jueves, 27 de mayo de 2010

El ser humano; manual de instrucciones

Si dejamos aparte las tinieblas metafísicas de Theo Angelopoulos (que tampoco es conocido fuera del circuito de festivales), lo cierto es que la filmografía griega se me antoja tan escurridiza a la par que fascinante, como la húngara (con Béla Tarr a la cabeza) o la rumana (ésta con algunos afiliados más). Con estos enjutos pellejos, llega a nuestras pantallas, y precedida de una garantía como es el "Certain regard" obtenido el pasado año en Cannes, KYNODONTAS, de un tal Yorgos Lanthimos, al que habrá que seguir la pista en adelante. Y KYNODONTAS, no nos volvamos locos, ni es tan buen cine como el último y fascinante Haneke (Palma de Oro incluida), como tampoco es ningún fraude modernillo de esos que tanto nos joden los sábados por la noche (domingos por la tarde en su defecto). Digamos que es una película rara que se ve con sorprendente fluidez y deleite, que tiene (y esto sí que es raro en este tipo de cine) golpes de humor hilarante y topetazos de brutalidad casi infantil, como sólo los niños saben ser de brutales y crueles, sin motivos y sin avisar. Así, asistimos perplejos a la obra de un enfermo mental, que ha recluido a sus tres hijos durante toda su vida en un chalet de las afueras con la inestimable connivencia de su mujer (este personaje tendría que haber tenido algún peso más). El tipo piensa que a los seres humanos se les puede educar como a los perros (con algunas referencias explícitas), por lo que, a base de reclusión y porrazos, construye su particular miniverso en torno a una piscina, una alta valla y una distorsión total del sentido de las cosas, donde el nombre de las cosas es elegido al azar y el tiempo transcurre entre absurdos juegos que tienen simples pegatinas como preciados premios. No nos resulta nuevo, a estas alturas, este cine de formas frías y concisas maneras, y parece que Lanthimos se da cuenta y es cuando introduce los elementos humorísticos, que se agradecen una barbaridad entre despelotes gratuitos y treintañeros jugando al escondite. Es una curiosidad que dará que hablar, sin duda, pero a este interesante director le queda el reto más duro: convencernos de que esto no ha sido una casualidad.
Saludos caninos.

2 comentarios:

Angel "Verbal" Kint dijo...

Cierto que se la ha comparado mucho con Haneke, pero a mi Haneke me parece un director muy solvente, mucho más que el director de esta película que si posee la capacidad de causarnos deshasosiego e inquietud retratando un ambiente opresivo y terrible.

dvd dijo...

A mí me dejó el cuerpo raro, porque tiene momentos en los que te tienes que reír y luego da miedo, no sé... es una peli rara de cojones... Ahora, que a este tipo, aun con lo que promete, le queda toda la vida para llegar a rozar a Haneke...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!