sábado, 29 de septiembre de 2018

Una piscina con pelotas de ping pong



KAGEROZA, de 1981, es probablemente la más intrincada y surrealista de las tres "Taisho", un delirio asimilacionista e irrefrenable acerca del deseo y la pasión, siempre desde el punto de vista del extraño que debe desentrañar un misterio en un entorno que le es hostil e incomprensible a partes iguales. La película, que alcanza casi las dos horas y media, es otro festín de imaginación y libertad creativa, pero con un tono tan disruptivo que obliga al espectador a estar atento e implicarse con lo que ve, tanto como con lo que pueda intuir, pues hay una subtrama aún más interesante que el argumento principal, y que es revelado en todo su esplendor en un cierre en clave de representación teatral infantil, que es una pasada de puesta en escena y despliegue de recursos visuales. La historia, sacada de una novela original de Kyoka Izumi, gira sobre la obsesión de un hombre con una mujer que luego resulta ser otra, o quizá el fantasma de la anterior, aunque a lo mejor no es más que una advertencia sensorial de que los peligros los tenemos al lado, y que confiar en nuestra vista nos puede llevar al desastre. Decir que KAGEROZA es una obra maestra es decir mucho, probablemente sea más ajustado hablar de una obra sin restricciones aparentes, y que su lugar en la trilogía no es casual, pues explica las otras dos sin rozarlas apenas.
Saludos.

martes, 25 de septiembre de 2018

Bandeja con cabeza de toro



Retomo el mini serial dedicado a Seijun Suzuki, disculpándome por la tardanza, ya que diversos avatares me han impedido ejercer mi habitual regularidad. De hecho, ni siquiera voy a seguir el orden cronológico de las tres películas, sino que me iré directamente a la última, YUMEJI, que narraba (es un decir) la vida, arte y pasión del pintor y poeta Takehisa Yumeji, que fue un precursor del malditismo en Japón y que se pasó casi toda su vida entre alcohol, drogas y geishas, a las que pintaba para poder pagarles sus servicios. Es necesario recordar el poco apego a la linealidad narrativa de Suzuki, siempre más preocupado por epatar desde la impresión subjetiva que de resultar inteligible, por lo que YUMEJI termina siendo una orgía desordenada y vitalista sobre un hombre asustado, incapaz de vivir entre iguales, y que arrastraba una especie de maldición que le obligaba a no poder echar raíces en ninguna parte. Suzuki lo filma todo con fiereza y amplitud, sin dejarse un solo detalle, aunque conminando al espectador a mantener su atención en constante alerta si quiere disfrutar plenamente de esta joya, que tenía como grandes baluartes la exquisita fotografía de Junichi Fujisawa y, sobre todo, la impresionante partitura de Shigeru Umebayashi, que más tarde utilizaría Wong Kar-wai en uno de sus films más conocidos.
Imperdible.
Saludos.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Los huesos rojos



