sábado, 30 de noviembre de 2019

En círculos



Es curioso el caso de IN THE TALL GRASS, la película que inauguró el reciente Festival de Sitges, y que a priori era de las más esperadas en dicho certamen. Curioso porque significaba el retorno de esa eterna promesa que siempre ha sido Vincenzo Natali, ese director que deslumbró hace más de dos décadas, para ir de bandazo en bandazo, normalmente en la intrascendencia. Curioso también porque es una adaptación de Stephen King, lo cual no debería sorprendernos por lo habitual, pero sí por tratarse de un relato que el maestro del terror escribió a medias con su hijo, Joe Hill, y que continúa el apartado que Netflix parece querer reservar a producciones terroríficas. Pero es paradójico que lo más curioso sea lo que de "normal" tiene este film; normal en el sentido de que no parece haber nada nuevo bajo el sol, al menos para los que hemos disfrutado abundantemente con la literatura de King. IN TNE TALL GRASS empieza bien, con un preámbulo que invita a la pregunta constante sobre qué diablos pasa tras esa espesa hierba alta, de la que provienen gritos de auxilio y en la que se pierden los protagonistas. Perdiendo la noción del tiempo y el espacio, ese no-lugar es, finalmente, el lugar común al que suelen desembocar los relatos de King. Ahí encontramos multitud de sus obsesiones creativas, lo que podría interpretarse, quizá, como un traspaso de poderes aprovechando la coyuntura. Quizá, porque lo que queda es una película eficaz, pero normalita.
Saludos.

viernes, 29 de noviembre de 2019

Las páginas amarillas



He terminado recientemente de ver las tres temporadas de PENNY DREADFUL, aquella curiosa serie que Showtime anunció a bombo y platillo hace unos cinco años, mantuvo contra viento y marea una segunda temporada por la que nadie daba un duro, y fue cancelada a toda prisa en la tercera, en una de las operaciones más inexplicablemente chapuceras de la televisión reciente. Intuyo que ésta ha sido una serie cara de hacer, con un reparto absolutamente espectacular y una ambición desmedida por intentar dar cabida a la práctica totalidad de "monstruos" del cine y literatura clásicos; y como no me da la impresión de que su seguimiento haya sido masivo, puede que esto fuese definitivo para quedarse donde se quedó. El título alude a aquellas mininovelitas que se vendían a finales del XIX por un mísero penique, y que contenían los casos más estrambóticos y sensacionalistas que se pudieran imaginar. La serie es como un corolario, o cajón desastre, con el hilo conductor de un personaje, Vanessa Ives (brutal Eva Green), una especie de medium ultrasensitiva, que con el transcurrir de los episodios se irá desvelando como algo mucho más oscuro y aterrador de lo que parece. Y desde Frankenstein y su monstruo, Dorian Gray y el hombre lobo, pasando por hechiceras o vampiros (el mismísimo Drácula clausura la serie), el compendio funciona bien cuando la trama es fácil de seguir, alcanzando su punto culminante en una estupenda segunda temporada, que se centra en la toma de conciencia de Vanessa de su oscuro poder. Por contra, la tercera, que se inició por todo lo alto, fue rematada a toda prisa, dejando multitud de cabos sueltos, personajes que desaparecían sin dejar rastro o ir descaradamente al cine de acción de tercera fila. Una pena, porque la serie parecía jugar más en la liga del cinematógrafo, aunque a mí me ha servido, al menos, para seguir desconfiando de este medio, al que sólo suelo acercarme por curiosidad o necesidad de relajo.
Por cierto, hay una nueva temporada estrenada este mismo año, pero según me dicen es casi como un extraño spin-off, con poca relación real con la original, por lo que veo difícil verla de momento.
Saludos.

jueves, 28 de noviembre de 2019

Cuerpos o mentes



No es fácil acercarse a un film como TOUCH ME NOT, un extraño artefacto que ha recorrido numerosos festivales, culminando con el Oso de Oro el año pasado en Berlín. A mitad de camino de la videoinstalación, el documental o la no ficción, en palabras de su autora, la joven directora rumana Adina Pintilie, se trata de una aproximación a lo que normalmente mantenemos oculto, la exteriorización de nuestras intimidades menos obvias. El hilo conductor es la actriz Laura Benson, que presenta un problema psicológico que le hace sentir rechazo hacia el contacto físico con otras personas. Por un lado, mantiene encuentros con profesionales del sexo, y por otro asiste a una especie de sesiones en las que se interactúa con personas discapacitadas, a fin de mostrar que la "anormalidad" siempre está en el ojo de quien mira. Ahora bien, de ahí a encontrar una cierta rotundidad narrativa media un abismo. La directora confía demasiado en la percepción del espectador, que probablemente se sienta abrumado por un torrente de imágenes de las que desconocemos su verdadera naturaleza, de ahí la sensación de que se nos está contando algo muy importante, aunque no sepamos exactamente el qué. Cosas parecidas se han visto muchas veces en cine, y se me ocurren ejemplos como PERSONA o REPULSIÓN, aunque insisto en que el desconcierto está sobre todo en la indefinición de una propuesta arriesgada y sincera, pero que cae en la repetición y la indeterminación, incluso rozando una peligrosa pedantería.
Sólo para cinéfilos muy atrevidos y desprejuiciados.
Saludos.

