viernes, 4 de abril de 2014

La pantalla que respira



Me parece muy evidente que, de no ser por la emotiva y florida interpretación de un casi omnipresente Joaquin Phoenix, HER habría terminado siendo un coñazo irremediablemente considerable. Me resulta complicado entender, meterme en la piel de unos personajes y unas situaciones que me son por completo ajenos, cuando no directamente hostiles. No es por lo descabellado de su premisa argumental (un tipo al que le cuesta encontrar el amor tras su reciente divorcio se enamora de un Sistema Operativo... como suena). No. En realidad lo que me chirría son los goznes de una interminable catarata de face to face aparentemente trascendentales; lo que me viene a demostrar dos cosas cuanto menos inquietantes: que los americanos cada vez se parecen más a los japoneses (lo que es terrorífico como concepto) y que para remarcar "un cierto estado de calidez humana", lo mejor es no incluir en tu campo de pruebas cualquier atisbo de agobio económico. Estos personajes tienen siempre, en su unidimensionalidad, una parte importante de su existencia perfectamente resuelta, lo que a partir de ahí les permite (en realidad se lo permite a un guionista que sea vago) no tener que ocuparse de nada más que de "su gran problema". Es igual, nada va a cambiar al respecto, excepto que lo que hace un tiempo era una chorrada de novela romántica ahora puede ser perfectamente reconvertido en una "historia de amor más allá del tiempo y el espacio", porque el cine de ahora no se permite ni siquiera un fallo en su lisa y brillante esfera de brand new audiovisual.
E insisto: menos mal que eligieron a Phoenix...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!