lunes, 23 de agosto de 2021

Hablar mucho para no decir nada


 

Sobre miradas y discursos prestados, esta resbaladiza cuestión significa el sustento mismo de una película tan farragosa y antipática como THE DINNER, último trabajo del director y guionista de origen israelí Oren Moverman. Sin decidir en ningún momento qué tono o discurso elegir, la trama, tramposa y mal ejecutada, nos lleva hasta un lujoso restaurante, donde van a cenar dos hermanos, con sus respectivas parejas, para discutir un tema que nos es escamoteado con morosidad hasta bien entrado su tortuoso metraje. Uno (Steve Coogan) es un escritor y profesor de universidad, con una visión de la vida ácida y pesimista; el otro (Richard Gere) es un importante congresista, que se halla inmerso en una crucial campaña electoral. Entre platos sofisticados, botellas de champagne rosa, cubiertos de oro y Satie de fondo, nos vemos obligados a discernir por qué los personajes dicen lo que dicen, sin que se nos ofrezca un solo asidero argumental, y oscilando desde las frases lacerantes de Coogan hasta el hermetismo de Gere, y con dos actrices completamente desaprovechadas, las magníficas Laura Linney y Rebecca Hall. Con los momentos supuestamente reveladores horriblemente mal elegidos, sin ritmo ni brillantez formal, Moverman se abandona a sus intérpretes, esperando que de ellos emane el guion mismo. Desgraciadamente, lo que se presume como incorrección política en grado sumo, no pasa de una especie de gamberrada con guiño incluido, y su discurso moral es sencillamente repugnante. No se salva nadie, ni los incorrectos demócratas, ni los eficaces republicanos; una vez manchados todos de mierda, todos buscarán una fina servilleta bordada para limpiarse...
Intrascendente.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!