miércoles, 27 de noviembre de 2019

El reverso de lo ambiguo



Frederique se encuentra a Why en la calle, pintando ciervas de aspecto naif. Se la lleva, la posee, es suya. Frederique es millonaria, heredera, sólo juega a ganar. Why es bohemia, cándida, siempre ha perdido. Se aman o no se aman, no lo sabemos con certeza, pero parecen felices. Why conoce a Paul, que la saca por un instante de la monotonía en la que se halla sumida. Frederique lo descubre, pero no lo desaprueba; en lugar de ello, decide vengarse conquistando a Paul. Why queda desplazada, aunque acepta su nueva situación... o quizás no. Estructurada como un diabólico triángulo de amor, sexo, mentiras y apariencias, LES BICHES trae de vuelta (o quizá lo reinicia) al gran Chabrol, lejos de los devaneos con géneros cada vez más incomprensibles, esta película adelanta muchos de sus mejores títulos. Sin llegar a la excelencia, es un acertado estudio sobre esas "relaciones peligrosas", en las que una parte decide tomar todo el control, sin medir las consecuencias. Aunque su abrupto y desconcertante desenlace apunta más hacia esa ambigüedad más allá de los géneros, en este caso el cazador convertido en presa, o el amor como distintivo de destrucción.
A muy destacar, la preciosa música de Pierre Jansen, libremente basada en el "concierto de Aranjuez", y el trío protagonista, con unos estupendos Jacqueline Sassard (en la que sería su última actuación antes de su prematuro retiro) y Jean-Louis Trintignant, y una hechizante Stéphane Audran, cuya gran interpretación mereció el Oso de Oro.
Saludos.

martes, 26 de noviembre de 2019

La clase de Lubitsch #42



Y, bueno, queridos indéfilos, llegamos al final de este extenso monográfico que ha abarcado la totalidad de la filmografía de Ernst Lubitsch, o al menos lo que se conserva, ya que hay obras suyas que posiblemente ya nunca veremos. Personalmente ha sido un privilegio retomar cada semana un rinconcito de este maestro de maestros, sobre todo para disfrutar de nuevo con su genial y libérrimo sentido del humor... y de la vida. Pero también para establecer sorprendentes concomitancias con artefactos que aparentemente veríamos como opuestos. Hay mucho de Lubitsch, por ejemplo, en Woody Allen, pero también en propuestas como esa última comedia americana abanderada por Judd Apatow o la irreverente escena mumblecore. Porque si tuviéramos que definir a Lubitsch siempre nos quedaríamos cortos, lejos de la profundidad y naturalidad con la que él entendía las relaciones humanas, cómo nos necesitamos en la misma medida que nos repudiamos.
Es cierto que THAT LADY IN ERMINE casi no podría considerarse estrictamente un film de Lubitsch, que murió a los ocho días de comenzar el rodaje, pero fue el propio Otto Preminger quien dijo que si la película la hubiese hecho él no sería igual, y que el espíritu de Lubitsch aún revoloteaba por el estudio. Sin ser una maravilla, la película es un divertido sainete en torno a la figura de una joven condesa recién casada, cuyo castillo es invadido por los húngaros en la misma noche de bodas, teniendo que invocar el espíritu de su tatarabuela, que luce en un enorme cuadro y cuya leyenda reza que expulsó al enemigo... "de una manera especial". Lo más curioso probablemente sea el reparto, compuesto por Betty Grable (aquella inolvidable pin-up que miraba hacia atrás), un desubicado Douglas Fairbanks Jr. y César Romero, que es lo mejor con apenas un par de apariciones.
En fin, termina el monográfico, pero otros vendrán. La vida sigue, pero nunca igual, que debería haber dicho el estribillo...
Saludos.

lunes, 25 de noviembre de 2019

Jurando en arameo



La susodicha PIERCING I, de 2010, ya adelantaba al cineasta que llevaba dentro Liu Jian. De formas rabiosas, personajes de una pieza y discurso catártico, esta sorprendente ópera prima hablaba de esos perdedores que de repente cobran conciencia de su miseria y se revuelven contra el sistema. "Muy punk", que diría otro, pero no es menos cierto que lo más interesante del cine de Liu Jian se encuentra en la modulación, servirse de las formas del thriller para indagar en las llagas de un sistema herido. Los dos presuntos protagonistas son dos vagos, aburridos de no hacer nada, enfrascados en largos parlamentos que no hacen más que reafirmar su inmovilismo. Así, un suceso inocuo da paso a un inopinado acto de venganza, y esto al descubrimiento de toda una red mafiosa, instalada en el corazón de los mismos servicios públicos. Liu Jian se atreve a destapar las cloacas de una ciudad cualquiera en China, y lo hace con hardcore de fondo, precisamente el movimiento que siempre ha sido tocahuevos por mirar en la dirección que nadie lo hace. Valiente, interesante y aperturista propuesta, cómo no.
Atentos.
Saludos.

domingo, 24 de noviembre de 2019

Rincón del freak #381: Mario, encima del armario



Lo mejor de escribir en un blog, y no en una revista o una página web, es que puedes darte el gustazo de hablar desatadamente de películas como GEMINI MAN, auténtica y única razón de ser de esta sección dominical, a la que puedo tener tanta tirria como cariño. Algo así me ocurre con Ang Lee, que ha perdido la chaveta tiempo ha, al mismo ritmo que su cuenta corriente ha engordado, previa venta de su alma al sacrosanto imperio del blockbuster indisimulado. Estamos ante una película... ¿cómo decirlo?... que es como un estiramiento facial a una adolescente, una felación sin dentadura postiza o un amante que hemos dejado olvidado en el armario durante más tiempo del debido. Debe ser por la realización chapucera, hiposa, de telefilm de las cuatro y media (por cierto, una de las bandas sonoras más horrorosas de lo que llevamos de siglo); por ver a Will Smith (una vez más) fingiendo ser duro, mientras (una vez más) bebe cocacola y dice no la chavala que se le insinúa. Por cierto, ella es una Mary Elizabeth Winstead con cara de fliparlo, como preguntándose por qué aceptó algo así. No sé, es tan mala que podría haber salido Nicolas Cage y nadie lo habría notado; es tan terriblemente absurda, que habla de la clonación como de la nueva hamburguesa de McDonald´s; y es, ya para acabar, tan chapucera (lo siento, pero debo repetir calificativo) que se saca de la manga ir a Hungría, no se sabe para qué cojones, sólo para justificar al equipo baratito... solo que éste no es húngaro, sino checo... Ah, y sale Benedict Wong (de lo poco salvable) como el típico piloto de tres chascarrillos que siempre la espicha, porque parte del dinero era chino.
¿Que de qué va? Ah sí. a Will Smith lo clonan, porque dispara muy bien, pero sólo lo sabe Clive Owen, que es malo o no, no sé. Luego hay muchos tiros y también artes marciales, por lo del público chino. Y Lee hace que Smith contenga la risa mientras suelta un discurso sobre la moral de la ciencia y bla bla bla... Punto y final.
Ah, se me olvidaba. También me sirve para reafirmarme ante todos los que me llamaron loco cuando califiqué de soberana mierda la del tigre en la balsa...
Saludos.

