lunes, 30 de septiembre de 2019

Cómo desaparecer haciéndote visible



Diao Yinan pasa por ser uno de los nombres más reconocidos del último cine chino, y uno de los que contribuyó decisivamente a los pasos adelante de muchos de los cineastas más jóvenes. Su debut se produjo en 2003 con un trabajo que le acercaba por igual a Rossellini que a Scorsese, y que adelantaba su estilo pausado y enigmático, con algo que decir entre líneas. ZHI FU (UNIFORME) se centra en un tipo apocado y solitario, un sastre de poca monta, que, harto de ser ninguneado por todos, decide apropiarse el uniforme policial que un cliente ha dejado olvidado. Así, descubre el placer del sometimiento y la obediencia, e incluso se atreve a cortejar a una chica que antes ni siquiera le miraba. Es una historia con evidentes lagunas de guion y algunos problemas de ritmo, pero que contiene la esencia del cine de su director: personajes alienados, incapaces de mostrar sus sentimientos ni sentir plenitud, si no es bajo el subterfugio o la suplantación, lo que los deja en un terreno moral bastante pantanoso y nada acomodaticio. Un debut interesante, sin duda, aunque lo mejor de Diao Yinan estaba por llegar.
Saludos.

domingo, 29 de septiembre de 2019

Rincón del freak #373: Corazón negro, gilipollas blanco



Corría el año 1990 y lo que petaba las salas era el fantasma molón de Jerry Zucker, por lo que hubo quien pensó: "¿Qué diablos?" Ni más ni menos. Lo que propone HEART CONDITION es un casposísimo desastre, cuya palmaria torpeza logra incluso desaprovechar una pareja de excelentes actores, Bob Hoskins y Denzel Washington, que se esfuerzan todo lo posible en parecer creíbles en un argumento tan delirante que sólo puede entenderse como simple y llano exploitation de lo antes expuesto. El primero es un policía soez y racista, que no para de engullir hamburguesas, fumar como un carretero y darle bourbon hasta al gato; el segundo es un hijoputa integral, pero fino, un abogado que se lucra mediante un oscuro intervencionismo en la prostitución de lujo. Luego hay una especie de trama, pero no importa, porque lo interesante es plantear la carambola de que el policía sufre un infarto y el abogado se muere, así que, trasplante de por medio, el abogado, por el que siempre ha sentido animadversión, se convierte en una presencia fantasmal que, aleluya, va a intentar que el despreciable tipo que ahora lleva su corazón lleve una vida acorde a la que fue la suya... aunque le tenga que revelar dónde tenía 200.000 $ escondidos de sus negocietes. En fin, una mamarrachada de las que impúdicamente se hacían entonces, o cómo ver a Hoskins gritando como un mono y a Washington con cara de anuncio de dentífricos intentando parecer graciosos en una película que se mueve entre lo sórdido y lo repugnante.
Comenzaban los 90, amigos...
Saludos.

sábado, 28 de septiembre de 2019

Películas para desengancharse #62



No soy un fan de REBEL WITHOUT A CAUSE, no entiendo de qué va, ni por qué sus personajes hacen lo que hacen y dicen lo que dicen, y menos cómo lo dicen. Por eso la película es un mito, y James Dean también, porque era la primera vez que se veía a gente joven diciendo y haciendo cosas. En lugar de madurar, Nicholas Ray buscaba entrar de lleno en la inmadurez, entenderla, aunque no se entienda. Así que estamos inmersos de pleno en una comisaría donde llega un tipo completamente borracho, una chica histérica con complejo de Electra y un gay declarado y abandonado por su familia, que descarga su rabia disparando a perritos. Ella es una niña, pero quiere ir de chica mala y está enrollada con el macarra de la clase. Él es un inadaptado, cuya familia no para de mudarse y con un innato imán para meterse en problemas, aunque los problemas lo buscan a él. El triángulo amoroso que se desprende de estos tres outsiders es todo lo que ofrece una película más allá de los géneros o los logros cinematográficos, y que quizá sólo pretendía visibilizar esa fracción de la sociedad que no le interesaba a nadie. Yo sigo sin entenderla, y sin engancharme a estos tipos, que entonces eran rockers, aunque se llamaban punks y ahora serían canis ellos y chonis ellas.
Maravillosa e inconsciente, porque está hecha por la cara y no pidió permiso para ser hecha. Y Dean mueve mucho las manos en todas direcciones también...
Saludos.

viernes, 27 de septiembre de 2019

El ciclo de la vida



Creo que he visto THE LION KING'19 de la mejor forma que puede verse, que no es otra que virginalmente limpio de la original de animación. No puedo negar que se trata de una de esas películas de las que uno lo conoce todo aunque no la haya visto, lo que ha obligado a Jon Favreau (y con buen criterio, creo) a no mover una coma del libreto original, limitándose (y no es poco) a remozar la imagen con un CGI que pone los pelos de punta de lo perfecto que es. Nada canta aquí, todo se traduce en el naturalismo de ver unos animales generados por computadora hablar y cantar, y es adorable, y aún mantiene esos dos o tres momentos francamente emocionantes y que ya forman parte del imaginario de cualquier aficionado. Reconozco que no me ha gustado tanto como la maravilla que fue EL LIBRO DE LA SELVA, pero ha sido ciertamente gozoso reencontrar a Simba, y a Timón y Pumba, y Scar y Mufasa, y todos esos animales que son capaces de emocionar y enternecer, e incluso aterrorizar... Sí, ya sé que no he visto la original... ¿pero y qué?
Muy buen entretenimiento.
Saludos.