Cuando se tiene talento es mejor no tratar de demostrarlo. Desconozco si alguien más inteligente que yo hizo esta afirmación en algún momento, así que me la apropio por si acaso. Pero me sirva perfectamente para el pequeño homenaje que en los próximos tres días haremos al genial Seijun Suzuki, fallecido el año pasado y del que muy pocos parecen acordarse, quizá por el carácter inclasificable e insobornable de su cine, al que tengo un especial cariño y admiración, por lo que no me explico cómo no había aparecido ni una sola película suya por aquí. De momento, me atrevo con la tremebunda trilogía Taisho, un descomunal fresco rodado entre 1980 y 1991, y al que es difícil atribuirle un género en concreto, dado el carácter libérrimo de Suzuki, altamente propenso a hacer las cosas de la manera más exactamente inversa a como cualquiera podría suponer que haría. Despedido y casi desterrado de los grandes estudios japoneses, Suzuki fue saltando por productoras más pequeñas, con menos restricciones y donde le permitían toda clase de experimentaciones. TSIGOINERUWAIZEN es la primera de ellas, partiendo de una novela del escritor Hyakken Uchida, "El disco de Sarasate", en el que un disco que contiene una grabación original del gran violinista navarro alberga una misteriosa voz que obsesiona a un profesor de alemán. A partir de ahí, intentar hilar un conducto que no sea el del subconsciente íntimo puede resultar una gran decepción, pues Suzuki se interna en una especie de laberinto estructural de alegorías y metáforas. El profesor viaja a una pequeña población costera para visitar a un amigo, que es una especie de protopunk desarraigado y salvaje, y cuya afición consiste en matar gente para extraerles los huesos... para ver de qué color son... Me niego a seguir narrando lo que sólo puede ser explicado en la experiencia propia, pero me atrevo a decirles que corren el riesgo de perder pie y equilibrio, de ver sus teorías y convicciones cinéfilas socavadas y hasta violadas. Sólo por eso merece la pena ver este increíble film, que por lo visto fue de cabecera para Quentin Tarantino, aunque yo veo a un director mucho más cercano a Suzuki, que no es otro que el francés Bruno Dumont, especialmente en sus últimos films.
No se la pierdan.
Saludos.

domingo, 16 de septiembre de 2018

Rincón del freak #324: Las habitaciones del pánico



THE HOUSE THAT DRIPPED BLOOD fue una de las muchas producciones de terror que en los años setenta encadenaba varios episodios con un hilo conductor. En este caso, la excusa es una desvencijada casa que se encuentra constantemente en venta a causa de que sus inquilinos siempre desaparecen en misteriosas condiciones. Como digo, el artesano Peter Duffell realiza cuatro episodios independientes en el interior de la casa; el primero narra la obsesión de un escritor con el personaje principal de la novela que está escribiendo, un estrangulador al que cree ver en cada rincón, ante la incredulidad de su esposa. El segundo, protagonizado por Peter Cushing, abunda en el tema de los museos de cera, donde el solitario protagonista cree ver una recreación de la única mujer a la que amó, aunque puede que realmente no se trate de un simple muñeco de cera... El tercero tiene al gran Christopher Lee como protagonista, y quizá es el más interesante, con Lee haciendo de severísimo padre que mantiene a su hija prácticamente encerrada en la casa, pero con unas poderosas razones que su recién contratada institutriz ni siquiera puede sospechar. Por último, el episodio más divertido, en el que un estrafalario actor de films de horror adquiere una capa por un precio ridículo, sin saber que perteneció a un vampiro real y que al ponérsela está condenado a ser uno, aunque no es nada fácil ser un vampiro, claro...
Tiene su gracia, además de un montón de oficio entre sus intérpretes, así que puede verse sin demasiados remilgos.
Saludos.

sábado, 15 de septiembre de 2018

Vidas privadas #5



Y Alexander Korda lo volvió a hacer, porque sólo un año después de su visión acerca de Enrique VIII rodó THE PRIVATE LIFE OF DON JUAN. Y nuevamente se revela Korda como un director, aun plenamente integrado en el stablishment, con un sentido de la modernidad que sólo podría apreciarse muchas décadas después. Korda, con sus guionistas habituales, Lajos Biró y Fred Lonsdale, apuntó directamente a la obra de Henry Bataille "L'homme à la rose" para voltear el mito ideado por Zorrilla y enfrentar a tan ufano personaje consigo mismo. Y qué mejor actor para encarnar a este ajado, desencantado, y maduro Don Juan que la gran estrella del cine mudo Douglas Fairbanks, con más de cincuenta años y en el que sería su último trabajo en el cine. Uno podría pensar en un Fairbanks perdidísimo, sobrepasado por un cine sonoro que ya había finiquitado definitivamente al mudo e intentando ser lo más digno posible rodeado de estrellas emergentes como Merle Oberon. Nos equivocaríamos, porque Fairbanks demuestra que es un más que digno actor, capaz de interiorizar toda la sorna del personaje y reírse de sí mismo, como este Don Juan en crisis existencial que finge su propia muerte para descansar de su ajetreada vida y sus muchas deudas, pero tan sólo para comprobar a su vuelta que ya nadie le cree más que como un burdo impostor, lo que queda perfectamente resumido en la excepcional escena final en el teatro, donde Don Juan queda ridiculizado delante de todas sus amantes, y donde no le quedará más remedio que reconocer que su único destino es la monogamia al lado de la única mujer que lo ama, porque es la única que no lo idealiza.
Una película que de no estar hecha en 1934 sería paradigma de la posmodernidad más autoconsciente, y a la que sólo le lastra su marcado carácter teatral y el descompensado elenco, aunque la actuación de Fairbanks, al menos para quien escribe esto, es antológica.
Saludos.

