Que una película como GODLESS: THE EASTFIELD EXORCISM fuese la elegida para el reconocimento de la sección Panoramas de Sitges, habla tanto de la excesiva extensión del festival como de su a veces incomprensible hoja de ruta. Incapaz de decidirse por una línea argumental clara, este "telefilm", aun con sus muchos y elogiables aciertos, comete el error del "basado en hechos reales", que ya no epata a ninguna audiencia, y sin embargo somete una narración taponando sus flujos naturales de comunicación. La excusa es la posible posesión de una joven, cuyo comportamiento errático lleva a su marido a visitar a una psiquiatra, que concluye un caso de esquizofrenia paranoide, posiblemente causada por un fuerte trauma que no es capaz de sacar a la luz. El primer desencuentro lo tenemos en un fanatismo religioso, por parte de él, que el debutante Nick Kozakis no nos ha inoculado anteriormente, pasando de puntillas por este aspecto y desembocando en una parte final cuya truculencia parece forzada. O mejor dicho: la parte de los exorcismos es muy floja, pero sostiene el peso de todo el corpus; mientras, se pasa de puntillas por lo más impactante, que es la irracionalidad fanática y lo fácil que se sucumbe a un par de mantras bien aprendidos, para terminar preso de una realidad absolutamente distorsionada.
Tiene grandes carencias de guion e interpretación, pero es mucho más honesta que propuestas similares, más efectistas y emperifolladas. Curiosa sin más.
Saludos.
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