sábado, 23 de noviembre de 2019

En lo profundo del bosque



El problema de películas como EDEN LAKE es siempre el mismo, el mismo que suele padecer el cine de terror casi por defecto. Si tiras mucho de la manta no tapas los pies, y al revés ¿Es necesario invocar la verosimilitud, toda vez ésta ha desaparecido de la pantalla en el preámbulo? Y es curioso, porque lo mejor de este irregular film es ese arranque, cómo pone en escena la tensión creciente, como si la atmósfera se fuese enrareciendo de forma natural y consecuente. Entonces llega una escena clave, de gran crudeza, y luego está claro que es imposible mantener ese pico en alto. James Watkins, que luego despuntó dirigiendo algún capítulo de BLACK MIRROR, debutó (hay que resaltarlo) con esta orgía de sangre y fango, que en algún momento quiere indagar en las brechas sociales que hacen que la gente se comporte como animales, aunque es precisamente lo que pone al descubierto la debilidad de un guion que se intuye construido un poco a trompicones. A mitad de camino de Haneke, Craven y, sí, Chicho Ibáñez Serrador, EDEN LAKE se queda efectivamente así, a mitad de camino. Ofrece dos potentes interpretaciones de Michael Fassbender y Kelly Reilly, muy por encima de lo que interpretan, y el hecho de que el mal esté a cara descubierta desde el mismo inicio le da empaque a un film,sin embargo, con evidentes lagunas de ritmo y ejecución.
Entretenida para pasarlo mal (o bien) en una tarde de sábado.
Saludos.

viernes, 22 de noviembre de 2019

El cristal que no corta



JOHN WICK: CHAPTER 3-PARABELLUM es, lo dije a propósito de las otras dos, lo que es. No se puede decir mucho más sobre una franquicia que ya se mira a sí misma con altanería indisimulada, y que le importa un bledo todo lo que no le sirva para desarrollar su onanista universo, en los parámetros más convenientes. Sí, también lo dije, que era una hamburguesa gourmet, con ingredientes de calidad, colorines epatantes y potenciadores del sabor, pero una hamburguesa al fin y al cabo: carne picada y procesada para un consumo y olvido instantáneos. Sin ser memorable, es mejor saber que no lo pretende, pero el principal problema siempre es el mismo. Tras una primera media hora (larga) que es una maravilla de suspense narrativo, con las manecillas del reloj pendiendo sobre la cabeza del protagonista, a la que han puesto el precio de 14 millones, casi estamos en el terreno de SOLO ANTE EL PELIGRO; Keanu Reeves corre bajo la lluvia, mientras la ciudad está repleta de ojos que le recuerdan que le darán caza en cuanto se dé la orden desde esa organización secreta, de un poder incalculable, y que no perdona a Wick haber transgredido sus inquebrantables leyes. Desgraciadamente, pasado el subidón inicial, lo que queda es el habitual despiporre de patadas, cortes y disparos; y todo filmado con esa pátina de lo irreal, o hiperreal, como una superficie plástica, como una hamburguesa gourmet...
Saludos.

jueves, 21 de noviembre de 2019

Is



Una reseña breve para una peli muy larga. Larguísima. Interminable. Alargada. Creo que es lo justo para decir que IT. CHAPTER TWO no es más que la constatación de que el formato serial, a fuerza de ser el que más aceptación tiene entre los espectadores que ya han hecho su selección a la hora de consumir ficción, va a ser el que predomine también en salas; como si de una insólita vuelta a los orígenes del cinematógrafo se tratase, aunque con menos carga de ingenuidad o asombro. Es difícil de explicar, porque (ya lo señalé en la reseña dedicada a la primera parte) las más de 1.500 páginas de la novela de Stephen King (aquí con un curioso cameo) son perfectas para una serie, pero la New Line ha elegido una distribución que, al menos a mí, me resulta estomagante. Y es que si la primera duraba algo más de dos horas, ésta lo hace hasta alcanzar casi las tres, lo que conlleva una doble exigencia: una atención imposible de mantener, por culpa de un pobrísimo desarrollo de personajes y situaciones. Muschietti, mantengo, es un narrador horrible, que se lía con argumentos de más trillados, y que pretende taparlo todo amontonando golpes de efecto, lo que le da a su cine una apariencia deslavazada, incoherente. Es decir, que no hay nada en esta segunda parte que supere a la primera, excepto la sensación de no dar con el tono, que igual hay horror "cósmico" que chistes del SNL... y no con demasiada gracia.
Al final, ven, incluso yo me he alargado. Si es que...
Saludos.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Mayormente sabido



En LA ROUTE DE CORINTHE, a Chabrol se le va definitivamente de las manos el asunto de los espías trabucados, en un despropósito que juega a desligar otra vez sujeto de predicado, y otra vez se lr va de las manos, ya hasta lindes inasumibles. Y eso que empieza bien, con la surreal posibilidad de un espía mago, que se burla de sus captores con sus habilidades taumatúrgicas, hasta que les desvela su verdadero propósito mientras fenece bajo la axiomática píldora de cianuro. Luego tanto nos hubiera dado haber dejado a un Mariano Ozores en la dirección, mientras Jean Seberg se erige en objeto del deseo de aliados y enemigos, mientras inicia una cruzada contra los asesinos de su marido, a la sazón espía bueno, o eso dice. Ya sin gracia en el discurso, Chabrol desbarra en una autoparodia intolerable y en la que parece tocar fondo definitivamente, pues es a partir de aquí que se olvida del pop y vuelve a usar la vieja gramola, de sonido imperfecto pero implacable. No quedaba otra...
Saludos.