viernes, 14 de septiembre de 2018

Vidas privadas #4



Hoy traigo una curiosidad, un film prácticamente olvidado hoy día, pero que en su momento tuvo cierta repercusión, quizá por estar nominado al oscar a mejor película de habla no inglesa en 1982, que era un año en el que las relaciones entre la Unión Soviética y Estados Unidos no pasaban por su mejor momento, o quizá porque el ganador fue Garci... No sé, pero CHASTNAYA ZHIZN (VIDA PRIVADA) fue la última película dirigida por Yuli Raizman, que llevaba casi dos décadas retirado de la dirección y logró su obra más personal ya con 79 años, desmarcándose de su habitual tendencia al panfleto y realizando un valiente retrato social, el de un hombre que es despedido de la fábrica donde lleva toda la vida trabajando pocos años antes de su jubilación. El guion, escrito por el propio Raizman, sigue su deriva y sus sueños truncados, las dificultades para encajar en una sociedad que ya empezaba a cambiar a marchas forzadas y su crisis matrimonial, agudizada por la aparición de una joven viuda en su vida. Una película que aquel año fue considerada la mejor de su país y que quizá haya quedado algo anticuada en su ingenuo tratamiento de un régimen comunista en los albores de la Perestroika, pero al que aún le costaba convencerse de su aperturismo, exactamente igual al personaje espléndidamente interpretado por el veterano Mikhail Ulyanov, con mucho lo mejor del film.
Saludos.

jueves, 13 de septiembre de 2018

Clément de pleno #3



LA BATAILLE DU RAIL, también de 1946, consagra a René Clément como un narrador prodigioso, con un sentido del ritmo y del montaje en paralelo que me atrevo a decir que no tenía parangón ni precedente en el cine francés. La historia de un grupo de ferroviarios que resiste con todo a su alcance a la invasión alemana sirve a Clément para realizar una insólita incursión nada menos que en el neorrealismo, además de poner en imágenes el intenso guion que coescribió junto a Colette Audry. Con todo lujo de detalles, asistimos a las reuniones clandestinas de los ferroviarios, y cómo una y otra vez son capaces de sabotear el avance alemán en tren, aun poniendo en riesgo sus vidas. Clément lo filma con una veracidad asombrosa, poniendo en pie en apenas 80 minutos una historia que trasciende el relato bélico y consigue centrarse en las pequeñas historias personales de estos héroes involuntarios, que ponían todo su conocimiento e ingenio en una lucha desesperada por la libertad. Logró el premio del jurado en Cannes, además del de mejor director, y le descubrió al cine europeo que también se podía hacer cine más allá de la comedia o el melodrama y llegar al gran público.
Maravillosa.
Saludos.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Vidas privadas #3



