viernes, 14 de julio de 2017

Ettore Scola. Un italiano en Italia #28



LA CENA, de 1998, más que un film de Ettore Scola, parece una compilación de sus mejores momentos, un autohomenaje que quizás podía haberse ahorrado y que, más allá de constatar cómo domina un maestro su oficio, aporta poco al avance de una filmografía que ya en aquellos años atisbaba su final cercano. Ahí están, para el ojo observador, LA FAMILIA, UNA JORNADA PARTICULAR, la composición coral en un espacio único de LA TERRAZA, y, cómo no, aquel episodio para LOS NUEVOS MONSTRUOS. Scola intenta montar un imponente fresco que refleje las bondades y maldades de una sociedad italiana atrapada en una corrupción política y moral que destruía gran parte de los ideales con que el director impregnó gran parte de su obra; personas que fingen ser otras para ser aceptadas, que no escuchan a quienes sev muestran tal como son y que venden su dignidad por un plato de lentejas. Todo ello cabe en el interior del restaurante que regenta Fiora (Fanny Ardant), que trata a todos sus clientes con la misma amabilidad, y que actúa con la misma protección maternal que ejemplifica a esa madre patria, Italia, que observa a sus hijos, sus comensales, discutir sin ponerse de acuerdo, ensayar el entendimiento mutuo o desdeñar a quien intente salirse de las coordenadas preestablecidas.
Podría haber sido una gran película, y así se intuye por el reparto y el apartado técnico, pero queda como un trabajo más rutinario de lo que cabría esperar de un director de la talla de Ettore Scola.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

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