jueves, 26 de septiembre de 2019

Películas para desengancharse #61



La celebérrima, espinosa y chisporroteante novela de Gonzalo Torrente Ballester, fue llevada al cine en 1991 por Imanol Uribe. El resultado fue un éxito arrollador de crítica y público, corroborado por nada menos que 8 premios Goya. Sin embargo, y como suele decirse de las obras que merecen ser analizadas, ni todo ha resultado tan brillante ni tampoco tan desastroso. Lo primero porque EL REY PASMADO es el (necesario) canto del cisne de una forma de afrontar el cine desde el punto de vista histórico en España, lo que dio tantas bancarrotas monetarias como morales, y que hoy día apenas tiene cabida si no es para procrastinar memorandos de olfativos ejecutivos, nostálgicos del yuppie que nunca fueron u otros Fierabrases varios. Uribe cogió el miriñaque torrentiano, pero olvidó el regodeo verbal, la fiebre que siempre alentó la extraordinaria prosa del escritor coruñés; y aunque es posiblemente la mejor adaptación que se podría hacer del despertar a la libido del rey Felipe IV (un icónico Gabino Diego en el papel de su vida) en el contemple del trasero despelotado de la puta Marfisa, algo se desmenuza por el camino. El inabarcable elenco es espectacular, la fotografía de Burmann bellísima, los decorados de Emilio Ardura maravillosos y la partitura del gran José Nieto es una de las muy mejores suyas, que ya es decir. Así las cosas, no es lo que falla, que es poco ciertamente, sino lo que ha quedado, muy curiosamente, como lo "a no imitar", o a desenganchar, al menos para poder seguir abordando la Historia incluso en tiempos de crisis.
Saludos.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

Los mismos que caerán



La única forma que se me ocurre en que Claude Chabrol podría acercarse a Shakespeare es subvirtiéndolo, o transformándolo en aliado formal a través de las vías que puedan concernir al establecimiento del (reconocible) léxico del director. Chabrol hace enteramente suyo el "Hamlet" apoyado en un duro guion de Paul Gégauff, su guionista habitual, y Martial Matthieu, para facturar una obra poco conocida y aún menos valorada. OPHÉLIA, de 1963, es aparentemente un Shakespeare traído a la fuerza al presente, para resultar finalmente un certero compendio de las obsesiones del director galo. Un áspero retrato de familia, la del joven Yvan, único acusador del extraño enlace entre su madre y el hermano de su padre, fallecido repentinamente, y que él no duda en señalar como un asesinato premeditado, aunque su excéntrico comportamiento lo haga pasar como un loco de disparatadas ideas. Chabrol destapa su querencia por los paisajes de provincias, matizando el tétrico secarral de la finca familiar como espacio vigilante y observador, tanto del imaginativo y errático Yvan, como del oscurantismo implantado por el nuevo núcleo familiar. Así, como en el texto original, el joven desafía toda convención al filmar una pieza de cine mudo que muestra impúdicamente la posibilidad del crimen a modo de chanza desesperada. Ofelia, en este caso, apenas tiene peso en el film, y queda en los tristes ojos de una Alida Valli a la que no le llega el papel.
Iniciática.
Saludos.

martes, 24 de septiembre de 2019

La clase de Lubitsch #33



ANGEL, de 1937, fue la película en la que Ernst Lubitsch dirigió a Marlene Dietrich y la convirtió en una actriz versátil, más allá de la vampiresa fría y distante que parecía acompañarla para siempre. En lugar de ello, lo que proponía el guion de Samson Raphaelson era el vivo retrato de la insatisfacción femenina, encarnado en la aburrida esposa de un aristócrata (Herbert Marshall), que sólo es capaz de ver la distancia que los separa cuando descubre la posible infidelidad cometida casualmente con un norteamericano al que también conoce. El prodigioso pulso narrativo de Lubitsch se muestra en la pausada dicotomía entre el etéreo encuentro en París, todo un juego de apariencias, y la previsible cotidianidad del matrimonio que, aun queriéndose, casi no actúa como una pareja. Melvyn Douglas es el americano, seductor y sin ataduras, que queda fascinado ante una mujer de la que sólo sabe que no es quien dice ser. De ese oleaje emocional se extrae una fabulosa verdad, que se puede ser frívolo y consecuente. Cómo no.
Saludos.

lunes, 23 de septiembre de 2019

Encuéntrame para soñarme



DI QIU ZUI HOU DE YE WAN (LARGO VIAJE HACIA LA NOCHE) es el segundo film de Bi Gan, y cualquiera diría que haya logrado tan alta excelencia cinematográfica cuando acaba de cumplir treinta años. Como si de una imponderable continuación de su debut se tratara, la historia vuelve a centrarse en una búsqueda, esta vez la de una mujer, a la que el protagonista cree haber amado en algún momento, aunque sólo conserva de ella pequeños recuerdos e imágenes perdidas en una memoria que no parece muy fiable. La búsqueda casi como necesidad vital y obsesión, ocupando un metraje de nuevo escindidoen dos partes complementarias pero diferentes (y de nuevo los títulos crédito se demoran hasta nada menos que la hora de metraje). Es un film sumamente poético, sí, y evocador, de una belleza formal fascinante, aunque se le pueda achacar algo de regodeo en sus acrobacias formales, tanto en cómo se estira el tiempo, todo esto resulta consciente y deliberado en la propuesta de un director que, brillando en lo formal, siempre intenta ir un paso más allá en lo discursivo. Efectivamente, es un amor que se encuentra aunque quizá no exista excepto en la imaginación en la que nos vemos inmersos; ahí obtiene Bi gan su territorio (meta)físico, en la memoria y los pensamientos como territorio a explorar.
Desconozco el techo de este señor, pero espero que tarde en encontrarlo. Sobre todo por ponerle imágenes a una maravilla como ésta ...
Saludos.

domingo, 22 de septiembre de 2019

Rincón del freak #372: Cuando crees haberlo visto todo...