martes, 19 de noviembre de 2019

La clase de Lubitsch #41



Puede, es posible, de hecho es cierto, que CLUNY BROWN es el último trabajo enteramente filmado por Ernst Lubitsch. Ahora bien ¿cómo podría despedirse el gran maestro sino con una obra maestra? CLUNY BROWN es como un exquisito e irresistible compendio de todas y cada una de las obsesiones que habían ido cimentando la obra del director alemán. La sofisticación, no tan altiva como decadente, de un escritor checo, refugiado en Londres, que es admirado por los pijos de clase alta por oponerse al cada vez más incipiente Hitler; mientras él, que no disimula su sorna hacia una clase que no es la suya, encuentra más consuelo en la joven Cluny Brown, probablemente uno de los personajes más indescifrables de Lubitsch. Una joven sin muchas luces, impulsiva pero honesta, que curiosamente es enviada a servir a la imponente mansión a la que el escritor es recibido como invitado, y que tiene una pasión... digamos especial... ¡la fontanería!... Así, lo que CLUNY BROWN pone en pie es un intrincado juego de metarreferencias sin apenas salir de un espacio único. La insalvable diferencia de clases, la inexcusable pasividad de una sociedad adormilada ante el imparable avance del fascismo o la constatación de que la inteligencia te hace libre, pero también suele condenar a la soledad. Todo ello cabe en esta maravillosa película sin género, que emociona tanto como hace reír y pensar, todo al mismo tiempo. Y está Charles Boyer, encantador, perfectamente consciente de dónde sale la adulación a su persona; y Jennifer Jones, arrebatadora hasta dándole porrazos a una cañería... Absolutamente todo está dirigido a una única dirección, ese suave zarandeo que el cine proporciona cuando nos ha permitido ser parte indispensable de su aventura, que es tambien la nuestra...
Maravillosa.
Obra maestra absoluta.
Saludos.

lunes, 18 de noviembre de 2019

Eclosiones de la ruptura



Parece una broma mal elaborada, o un giro inadecuado. Pero al pensar en el término "animación china", simple y llanamente, no nos sale nada. Probablemente no lo hayamos pensado lo suficiente, pero puede que esa gigantesca vara de medir, a la que aludíamos semanas atrás, contenga más pistas de las que creíamos. Y el ejemplo más claro es lo que de "representación" tiene el cine de animación; como una representación de la representación, que ayuda a llegar donde la imagen "real" no puede ¿Es posible que a China le haya asustado la posibilidad directa de contar historias desde lo imaginado? A usted, espectador occidental, le parecerá una fruslería, pero no hablamos de un país occidental, ni de un país cualquiera, sino de una inabarcable maquinaria de pensamiento único, que aún en plena era de la tecnología se resiste a desmoronarse como tal. La película en cuestión tiene sólo dos años y fue la gran sensación del festival de Berlín, aunque más por lo insólito de su propuesta que por su calidad intrínseca, que sería motivo para otro debate. HAO JI LE (QUE TENGAS UN BUEN DÍA) continúa el camino inciado (¡siete años atrás!) con PIERCING I, aglutinando las obsesiones de Liu Jian (sexo, crimen, venganza, redención, consumismo...) en una narración muy al estilo tarantiniano, subvirtiendo las líneas temporales y optando por el giro inesperado y el mosaico argumental en una historia de gangsters, perdedores, cirugía plástica y karaokes con fideos. Otra cosa es el apartado técnico, mejorable en la cinemática y uso del color, que no se intuyen deliberados sino impuestos, pero que en conjunto abren la posibilidad a que la animación empiece a florecer en un país que ha quedado incomprensiblemente al margen de este tipo de cine. Estaremos atentos.
Saludos.

domingo, 17 de noviembre de 2019

Rincón del freak #380: Pisto manchego



¿Recuerdan la peli que comentamos en esta misma sección hace exactamente siete días? Efectivamente, la fiebre retrochentera, ya que no conoce límites, no debería imponérselos a sí misma, y esa pléyade de "neoautores" que proclaman una vuelta a tan polémica década parecen meros pazguatos que crecieron con posters por toda su habitación. El pisto está muy bueno porque lleva de todo, mientras que las verduritas a la jardinera es un preparado para estómagos incipientes y sin aguante ¿A que no hay cojones de meter en hora y media a Indiana Jones, Cronenberg, Wes Craven, George A. Romero, Ray Harryhausen, Karate Kid y Los Goonies? ¿A que no hay huevos para convencer a Max Von Sydow, Christopher Plummer, Dennis Quaid, Kate Capshaw (hablando de pollas) y al gordo de Cheer's? ¿Y si la música la pone un tal Maurice Jarre con unos sintes prestadosa de su querido hijo?... ¿A que mola? Pues todo eso es DREAMSCAPE, una especie de refrito batido de todas y cada una de las obsesiones cinéfilas ochenteras, que tan en auge están hoy día. Los efectos especiales, del chino; el guion, escrito en una noche de póker y Knockando. Las interpretaciones, al borde de la carcajada, porque es encomiable la profesionalidad de esta gente cuando les contaron el argumento: Unos científicos inventan un método para introducirse en los sueños de la gente, así que contactan con Quaid, que tiene "ciertas habilidades" (apostar en hipódromos, principalmente), como punta de lanza del proyecto. Sin embargo, lo que para unos es una oportunidad para ayudar a la gente con problemas, para los malos es el arma definitiva de guerra. Hay hombres serpiente, zombis, persecuciones porque sí y la sensación de que todo iba como improvisado, y aun así conserva cierto encanto. Será por esa cándida cutrez, la misma que puede lograr lo impensable, como ver a esa supramilf que siempre será la señora esposa de Spielberg hablando de erecciones nocturnas por un pasillo...
Saludos.