THE PRIVATE LIFE OF SHERLOCK HOLMES fue uno de los últimos títulos dirigidos por Billy Wilder y uno de sus proyectos más personales y controvertidos. Era 1970, y a esas alturas Wilder podía hacer ya lo que le diese la gana, pero el film tuvo una, por decirlo suavemente, tibia acogida. Fue un fracaso en taquilla y los críticos, por una vez, dieron la espalda al autor de EL APARTAMENTO. Han tenido que pasar varias décadas para que se empezara a apreciar el notable juego de apariencias que es su guion, centrado en iluminar los aspectos menos tratados del detective más famoso de todos los tiempos, y especialmente su discutible relación con el doctor Watson. Wilder incide en el carácter cínico y misógino de Holmes, constantemente flirtea con la posibilidad de su homosexualidad, e incluso habla sin ambages de su adicción a la cocaína "lo único que consigue salvarlo de la letal monotonía del mundo"... Pero este es un film eminentemente narrativo, y no tan oscuro como parece, sino que enreda diabólicamente cada detalle de su afilado guion, obligando al espectador a afinar su vertiente detectivesca, si no se corre el riesgo de perder el hilo, aunque es cierto que el terrible montaje al que fue sometida la cinta (Wilder no quiso intervenir) hace complicado su seguimiento. Pero aun así son muchos los puntos de interés, empezando por la estupenda interpretación de Robert Stephens (uno de los actores más flemáticos de la historia), la aparición estelar de Christopher Lee interpretando al mismísimo hermano de Holmes, la partitura de Miklos Rozsa o la cuidadísima ambientación, con un magnífico gusto por los detalles. Incluso hay un hueco al final para el monstruo del lago Ness, ahí es nada... Una delicia para recuperar en cualquier momento.
Saludos.

martes, 11 de septiembre de 2018

Vidas privadas #2



THE PRIVATE LIFE OF HENRY VIII fue un acontecimiento en 1933, el año de su estreno. Fue la primera película inglesa nominada a mejor film en los oscar, aunque el premio (merecido) se lo llevó el inmenso Charles Laughton y encumbró a Alexander Korda como una especie de réplica a los grandes estudios americanos en Europa, aparte de ser un rotundo éxito en taquilla. La figura de Enrique VIII pasa por ser, quizá, de las más conocidas y abordadas de toda la realeza británica, y Laughton interioriza tan controvertido personaje, modulándolo a su antojo, desde la ira a la ternura, desde la chanza hasta el dramatismo. Nadie ha vuelto a hacerlo como él lo hizo, aunque casi todos han copiado su método burdamente. El film en sí es difícil de ubicar en un género más allá del retrato histórico, porque contiene en iguales dosis elegancia, solemnidad, humor y una soterrada crítica hacia un sistema de valores bastante podrido desde la misma base. Todo arranca con el día de la decapitación de Ana Bolena (una bellísima aunque fugaz Merle Oberon), porque a Catalina de Aragón la despacharon con un simple cartel aclaratorio, y luego aparecen el resto de mujeres en la vida del monarca. Jane Seymour, la brevísima Ana de Cleves (una hilarante Elsa Lanchester), Katerine Howard (que habría necesitado una actriz de más enjundia que Binnie Barnes) y la última, la "mejor y también la peor"... Una película deliciosa, que pasa en un suspiro y prescinde por completo de caer en una innecesaria hagiografía, tal y como suele pasar con films similares. Si por lo que sea aún no la han visto, no sé a qué esperan, la verdad...
Saludos.

