invisible), que la lleva a llamar a la policía. La pareja que la asiste está formada por un veterano bonachón y un joven que se intuye osado, y que desarrolla una fijación por la mujer casi enfermiza. Así, el juego reflexivo descompone la figura del agente y lo recompone en otra especie de merodeador, ahora invitado, pero que urde un plan tan ambicioso como descabellado. THE PROWLER está trufada de detalles sutiles, miradas que no son lo que parecen, esa voz radiofónica que se diría que subtitula a dos personas que en el fondo no tienen nada honesto que decirse, y que se atraen como bálsamo a su soledad, aunque por motivos completamente antagónicos. Protagonizaban Van Heflin (discreto actor, que sin embargo borda su obsesivo personaje) y Evelyn Keyes, que nunca pasó de ser una secundaria más o menos solvente. Lo mollar del film es su diabólico desarrollo en forma de embudo, como si de una tragedia clásica se tratara, abocando a sus personajes desde el ensoñamiento a la pesadilla sin solución de continuidad. Un título muy olvidado, pero que me permito recomendarles muy vivamente.
Saludos.

No hay comentarios:

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!