sábado, 16 de noviembre de 2019

Vida prócer: El cine de Hong Sang-soo #23



Esta es una sección "río", o como se llame, ustedes saben. Llevamos abordando la filmografía de Hong Sang-soo desde hace años, desde el principio. Sin orden de estreno, pero con rigurosidad. Quizá porque es el autor que más merece esta consideración actualmente, y nosotros aprovechamos que somos coetáneos suyos para ir fluyendo con sus historias. Y GRASS, de 2018, es una más que grata noticia, una estupenda vuelta al Hong Sang-soo más elocuente, el que no se complica la vida, sino que prefiere mostrar la vida en toda su complejidad, que no es lo mismo. Localizada enteramente en el reducido espacio de una cafetería, sus magrísimos 65 minutos se centran en capturar una serie de conversaciones entre algunos clientes, mientras una mujer solitaria (espléndida Kim Min-hee), sentada frente a su portátil, se empapa de todo lo que escucha, quizá para construir sus propias ficciones en base a esa realidad adaptada ¿O quizá lo que se nos propone es todo lo contrario, y realmente estamos asistiendo a lo que ocurre en la mente de dicha escritora?
En ese paradigma, sin aspavientos, se eleva esta absoluta delicia, una especie de film-bombón que se degusta con deleite, pero que no escatima la tremenda amargura que se desprende de unas conversaciones que versan sobre "esos temas de las mesas de al lado". Soledad, desprecio, rechazo, egoísmo. Pero también ternura, aceptación, solidaridad... Todo cabe en tan pequeño espacio y en tan poco tiempo. Tan relativo es todo, y tan fugaces somos...
Saludos.

viernes, 15 de noviembre de 2019

Flores en el pelo



Hay razones por la que MIDSOMMAR me interesa mucho, y otras que me hacen sospechar que un camino, que se intuía ineresante, muestra evidentes síntomas de agotamiento prematuro. Primero, Ari Aster solventa la siempre complicada tarea de convencer en el segundo film, sin descalabros, pero tampoco proponiendo más allá de lo que ya se vio en HEREDITARY, para el que esto escribe algunos puntos superior, aunque sólo sea por el impacto de lo novedoso. Aparentemente, MIDSOMMAR es otra película sobre turistas extraviados, sectas extrañas y destinos truculentos; y casi lo es, o lo parece, pero me da que al director y guionista le importaba más un tipo de subversión distinto al acostumbrado, más sutil y complejo, lo que termina decepcionando a los fans del género, pero subyuga a los cinéfilos de mente abierta. Igualmente no me parece casual la duración, necesaria para incluir el largo preámbulo (en mi opinión, lo mejor del montante) y desarrollar a cada personaje sin prisas ni aspavientos. Sin embargo, en lo que chirría el film es a la hora de desprenderse del artificio; si lo que el espectador piensa es "aunque vayan de blanco, con flores en el pelo, son los malos", acertará. Mas, Aster luego juega al despiste y compone un "estado de las cosas" que supera al discurso preprogramado, zambulléndonos en un vaivén emocional sólo comparable a la conciencia alterada, mediante diversas sustancias, de los protagonistas. Es una película, en fin, muy buena para analizar, pero no tanto para disfrutar; o a lo mejor es que Aster es, como por ahí lo acusan, un cultureta que hace género. Lo desconozco, pero véanla aunque sólo sea para disfrutar de tres cosas: la excepcional fotografía de Pawel Pogorzelski, la excepcional música de Bobby Krlic y la excepcional actriz que es Florence Pugh...
Saludos.

jueves, 14 de noviembre de 2019

Películas para desengancharse #75



Ustedes, sí, a ustedes, que no saben lo que significa la democracia ni les importa lo más mínimo. A ustedes, que les dan los votos a los nostálgicos del régimen que represalió a sus padres y abuelos. Ustedes, y nadie más, son culpables de lo que luego van a llorar por las esquinas. Lo tienen en su mano y lo desprecian, se abrazan a las fórmulas mágicas de quienes luego se sientan en los banquillos, acusados de robarle su dinero. Sí, su dinero. Quizá, si la política dejara a un lado las ideologías y se basara en la frialdad de los números, se podría soñar con que los políticos sólo pudieran servir a sus jefes, los ciudadanos. O quizá no. A ustedes, esta película. Para que la vean y se les caiga la cara de vergüenza cuando exigen, cubata en mano, que vaya la legión a Cataluña. A ustedes, garrulos de Vox, que exigen respeto desde el escupitajo moral. A ustedes, les diría Costa-Gavras que son un residuo que se regenera desde su propia infección moral. Sin moral se vive mejor, con absoluciones divinas también. Z es la película más intemporal que existe, su discurso va más allá de las siglas, las convicciones, ideologías o las filias y fobias. Es un film sobre la justicia, la manipulación, la verdad y la mentira. Es un film, sobre todo, sobre los responsables y las responsabilidades. Ustedes son los responsables de que la extrema derecha se envalentone desde los restos momificados de un dictador. Por lo tanto, de ustedes es la responsabilidad. Esta película la deberían poner en los colegios una vez cada curso, pero siempre habrá algún "intelectual" que hable de adoctrinamiento, palabra que no se usa para el resto de medios...
Me sirve para cerrar (de momento) este monográfico de adicciones, monos y chutes en vena, porque su discurso cobra plena actualidad, porque tiene uno de los finales más desgarradores de la historia del cine usando apenas fotografías y una voz neutra, y porque todo acaba siempre en la Z... menos para los griegos...
Saludos.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