Efectivamente, porque no sólo de obras maestras vive el hombre, y de hecho es mayor la ponzoña y la mugre que el lustre; aunque sólo sea por eso, mantendremos este rinconcito dominical a base de cosas que quieren ser cine y personas que pretenden pasar por cineastas. El señor Tarantini (Quentin estaría encantado de ser familiar suyo) aglutina maravillas con Edwige Fenech y Alvaro Vitali, o lo que es lo mismo: infectas pseudoproducciones rodadas en tres días y basadas en el muestreo indiscriminado de carne feminil, bajo el intenso chequeo de órbitas machirulescas que pugnan por dejar su natural sitio conquense. Antes de despedirse casi definitivamente (aún le quedaron fuerzas para perpetrar otra hez fílmica en 2001), nos legó un film (por llamarlo de alguna manera) que era como un compendio de todo lo que lo petaba en la sección de saldos del videoclub de la esquina. La cosa en cuestión está el el Guinness como el film con más títulos diferentes, a saber: NUDO E SELVAGGIO en italiano, MASSACRE IN DINOSAUR VALLEY en inglés, PERDIDOS EN EL VALLE DE LOS DINOSAURIOS aquí, y para terminar se hacía creer al incauto espectador potencial que estaba ante la secuela de otro purulento artefacto como fue CANNIBAL FEROX, que era asimismo el hermano tonto de HOLOCAUSTO CANÍBAL, lo que tampoco es decir mucho... Si se han perdido con tanto título no importa, nada importa en esta mezcla impúdica de blandiporno, pseudogore, hostias a lo Hill/Spencer y un montaje hecho con el mismo machete que usa el protagonista, cuya cara de panoli no varía jamás, sea matando una serpiente, disparando a caníbales o beneficiándose a la señorita de turno...
Impagable todo...
Saludos.

sábado, 21 de septiembre de 2019

Películas para desengancharse #60



Hacía mucho tiempo que no veía de nuevo SCHINDLER'S LIST. La primera vez fue en su estreno, con un insólito intermedio incluido y en el que incluso se podía salir al pasillo a fumar. Eran otros tiempos, y desde entonces la he vuelto a ver al menos otras tres veces. Cada vez me emociona más esta película, cada vez está mejor contada, mejor interpretada y fotografiada. Cada vez es más sensible la partitura de John Williams, y cada vez hay, por tanto, una razón más para volver a verla. LA LISTA DE SCHINDLER es poderosa, arrolladora, magnética, una de esas películas que te obligan, durante más de tres horas, a no apartar la mirada, aunque por momentos lo que se muestra es insoportable. En mi opinión es cine al más alto nivel, independientemente de la historia que cuenta, aunque lo que cuenta es, sencillamente, algo que debía ser contado, para que no se olvide lo bajo que ha llegado a caer el ser humano. Hablaríamos de nombres, pero no hay razón, ustedes ya los conocen, a todos. Yo sólo quería hacer un poco de justicia, porque me di cuenta de que no había hablado aún de esta obra maestra, y qué mejor que para incluirla en esta tercera entrega de "desenganches". En este caso está claro: no hay manera de intentar hacer algo igual sin caer en el remedo.
Imprescindible.
Saludos.

viernes, 20 de septiembre de 2019

Cada uno en su sitio



Bong Joon-ho ya tiene su palma de oro, la conseguida con GISAENGCHUNG (PARÁSITO), que pasa por ser su mejor película por diversos motivos. Y lo primero que se me ocurre es que el director coreano, tan dado a esto de sublimar los géneros, se saca de la manga una película sencilla de ver pero indescifrable, que aborda casi todos los géneros sin decidirse por uno en concreto. En realidad, lo más interesante de PARASITE es algo que subyace bajo la comedia ácida, el suspense físico o la sátira social. Como el oscuro secreto que durante años ha permanecido encerrado en un lugar secreto de la imponente casa de la familia adinerada, el contrapunto va tomando forma con naturalidad; esa familia desarraigada pero finamente pérfida, que Bong Joon-ho perfila a la perfección en apenas los primeros cinco minutos de película, y que se introduce sigilosamente en la vida de los ricos, como si de dos caras de la misma moneda se tratase. Hay quien ve algo del TEOREMA de Pasolini, pero importa menos aquí la seducción y sí la imprevisibilidad con la que se van sucediendo unos actos que, efectivamente, no hacen más que recolocar a cada personaje en el lugar correspondiente. Sí podría tener algo más en común con BORGMAN, aquel film del holandés Alex Van Warmerdam, aunque PARASITE es mucho más compleja, afilada y certera que aquélla, ofreciendo una larga reflexión final que no sobra, sino que explica a la perfección cómo un grupo de personas querría hacer según qué cosas. Y como siempre suele ocurrir, nada más sencillo que un irrefrenable deseo de suplantación.
Saludos.

jueves, 19 de septiembre de 2019

Películas para desengancharse #59



Se cumplen 91 años de uno de los puntos y aparte de esto llamado cine. LA PASSION DE JEANNE D'ARC, de Carl Theodor Dreyer, o "cómo filmar", así, sin más. Lo de menos es la historia, porque la historia es una chorrada, una leyenda que se creerá quien quiera, o un extraño cruce entre lo beato y lo bélico, aunque lo que le interesa aquí al director danés no es tanto esto último (apenas los últimos cinco minutos) como el registro minucioso, doloroso y sobrehumano del sufrimiento interior de una mártir ante sus jueces y verdugos. Y mucho de ello le debe Dreyer a Rudolph Maté, prestigioso director de fotografía que realiza un soberbio trabajo, especialmente con los rostros, auténticos protagonistas de este film mítico, referencia fundamental no ya del cine mudo, sino directamente del cine de todos los tiempos, marcando un antes y después en la forma de abordar las historias desde el punto de vista cinematográfico. Y habrá quien diga que es aburrida, o pretenciosa, incluso un mero regodeo pictoralista. A mí me parece una obra maestra, básicamente porque se la ha copiado mucho, pero nadie ha llegado a rozar su misterio, que también le debe mucho al rostro de esa actriz prácticamente desconocida que era Maria Falconetti.
Saludos.

