lunes, 14 de junio de 2010

El fluir de la memoria

Voy a hacer hoy un extraño y casi surreal ejercicio de "meta-reseña" y, aprovechando que el mundial de fútbol (que por cierto, vaya coñazo de mundial) nos depara esta noche un Italia-Paraguay y que, aunque esta mañana en el trabajo me he hartado de desear suerte a clientes italianos (no sin algo de sorna... jeje), lo cierto es que le deso lo mejor a la selección guaraní, de donde tengo algunos conocidos. Y como este blog puede que aún siga siendo de cine, pues se me ha ocurrido sobre la marcha hablar de la que posiblemente sea la película más importante de la casi ignota filmografía de este país sudamericano. Me refiero, como habrán supuesto, a LA HAMACA PARAGUAYA, de la joven Paz Encina. Y es curioso, porque LA HAMACA PARAGUAYA es una sugerente y subyugante experiencia cinéfila, que ganó nada menos que el Fipresci en Cannes, hace cuatro años, y que supone un interesantísimo viaje tanto a un cine comprometido con la radicalidad de su forma como a lo insólito de su fondo. En un estilo descarnado y mineral, repleta de planos que superan los diez minutos de duración y que nos remiten inevitablemente a los experimentos de Albert Serra, Encina es capaz de retratar un extenso trozo de la historia de su país en los años treinta con la única narración de Cándida y Ramón, dos ancianos de los que apenas vemos algunos rasgos y que nos cuentan la larga e infructuosa espera de su hijo, que se fue a luchar a una guerra civil, al mismo tiempo que intercalan pausadas reflexiones sobre la lluvia, el calor y cómo afectarán estos a las cosechas. Cándida cree que el hijo ha muerto, al contrario que Ramón; sin embargo, una inesperada noticia dará la vuelta a una situación que en verdad parece inamovible.
No hablo pues de un cine exótico, a la manera oriental, por ejemplo, sino de un cine asombrosamente consciente de la unicidad de su compromiso formal, lo que la sitúa en ese privilegiado limbo de "exquisitas rarezas" que de vez en cuando podemos disfrutar a través de festivales y retrospectivas. Como agua de Mayo (nunca mejor dicho) esperamos desde entonces algo nuevo de su directora. Hasta entonces, me despido deseando suerte a nuestros hermanos paraguayos en el difícil envite de esta noche...
Saludos suavemente mecidos.

2 comentarios:

sé de cine dijo...

Qué bueno que recuerdes esta preciosa película. Te cuento que el asistente de dirección fue Manolo Nieto, director de la película uruguaya La Perrera. El Mercosur unido también en el cine.
Saludos!

dvd dijo...

... y además Paraguay ha empatado...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!