lunes, 24 de abril de 2017

Bajo par



Dos sucesos, muy diferentes entre sí, me obligan a hacer esta entrada, que a fuerza de ser postergada, ha hecho coincidir la noticia triste con otra absolutamente maravillosa. Hace sólo unos días, fui testigo en la soledad de la madrugada de la histórica victoria de Sergio García en el Masters de Augusta. Para los que el golf se la suda (que será la mayoría), digamos que es el equivalente a que el Villarreal gane un año la Champions, y no porque García no sea un estupendo golfista, sino porque ha tenido que sudar lo suyo para llevarse, al fin, un major. Por otra parte, hace un par de meses me enteraba de la desaparición de un tipo que siempre me ha caído particularmente bien y que también tuvo que esforzarse una barbaridad para lograr cierto reconocimiento en Hollywood. Moría, inesperada y prematuramente, Bill Paxton; un actor que apenas tuvo papeles protagonistas, que quedó encasillado como "ese actor resultón" y que normalmente siempre estaba bien, hiciese lo que hiciese. Y Bill Paxton dirigió también dos películas, una muy oscura y otra muy luminosa, y curiosamente las dos, tan diferentes entre sí, revelan a un director maduro, seguro de lo que quiere contar y cómo va a hacerlo. En 2005, la Disney lo reclutó para que llevara adelante un curioso proyecto, la recreación de la que sigue siendo, más de cien años después, una de las gestas más grandes del golf de todos los tiempos: la victoria en el U.S. Open de Francis Ouimet, un joven de extracción humilde, que con sus veinte años apenas había pasado de ser un ignoto caddy y que venció nada menos que al mítico campeón británico Harry Vardon, y todo ello sin experiencia en ningún torneo y con un niño como caddy, el no menos mítico Eddie Lowery. Con una historia así sólo se pueden hacer dos cosas, una bazofia infumable o una película maravillosa, y Paxton, a mi juicio, filma la mejor película sobre golf que he visto nunca. Una película de Disney, sí, pero no se nota; con un tiempo narrativo entretenidísimo, que apenas decae, con excelentes actuaciones por parte de Shia LaBeouf, Stephen Dillane y el joven Josh Flitter, entrañable como el propio Lowery. Una película que recomiendo incluso a los que abominan de un deporte tan hermoso como el golf, y que, basada en el también imprescindible libro de Mark Frost sobre este extraordinario hecho, parece tocada por el halo de un Frank Capra contemporáneo... Bueno, quizá esté exagerando, pero la peli es mu bonita...
Y mañana la otra.
Saludos.

2 comentarios:

JLO dijo...

Y si, el golf es para pocos... Al bueno de Bill lo recuerdo y no sabía que había muerto... Seguro salió en letras chicas en todos lados...

Me intriga esa película de golf... Saludos 🙋

Mister Lombreeze dijo...

Me gusta más la oscura, pero ésta es muy maja y disfrutable, desde luego. DEP Bill Paxton.

Los que hemos jugado un poco a golf (donde "jugar" = "prácticar"), sabemos lo súper mega dificilísimo que es darle bien a una bola de golf con un palo de golf para enviarla donde se quiere. Yo he ejercido de caddy amateur (pero muy, muy amateur) en un par de ocasiones y estar 4/5 horas paseando por un hermoso campo de golf es una experiencia gozosísima.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!