domingo, 2 de julio de 2017

Rincón del freak #275: ... perra vida, la del cinéfilo...



Si yo les cuento, un poco así por encima, algunos fragmentos de ONCE UPON A TIME IN VENICE (la Venecia californiana, la playa, no la otra), pueden sentir irreprimibles deseos de migrar a latitudes blogueras menos laxas y frívolas, hundir sus necesidades intelectuales donde las aritas confabulan dedicadas a ignotos cineastas filipinos, que ruedan tomas de cinco horas en Súper8. Pero no, aquí pueden admirar cómo Bruce Willis paga el alquiler de su casa en la montaña rodando escenas como: pasear desnudo en skate, huir de una horda de travestis mismamente travestido, entrar en la casa de un "despiadado" traficante disfrazado de repartidor de pizzas y luego con una cesta de muffins, pedir dinero prestado a un prestamista y luego pedirle dinero a un amigo para pagarle al prestamista, cuando podía habérselo pedido antes al amigo... Y así durante una hora y media en la que uno no cree del todo que lo que está viendo tenga como intérpretes al propio Willis, John Goodman, Jason Momoa (bueno, este sí) o la gran Famke Janssen haciendo un relleno pequeñito. Una hora y media cuyo intrigante fuerte argumental es la recuperación de un perro, que encima ni siquiera hace gracietas de perro, sólo un perrete común y mondón. Ah, me olvidaba, también hay un tipo que hace graffitis de felaciones y samoanas adictas al sexo... Una joya para regalarle en DVD a su peor enemigo, vaya...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!