miércoles, 18 de septiembre de 2019

El envidioso



En 1962, Claude Chabrol se marcha a Alemania para filmar una pequeña película, que sin embargo contiene todas y cada una de las constantes más reconocibles de su cine. L'OEIL DU MALIN es precisa y concisa hasta lo extenuante, lo que queda de manifiesto en su corta duración, apenas 75 minutos, que le bastan a Chabrol para diseccionar las miserias de un pobre tipo, un trasunto de escritorcillo que pasa una temporada en Baviera en busca de inspiración. Casi por casualidad es acogido por una pareja compuesta por un escritor de éxito y su mujer, que habla un francés fluido y se convierte en oscuro objeto de fascinación del recién llegado, cuya parasitaria presencia no fastidia a la pareja, como él se reconcome en un monólogo interior que desvela sus intenciones. Sin aclarar nunca del todo si se trata de celos hacia la felicidad y éxito del escritor, o a la aparentemente idílica convivencia de la pareja, decide urdir un intrincado plan para descubrir qué motivan los sucesivos viajes de ella a Munich, tras declararse enamorado ante ella y ser fríamente rechazado. Chabrol profundiza en la mezquindad de estte hombre, profundamente envidioso de un mundo al que no pertenece, y al que sólo logra acceder de soslayo, como un invitado circunstancial. No es de sus títulos más recordados, pero es un film impresionante en esa precisión casi quirúrgica, y que deviene en un final tan abrupto como brutal.
Puro Chabrol.
Saludos.

martes, 17 de septiembre de 2019

La clase de Lubitsch #32



Más producto de la cabezonería de Lubitsch por adaptar la opereta de Franz Lehár, un viejo sueño suyo, aparte de la seguridad en taquilla que solía dar el tándem Chevalier/MacDonald, lo cierto es que THE MERRY WIDOW fue lo que todos esperaban, pero se hizo por los pelos, ya que el chansonnier estaba hasta el gorro de repetir siempre el mismo rol y la soprano prefería dedicarse a cantar. No volvieron a repetir la experiencia, aunque lo que Lubitsch hizo, casi sin proponérselo, fue adelantar algunas de las grandes obras maestras que empezaría a realizar inmediatamente después. Además, el film fue bien recibido por la crítica y llegó a llevarse un oscar a la mejor dirección artística, que recayó en Cedric Gibbons y Fredric Hope, especialmente brillantes en los fastuosos números musicales. Es una comedia, sí, y es un musical, también, pero sobre todo es una especie de último guiño a esa "vida alegre", desplazando a París, y por motivos estrictamente económicos, las penurias de una remota región centroeuropea llamada Marshovia, y por la que la MGM recibió hasta una anecdótica demanda de Montenegro, que se vio agraviada como el lugar triste que nunca fue... Muy Lubitsch todo, sí señor.
Saludos.

lunes, 16 de septiembre de 2019

Suéñame para encontrarme



Apunten el nombre de Bi Gan, será uno de los cineastas más importantes de los próximos años. Con sólo dos films estrenados, se confirma como ese gran virtuoso al que no se le notan las florituras, o más bien un excepcional narrador que lo es por la naturalidad con la que despliega varios niveles de percepción, obligando al espectador a estar sumamente concentrado. KAILI BLUES fue su debut por 2015, y no parece que estemos ante un debutante, sino más bien ante un cineasta reposado, seguro de sí mismo y poseedor de un poderoso y firme discurso. Sin recurrir a tópicos ni a lugares comunes, Bi Gan entremezcla sueño, realidad, poesía, pasado y presente, con unos personajes que van surgiendo, presentándose ellos mismos a través de sus historias y circunstancias. Así, una historia aparentemente insignificante termina mostrando el dolor y desarraigo de una familia que parece destinada a la infelicidad por culpa de unos sucesos escabrosos y de difícil resolución. Es la búsqueda de un niño que vendieron y cuyo tío conserva la esperanza de encontrarlo, pero ello le sirve a Bi Gan para trazar toda una geografía de un país (quizá sólo un puñado de regiones) despeellejado como sus paredes, donde ya nadie sueña, o quizá los sueños se guarden en un lugar aún más remoto que la última región de flautistas medievales, donde a lo mejor está ese chico que se pintaba relojes para detener el tiempo. Los que la vieron en Locarno, y premiaron a su joven director, hablaban, sobre todo, del mastodóntico y complicadísimo plano secuencia de casi 40 minutos de duración, y que engrana y vertebra perfectamente el espinazo central de esta historia, a veces triste y a veces jocosa, uno de los debuts más sorprendentes e incontestables de los últimos tiempos.
Saludos.

domingo, 15 de septiembre de 2019

Rincón del freak #371: ¿No queríais caldo?



Pues eso ¿que si no queríais un poco de 80's? Pues ahí está, pero esta es de verdad, y de verdad mala, horrible, terrible, espléndida en su ochenterismo indisimulable. Vacaciones pagadas para todos en España y la consecuente reducción de costes, que por supuesto no evitó que esta barrabasada fuese directa al videoclub. SOLARBABIES (madre mía qué título), de 1986, que es tan absolutamente demencial que casi mejor les cuento de qué va y ustedes ya ven, que para eso son los expertos en ochenterismo ilustrado. Pues resulta que se acabó el agua, lo que es perfecto para rodar en Almería, pero dicen que Charles Durning estaba hasta los huevos de sudar como un pollo y duró un día de rodaje. Así que, cómo no, hay un correccional en el desierto, pero no se sabe por qué, sólo que así pueden salir los jóvenes cardados de entonces, entre otros un peripatético Jason Patric, al que le van los paseos. Entonces vemos que la moda postapocalíptica es ir en patines ¿por qué? Para jugar a una especie de hockey de Igualada, y así introducir el mejor efecto especial de la cinta: una bola que brilla. Sí, amigos, quizá Mel Brooks, productor de "esto", pensó que podía abaratarlo todo y que la gente iría a verlo porque sí. Pero no fueron, así que no volvió a intentarlo. Ahora bien, nada puede salir mal si el negro del grupo baila break dance con la dichosa bolita ¿a que no?...
Horrible, terrible, inenarrable...
Saludos.

