En THE SWAN, último de los cortos "roaldahlianos" de Wes Anderson, la crudeza se reviste de mayor moralidad, si cabe, desdeñando casi por completo una dramaturgia que roza la viñeta (literalmente), para ver con más claridad el dedo acusador del relato original, que Dahl escribió tres décadas después de conocer el suceso en un periódico local. No es más que la típica historia de abuso infantil, con los dos matones cebándose con el "chico frágil" de la clase, aunque aquí Dahl incrementa la crueldad, por mucho que Anderson prescinda de acción alguna. Los primeros minutos sirven como introducción al bello y terrible desenlace, de poética triste y desgarrada, que alude al cisne del título como reflexión y alegoría, sabedores (todos nosotros) que siempre ganan los mismos, y los héroes yacen para componer la figura del mártir.
Saludos.
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