Historia de un pintor, un revolucionario y un tipo con memoria tipográfica, contada por un periódico americano que tiene su sede en una ciudad (ficticia) francesa. Absténganse, por tanto, los curiosos, que nada entenderán, ni los ensañantes, que no van a encontrar aquí dónde hincarle el diente al último film de Wes Anderson. THE FRENCH DISPATCH (OF THE LIBERTY KANSAS EVENING SUN) es un juguete, una miniatura que juega consigo misma, y que ya parece revelar a un cineasta que empieza a ser consciente de su impostura, sobre la que se sustenta toda la base de su inmarcesible filmografía. Casi ni parece una película, sino más bien un collage, un mecanismo de relojería en el que insertar, a su antojo, cualquier cosa que se le pueda ocurrir. Desde el extenso y espectacular elenco, la espléndida fotografía (tanto en color como en B&W) o los deliciosos insertos animados, es baladí ir a lo concreto, cuando desde el principio se nos advierte que no hay cabeceras, sino una plaga de pies de página, por los que se deslizan un puñadito de historias que sólo alguien con mucho tiempo libre podría concatenar. A mí no me parece ninguna obra maestra, ni mucho menos, pero sí una película para dejarse llevar, disfrutar ese gusto enfermizo por los detalles, el maravilloso trabajo de decorados, la estética a lo Hergé, o ese sentido del humor que te deja sin saber si reírte o no.
Pasen y vean. Si la historia es buena, la publicará el Liberty Kansas Evening Sun...
Saludos.
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