sábado, 14 de septiembre de 2019

Películas para desengancharse #58



Me he dado cuenta de que hay "habituales" de este monográfico, directores cuya especial idiosincrasia les hace ideales para engrosar la lista de "metadónicos". Uno de ellos, puede que el más indiscutible, es Adrian Lyne, lo que pasa es que no siempre por los mismos motivos. Normalmente hemos aludido aquí a sus payasadas supercomerciales, películas tan teledirigidas que estaban a un paso del culebrón morcillero; pero Lyne hizo alguna que otra cosa bien, como estamparle en las narices a los siniestros Kassar/Vajna, popes de la temible Carolco, lo directamente contrario a lo que le habían pedido, que no era otra cosa que un nuevo Rambo. En lugar de eso, Lyne hizo JACOB´S LADDER, o el progresivo desmoronamiento psicológico de un excombatiente de Vietnam, que empieza a sufrir visiones terroríficas a las que no sabe dar un significado. Sin ser una película redonda, y aun teniendo muchos de los insufribles tics de su director, ha llegado intacta hasta nuestros días a punto de cumplir las tres décadas, y tiene el mérito de haber ido directamente al grano, mostrando la caída mental de un hombre (excelente Tim Robbins) a lo largo de unas postales visuales que rozan el cine de terror más truculento, cuando no directamente el gore extremo. Es, pero de largo, la mejor película de Lyne, que ya luego no se atrevió a tanto, y en mi opinión una película que no se ha valorado convenientemente, teniendo en cuenta lo mucho que se la ha sobado posteriormente como influencia directa. Además, no se pierdan la partitura del maestro Maurice Jarre emulando nada menos que a Satie, y que le viene como anillo al dedo a esta historia profundamente pesimista.
Saludos.

viernes, 13 de septiembre de 2019

Los destructores del país



Están ahí, siempre lo han estado, donde no puedes verlos, intocables, invisibles, orgullosos y con la vanidad pugnando con la soberbia. Les llaman constructores, pero son destructores. Hace algunos años representaron el paradigma del éxito y la prosperidad. Unos años después, todos están investigados, procesados, encarcelados, muertos. El capitalismo es lo que tiene, te permite celebrar la vida con champán a bordo de un yate, pero no pone flotadores cuando el barco se hunde. Y todo esto está perfectamente descrito en CREMATORIO, antes que nada una excepcional novela del excepcional escritor valenciano Rafael Chirbes, pero también una estupenda, casi inaudita adaptación que Jorge Sánchez-Cabezudo realizó allá por 2011 para aquella intentona de iniciar un granero de televisión de calidad desde un Canal+, que no sobrevivió mucho más allá. Porque CREMATORIO es un trabajo muy profesional, con algunas interpretaciones de gran altura (Pepe Sancho está inmenso) y un montaje que mantiene su credibilidad intacta; cine hecho para televisión, de una forma que aquí no se suele ver, y que a duras penas realiza intentonas de vez en cuando, pero sin mucha continuidad. Pero, sobre todo, CREMATORIO es un ajuste de cuentas, una puesta al día con los buitres que han despedazado un país en nombre de ese mismo país. Un tenebroso paseo por una tierra idílica (la imaginaria Misent) y la circunstancia del hombre que logró controlarlo todo sin aparecer en ningún sitio. Es la crónica del triunfo, auge y caída de los desvergonzados, los vendidos, los miserables con traje de sastre, y también es un extenso e intrincado mapa por el que movernos sin ser detectados nosotros tampoco. Es este país embotellado, desnaturalizado, sin artificios, con el hueso pelao y las nalgas caídas. Lo que votan los que nunca verán esta impresionante serie, que es española y además sólo necesita ocho capítulos para todo ello...
Saludos.

jueves, 12 de septiembre de 2019

Películas para desengancharse #57



Se han hecho muchos musicales después de WEST SIDE STORY, también antes. Y se han hecho mejores, y también más modernos, o menos anticuados. Entonces ¿por qué nadie puede discutir que se trata de uno de los mejores musicales jamás filmados? Debe ser por cómo se han quedado en nuestra retina esas vigorosas coreografías en canchas de basket urbano, con esas vallas gigantescas; las calles del West Side neoyorquino, los cubos de basura, las paredes inacabables. El marco ideal para traer a Shakespeare y disparar las emociones, el amor, el odio, el racismo, el desprecio, la camaradería, la inconsciencia de esa edad temprana en la que sólo parece haber lugar a las locuras. Con un destino fatalmente sellado, a lo largo de dos horas y media intensas, nunca aburridas, se vertebra la historia de amor entre Maria, una portorriqueña, y Tony, polaco. Los Sharks y los Jets, y luego el resto del mundo, que parece no importar en este mundo plegado sobre sí mismo. Y me uno a quienes defienden la teoría de que son dos películas en una, la de Robert Wise y la de Jerome Robbins; y que la primera es la que endulza a dos sosísimos Richard Beymer y Natalie Wood; la segunda es puro movimiento y calor, y remite a la fastuosa partitura de Leonard Bernstein y las brillantes letras de Stephen Sondheim, y donde se comen literalmente la pantalla unos maravillosos George Chakiris y Rita Moreno. No, no lo sigan intentando, porque jamás serán capaces de filmar algo como WEST SIDE STORY. Esto sólo pasa una vez en la vida...
Saludos.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

