viernes, 28 de abril de 2017

Ettore Scola. Un italiano en Italia #18



En 1983, Ettore Scola se embarca en una inclasificable coproducción internacional, LE BAL, con la que llegó a representar a Argelia en los oscar de aquel año. Y hablamos de un film tan arriesgado, tan inesperado y audaz, que cualquier calificativo se queda corto tras su visionado, obligatorio para entender por qué Scola ha sido uno de los directores más dotados a la hora de poner en imágenes un insólito "vanguardismo clásico". Se trata de una película sin diálogos, con un espacio único (la sala de baile del título) y un reparto coral de actores/bailarines, de cuya mano asistimos no sólo a su peripecia personal, sino a la Historia misma del Siglo XX. Nada más y nada menos, porque LE BAL comienza antológicamente, con las mujeres llegando, una a una, a la sala, donde esperan pacientemente la llegada de los hombres, que quizá las inviten a bailar. Y esa sala también existió a principios de siglo, y fue refugio de aquella Francia ocupada, y en los 50 se atrevió a cambiar el vino por Coca-Cola y el baile de salón por el Rock'n'Roll. Y en los 60 se bailaban las canciones de unos chicos de Liverpool, y en los setenta colgaron una bola gigante de espejos... Quizá les sepa a poco, a lo mejor lo único que ven es una coreografía que habría firmado el propio Jacques Tati, pero no exagero si digo que esta película es hermosa y emocionante, que es más vanguardista que muchos trabajos así catalogados por la oficialidad, y que Scola, una vez más, demuestra que la medida del hombre moderno cabe toda en una sala de baile, y que se expresa en la soledad de un rechazo o el anhelo de una invitación...
Extraordinaria, maravillosa película. Véanla si pueden.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!