lunes, 30 de junio de 2008

Todo es ponerse

Sí. Porque siempre nos estuvimos preguntando por qué diablos el demasiado a menudo atascado cine de acción, con propuestas ya demasiado vistas, no tiraba de una vez por todas del aperturismo comiciano, aprovechando tanto avances visuales como perlas guiónicas, que bien trufado de todo ello se encuentra dicho arte.
Como siempre nos toca esperar el movimiento desde yanquilandia, estaba claro que los inicios iban a ser tortuosamente descorazonadores. Infantilismo vacuo como vulgar reclamo de incautos, en la misma línea del batman ye-ye de los sesenta pero con un spiderman karateka bastante sonrojante, por ejemplo.
Muchos años después, y con la única referencia de superman (lo cual no es poco), al anteriormente reseñado Tim Burton se le ocurre filtrar a batman por su oscuro imaginario e inaugurar, de paso, una fructífera relación entre cómic y cine que felizmente dura hasta nuestros días y parece haber encontrado el equilibrio justo entre espectáculo y calidad.
La obra gráfica que renovó al hombre murciélago y le dio respeto a todos los niveles fue Dark Knight, de un tal Frank Miller. Autor total de algunos de los más importantes monumentos de la novela gráfica y el más recurrido actualmente en las adaptaciones a la gran pantalla. Suya es la rupturista epopeya 300; prácticamente suyo el personaje de daredevil; Dark Knight acaba de ser terminada; se espera con ansiedad el proyecto de Ronin... etc.
Sin embargo, resulta curioso que lo mejor que se ha visto en pantalla grande de este maestro de inconformismo sea su obra más rupturista. SIN CITY dejó boquiabiertos a los no iniciados en la obra de Miller y no defraudó a los que se habían bañado en sangre negra durante gran parte de la década anterior. Sí, el mejor trabajo hasta la fecha del pésimo Robert Rodriguez, que no sólo respeta el carácter sanguinario y depravado del cómic, sino que encima hace una excelente elección de protagonistas, todos dotados de un carisma imprescindible para una forma de narrar (la de Miller) que enfatiza hasta la exasperación al personaje "único", prácticamente sin secundarios.
Impresionantes las recreaciones de Benicio del Toro, Clive Owen, Elijah Wood y, sobre todo, un espectacular Mickey Rourke, que llena la pantalla de manera rotunda.
Impactante el uso del blanco y negro, con ocasionales ramalazos expresionistas de color y una estética tenebrista que suponía todo un acierto en cuanto a mestizaje formal.
Hombre, por ahí andaba también Miller supervisando, supongo, los posibles excesos del irregular Rodriguez. Normal, teniendo en cuenta el exhaustivo control que aquél suele tener de sus "vástagos". Incluso alguna que otra pincelada del amigo Tarantino debe haber por ahí, pues no poco del incontenible director de PULP FICTION tiene este artefacto terrorista que bebe del negro más salvaje (Fuller, Scorsese, Peckinpah) y, al mismo tiempo, desplaza el interés de una narración necesariamente fragmentada hacia el improbable terreno de la fábula urbana y más despiadada.
Saludos pecaminosos

Casas nuevas que caen

Bendita contracultura. Entre los sinsentidos estivaleros y las urgencias "neocons", al menos un grupo de neuronas activas y activistas que desde hace veinticinco años sacude el anquilosado panorama artístico con maravillas como esta. Bueno, por eso y por lo de ayer. Jejeje...


domingo, 29 de junio de 2008

Sin entusiasmo no hay "acción"