La amistad de tu enemigo



LES GODELUREAUX, de 1961, pasa por ser uno de los films menos conocidos de la primera etapa de Claude Chabrol, pero quizá sea el que con más claridad define el paso decisivo que su forma de narrar experimenta, desde los preceptos de la nouvelle vague hacia un punto intermedio entre la sofisticación y el clasicismo. La película empieza como un movimiento de despiste que no me parece casual, y que parece un himno a esa juventud contracorriente que parecía destinada a cambiar el mundo a base de subvertir el orden establecido. Unos gamberros, o diletantes, o meros pijos flojos, unos "petimetres" (traducción del intrincado título), que llegan en un viejo descapotable con chófer a la puerta de un bar, donde entre todos levantan a pulso un deportivo de últimma fabricación que (oh la la!) alguien ha tenido la desfachatez de aparcar en el sitio que "les pertenece". El dueño, sin embargo, resulta ser un tipo aún más retorcido que ellos, una especie de "antiaristócrata" que a partir de ahí dedica todas sus fuerzas a urdir un plan maestro para vengarse de la afrenta, y más concretamente del cabecilla del grupete, al que decide dejar en evidencia como lo que es, un simple palurdo que se cree alguien influyente. Jean-Claude Brialy está fantástico en el papel que mejor le va, el de ese tipo al que no sabes si felicitar o escupir, y que se rige por una moralidad que sólo él parece llevar a cabo; aunque es necesario volver la mirada (nunca mejor dicho) hacia la gloriosa y eterna Bernadette Lafont, igual de sensual y escurridiza en vaqueros remangados que con vestidito de cóctel, y que llena la pantalla con su exuberante presencia. Por contra, a Charles Belmont le queda grande el desafío de encarnar al burlador burlado, y no es lo mejor de esta película angulosa y sorprendente, y que contiene momentos tan surrealistas como éste, que podría haber sido firmado hasta por Buñuel...
Una joya.
Saludos.

martes, 10 de septiembre de 2019

La clase de Lubitsch #31



Hay varias razones por las que DESIGN FOR LIVING es una absoluta maravilla de película, y podríamos hablar del excelente texto de Noël Coward, la adaptación que hicieron Ben Hecht y Sam Hoffenstein, o la compleja química entre tres actores tan diferentes como Gary Cooper, Fredric March o la maravillosa Miriam Hopkins, en un papel que le queda como un guante. Supongo que lo correcto sería lo más simple, que es hablar de una dirección impecable, de un fluir natural por parte de Lubitsch, y no nos desviaríamos nada. Pero hay algo muy hermoso que late bajo la apariencia hiperfrívola de este triángulo amoroso (y ustedes dicen que esto es antiguo y que lo moderno es eneñar culos...) entre un pintor, un dramaturgo y la mujer que bien podría ser la musa de ambos, pero que es algo mejor: un amor comparable en fuerza a una amistad. La película tiene un ritmo frenético, con las idas y venidas de estos tres enamorados, que se dan cuenta de que no pueden vivir separados por mucho que lo intenten, lo que queda magníficamente reflejado en la poca importancia que le dan al éxito profesional, ya que les ha llvado a la separación. Todo aquí es sugerido, pero finamente expuesto con claridad, sin medias tintas, o lo que es lo mismo: una comedia entretenidísima que contiene un mensaje contra la tiranía del conservadurismo, quizá la que obligaba a los guionistas y directores a romperse la cabeza para contentar a los censores. En realidad, como yo la veo, UNA MUJER PARA DOS es un hermoso y cálido homenaje a la gente que se quiere sin más, que es lo que deberíamos practicar un poco más a menudo... ¡Qué grande Lubitsch!...
Saludos.

lunes, 9 de septiembre de 2019

The major minor league



China es el sitio, el verdadero crisol en el que se cuecen los cambios que más profundamente nos afectan a nivel global. Una primera potencia económica e imparable, pero cuya trastienda, significativamente, es constantemente asociada a una imagen tan recurrente como inevitable. "La tienda del chino" como salvavidas cuando todo lo demás ha fallado, un lugar del que ya deberían haberse escrito tratados y antologías, por mucho que sepamos lo complicado que va a ser obtener una crónica detallada de ese submundo que oscila entre el brillo vano, la vigilancia disimulada pero implacable, y ese olor que bien podría ser Ajax pino o Zyklon B... El caso es que la cinematografía china hace tiempo que ha dejado de ser un exotismo para convertirse en un lujoso termómetro de tendencias, del que se desprende no sólo la mirada crítica hacia un país complejo e inabarcable, sino también cómo se relaciona el gigante asiático con el resto del planeta. Triunfadores en la mayoría de festivales a nivel mundial, merece la pena echar un vistazo a la hornada más reciente de cineastas chinos, y qué mejor que comenzar nada menos que con una joven directora (con lo que de exótico tiene ya ello), Bai Xue, que con su ópera prima, THE CROSSING (GUO CHUN TIAN), refleja una realidad tan inquietante como desconocida: el masivo tráfico ilegal de componentes electrónicos, a la búsqueda de la oferta más a la baja. Para complicarlo aún más, la historia nos es narrada a través de la frágil aunque determinada mirada de una adolescente, que se juega la integridad haciendo una peligrosa ruta entre Cantón y Hong Kong, primero para pagarse un viaje a Japón, pero luego vislumbrando la posibilidad de reunir la suma que le permita irse definitivamente con su madre a España, que es vista como la "gran oportunidad". Se trata de un film de gran estilización formal, aunque algo confuso a la hora de concretar qué nos quiere contar exactamente; por destacar, la sombría recreación de una sociedad eminentemente consumista, de grandes contrastes, y la omnipresencia de la joven Yao Huang, cuya contenida interpretación es el gran hallazgo de la cinta.
Saludos.

