miércoles, 18 de septiembre de 2024

El antigiro


 

M. Night Shyamalan ha conseguido convertirse en un género en sí mismo, que no es poco dados los impersonales tiempos que corren. En pocas líneas, diría que es un buen director, que conoce el oficio, no duda en apropiarse de todo lo que le sirva para construir su discurso, y al menos lo hace copiando a los grandes. Esto no es una excepción en THE TRAP, donde el artefacto lo es todo, llegando a llevarse por delante cualquier atisbo de coherencia narrativa, en un intenso pero irregular thriller que comienza como un animal feroz, pero termina cayendo en todos los cepos que se va encontrando. Me resisto a contar mucho de la trama, pero no esperen encontrar aquí uno de esos giros de guion insuperables, de mandíbula caída; esta historia, al menos su estupenda primera mitad, daba para haberse estrujado algo más el magín, subvertir las expectativas y haber culminado de manera menos canónica. Curioso, porque el juguete funciona en mitad de un extenso videoclip, alterando la percepción del absurdo e invitándonos a que cada uno vayamos montando qué va a ocurrir a continuación. Lo que ocurre después es una película que no quiere que la creamos, que se sabotea en plan kamikaze y que sucumbe ante los postulados de un Hollywood cada vez más orientado a un público proveniente de TikTok y esas cosas. Le salvo el gran esfuerzo de Josh Hartnett en un papel muy complicado de hacer creíble, y el guiño a los cinéfilos de viejo cuño, que reconocerán a Hayley Mills, antigua estrella infantil de Disney y ya una señora mayor.
Le sobra audacia y amor propio, pero le falta una oscuridad que ya sabemos que este director no posee o no se atreve a indagar.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

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