El otro cine, el otro cine. Sí, chavalines y chavalinas, crecidos al amparo de los multisalas de plexiglás, envueltos en el pegajoso hedor de las palomitas, intentando pasar disimuladamente ese delator brazo por detrás de la nuca de alguien que nunca se da por enterado, hartitos de no entender nada porque a nadie se le ocurre que las cosas, si se explican, a lo mejor hasta se entienden.
Desolador panorama el que nos espera con semejantes terroristas del ostracismo ¿Deberíamos recomenzar con la revolución de los títeres? Piénsenlo, pero mientras tanto, hablemos de ED WOOD.
De repente, a Tim "hombresinpeine" Burton se le ocurrió que quizá, si se lo proponía, a base de levantarse temprano y aparcar los cómics depresivos por un momento, podría realizar otro tipo de cine, alejarse de sus tópicos y fantasmas, aunque sin perder su particular sello.
Los incondicionales del director de SLEEPY HOLLOW o la reciente SWEENEY TODD (se admiten las diferencias entre ambas) estarán prestos a saltar sobre mi cuello, lo sé. Pero seguro que he leído a Cortázar más que ellos y sé que la verdad está principalmente compuesta de pequeñas mentiras.
Contar la demencial (¿John Waters se subió al carro o viceversa?) aventura de un tipo que, con la única ayuda de su inquebrantable fe, logró poner en pie algunos de los productos más impensables para la amordazada culturilla yanqui.
¿Que era un director malísimo? Claro, ¿y a quién le importa a estas alturas y con las series de la FOX de por medio? En fin, por un lado me gustaría resaltar el hecho de que, por una maldita vez, Burton dejó de mirar dentro de Burton y se entregó totalmente a otra causa absolutamente diferente y muchísimo menos frívola de lo que a primera vista podría parecer: la justificadísima denuncia sobre el envilecimiento de una cultura (la americana) cochambrosa a más no poder y sustentada casi siempre en el desprecio a la diferencia, a la ARTESANÍA, lo que jamás podrá fabricarse en serie y que se llama IMAGINACIÓN. Ahí queda eso.
Luego, lo cierto es que Burton intenta (a su manera, claro) hacer una especie de pastiche no declarado de CINEMA PARADISO o (y esto sí que lo traigo por los pelos) 8 1/2 ¡glub!. Y no le sale del todo mal. Johnny Depp conforma enjundia y veracidad en la piel del inabordable director psicópata; la reconstrucción del miniverso de Wood es casi mimético, labor auténticamente tributaria de un fan agradecido por la inspiración prestada; y, sobre todo, la interpretación de un exquisito Martin Landau en la piel, nada más y nada menos, del mismísimo Bela Lugosi, "actor fetiche" de Wood. Sólo por ver la estremecedora recreación de Landau merece la pena revisar este punto y aparte en la carrera de un director con talento, sí, pero demasiado aferrado a sus propias convicciones de eremita. Lo raro es que siga teniendo éxito.
Regalito para la afición: un trocito de la "película" que rodó en ¡1975! el que es considerado el Ed Wood español, un tal J.C. Olaria. Para que luego digan los frikis que no les tengo cariño.
Saludos marcianos.


Heart of hearts

Posiblemente una de las bandas más entusiastas que he encontrado últimamente. Sólo hay que intentar pronunciar su nombre. Por mi parte ya tienen el cielo ganado.


sábado, 28 de junio de 2008

Traspasando el discurso

Conchabados como estamos a estas alturas en esta maravillosa experiencia que se llama cine compartido, los temas se deslizan, abren y cierran bocas, hacen dudar, sonreír, agudizar los sentidos, sembrar la inquietud. Cobran vida a través de la colaboración y la aportación desinteresada (para mí siempre es interesada, pero bueno).
Pero como diría el Señor Lobo: "Dejémonos de...", en fin, pues eso.
A lo tonto, sin casi darme cuenta, lo cierto es que he debido ver THE EXORCIST al menos diez veces, lo cual es más que suficiente para darme por enterado, creo yo.
Es posible que, al ser una de las películas con más "aura" de la historia, uno se enfrente cada vez a cierto y misterioso dilema o, digámoslo así, reto personal.
Queremos que cada vez nos asuste menos; encontrarle los fallos, que sí, son muchos, pero la mayoría disculpables; y saber de una vez (aunque sea mentira) que se trata no más que de una película que da sustito y poco más.
Porque lo cierto y verdad es que la cinta de William Friedkin tiene una primera parte donde se confrontan, de manera inteligentísima, el mundo de la ciencia y el de la superstición, resaltando la desesperación de la madre, incapaz de encontrar medios racionales para la extraña enfermedad de la niña.
Yo soy un híbrido entre ateo, agnóstico y desencantado crónico, lo cual debería haberme disuadido las más veces a la hora de encarar ciertos "síntomas" propios de la superstición. Sin embargo, existe (existe) un vacío legal (que diría Groucho) en nuestra alma (o como se llame) que nos empuja decididamente hacia ese vórtex de lo subhumano. Es posible, por tanto, que este tipo de películas vengan a rellenar parte de ese vacío que otras personas tan cubierto tienen.
Sea como fuere, THE EXORCIST (La primera. De las otras que se ocupe alguien con más paciencia) es una película que contiene escenas memorables, una tensión dramática inigualable y un final que, si bien puede dejar a más de uno a medias después de tanto jaleo, resuelve de forma tajante lo que otros directores menos doctos que Friedkin (no olvidemos su sublime FRENCH CONNECTION) habrían extendido, embrollado y descuartizado en aras de una supuesta potencia filosófica (véase la continuación de John Boorman).
Cine adelantado a su tiempo y que contiene algunas cositas más que "un simple giro de 180º".
Saludos poseídos por el espíritu del vino.