lunes, 10 de septiembre de 2018

Vidas privadas #1



Esta semana, los films a comentar tendrán un hilo conductor, que como siempre puede derivar en lo subjetivo y/o caprichoso. Serán películas que, de uno u otro modo, intentaron un cierto acercamiento a la cotidianidad de personajes a los que el cine siempre ha otorgado un aura mítica. Son esas "vidas privadas", las que sabemos que todo el mindo tiene y que moriríamos por conocer. Y el primero es un film sumamente curioso, THE PRIVATE LIVES OF ELIZABETH AND ESSEX, dirigido en aquel gran año para la historia del cine que fue 1939, y que narraba los entresijos, intimidades y escandaleras de la corte británica a finales del siglo XVI, cuando el trono lo comandaba con mano de hierro la hermética Isabel I, de los Tudor, una regente tan firme en sus resoluciones de estado como insegura en sus asuntos íntimos. Y es aquí donde entra el conde de Essex, joven, intrépido y ambicioso, vencedor en las batallas contra los españoles y amante en secreto de la madura reina, que se debate entre entregarse a ese hombre, poniendo en riesgo la estabilidad del reino, o mantenerlo como un anhelo imposible. Curtiz (que aquel año filmó nada menos que cinco títulos, incluyendo la esplendorosa DODGE CITY) no lo tuvo fácil para contentar a los magnates de la Warner, que babeaban con el poder mediático de Errol Flynn, al que buscaban incesantemente papeles a su medida. No es Flynn lo mejor precisamente del film, rígido en un continuo tour de force teatral, y con la misión imposible de replicar a Bette Davis, que con apenas 30 años fue capaz de encarnar a una reina madura, avejentada y atormentada. La interpretación de Davis es antológica, y seguramente hubiera merecido el oscar aquel año... de no ser porque ya lo ganó por la maravillosa AMARGA VICTORIA, claro. Otro punto particularmente interesante es el titánico esfuerzo de Norman Reilly Raine y Aeneas MacKenzie por trasladar la obra original de Maxwell Anderson, que es una lección de fastuosidad íntima, o cómo maridar por igual placeres ocultos, intrigas de estado y honores que se superponen incluso a la misma conciencia. No es una obra maestra, y Curtiz tiene un buen puñado de ellas, pero merece la pena echarle un vistazo, aunque sólo sea por asistir a la clase magistral de interpretación de Bette Davis.
Saludos.

domingo, 9 de septiembre de 2018

Rincón del freak #323: El cazador y su cabeza intoxicada



Hoy sí, remato el Domingo con una frikada de las buenas, un anticlásico de los que se cargarían a cualquier productora, excepto a una. Sí, porque la Troma también quiso hacer algo en serio, cutre pero serio, y contrató a un joven valor emergente, que venía de poner mucho ketchup en algunos títulos autóctonos. Ahora bien, no se me vayan por las ramas, porque el resultado, aunque estimable en el esfuerzo de conjugar 40.000 dólares, es incapaz de lograr un producto digno, pese a un guion bastante interesante. COMBAT SHOCK, bautismo cinematográfico del hoy conocido Buddy Giovinazzo, es un delirante cruce entre (ahí es nada) EL CAZADOR, CABEZA BORRADORA y EL VENGADOR TÓXICO... ¡A cholón!... Comienza con un hipercutre intento de que nos creamos que estamos en la guerra de Corea, a base de poner imágenes documentales e intercalarlas con un tipo (¡uno solo!) corriendo por un bosque, seguramente a las afueras de Kentucky. Este tipo, interpretado por el hermano del director, Ricky, despierta en una miserable chabola algunos años después, donde malvive con su esposa y un bebé deforme (aquí entra Lynch), arrastrando un trauma por los horrores de la guerra (¿Cimino?) y desesperado por encontrar algo con lo que subsistir. El film, ya digo, tiene loables intenciones, y Giovinazzo hace todo lo que está en su mano por controlar lo que el dúo Herz/Kaufman seguramente le pedirían: amputaciones sin sentido, humor bestiajo y mucha salsa de tomate. Se salva, ya digo, por el durísimo guion (tendríamos que prescindir de las imágenes, claro), especialmente acentuado en su delirante desenlace, que es bastante desagradable, les aviso. Yo apenas la recomendaría por pura curiosidad, porque si no la ven tampoco se pierden nada.
Saludos.

