jueves, 24 de junio de 2010

El perfume de una flor

Hay momentos en la vida que parecen quedar suspendidos para siempre en la memoria; esto puede suceder por varios motivos, y nuestros sentidos juegan un papel fundamental, filtrando, acomodando, coloreando y ajustando lo que luego ya no existe sino únicamente en la memoria. Una de las muchas virtudes achacadas al maestro Eastwood es, precisamente, la de trasladarnos a golpe de sensaciones a muchos de esos recuerdos que, en lugar de lo que otros directores más torpes hacen (que no nos identifiquemos jamás con sus trabajos), de repente nos salpican y tornan esos momentos en jugosa felicidad. Uno de los títulos de Eastwood que más asocio con esta parrafada que me acabo de marcar es MIDNIGHT IN THE GARDEN OF GOOD AND EVIL, una deliciosa, refinada y precisa amalgama de brillantes diálogos, envidiables localizaciones y una sorna muy parecida a la que explota, por ejemplo, en GRAN TORINO. Así, podríamos dejar esta preciosa y descarnada película "sureña" muy al lado de ese juez Priest de Ford, reivindicando constantemente la sensualidad y carnalidad de Savannah mientras, sibilinamente, una compleja trama de engaños y abusos va desmadejándose tranquilamente a lo largo de sus bien distribuidas dos horas y media. Magnífico está John Cusack como el incauto escritorzuelo que se ve enfrascado en un torbellino de personajes y situaciones que parecen querer atraparle de por vida; como magnífico está Kevin Spacey, que atravesaba entonces su mejor momento, dando vida a un personaje tan ambiguo como atrayente. Un film muy "de antes", sin explosiones ni persecuciones, con una paciencia fílmica encomiable y un uso de los tiempos simplemente arrebatador. Un film que sin embargo muy pocos vieron entonces y menos apreciaron; un film al que habrá que volver ahora que Eastwood es indiscutible y sus trabajos supuestamente menores (y no creo que sea éste el caso) se disfrutan mejor con la distancia adecuada.
Saludos buenos y malos.

4 comentarios:

Eduardo dijo...

Yo lo ví, en mi cine Palafox extinto y querido...Incluso se discutió la calidad del director en la época. Reconozco que el estilo narrativo me desconcertó ligeramente. Pero los personajes, esos personajes... La reprimida y refinada homosexualidad de Spacey, que se descubría como grande más que en Seven o es Sospechosos habituales. Todo el mundo puede hacer de tarado sexual. Pero no todo el mundo puede sonreír como él en esta peli.
Y Cusack, en uno de los pocos papeles en que le soporto (a su hermana, en ninguno) fue con quien más me identifiqué. Como un pez fuera del agua y sumergido en un pueblo en el que ya hay poderosas interacciones vecinales previas a su aparición, que no entiende y a las que no es bienvenido.
Una película que, en un par de décadas, se considerará una de las 100 mejores de la historia. Fijate hasta donde apuesto...

Eduardo dijo...

Hala

Eduardo dijo...

Y su título me ha hecho recordar una canción de mi paisano Auserón, "la negra flor". Se acuerda usted que, como yo, ya es algo viejuno?

dvd dijo...

Sí, supongo que se refiere al personaje del transexual, que es simplemente impresionante; que yo creo que no actuaba, sino que era así... No sé si estará entre las 100 mejores, pero sí entre las mejores de Eastwood, desde luego que sí...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!