Sheena is a parasite

¿A que al lado de la tal Sheena la niña del exorcista es adorable? Este video estuvo censurado y todo, para que digan.


jueves, 26 de junio de 2008

No apto para claustrofóbicos

No sé si se llama hidrofobia o qué, pero lo cierto es que le tengo puro pavor al océano. Y como se acerca una fecha en la que tendré que vérmelas sí o sí con el gran azul, he decidido emprender toda una terapia de choque.
A principios de los ochenta estaba Wim Wenders. Y Fassbinder. Y Herzog. Y también Volker Schlöndorff. Eso era el grueso de la cinematografía alemana por aquel tiempo, hasta que un tal Wolfgang Petersen (¿a que les suena de algo?) se sacó de la manga uno de los debuts más rotundos que mi memoria alcanza a retener ahora mismo.
DAS BOOT es el cine de aventuras por antonomasia. Un mazazo terrible que no da lugar a la discusión. Un sublime ejercicio de estilo que recuerda, por ejemplo, a THE LOST PATROL, del maestro Ford; o a PATHS OF GLORY, por su antibelicismo ultraconsecuente. Y cuyo esquema y soporte (y este dato es de vital importancia para comprender el alcance de esta cinta) ha sido luego cien veces imitado en cintas de mayor o menor fortuna, como CUBE, PANIC ROOM o la desastrosa THE HOLE.
Sea como fuere, DAS BOOT le abre las puertas de Hollywood a este teutón primerizo y, por lo tanto, como no podía ser de otra manera, lo absorbe, deglute y finalmente tira al cubo de los desperdicios, donde actualmente se encuentra. No, no iba a ser éste el mismo caso de los Lang, Lubitsch o Wilder, evidentemente.
Sobre la película, lo primero es recomendarla encarecidamente a quienes no la hayan podido disfrutar (o sufrir, según se mire); su trama no es nada compleja, sino que basa toda su fuerza narrativa (que es mucha) en una atmósfera opresiva al máximo, que da la impresión al incauto espectador de una falta de aire permanente.
La historia, contada desde sus mismas entrañas, de un submarino alemán en plena segunda guerra mundial y su tripulación, que se ven imposibilitados de subir a la superficie por el constante asedio de las bombas británicas, con todo lo que ello conlleva y que dejo dulcemente a elección de los indéfilos que quieran revisar esta obra maestra que fue nominada, nada más y nada menos, que a seis oscarcitos de nada.
Y es que los alemanes siempre terminan llevándose el gato al agua ¿no?
Saludos... ¡Glub... glub...!

Escarabajos acuáticos

Bueno, era obvio ¿no?


miércoles, 25 de junio de 2008

Todos los gatos son pardos

No, no se me ha derretido aún el cerebro, ni intento provocar al personal obviando grandes clásicos y escogiendo películas claramente de género e incluso, en algún caso, de inequívoca vocación comercial.
Estoy en la obligación de explicar que mis elecciones son prácticamente instantáneas y, por lo tanto, totalmente aleatorias. Ya se sabe que nunca llueve a gusto de todos, por lo que tampoco es que me preocupe demasiado.
Y dicho esto, hablemos sobre una peli que yo situaría inmediatamente al lado de obras tan idolatradas como ALIEN, OUTLAND o STARSHIP TROOPERS. Es decir: cine de ciencia ficción de calidad, de ritmo intenso, trama in crescendo e interpretaciones solventes. O lo que es lo mismo: el cine ideal para desconectar (de vez en cuando) de obras más "sesudas" y difíciles de digerir.
Hablo (aunque muchos lo habrán adivinado al ver la ilustración) de PITCH BLACK, flamante puesta de largo del desconocido (y a juzgar por su postrer producción, a seguro que lo seguirá siendo) David Twohy.
La trama es sencilla, por lo que se torna, gracias a su inevitabilidad, mucho más inquietante que lo general en cuanto a sus coetáneas. En el espacio exterior (me pregunto cuál será el interior) una nave con diversos tripulantes se ve obligada a realizar un aterrizaje forzoso (¿si se trata de otro planeta también se considera aterrizaje?) en un planeta desconocido, prácticamente desértico y donde dos inmensos soles relucen inmisericordes.
Todo va bien hilado siguiendo los patrones del sci-fi convencional, porque todos, de inmediato, sabemos que algo muy muy malo les va a pasar a los pobres aerófragos (perdón por el palabro), pero la peli aún guarda algunos ases en la manga que elevarán el tono general de los primeros quince minutos (espectacular y muy bien rodada la escena del leñazo del aparato) hasta el insólito final.
Veamos: lo primero es lo acertadísimo del personaje de Riddick, encarnado por el casi siempre insoportable Vin Diesel, que vendría a ser una mezcla entre Hannibal Lecter, Matt Murdock y Wolverine. Personaje poliédrico y oscuro donde los haya, constituye prácticamente un argumento por sí solo. Pero el film también intenta algo que en el cine comercial se da casi nunca, es decir: explora y explota cada posible filón que la interacción entre personajes ofrece y que sólo la constante miopía de guionistas o directores deja escandalosamente de lado.
No nos encontraremos, por tanto, a los típicos buenos ni a los trilladísimos malos de siempre, sino que los personajes hacen creíble una trama inverosímil en base a que son tratados en todo momento como lo que son: seres con contradicciones, miedos, incertidumbres, capacidad de decisión y, como no podía ser de otra manera, mala uva cuando ésta es requerida por el sinfín de situaciones límite.
En definitiva, como tampoco quiero destrozarle demasiado la trama a quien no la haya visto, me despediré recomendándola como dignísimo producto de entretenimiento y dejando (siempre) los prejuicios para después del THE END.
Saludos desde la boca del lobo.