sábado, 8 de septiembre de 2018

Ladridos de emoción



No soy un entusiasta del cine de Wes Anderson, tampoco un detractor, pero en ese término medio me declaro enamorado de sus films animados. Probablemente sea que identifico más su sequedad formal, a medio camino entre Bresson y Bergman, con el destierro de la forma humana; le sientan mejor esas marionetas hieráticas, tan asombradas como asombrosas, al menos para punzar con intención los diálogos, que digan lo que quieren decir, ni más ni menos. En este sentido, ISLE OF DOGS es una absoluta maravilla, y su complejo discurso le queda como un guante, a mitad de camino de la denuncia apocalíptica, la comedia sentimental y la militancia más combativa y porculera. El argumento nos lleva a una sociedad deshumanizada, en la que los perros son desterrados a una isla-estercolero cuando es detectada una plaga de enfermedades y los canes son culpados de extender dicha plaga. Lo que Anderson propone es la interacción con estos perros desde su punto de vista, porque son los primeros que no entienden lo que les está sucediendo y buscan una explicación a su abandono por los humanos, a los que siempre han amado incondicionalmente. Una película que toca en nervio, a la que no le sobra ni le falta una línea de diálogo y que, encima, ofrece un despliegue técnico absolutamente delicioso, aún más deslumbrante que aquel FANTÁSTICO SEÑOR FOX, a la que corrige y aumenta. En mi opinión, la mejor película de su autor.
Saludos.

viernes, 7 de septiembre de 2018

Un buen susto



SCARE CAMPAIGN es una modesta peliculita, estrenada hace un par de años, que abundaba en uno de los temas más recurrentes del cine de terror de los últimos tiempos: la confusión entre realidad y ficción, para desorientar a un espectador cada vez más avisado. Si partiésemos de la estupenda LA CABAÑA EN EL BOSQUE, la lista de títulos similares es interminable, aunque se pueda salvar a muy pocos, es cierto; y quizá esto provenga de la dificultad de hacer creíble lo que no está dentro del organismo de la película, sino que es "representación dentro de la representación". Shakespeare lo explicó muy bien hace mucho tiempo, y ahora nos ha dado el emperre de volver a ello, probablemente por una crisis de ideas originales galopante, sin más. Esta es una película pequeña en todos los sentidos, agradecida por concentrarse en apenas 75 minutos e incluir el humor como vía de escape; porque si bien es un film de terror, su premisa invita a la reflexión y a la sonrisa sorprendida. Se trata de un equipo de televisión responsable de un programa en el que se coloca a una persona, sin saberlo, en una situación terrorífica, como si estuviera dentro de una película, solo que con unos efectos especiales a lo bestia, que lo hacen absolutamente creíble. Temiendo las bajas audiencias, la jefa decide probar un experimento arriesgado, que es contactar a unos tipos muy inquietantes a través de la deep web para un último y espectacular programa. La gracia está en que todo lo que vemos siempre son representaciones, tan retorcidas que incluso engañan a parte del equipo, solo que hay un momento en que a lo mejor lo que está sucediendo es real, y no sabemos quién lo sabe y quién no... No es que sea una obra maestra, ni mucho menos, pero sirve para desconectar un día de estrés.
Saludos.

jueves, 6 de septiembre de 2018

Clément de pleno #2




LE PÈRE TRANQUILLE, de 1946, puede ser considerado el debut como director de largometrajes de René Clément, una apasionante historia sobre un ciudadano ejemplar, un hombre tranquilo, padre de familia y amante de los placeres básicos de la vida cotidiana, que en realidad ocultaba a uno de los principales cabecillas de la resistencia francesa durante la ocupación nazi. El guion, escrito por Noël-Noël, que también se guardó el papel protagonista, es mucho más mordaz y complejo de lo que parece, y teje una serie de situaciones de "normalidad" (el encuentro en las tabernas, la atención a las vecinas, las comidas en familia) que desembocan astutamente en las bruscas interrupciones de los nazis, incapaces de detectar al hombre que maneja los hilos de la resistencia en la sombra. Este film logró además dar un giro radical a la carrera del propio Noël-Noël, que hasta entonces era una estrella cómica, y siempre tuvo la espina clavada de narrar su propia experiencia durante la ocupación, en la que fue sistemáticamente vetado por sus corrosivos números contra los alemanes. Una película muy desconocida y muy recomendable, que es la constatación más fehaciente de que Clément era un cineasta que había ido curtiéndose, también, en la sombra.
Saludos.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Una cárcel en libertad