La pobreza de los ricos



Nunca he estado de acuerdo en que Chabrol estuviese más preocupado de las tribulaciones de la clase alta, desatendiendo problemas a priori más importantes, como los de la clase trabajadora. A base de señuelos, lo que sí he captado es una capacidad única para infiltrarse en las rendijas de lo inaccesible, con el propósito de atomizar cualquier idea preconcebida sobre lo que de natural nos está vedado. Sin embargo, LE SCANDALE, de 1967, parece más la apropiación de las ideas chabrolianas por parte de un admirador secreto. Puede que a ello contribuya que se trate de una producción de la Universal, con numerosas imposiciones para abordar un thriller de una manera clásica, lo que es un estropicio para la oblicua mirada del director francés. Estrenada simultáneamente en inglés como THE CHAMPAGNE MURDERERS, intentaba poner en pie una compleja trama acerca de un rico heredero, que en realidad sólo está interesado en irse de parranda y vivir a tope, pero una serie de asesinatos a su alrededor, sumados a la amnesia que sufre desde hace años, le convierten en el principal sospechoso. Con Anthony Perkins en uno de los papeles principales, la película contiene momentos brillantes y otros directamente ridículos, y parece que los cuatro guionistas han ido cada uno por su lado.
Curiosa, pero olvidable.

martes, 12 de noviembre de 2019

La clase de Lubitsch #40



En 1945, la salud de Ernst Lubitsch no era la mejor, por lo que tuvo que abandonar la dirección de A ROYAL SCANDAL y dejarla en manos de Otto Preminger, aunque se mantuvo acreditado como productor y de hecho siguió el rodaje muy de cerca. Tanto, que parece imposible no ver la mano del maestro, sobre todo en las escenas más agudas de esta ¿dramedia? situada en la corte de la Zarina Catalina de Rusia. Y vuela alto el film en ese sentido, ya que el enredo es tal que fluctúa, casi sin esfuerzo, del planteamiento político al romance desenfadado. Hace falta un guion muy bien hilado para instrumentar los temores de traición y revolución en la corte, y seguidamente imbricar el discurso político en una típica discusión de pareja. La Zarina se encapricha del mensajero que le trae una noticia que luego resulta no ser cierta, aunque él está comprometido con una condesa, íntima amiga de la Emperatriz. Es decir, celos, prepotencia, manipulación y traición, actos que se pueden atribuir tanto al ámbito de la política como al de los sentimientos... como hemos comprobado recientemente. Un excepcional ejemplo de guion y un puñado de magníficas interpretaciones, destacando a esa gran olvidada que siempre será Tallulah Bankhead, puede que lo más cercano que Hollywood tuvo a Bette Davis o Joan Crawford.
 Aún le quedarían fuerzas a Lubitsch para volverse a poner tras las cámaras, pero eso es algo que les contaremos próximamente...
Saludos.

lunes, 11 de noviembre de 2019

Blanco nuclear



De remedos hasta las narices. HAN JIA (VACACIONES DE INVIERNO) no es una buena película, precisamente porque intenta serlo desesperadamente, y para ello se instala en un lugar imposible, situado entre el hieratismo de Kaurismaki, el tiempo retorcido de Bresson y la comicidad agria de Andersson. Nada de eso, porque la ópera prima de Li Hongqi (sigue siendo su único trabajo desde 2010) no es más que una colección de tiempos muertos, diálogos vacíos y caras inexpresivas; como una película de autor, sí, pero mal. No se cuenta nada, excepto el ir y venir de un puñado de personajes que parecen aburridos de su propia existencia, sin hacer nada para cambiarla excepto lanzarse invectivas que quizá sólo ellos conocen. Desconozco si hay algo sumamente importante que me he perdido, pero no creo que vuelva a intentar la experiencia, me temo que vale la pena...
Saludos.

domingo, 10 de noviembre de 2019

Rincón del freak #379: Verduritas a la jardinera



Aquello del troll tenía su gracia, por lo descabellado, lo osado y lo exótico de provenir de una cinematografía como la noruega. Luego vino un extraordinario ejercicio de instropección, o cómo erigir un genuino cuento de terror en base a un cuerpo inmóvil y que funcione como un metrónomo. Lejos de derrumbarse André Ovredal dirigió sus pasos hacia el sol de Guillermo del Toro, que llevaba tiempo rondando la idea de adaptar las historias de terror de Alvin Schwartz. Así nace SCARY STORIES TO TELL IN THE DARK, una película que habría ganado mucho en un formato serial, y que arranca de forma brillante, primando la creación de la atmósfera a los sustos y la casquería. Desgraciadamente, este no es un film con vocación de innovar, sino que va cayendo poco a poco en todos y cada uno de los recursos más trillados del género. Hay sustos, hay monstruos, hay incoherencia de la típica y hay, sobre todo, un galimatías narrativo que casi parece involuntario ¿Que por qué va hoy en esta sección? Porque a del Toro parece que se le perdona casi todo, y no paso yo por ahí.
Aburrida, prescindible. Te mirarás las uñas mientras un personaje es descuartizado...
Saludos.

sábado, 9 de noviembre de 2019

Películas para desengancharse #74



Enfilando la recta final de este monográfico me encuentro ante uno de esos títulos "rotundos", teniendo en cuenta la magnitud de la palabra en toda su extensión y motivo. MIDNIGHT EXPRESS evoca, casi por inercia, aquel cine "de dos rombos", al que solía acompañar un halo de extraña solemnidad, proveniente de la dureza de lo que se atrevía a mostrar. Durante todo este tiempo, el film de Alan Parker (por entonces en su mejor momento creativo) parecía encabezar un cine que apostaba por la verosimilitud, aunque sin perder toda la fuerza de impacto de su relato, en este caso narrado en primera persona. Basado en el libro de Billy Hayes, tras sufrir un severo encarcelamiento en Turquía, explicita las ínfimas condiciones del sistema carcelario de dicho país, en una espiral de degradación que roza en algunos tramos lo extático. Apoyado en un puñado de extraordinarias interpretaciones, con dos gigantescos Brad Davis y John Hurt fundamentalmente, se invita al espectador a "creer" a pies juntillas en un guion deliberadamente adulterado, del que fue responsable Oliver Stone, y que tiene muy claro qué fibra sensible tocar en cada momento. Por tanto, es curioso que se la haya catalogado como film "realista", cuando su fuerza reside en una ponencia dramática al borde del expresionismo. No era Turquía, sino Malta; y luego el propio Hayes tuvo que recapacitar y matizar algunas de las cosas que supuiestamente le ocurrieron. Nada más y nada menos, pero también es verdad que han pasado más de cuarenta años y se sigue hablando de referente...
Saludos.

