Se acabó este año. Un año de mierda. Y lo vamos a rematar con una película de mierda. Mucho se ha hablado en este curso de SKINAMARINK, una paja mental con la indecencia de revestirse de cine experimental sin un solo dato original para afirmarlo. Una colección de desenfoques absurdos, con un grano impostado (la única justificación de que sea 1995), susurros inaudibles y la certeza de que la inquietud siempre ha de provenir de la extrañeza, no de lo estrambótico. La idea, sin embargo, es válida en la teoría: dos niños se despiertan en mitad de la noche y descubren que sus padres no están y que han desaparecido las puertas y ventanas. Ya digo, la premisa argumental da para un desarrollo acorde a un terror atmosférico, que te mantenga sin saber qué va a pasar en el siguiente fotograma, pero es tal la planicie de ideas que lo único que se me ocurre es lo que en realidad ha pasado. SKINAMARINK no pasaba de ser un proyectito de estudiante pasadete de ojana, pero algún listo la metió de rondón en una web de descargas piratas, y lo que hubiese sido un oscuro manchurrón para gafapastas de manualacabó como el hype más extraño e improbable de los últimos ytantos años. De verdad que me gustaría defenderla de alguna manera, pero desde ya auguro que el señor Ball sólo tiene dos caminos a seguir: hacer una igual que ésta, pero con personajes tangibles, y por tanto aún peor. O, lo más probable, que es fichar por una productora de aquella manera como "gran esperanza blanca" del fantaterror blue collar, arruinándolos al adaptar un videojuego macarril a base de sombras chinescas... Se admiten apuestas.
No la vean.
Saludos.
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