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domingo, 10 de febrero de 2019
Rincón del freak #342: Zapatero a tus zapatos
Mucho se ha escrito sobre la conveniencia, problemática y correspondencias en cuanto a las adaptaciones literarias en cine. Personalmente no tengo ningún tipo de problema entre un guion original y otro adaptado, pero existe una singularidad que hasta el momento prácticamente sólo ha dado chapuzas, y algunas de las que hacen época. Es el caso de Norman Mailer, un escritor tan grande que sólo podía salir escaldado por su propio ego (lo dijo una vez Woody Allen), y que se empeñó en poner en imágenes una novela simplemente inadaptable, como era TOUGH GUYS DON'T DANCE. Y es que hay que ser muy echado para delante para asesorarte a ti mismo sobre cómo afrontar la enrarecida, barroca y subversiva sintaxis de esa novela irrepetible que mezclaba el thriller con un surrealismo ebrio. El resultado es un monstruo con dificultad suma para moverse, y que además comete la gravísima torpeza de apoyarse en la literalidad, lo que deriva en algunos pasajes inenarrables y a los que cuesta dar un sentido intrínseco, como si Lynch intentara filmar como Raoul Walsh, o algo así. Y, sin tener la más remota idea, algo del director de TERCIOPELO AZUL flota en este metraje indefendible, sea la atmósfera repleta de personajes sórdidos o la decadencia de esa fantasmal localidad costera, Provincetown (donde el propio Mailer acabaría sus días), pero media un mundo de talento e intención entre ambos nombres, y a Mailer se le nota la grandilocuencia pastosa de quien ha escrito unas páginas magistrales pero se ve impotente para plasmarlas en pantalla. De los actores ni hablo, porque Ryan O'Neal aún tiene pesadillas con algunas escenas directamente ridículas, como la de la carta, absolutamente mítica e infaltable en cualquier imaginario friki...
Un despropósito más cercano a cualquier telefilm de tercera que al apabullante texto original de su autor, al que dios no llamó por los caminos de la dirección, está más que claro...
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...