viernes, 8 de noviembre de 2019

La vida en un cuarto de juguetes #4



Puede que no sea tan rompedora como la primera, tan perfeccionista como la segunda o tan emocionalmente bella como la tercera. Puede que TOY STORY 4 te deje la sensación de que quizá se la podían haber ahorrado, como si se tratara de un relleno evidente, destinado a volver a reinar en las taquillas de medio mundo y que la rueda de Pixar no se detenga. Puede ser, pero Andrew Stanton lo vuelve a hacer, y se nota muchísimo su asombrosa capacidad para meterse bajo tu piel como los grandes guionistas saben hacerlo: forjando la normalidad en lo inesperado. TOY STORY 4 tenía el difícil reto de hacer olvidar el final de esa obra maestra absoluta que fue la tercera parte, que aspiraba a ser un broche insuperable para una trilogía simplemente perfecta; en lugar de ello, la película se apoya en una estructura similar a la de sus antecesoras, pero introduce un elemento muy interesante. Los juguetes toman conciencia de su autonomía, toda vez que se saben definitivamente despojados de la atención de su antiguo dueño, ya convertido en un típico padre de familia. La hija pequeña de Andy, Bonnie, es la que los hace ver su nueva condición, en un inteligente deus ex machina en la saga más deus ex machina que existe. Bonnie no se pirra por esos muñecos ingeniosos, con sus colores brillantes y formas sugerentes; su juguete favorito no es más que un simple tenedor de plástico, tan sólo porque ha sido ella quien le ha otorgado la calidad de juguete a lo que en un principio no lo es. Forky, aludiendo al mito de Prometeo, no sabe que ahora es un juguete, y se tira de cabeza al cubo de basura del que vino... Aunque sólo sea por reflexiones tan agudas como ésta, efectivamente, TOY STORY 4 es una gran gran película. De nuevo...
Saludos.

jueves, 7 de noviembre de 2019

Películas para desengancharse #73



Sería imposible hacer hoy día SEVEN BRIDES FOR SEVEN BROTHERS, probablemente una de las películas más políticamente incorrectas de todos los tiempos ¿Un garrulo que llega a la ciudad con el único propósito de llevarse una mujer, quiera o no quiera? ¿Seis hermanos, igual de asilvestrados, que esperan la llegada de la moza con ojos de sierra mecánica? Imaginen, tan solo. Por si no fuera poco, a la Metro se le ocurre que quizá esto daba para un musical, y que entre piruetas y acrobacias, los integrantes de este curioso clan la emprenden a puñetazos con todo lo que se menea. Cuando creemos haberlo visto todo, tienen la brillante idea de volver todos a la ciudad y raptar (literalmente) otras seis señoritas, que el invierno es largo y duro... Ustedes me entienden. Así las cosas, si no fuera por lo bien que cantaba Howard Keel y cómo bailaba el resto de los hermanos sobre los tablones de una casa a medio construir, podríamos colegir que éste, y no otro, podría haber sido el verdadero origen del slasher, solo que entonces no se podía imaginar tal cosa. Ahora bien, si lo único que quieren es ver un musical decente, de los que ponen en Intereconomía a las cinco, éste es el mejor de todos...
Saludos.

miércoles, 6 de noviembre de 2019

En tierra de nadie



Uno de los ejemplos más claros del indiscriminado eclecticismo cultivado por Claude Chabrol, lo encontramos en LA LIGNE DE DÉMARCATION, de 1966. Y es que parece improbable ubicar al parisino metido en cuestiones patrióticas en un film aparentemente bélico, pero que se va deslizando poco a poco hacia las obsesiones de su autor, que se basó en las vivencias, plasmadas en papel, del "coronel Rémy", en realidad un agente secreto de la resistencia francesa. Situado en la tierra de nadie que supone la franja entre la Francia libre y la ocupada, y más concretamente un pueblecito que está justo en esa línea imaginaria, comienza como corolario de las tensiones entre franceses y alemanes, obligadis a convivir sin intervencionismo, pero acaba destapando muchas de las infecciones de la Francia posterior a la guerra, determinadas casi siempre por el grado de honestidad entre vecinos dispuestos a delatarse por poder comer al día siguiente. No es de las películas más memorables de su autor, pero tiene cositas interesantes, fundamentalmente el descolgarse de la tipificación del cine bélico, y yendo hacia algo parecido al policíaco. Además, está Jean Seberg...
Saludos.

martes, 5 de noviembre de 2019

La clase de Lubitsch #39



HEAVEN CAN WAIT. O, la fotografía en color de Ed Cronjager. O, la partitura de Alfred Newman. O, ese guion de Raphaelson, erigido casi en cronología involuntaria de una carrera que tocaba a su fin, la del propio Lubitsch. O, Don Ameche, el sinvergüenza más enternecedor y entrañable que se ha asomado a una pantalla; tanto, que hasta logró ablandar al mismísimo diablo y que lo enviara "allí arriba", adonde no pensaba ir. De Gene Tierney no digo nada, parafraseando a mi amigo Lombreeze: "no soy digno". No hay mucho más que añadir para ensalzar esta maravillosa película, excepto, quizá, que tras esa falsa apariencia de comedieta ligerilla hay un mensaje que se erige en lección de vida, la que le gustaría rozar a gente como Malick, enfrascado en pedantería new age, en una frase como ésta: "La vida sólo dura un rato, y es el que tengo para estar junto a ti"...
Saludos.