El cine islandés, lo decíamos aquí no hace mucho, está dando una interesantísima cantera de nuevos valores, directores con cosas que contar y ganas de agitar un cine europeo demasiado ensimismado en descubrir lo que quizá ya está descubierto. Por ejemplo, el debut del joven director Guomundur Arnar Guomundsson, HJARTASTEINN (CORAZONES DE PIEDRA), es una descarnada inmersión en la dificultad de aceptar la identidad sexual cuando aún no sabes qué eres ni qué quieres en la vida. Quizá se confunda el panfleto gay con un hermoso canto a la amistad pura en mitad de una sociedad, la islandesa, que se presenta mucho más opresiva y cerrada de lo que muchos suelen describir. El film es notable, sobre todo en una enorme dirección de unos jovencísimos actores que transpiran veracidad y frescura, al tiempo que transmiten toda la confusión y la rabia de la que quizá es la etapa más complicada de un ser humano. Sin embargo, el film se enfrenta a dos retos que el director no acaba de solventar del todo, y que no deja que sea un debut sobresaliente. Uno es el excesivo metraje, ya que no parecen necesarios 130 minutos para una historia que no se detiene en detalles nimios, sino que prefiere avanzar con decisión. Otro es la dispersión del tono, que al final deja la sensación de que algunas escenas se han incluido sólo porque estaban bien rodadas, y no por aportar coherencia.
Es, de todas formas, una grata sorpresa y, más que nada, una bocanada de aire fresco con aroma a otros tiempos que fueron más sencillos.
Saludos.

martes, 4 de septiembre de 2018

Enamorados de la moda juvenil



Vayamos hoy con un film de 1967, para que no se quejen los nostálgicos, una de esas rarezas que la Universal solía sacarse de la manga de vez en cuando. GAMES trataba de una joven pareja de clase acomodada, que son aficionados a toda clase de experiencias extrañas, por lo que suelen convocar unas reuniones en su casa de lo más curiosas, donde ponen a prueba la razón y credulidad de sus invitados. Un día llega una extraña mujer, que haciéndose pasar por una simple vendedora de cosméticos terminará por instalarse literalmente con ellos, encandilándolos con una serie de juegos que van tornándose cada vez más arriesgados, hasta que un fatal suceso desata el caos y pone en serio peligro el estatus de la pareja, que definitivamente se pone en manos de la extraña invitada. Lo mejor del film, reconozcámoslo, es el trío protagonista, con unos jovencísimos James Caan y Katharine Ross, pero sobre todo una aplastante Simone Signoret, que aún conservaba la terrible fiereza de su mirada tras su rotundo fraseo. Dirigía Curtis Harrington, un director de carrera discreta, que comenzó su andadura con un cortometraje de culto en los años cuarenta, hasta que fue contratado por Roger Corman para dirigir una serie de pequeñas obras de serie Z, hasta que su valía como artesano fue reconocida y comenzó a trabajar para los grandes estudios y más tarde, en los ochenta, su nombre fue capital en culebrones como "Dinastía". El título que nos ha ocupado hoy es uno de esos thrillers esotéricos que tan de moda estuvieron en los sesenta y setenta, y se ve sin mayores problemas, aunque algunas escenas den más risa que pavor, sinceramente. Y, vaya, creo que puedo permitirme decir qué guapa era la Ross sin que venga un grupo raro de esos a echármelo en cara...
Saludos.

lunes, 3 de septiembre de 2018

Orgasmalia





Jean-Claude Brisseau es un pedante maravilloso, pero es un pedante. Uno de esos tipos, solitarios y mal vestidos, que se te ponen al lado en el banco del parque para compararte el movimiento de las palomas con la matemática del universo. Hay un personaje exactamente así en À L'AVENTURE, film que ya cumple una década y que bien podría suponer el compendio total de las pedanterías de Brisseau, al que se le nota demasiado que no le interesan los placeres mundanos. La protagonista es una chica que tiene un súbito ataque de sinceridad absolutista y decide dejar atrás su vida acomodada para explorar las sensaciones que de momento le han sido vedadas. Hasta aquí, el planteamiento no es desdeñable, pero Brisseau tiene dos problemas que dejan este film al borde del ridículo. Uno es que no sabe narrar, sino que acumula los momentos que se han ido agolpando en su cabeza hasta que estos estallan sin ton ni son. Otro es que prefiere los cuerpos bonitos a los actores solventes, y las dos o tres escenas de sexo parecen un catálogo del canal Playboy, con mujeres operadas y señores observando. Para rematar, se incluye una escena de levitación mística mediante inducción hipnótica, que evidentemente es lo que a uno le pasa cuando deja su trabajo y su familia (nótese la ironía)...
Saludos.