Eclipse total

Esto es lo que produce estar demasiado tiempo bajo el influjo de la cara oculta de la luna. Benditos sean.


martes, 24 de junio de 2008

Ray Harryhausen forever

Siempre he creído que todo va encadenado. De una forma u otra, cada acto que cometemos tiene algo que ver con otra cosa, así que me he propuesto aprovechar la ola y jugar a palabras encadenadas, a ver qué sale.
No sé si por tierras catalanas los cines de verano se han estilado en algún momento, pero aquí, en plena meseta hispalense, tuvieron su máximo esplendor alrededor de los años sesenta/setenta y su cénit sobre la segunda mitad de los ochenta, justo cuando mi cinefilia iba formándose con toda su necesaria heterodoxia.
Los cines de verano albergaban toda una liturgia digna de la masonería más conjurada, la gente frecuentaba la "selecta nevería" y el pescaíto frito (muy frito) embadurnaba narices y besos escondidos en la semioscuridad y apoyados en eternas mesas de madera, semejantes a esqueletos. Como los que Ray Harryhausen imaginó para esa película tan bonita y evocadora, a la par que cutrecilla pero siempre consciente de sus defectos, potenciándolos, subrayándolos, que es CLASH OF TITANS... qué demonios, FURIA DE TITANES, con dos cojones. Obra irrepetible, evocadora, poseedora de una magia tan inocente, tan pura, que constituye un género en sí misma, un universo que nunca esconde su verdadera naturaleza: ENTRETENER.
Tantos los subproductos provenientes del mediocre entertainment hollywoodiense, burdamente imitados, por ejemplo, por nuestros novísimos ¿directores? recién sacaditos de la publicidad computerizada, deberían tomar ejemplo (el primer Alex de la Iglesia si acaso) y aspirar un poco del aire fresco que supusieron ese puñado de producciones artesanas que anteponía la imaginación a la repetición. Imborrables los escorpiones gigantes, los esqueletos andantes a los que Sam Raimi rindió sentido homenaje en la magnífica ARMY OF DARKNESS. Apabullante la escena en la que Harry Hamlin (sí, el de "La ley de Los Angeles") se introduce en la guarida de Medusa y la enfrenta con su escudo, puro cine de aventuras.
Ahora que llega la laxitud propia de estas calores, y añorando aquellos cines sin techo que tan felices nos hicieron, recomiendo, sobre todo a los que tengan chavales desencantados en casa, que revisen esta película de culto y, a ser posible, la acompañen de buen pescaíto y cerveza fresquita ¿Quién dijo palomitas?.
Furiosos saludos.

Hercules and love affair

Bueno, una semanita sabática tampoco viene mal... aunque haya sido forzosa. En fin, volvemos con las pilas puestas después del subidón de la selección (ya era hora) y abrimos en medio de una imponente ola de calor infernal con este video de decidida estética tricentenaria (se entiende ¿no?). La voz la pone un tipo peculiar, a ver si lo adivináis a la primera.

