viernes, 20 de noviembre de 2020

La herida que nunca cierra


 

En la línea de las últimas propuestas de Jordan Peele, el debutante Remi Weekes aporta su granito de arena a esa interesante mezcla de terror y denuncia racial, en la que no queda del todo claro qué alimenta a qué. HIS HOUSE da una nueva vuelta de tuerca, poniendo el acento en el destrozo moral sufrido por dos refugiados sudaneses, que intentan establecerse en una destartalada casa de acogida y sanar su traumática huida, en la que perdieron a su hija. Sin llegar a la calidad de GET OUT o US, es ésta una película que parece desaprovechar cada hallazgo, lo que demuestra la bisoñez de la escritura de Weekes, que cambia los tonos con suma brusquedad. Lo mejor, sus dos protagonistas, Sope Dirisu y Wunmi Mosaku, que aportan frescura e intensidad como una pareja con bastantes más secretos de los que aparentan; aparte de algunos momentos de inquietante ensoñación, pero que parecen islotes cada vez que se busca la explicación más evidente. No es una mala película, pero tampoco nada del otro mundo, y además de sonar a ya vista, no parece lógico que su potente trasfondo no logre perdurar más de lo que lo hace.
Correcta.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!