miércoles, 24 de abril de 2019

Deshabitaciones



Carlos Vermut es un raro maravilloso, un ilustre incomprendido, un outsider "de la familia", si me permiten la incongruencia. Su cine es lo más cercano que tenemos a día de hoy al cine de autor de altas miras, aunque e la Academia de cine no se enteren de lo renovador y urgente de su voz. QUIÉN TE CANTARÁ es, también, lo más cerca que nuestro cine va a estar de Cassavetes, Lynch y Bergman, los tres así, mezclados y sin depurar en un tremendo cóctel de psicología suicida, denuncia social y estética amorfológica. La historia, aunque muy bien escrita, me interesa menos que asistir hechizado a esos tres o cuatro momentos de inenarrable belleza a ras de suelo, donde lo cotidiano se alía con lo extraordinario, sin artificios, partiendo de una excusa ineludible, a partir de la que se establece la relación casi simbiótica entre una cantante famosa que lleva diez años sin cantar y la rendida admiradora que la clava cada noche en un karaoke. Ella, una contenida y fantasmal Najwa Nimri, ha sufrido un extraño (y nunca aclarado) accidente que la ha dejado amnésica justo antes de anunciar su regreso; y ella, una inmensa Eva Llorach (al menos algo de justicia en los premios, aunque no entiendo lo de revelación), es una madre maltratada por una hija nini (Natalia de Molina), que deviene prácticamente en terrorista emocional. Ambas pueden considerarse dos caras de la misma moneda, y Vermut no esconde en ningún momento su complementación, que termina por ser lo más luminoso y amable de un relato sordamente escabroso. Es aquí, en esta interactuación entre mujeres (el cuadrado lo completa la veterana Carme Elías), donde Vermut se encuentra a gusto, entre palabras lacerantes, miedos olvidados y lágrimas liberadoras. Efectivamente, es melodrama, y del bueno, pero también es un grito ahogado de rabia y una diva sintiéndose gilipollas mientras ensaya unos movimientos que ya no transmiten nada. La secuencia final debería figurar en alguna antología, aunque no me pregunten cuál...
Magistral.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!