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martes, 17 de junio de 2008

La técnica emotiva

A estas alturas, supongo que habrán quedado avisados todos los que pensaban encontrar la típica pagina sobre cine, con los típicos comentarios chorras y las películas de siempre ara no variar.
Hecha esta aclaración, hablaré sobre THE LORD OF THE RINGS, la obra maestra de J.R.R. Tolkien.
¿El capricho de un friki hecho realidad que es, ni más ni menos, la irregularísima cinta del neozelandés Peter Jackson? No, gracias. No al menos mientras se pueda hablar de la versión animada que Ralph Bakshi realizó 25 años antes y de la que, estoy seguro, casi nadie se acuerda.
Vi esta trepidante epopeya (que de infantil no tiene nada) con apenas diez años, y el impacto fue tal que seguidamente hice todo lo que estaba en mi mano para dar con el libro. Lo máximo que mi corta edad me permitió entonces fue acceder al cómic de Luis Bermejo, lo cual no está mal, creo yo. En plena adolescencia leí, al fin, los preciados tres volúmenes del genio sudafricano y los continué, un poco más tarde, con el prescindible "The Hobbit" y el imprescindible "The Silmarillion". El haber tenido una amplia perspectiva sobre una obra tan compleja como ésta desde bien pronto fue, probablemente, la causa de que lo que otros entendieron como una maravilla (lo de Jackson) yo lo recibiese de manera más bien tibia. Mucho lujo pero poco corazón... ¡Ah! y unas cuantas escenitas robadas por la cara al experimento de Bakshi.
Experimento porque se innovó con una técnica que mezclaba dibujos y personas físicas; y lo que muchos no han entendido aún de esto es la intención, legítima a todas luces, de separar de la manera lo más explícita posible a los humanos de los personajes más fabulosos. Más discutible, aunque no por ello pierda su fuerza, sería el empleo de dicha técnica en personajes no humanos, como los orcos o los Nazgûl, que encabezan esta reseña.
Sirva como ejemplo y defensa de lo que digo, la comparación visual de la emblemática escena del enfrentamiento entre Gandalf y el Balrog, y luego busquen las siete diferencias... si es que las hay.




Bonita ¿eh? Y ahora la otra. Sí, claro que es mucho más espectacular, hasta ahí podíamos llegar; pero la copia es burda e infame hasta no poder más, y eso sí que se lo podía haber ahorrado Jackson.





Bueno ¿y ahora qué? Yo sigo pensando que un director tan supuestamente transgresor como Peter Jackson (¿alguien ha visto BAD TASTE o BRAINDEAD?) podía y, sobre todo, debía haber subvertido los vomitivos cánones de la Disney y haber sublimado el carácter sangriento del texto original, pero ya se sabe "¿Qué sería usted capaz de hacer por dinero?".
En cuanto a la modesta (por comparación) aventura animada de Bakshi, el encanto sigue siendo mayor, por no hablar de la maravillosa música de Leonard Rosenman o esa animación "de las de verdad" que las nuevas generaciones ignoran tan burdamente.
Espero que alguien me diga lo contrario, pero yo sigo inamovible.
Saludos desde la comarca indéfila.

Colony of the birchmen

Buena banda sonora para la escena de los árboles, si Peter Jackson no se hubiese vuelto de repente tan remilgadito. Ésta va para mi compi "el amo de la Salle". Salud, camarada.

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lunes, 16 de junio de 2008

La sublimación del estilo

Como aquí lo prometido siempre es deuda, y no quería dejar con mal sabor de boca al amigo Wedge, nos vamos a ocupar hoy de la que considero que es la mejor película del incansable Takeshi Kitano.
ZATOICHI es la historia de un legendario samurai ciego, provisto de un particular sentido del humor y un salvaje estilo para acabar con sus víctimas.
ZATOICHI es el western crepuscular, a lo Clint Eastwood, el héroe desencantado que observa con estupor cómo se van desmoronando todas las convenciones morales que una vez le sirvieron de referencia. Dicho héroe se encuentra en la gran encrucijada de su vida, debe elegir entre el suicidio consciente de su fracaso, o bien (y aquí viene al pelo la metáfora de la ceguera) continuar ayudando a los que son extorsionados por los nuevos matones.
El gran acierto de Kitano es mostrar a Zatoichi como un tipo cansado, harto de conflictos, que no entiende cómo se puede utilizar la violencia sólo porque sí. La historia se desarrolla en el Japón rural, pero bien podría trasladarse a nuestros días, con los desmanes en materia de propiedades y propietarios, o la presión fiscal contra la que nada puede hacerse. El poder está representado con una falta total de escrúpulos y los atropellos contra el pobre ciudadano son continuos.
Y en medio de esta vorágine de injusticias, aparece de la nada un tipo sombrío, de pocas palabras (prácticamente ninguna), que primero rehuye el enfrentamiento, pero que finalmente obtiene una victoria tanto física como moral.
Kitano deja a un lado la violencia per se de sus anteriores trabajos y realiza un film de extraña estética, alejado de los convencionalismos del cine de acción y más centrado en la denuncia silenciosa, algo que sus atormentados personajes han hecho suyo a lo largo de una filmografía única, con voz propia. La onírica escena final, con todos los personajes participando en una gigantesca coreografía, da cuenta de lo rico del imaginario de este cineasta que pretende beber de muchas fuentes sin quedarse estancado en ninguna.
Es posible que TAKESHI´S, su última obra, intente decirnos, con su habitual parquedad, que el genio de Kitano se encuentra agotado, o que va a necesitar el enésimo reciclaje. Mientras tanto, disfruten de ZATOICHI, que para eso, y ninguna otra cosa, fue creada.
Cegadores saludos.

