viernes, 15 de diciembre de 2023

Frío como el hielo


 

Mantengo la opinión de que Ryan O'Neal ha sido uno de esos actores a los que el físico, curiosamente, les ha jugado una mala pasada. Encasillado como eterno "guapo" sin fisuras, irresistible para las mujeres, siempre me ha parecido más versátil de lo que parece, lo que atestigua una carrera que ha transitado por casi todos los géneros, y donde encontramos un actor capaz de trascender ese físico, apoyado en una fragilidad que se intuye siempre interior. Aquí hemos dado cuenta de sus trabajos más notorios, pero hubo una película que subraya todo lo dicho anteriormente. Vista hoy, THE DRIVER ha ganado los enteros que la crítica le negó en su momento; no sólo por ser totalmente canibalizada hace poco por Nicolas Winding Refn (esos autores...), sino por entroncar sin esfuerzo con la gran obra maestra del polar y de Melville. O'Neal interpreta a un conductor especializado en ser el mejor dándose a la fuga en un atraco. Frío, impasible, no parece tener sentimientos más allá de fijar los ojos tras el parabrisas y salir airoso de cualquier persecución. Un policía (Bruce Dern) se obsesiona con darle caza, recurriendo a toda clase de artimañas para ello, por lo que se produce un juego del gato y el ratón que va más allá de unas escenas automovilísticas, por otra parte, prodigiosamente filmadas en unas calles oscuras, desoladas, que remiten a un western urbano de ritmo pausado pero siempre intranquilo. Es un film injustamente olvidado, incluso en la filmografía de ambos, protagonista y director, y que merece la pena reivindicar recordando la figura de uno de los últimos herederos de un Hollywood ya perecido, pero cuyos ecos resuenan en multitud de títulos actuales, dejando patente, una vez más, que casi nadie inventa nada ya.
Saludos.

2 comentarios:

ricard dijo...

A reivindicar, totalmente de acuerdo.

Saludos.

dvd dijo...

Y que conste que a mí DRIVER me gusta mucho, pero es que es un calco indisimulado, y Winding Refn es incapaz de reconocerlo, como le ocurre a todos los encumbrados...
Un saludo.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!