domingo, 8 de septiembre de 2019

Rincón del freak #370: Perreo de autor



Uno de los peores males del cine de autor es la certeza adquirida de que "es". Es decir, pretender que existe una especie de clave mágica capaz de solucionar cualquier embrollo en el que un director se pudiese meter, especialmente cuando es notorio y palpable que no tiene nada que contar. En un principio no me sofoco ante las crisis de ideas de "autores" a los que previamente se ha encumbrado, quizá de una forma exagerada, pero reconozco que la decepción es mucho mayor si se trata de un director ante el que hemos caído de hinojos, casi vislumbrando deslumbrantes destellos de maestría fílmica. Es el caso del franco-tunecino Abdellatif Kechiche, ante el que casi no hubo disertación sobre aquella rotunda obra que era LA VIDA DE ADÈLE, por mucho que yo la econtrase un poco dispersa, o innecesariamente alargada. Sea como sea, cuatro años pasaron entre su celebrada Palma de Oro y su siguiente película, la primera parte de un "ambicioso" tríptico, que supuestamente adapta la intrincada obra de François Bégaudeau, aunque de forma muy libérrima. De acuerdo, lo que se atisba en MEKTOUB, MY LOVE es de nuevo esa aprehensión del instante sensorial, por encima de la reflexión o la floritura; lo que yo veo, al menos en esta primera parte (tres horas después) es una clase extendida de reggaeton, con los machos en celo y las hembras perfumando el ambiente con el olor de sus sexos. Y lo digo en serio, por mucho que luego entre con calzador la intrascendente figura de un repartidor de comida árabe que se postula a escritor, o director, o fotógrafo, no se sabe muy bien, porque lo que importa en MEKTOUB, MY LOVE: CANTO UNO es la carne trémula, el ojo pecador y el savoir faire de un grupo de personajes a cual más imbécil, y del que sólo pude extraer una conclusión: no me decidía sobre quién me caía peor.
Como decía al principio, es preocupante un batacazo tan acusado, pero roza lo obsceno dividirlo en tres partes que no bajan de las tres horas cada una, como si nos fuese a cambiar la vida algo tan vano como esto...
Saludos.

sábado, 7 de septiembre de 2019

Películas para desengancharse #56



Sí, cómo no, LE LOCATAIRE, de Roman Polanski, o el gusto por hacer narración del puro desequilibrio psicológico, que parece muy fácil a base de llenar la pantalla de incongruencias, pero que es más jodido de defender si se logra el punto justo entre el eje subjetivo y el objetivo. Moviéndose entre el desarraigo de Antonioni y la angustia kafkiana, Polanski adaptó la novela de Roland Topor (integrante del grupo "Pánico") como si Poe encontrara a Hitchcock en algún punto de no retorno, para contarnos la extrañísima historia de Trelkovsky, un inocuo joven que se muda a un cochambroso apartamento que acaba de quedar vacante, ya que su anterior inquilina se encuentra en estado crítico tras lanzarse al vacío sin razón aparente. Trelkovsky parece fascinado con la historia e indaga en qué la pudo llevar a intentar suicidarse, pero el extraño comportamiento de los habitantes del edificio, incluido su casero, hace que dude de todo el mundo y piense que está siendo víctima él mismo de una conspiración. EL QUIMÉRICO INQUILINO (la traducción que se hizo aquí es impagable) es un cine muy literario, compuesto de multitud de sensaciones contrapuestas y una saludable negativa a ir por el sitio que la ortodoxia suele imponer; todo ello hizo que fuese un sonoro fracaso, tanto de público como de crítica, y que Polanski empezara a replantearse su relación con la industria, arriesgando bastante menos en sus siguientes proyectos. Hoy día, el film luce absolutamente fresco y moderno, adelantando mucho del terror psicológico que se ve actualmente y confirmando a su autor como el gran adelantado que siempre ha sido. El desenganche, sin embargo, lo experimentó el propio Polanski...
Saludos.

viernes, 6 de septiembre de 2019

Ley de gravedad



X-MEN: DARK PHOENIX tiene un problema prácticamente insalvable: para cuando llegan las tortas, no se entiende prácticamente nada de la confusa excusa argumental. Para colmo, el humor mejor para otro momento, porque la epopeya de Jean Grey es demasiado grave, sobria y dolorosa como para introducir algo que alivie ese aire perpetuo de funeral. Es el problema que siempre han tenido los guiones de Chris Claremont, que funcionan como un reloj de precisión, pero a menudo adolecen de una seriedad que parece impuesta a la fuerza. En este caso, lo que debería haber significado un glorioso broche final para las aventuras de los mutantes, no es más que una rutinaria historia de fantasía superheroica, con la transformación de Grey en un ser de poderes casi ilimitados, pero cuya omnipotencia la aleja de la moral humana y la convierte en una amenaza para la humanidad. Esto en el cómic estaba mejor y más ampliamente contado, pero aquí parece facturado a toda prisa, con una mezcla de mosqueo y desgana que la deja como una de las más prescindibles de la franquicia y una de esas películas que uno no acierta a desentrañar con qué objetivo han sido hechas, más allá de lo puramente crematístico, evidentemente.
Insípida, es la palabra.
Saludos.

jueves, 5 de septiembre de 2019

Películas para desengancharse #55



James Dean, probablemente el "mejor peor actor" de todos los tiempos, uno de esos mitos que perduran y perdurarán más allá de lo tangible ¿pero por qué? Dean sólo rodó tres películas antes de morir como lo que era, un joven con poco seso. Pero qué tres películas, y qué tres personajes. Personalmente, yo, que suelo quedarme lejos de estos mitos tan caros al cine americano, reconozco la aportación de James Dean a la construcción de ese antihéroe tan atractivo como antipático, un ser esquivo y huidizo, pero que parece contener en su mirada, triste y rabiosa, una verdad que los virtuosos no deberían menospreciar, pues les podría estallar en las narices. EAST OF EDEN fue el primer aldabonazo por el que empezamos a fascinarnos con ese extraño actor, que no se peinaba ni se vestía como el resto, que no iba de "guay", sino que simplemente lo era, y que, efectivamente, simple mortal, es exactamente el tipo de hombre al que el sexo opuesto no considera resistirse. Pero el film, una de las más certeras adaptaciones que se han hecho de John Steinbeck, reitera el carácter chusco y desmitificador de éste, que profundiza en las heridas infectadas de una familia escudada en el beaterío de postal de su patriarca, dejando como una grave resonancia la inminente WWI. Sí, claro que hay un trasfondo pseudobíblico en todo esto, con los dos hermanos como antagonistas irreconciliables, hasta el punto de terminar separados por la misma mujer. Pero aún más interesante es el descubrimiento de la madre ausente y que los hijos creían muerta; ahí, en ese encuentro sin matices, hay mucha verdad sobre una realidad aposentada sobre un lecho de mentiras cómodas.
Maravillosa película, por mucho que no trague a Elia Kazan. Y tendrán que desengancharse de James Dean, aunque sea por sobredosis. Advertidos quedan...
Saludos.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