El chico viejo subió al árbol del puercoespín

Atención. Uno de los mejores videoclips que he encontrado. Los impresionantes Porcupine Tree (¿que todavía no los conocéis?) ilustrados con imágenes de la nihilista OLD BOY, de Chan-Wook Park. Un grupo de culto y una película de culto. Toma ya.

domingo, 15 de junio de 2008

La senda del perdedor

Me siento como pez en el agua hablando de Bukowski, sobre cualquier maldita cosa que haya hecho el gran borracho; él me descubrió que otra literatura es posible y, pese a que inevitablemente el paso del tiempo deja al descubierto sus muchas fisuras y trampas, lo cierto es que nadie ha podido, hasta ahora, recoger el testigo que este maldito entre malditos dejó a su muerte, hace ya casi quince años. Obviemos sus similitudes con John Fante (su único ídolo) y tratemos de desentrañar algunas de las claves que hacen que el escritor de Los Angeles fascine y repela por igual, síntoma reservado únicamente a los grandes.
Es curioso que haya tenido que ser un noruego desconocido quien por fin haya dado con la tecla de adaptar a Hank, y es que con Bukowski se corre el riesgo permanente (le pasó a Barbet Schroeder) de ser absorbido por una personalidad tan arrolladora que ha llegado a eclipsar a sus propias obras. FACTOTUM elige ser lo más fiel al texto original, y le sale bien porque acierta con el tono desencantado y nihilista (en el borde del escándalo surrealista) que no atiende a razones ni motivos. FACTOTUM es la película que la obra de Bukowski necesitaba para hacer justicia de una vez a un crítico permanente de la hipocresía humana; sin embargo, no es precisamente su mejor obra, pero qué más da. Tenemos a un impresionante Matt Dillon que hace suyos los modelos inexpresivistas de Buster Keaton o Bill Murray y se limita (por fortuna) a estar en la porción adecuada de pantalla, puesto que Chinaski no puede (no debe) mostrarse como el típico protagonista al uso. Esa fue la gran traba con la que chocaron un Ben Gazzara demasiado consciente de su estatus de estrella y un Mickey Rourke al que alguien le dijo una vez que era un buen actor, y se lo creyó...
FACTOTUM es la novela en la que Bukowski quiso destapar muchas de las miserias del mundo laboral, contando su peripecia personal y alcohólica, sus idas y venidas en todo tipo de trabajos de mala muerte para poder costearse las bebidas y su trasiego, a caballo entre lo tierno y lo tortuoso, con mujeres de todo tipo..., o de uno solo.
Escenas memorables, como la chica con los pies reventados que termina andando con los zapatos de Chinaski; o la terrible escena del pabellón de caridad, donde el propio Bukowski pasó gran parte de su vida; o el cuasisketch pseudohumorístico (humor negro, al fin y al cabo) que culmina con una absurda reunión a tres bandas entre Chinaski, su jefe (que no tardaría en despedirle) y el superior de turno al que siempre hay que chuparle el culo para quedar bien, el resultado, claro está, no puede ser más atípico.
Recomiendo el visionado de FACTOTUM a quien conozca la obra de Bukowski, porque no le decepcionará, tanto como al incauto neófito, que encontrará en esta película acidísima una más que digna introducción al universo incontrolado de un escritor que dio voz a los que nunca la tuvieron.
A vuestra salud, indéfilos.

On the nickel

Los escritores borrachos tuvieron su santo patrón. Los músicos también.


