A vueltas con la filmografía de Eusebio Poncela, me he acordado de la que supuso su primera aparición verdaderamente importante en cine. Y no una cualquiera, porque LA SEMANA DEL ASESINO es una de esas películas que deberíamos reivindicar del mismo modo que a su director, Eloy de la Iglesia, un cineasta capaz de recortar a la censura desde la marginalidad, tanto argumental como de medios. Es por ello que estamos ante un film insólito, mezcla de drama social, terror truculento y hasta un velado alegato en favor de las homosexualidades latentes y que tanto daño hacen. No es casual que de la Iglesia sitúe a su protagonista (un irreconocible Vicente Parra, pasando de galán casposo a atormentado psicópata homicida) en una apartada casa del extrarradio madrileño, custodiada por los flamantes edificios recién construidos, desde donde un enigmático joven le espía con binoculares. Lo curioso es que aquí los roles están invertidos, y es el modesto y callado empleado de un matadero el que inicia una desquiciada espiral de asesinatos, tras un altercado con un taxista que acaba con la muerte de éste. El film es casi un precedente de aquel "Henry"de McNaughton, fluctuando con habilidad desde el terrible conflicto interior hasta el placer que le otorga asesinar a todos los que de alguna manera son "obstáculos". El misterioso vecino parece el único que puede comprenderle, mientras hace evidente un interés más allá de lo amistoso, y su casa se convierte poco a poco en un panteón de insoportable hedor.
Si no la conocían, háganse con ella y dispónganse a pasar un mal rato de "horror quinqui", que es un género que trasciende lo exótico. Ni más ni menos...
Saludos.
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