domingo, 2 de septiembre de 2018

Rincón del freak #322: ¡Qué difícil es ser espectador!



Desde Julio Médem, ese señor que compone sus películas como ripios, creo que no veía algo tan vergonzoso como MOTHER!... ¿Y qué hacemos? ¿acabamos aquí ya la reseña? Porque el caso es que los patinazos más graves, y este lo es, y siempre he respetado a Aronofsky pese a sus insoportables e innecesarios excesos, provienen de la creencia de que uno es mejor de lo que es, lo que inevitablemente extiende la falsa creencia de que es el espectador el que no entiende lo que ve en pantalla por mera incapacidad intelectual. MOTHER!, se lo digo ya a ustedes si se quieren evitar dos horas de tortura, no es un film literal, sino que ocurre en un lugar que no es el ofrecido en imágenes; bien podría ser la mente de un escritor o un director de cine, o quizá se trate de una alegoría más allá del tiempo y el espacio... ejem... Lo que yo intuyo es que Aronofsky se inviste de la maestría compositiva de Kafka, le copia la intención de convertir el mundo de las ideas en mundo físico, de equiparar estados anímicos a personajes o interpretar las personalidades como simples avatares virtuales. El error mayúsculo de Aronofsky es que en ningún momento consigue camuflar la obviedad, y lo que debería ser un descubrimiento del espectador es burdamente subrayado con unas líneas de guion escritas a toda prisa y un montaje infame. Y termino porque no encuentro un solo argumento positivo y ya parecería ensañamiento, pero puede que este señor haya logrado un hito, una proeza, que actores solventes, e incluso monstruos de la pantalla, como Ed Harris, estén permanentemente bordeando el ridículo. Eso, ni Médem, se lo digo yo a ustedes...
Saludos.

sábado, 1 de septiembre de 2018

Hombres y vacas



A menudo nos quejamos de la poca inventiva del cine comercial, tanto como del desdén por la narrativa del considerado "alternativo". En el difícil equilibrio está la virtud, en encontrar ese punto justo que nos deje pegados a la pantalla por lo que se nos cuenta, tanto como por cómo nos es contado. No es el caso de BOI NEON, una película brasileña que no encuentra su forma, sino que la impone al prescindir de un motivo principal que haga confluir y atraiga la dispersión de dichas formas. Gabriel Mascaro, notable documentalista, se topa con la siempre fastidiosa tarea de imponer a sus personajes que hagan algo, que digan algo; y lo que en el documental surge naturalmente, aquí se ve forzado, con la indecisión de abandonarse a la estética en perjuicio del argumento. Éste gira en torno al día a día de un grupo de personas que trabaja en una vaquería en el Norte de Brasil. El "protagonista" sueña con diseñar vestidos, y pasa las noches cosiendo los que se pone su amiga, que actúa como bauilarina exótica. Vemos las modestas inquietudes del grupo, sus quehaceres rutinarios y sus escasos momentos de dispersión; todo con un estilo naturalista, nada estridente, pero que afloja las expectativas a medida que el metraje se va consumiendo y nos damos cuenta de que, efectivamente, no hay nada más que contar. Es, en mi opinión, uno de esos films que te encuentras en un festival y te pone de mala leche porque la tuviste que elegir de segundo plato. A su director, como tantas y tantas veces digo, a su interesantísimo empaque visual, le vendría de perlas un buen guionista, y si es con un buen guion, mejor que mejor...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!