sábado, 14 de junio de 2008

En primera persona

Vaya, vaya. La locura en el cine. Cuánto ha chupado el cine de la locura, no sé si tanto al revés.
ONE FLEW OVER THE CUCKOO´S NEST, la película de locos por excelencia. La dramática (y ciertamente desasosegante) historia de un tipo demasiado curioso y demasiado implicado que intenta destapar por todos los medios el trato vejatorio sufrido por los internos de un psiquiátrico; el peligroso contacto íntimo con esa última frontera que el hombre probablemente jamás llegue a conquistar y que se llama mente.
Un eficaz trabajo del eficaz Milos Forman en su segunda aventura norteamericana, con Jack Nicholson en pleno éxtasis histriónico y la estupenda Louise Fletcher como una terrorífica enfermera jefe.
La historia es de sobra conocida a estas alturas, por lo que hablaré de dos aspectos que me interesan especialmente por encima de cualquier otro. Primero están las interpretaciones, que dan un interesantísimo carisma de realidad difícilmente encontrable en el cine norteamericano (¿les suena de algo LOS IDIOTAS de Trier?) y que presenta, por un lado, a unos personajes absolutamente sintomáticos de una sociedad enferma, que educa mediante la represión y tolera el abuso de autoridad al desentenderse desde el principio de un posible acercamiento y/o comprensión, catalogando a ser humano como apto o no apto al no cuestionarse qué hace diferente a un individuo de una masa social.
En este aspecto creo que la película está perfectamente definida y siempre intenta eludir el costumbrismo televisivo, que encasilla a las personas como si de especímenes de estudio se tratase.
Por otro lado, me sigue fascinando, 33 años después, ese grito desesperado del hombre que se sabe libre pero choca inevitablemente contra el muro burocrático, en una curiosa mezcla de los posibles (y antagonistas) mundos de Kafka y Zola. Nicholson interpreta aquí a un sabelotodo que intenta eludir la cárcel fingiéndose loco y, una vez trasladado al psiquiátrico, es engullido por el sistema y, aunque pone todo lo que está en su mano para cambiar las severísimas reglas internas, también él acaba sucumbiendo, lo que da una idea de qué clase de película trató de poner en pie Forman. No desde luego un dramón de sobremesa sobre superaciones varias, ni tampoco un vehículo para el lucimiento personal de Nicholson, aunque bien pudiera parecerlo, sino más bien un trabajo serio que (afortunadamente) no desdeña en ningún momento al medio al que pertenece, sino que exprime todas sus posibilidades y lanza una seria denuncia no sólo hacia estas instituciones, también denuncia al hombre pasivo, que jamás moverá un dedo para cambiar su situación al haber estado demasiado tiempo instalado en el miedo y la obediencia ciega.
Una pregunta al aire: ¿quiénes son los locos?
Esperanzados saludos.

Is a woman

Sigamos con mis videos favoritos: los de animación. Lambchop es el cantautor lunático por excelencia, si obviamos, claro está, al gran Syd Barrett.

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viernes, 13 de junio de 2008

El relato fantasma

Prefiero, a la hora de hablar del viejo tío Jarmusch, al menos en esta ocasión, hacerlo de una de sus obras más atípicas, quizás también más denostadas, más serias, puede ser que menos Jarmusch.
Me refiero a DEAD MAN, ese ¿western? filosófico-poético-esotérico que decepcionó a algunos y fascinó a otros.
Yo, ni una cosa ni la otra. Me gustó el juego permanente en el que Jarmusch (director juguetón donde los haya) embarca al espectador menos avisado y no me gustó esa sensación de difuminación casi fantasmagórica, como si el largo se debiese haber quedado en corto. Y es que la primera hora es excepcional, mágica, aunque curiosamente se trate del tramo más realista del film, porque el resto parece estar rodado bajo los efectos del opio.
DEAD MAN lo dice todo en esa media hora y en su título; ya está, no hace falta comerse más el coco. Johnny Depp encarna a lo que en el lejano oeste se denominaba un greenhorn, es decir, un tipo blandito, procedente de la ciudad, que va a desempeñar algún trabajo en uno de esos puebluchos que se construían con tres tablones, mucho fango, mala hostia y litros de whiskey. Y ahí queda el asunto. A Depp, en medio de un feo malentendido, le disparan y le matan, pero eso sólo lo sabemos tras su lisérgico encuentro con un indio, digamos... "peculiar". Antes asistimos a la inevitable galería de personajes singulares, fruto de la factoría Jarmusch y, sobre todo, disfrutamos de lo mejor: esa tenebrosa fotografía conjuntada con una tristísima composición del maravilloso Neil Young.
Y poco más, la verdad. una película que Jarmusch intenta tejer a golpe de ingenio, pero que parece improvisada de principio a fin, lo cual se nota muy mucho, sobre todo porque trasladar esa galería de extraterrestres neuróticos y depresivos al marco de un genuino western lastra, y de qué manera, el esperanzador arranque.
Salvemos, al menos, el surrealista sentido del humor; lo descolocados que saldrían de la sala algunos seguidores incondicionales de la religión "jarmuschiana"; o su loable intento de marcar un cierto "camino" que, desgraciadamente, no veo que nadie se hay aventurado a seguir.
Saludos muertos.

My chemical romance

Obviemos lo obvio. Así que hoy toca este tema que se llama, mira por dónde, "Dead".