lunes, 4 de noviembre de 2019

En círculos



Hay un problema de base en una película como MING WANG XING SHI KE (EL MOMENTO DE PLUTÓN), una especie de road movie, que intenta integrar ese encantador sofisma del "vivir rodando", para finalmente hacerse un lío monumental pretendiendo ser enigmática, por lo que se intuye mundana. Es la historia de un director de documentales sin suerte, que asiste desolado al éxito de su esposa como actriz de medio pelo en infumables wu xia y que busca desesperadamente reunir un equipo solvente para rodar un "film definitivo". Y en tan sospechosa circunstancia, el equipo parte a una remota región de China, alejándose de la ciudad y buscando esa verdad oculta que sólo los grandes cineastas parecen poseer. En lugar de ello, aparecen las rencillas, los celos y la repentina cancelación del proyecto por parte de los productores, toda vez que el estrafalario grupo pierde parte del equipo técnico y queda ridículamente desorientado. No es una mala película, en absoluto; tiene una fascinante fotografía y un más que solvente trabajo de los actores. Lo que chirría es la indefinición, que ese "viaje a ninguna parte" no sea aún más valiente y disuelva las personalidades en una danza del caos. En lugar de ello, lo que yo intuyo es una protesta en baja frecuencia por el trato al cine independiente en China, que allí a lo mejor se entenderá más, pero aquí derrapa por una comedia involuntaria y, francamente, no muy cómica.
Saludos.

domingo, 3 de noviembre de 2019

Rincón del freak #378: Accidentes aéreos, viajes temporales, Kris Kristofferson y Cheryl Ladd



En esencia eso es MILLENNIUM, una de las películas más incomprensibles de todos los tiempos. Basada en un libro de John Varley (excelente, por cierto), aspiraba a narrar una especie de odisea a través del tiempo, con viajeros del futuro, paradojas irresolubles y un insólito toque pseudointelectual, que la iba a distanciar de "mamarrachadas garrulas" como TERMINATOR, que al final han resultado mucho más coherentes. El film se abre con unas transparencias a bordo de un avión que ya dan ganas de dimitir de la larguísima hora cuarenta y cinco que nos queda. El avión choca con otro avión y luego hay una investigación para ver qué ha fallado. Y hasta ahí, pues bueno, vale, puede pasar; pero es que no se entiende nada, lo que va ocurriendo lo hace a empellones, sin pedir permiso. Kristofferson y Ladd parece que están en otra película, una de vaqueros, o de cine negro, o yo qué sé. El futuro se muestra como una fábrica abandonada, punto y pelota, porque eso es el planeta Tierra en el futuro, una puta fábrica oxidada. Hay una escena de sexo con ella en camisa que quiere parecer NUEVE SEMANAS Y MEDIA para mormones; sale el capitán Furillo (¿recuerdan?) vestido como el inspector Gadget, y los efectos especiales son terribles, como si el director hubiese hecho mudanza y se hubiese aprovechado lo que iba a tirar. Y no es un despropósito total porque hay un par de diálogos interesantes, pero no, de verdad, no la vean, no merece la pena...
Aquel infierno en la Tierra que fue ver acabar los ochenta y empezar los noventa...
Saludos.

sábado, 2 de noviembre de 2019

Películas para desengancharse #72



¿En qué momento se desenganchó Woody Allen de la manera de filmar que él mismo inventó en ZELIG? Es una pregunta con poco sentido, ya que aquel insólito film estaba enclavado en la mejor época creativa del neoyorquino, y Allen siempre ha tenido el derecho a hacer lo que le venga en gana. Pero es curioso observar esta especie de anomalía tantos años después, cómo ha influido en tantos directores, que luego se han erigido en meros émulos de eso tan complicado de digerir que es el "metraje encontrado". A través de la delirante personalidad (personalidades, sería más correcto) de Leonard Zelig, un insignificante judío de New York, Allen crea un guion capaz de adentrarse en todas y cada una de las miserias que han conformado la historia del siglo XX. Zelig es un tipo que tiene la cualidad de "mimetizarse" con cualquiera que esté a su lado; si es un negro se volverá negro, si es chino igual, si es un corredor de bolsa empezará a especular y ganar dinero. Y todo por desarrollar un ansia enorme por agradar, tras una infancia en la que era sistemáticamente despreciado o directamente ignorado. Con un uso de la "imagen insertada" que deja en pañales a FORREST GUMP, Allen despliega su habitual diatriba existencialista para mirar directamente a los ojos a la sociedad norteamericana, basada en el juego de las apariencias y en la que el mediocre puede prosperar si tan sólo "cae bien". Y lo hace como un extraño documental perdido, con sonido impostado y una fotografía de Gordon Willis deliberadamente dañada. Es una de esas películas que te hacen recuperar la confianza en un tipo tan agudo e inteligente, sobre todo porque sólo a Woody Allen podría ocurrírsele insertarse a sí mismo detrás del mismísimo Hitler dando un discurso...
Saludos.

viernes, 1 de noviembre de 2019

El porqué de la búsqueda



Seré breve. Si han visto la primera temporada de MINDHUNTER, no se pierdan la segunda. Si no la vieron, están tardando en verla... y después correr a ver la segunda. El artefacto creado por por David Fincher y Joe Penhall se vuelve aún más esquivo, críptico y espeluznante, y, al igual que en la primera, esta segunda temporada vuelve a prescindir de la acción y/o truculencias. Lo bueno es la investigación, la lógica de los acontecimientos y cómo este submundo, oscuro y opresivo, de los asesinos en serie va afectando a los agentes del FBI Ford y Tench, especialmente a este último, que ve a su familia derrumbarse poco a poco, sin que pueda hacer nada. Menos enfocada a las espectaculares entrevistas de la T1, casi la totalidad de sus nueve episodios se centran en la oleada de crímenes que sufre la ciudad de Atlanta, y que al ser todos niños nefros levantan la sospecha sobre algún grupo supremacista. Sin embargo, la realidad termina siendo mucho menos evidente y más aterradora. Los actores, el guion, el ritmo, la música, todo encaja perfectamente para facturar una continuación igual de elegante y elocuente. Una serie en la que, por ejemplo, hay un momento cumbre (antológico, en mi opinión): nada menos que una entrevista con Charles Manson...
No se la pierdan.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!