El ave frágil



LES BONNES FEMMES, de 1960, es una película deliberadamente irregular, de la que nunca se sabe su intención verdadera, hasta un desenlace que no por intuido es menos esclarecedor. Quizá empieza Chabrol con dos chicas de fiesta, llegando a las tantas, incluso yendo sin dormir a la patética tienda donde trabajan. Quizá le interese después deslizar las insinuaciones del dueño, los conatos de romance con repartidores, soldaditos, los dos hombres casados que imaginan tiempos mejores entre chascarrillos gilipollescos y torpes besos llenos de babas. Se entra a las nueve, se sale a las siete, se trasnocha con las amigas, se va a los sitios de variedades, al zoológico, a la piscina; se va a cenar, a tomar champagne, a hablar de esto y lo otro. Y también se espera al caballero andante, que a lo mejor es ese misterioso motorista que parece acecharlas cada noche, quizá con buenas intenciones, quizá para ahuyentar a los molestos moscones que sólo quieren aprovecharse de esa frágil juventud. Sólo un dato: el final, como despertar de una ensoñación, es de una irrefutabilidad apabullante. Sin palabras, Chabrol encadena dos secuencias aparentemente inconexas para, una vez más, confiar en que quizá seamos espectadores inteligentes. Quizá...
Saludos.

martes, 3 de septiembre de 2019

La clase de Lubitsch #30



ONE HOUR WITH YOU puede ser una de las películas de Lubitsch a las que menos sentido le veo, aunque ni siquiera eso es óbice ni circunstancia atenuante para que me guste con moderación e incluso le encuentre su gracia, que no es poca. Es, básicamente, la puesta al día (1932) en clave sonora de aquella THE MARRIAGE CIRCLE, en mi opinión superior a ésta, aunque habrá quien piense que se trata de dos films completamente diferentes, sobre todo en forma. De hecho, le encuentro más puntos en común con, por ejemplo, con lasotras dos películas en las que intervino Maurice Chevalier, que ya luce algo cansino como zalamero profesional. Típica comedia de enredos matrimoniales, acaba por ensalzar los valores y ventajas de la vida conyugal frente al flirteo como modo de vida disoluto, y, además de utilizar ese recurso tan español del diálogo en verso, habría que destacar la aportación de George Cukor en tareas de ayudante de dirección de un Lubitsch que en aquella época no paraba de recibir ofertas.
Bien, correcta, cortita, adorable...
Saludos.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Películas para desengancharse #54



Antes, mucho antes de que Peter Jackson decidiera abordar el tremebundo universo de J.R.R. Tolkien e ingresar para siempre en el imaginario cinéfilo universal, todos le conocimos gracias a la recreación de un suceso que conmocionó a la sociedad neozelandesa en los años cincuenta. No parece gran cosa en un principio, pero a 25 años de su estreno puede afirmarse que HEAVENLY CREATURES contiene mucha de la esencia del cineasta responsable de la trilogía que le catapultó a la fama. Y hablamos de uno de esos trabajos repletos de personalidad, que pueden irritarte o enamorarte, pero no va a dejarte indiferente. La historia de amistad y posterior amor bigger than life entre Juliet Hulme y Pauline Parker, dos adolescentes muy diferentes en su extracción social, pero que se descubren como almas gemelas. Huyendo del elemento escabroso, Jackson se centra en recrear el mundo fantástico que ambas construyen para huir de su cotidianidad, que no acepta su relación, aunque no se puede eludir el motivo principal: el creciente odio de Pauline hacia su madre y el plan que urde junto a Juliet para asesinarla y poder vivir su amor en paz. Es una película extraña, que a veces parece una comedia exagerada y otras adopta un tono sombrío e insano, aunque lo que prima es el loable intento por penetrar en la mente de quien ama por encima de todo y todo lo desprecia, excepto ese amor inalterable. Además, supuso la presentación por todo lo alto nada menos que de Kate Winslet, de la que ya conocemos todo lo que siguió. En este caso, y por extraño que parezca, el único que se desenganchó de esta forma de hacer cine no fue otro que el propio Jackson, porque sólo intentó retomar este camino en THE LOVELY BONES, y todos sabemos cómo terminó aquello...
Saludos.

domingo, 1 de septiembre de 2019

Rincón del freak #369: La extinción como solución



Es curioso esto del cine, cómo uno va encontrando correspondencias donde no podría ni imaginar, o cómo se descubre el carácter tectónico de una industria volátil como ninguna. Muy curioso, porque hace apenas unos días comentaba las maravillas de la gran despedida de Robert Altman, mientras que ayer mismo hacía lo propio con un film de ciencia ficción que mantiene intacta su potente originalidad. Pues aquí estamos, con un batacazo tan tan grande que la memoria cinéfila lo ha desterrado convenientemente de cualquier listado. Y, sí, el despropósito lo firmó Robert Altman, puede que pensando que era capaz de hacer algo parecido a STALKER, y encima resulta que el elenco es como para pensr que estamos ante una obra magna: Paul Newman, Bibi Andersson, Vittorio Gassman o Fernando Rey, entre otros. Ni lo piensen, QUINTET es tan sumamente aburrida que más bien parece un ensayo de otra cosa, como un borrador o un descarte de fondo de armario. El argumento se resume rápido: el futuro. La Tierra está literalmente congelada y la raza humana diezmada. Sobreviviendo en pequeñas concentraciones, los supervivientes se dedican a esperar la muerte sin mucho que hacer, excepto beber y jugar al juego que da nombre al film. Hay miradas chungas, frases sentenciosas (hasta en latín), el vestuario está compuesto por trapos y los acuchillamientos son el deporte nacional. Pero nada, no esperen ninguna revelación filosófica, ni tampoco algún destello de truculencia; Altman filma con un filtro empañado que apenas deja ver nada y a los veinte minutos te da exactamente igual lo que está pasando. Una de esas películas que sólo admiten un calificativo: incomprensible.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!