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jueves, 12 de junio de 2008

Bomba de vacío

Al fin puedo decirlo: tengo un grave problema: soy incapaz de ver lo que todo el mundo ve, y no me refiero a Gran Hermano.
Hasta hace bien poco pensaba que mi rechazo hacia ese "nuevo cine oriental", que desde principios de los noventa insiste en querer subvertir los términos y condiciones que componen el cine, era una nadería, las pensaba malas (extrañas a lo sumo) e incapaces de transmitir emociones, un artefacto exótico y resbaladizo más pendiente de interiorizar que de mostrar.
Eso era antes. Ahora me doy cuenta de que o bien me he quedado obsoleto en esto de las películas o la cosa ha corrido que se las pela y yo no me he enterado.
La verdad es que todo esto sería bastante más fácil si el dichoso cine oriental (qué poco me gusta esto de las etiquetas) no hubiese irrumpido en nuestras plácidas vidas como elefante en cacharrería.
Lo siento, quien me conoce sabe que no soy nada reaccionario, pero quedéme frustradísimo tras ver 2046, el enésimo truco visual de Wong Kar Wai, cuyas películas todos alaban pero nadie es capaz de explicarte. Perdónenme, pero necesito en primer lugar que me cuenten una historia, luego que me la crea, y en ultimísimo lugar, si no hay nada que contar, que al menos me entretengan con oficio y buen hacer. Esta película no tiene ni lo primero, ni lo segundo, ni lo tercero, sino que va por libre e intenta convencernos por huevos de que asistimos a algo por primera vez, cuando está claro (sobre todo después del la última ridiculez del senil James Cameron [y si no, indaguen]) que todo está ya hecho en el séptimo arte y, si acaso, podemos contar con autores que explotan su personal visión de mundo.
IN THE MOOD FOR LOVE tenía su gracia, una forma de hacer cine con soltura y desparpajo, recordando, sobre todo, a Bresson y al primer Godard, lo cual no es moco de pavo. Pero claro, estirar el chiste es algo que nadie en esto del cine (y bien que lo advertía Orson Welles en F FOR FAKE) ha podido permitirse sin caer (como efectivamente ha sido) en una explosión colorista y vacía de contenido. Es decir: un videoclip de lujo.
Sé que me van a acribillar por esto, pero a día de hoy mi pobre intelecto sólo da para entender a John Ford y cuatro más
"Visionarios" saludos.

El prerraphaelita

Tan iconoclasta como Wong Kar Wai, tan influyente como Tom Jones, pero con un talento fuera de lo normal que aún dura hasta nuestros días (imprescindible el film-documental 30th CENTURY MAN). Señoras y señores: el gran Scott Walker.

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martes, 10 de junio de 2008

QUIZ INDEFILO


Bueno antes de nada,mis mas sinceras disculpas por mi ausencia del blog por tiempo mas que prolongado,como disculpa dire en mi favor que la adquisicion en proximas fechas de un inmueble asi como la presidencia de su bloque me han tenido bastante atareado,pero bueno,he vuelto y con ganas asi que espero resarcirme.
Asi que vamos a ponernos en materia,y para comenzar vamos a fijarnos en la fotografia que encabeza este texto,dicha fotografia pertenece a un film harto conocido y record de taquillas que conto con un reparto en el que nos centraremos,asi que nos quedaremos con un personaje del reparto,dicho personaje compartio algunos momentos con otro personaje en otro film.Este otro personaje podriamos decir que es dulce "angelical" y adorado por aquellos que formamos este blog,pues bien ahora centrados en este ultimo personaje,diremos que tambien compartio reparto con otro personaje en una pelicula con sello propio,de suspense y asesinatos.jejeje vamos bien,asi que continuemos,este ultimo personaje cargado de carisma formo parte de algunos de los films mas recordados de nuestra historia del cine,de los que tambien formo parte nuestro proximo personaje,del que diremos que mantubo una serie de conversaciones con otra persona y de dichas conversaciones salio un libro digno de culquier buen cinefilo indefilo.
Pero nosotros nos centraremos en el otro interlocutor,al cual lo pudimos ver en otro film,en el que aparece recubierto por una intensa lluvia de arena,en dicho film podemos ver de nuevo a otro personaje en el que nos centraremos de nuevo.
Bueno pues este personaje realizo otro film de tematica juvenil que conto en su reparto con un personaje relacionado con las ondas radiofonicas,y he aqui la gran pregunta ¿Cual es el nombre de este ultimo personaje?Espero que os guste,esta vez me he asegurado de que todo esta en orden y el quiz esta perfecto en su ejecucion jejeje,bueno sin mas me despido ,saludos indefilos a todos los que andais por estas nuestras latitudes.

Una cierta frontera emocional

Bueno, supongo que será algo de sobra comprobado a estas alturas por la hinchada indéfila que se intenta por parte de este modesto redactor un cierto repaso por lo más granado del séptimo arte, tratando, al menos en estos primeros e inciertos meses, de no repetir autor, aunque espero no dejarme alguno en el teclado.
Para regocijo del gran cinesnablista Wedge, mitómano impenitente donde los haya, estaba claro que había ya una cierta demora en cuanto a uno de sus (nos) directores favoritos, el gran Woody Allen.
Personalmente sigo prefiriendo el incontestable derroche de imaginación verborréica y ególatra de ANNIE HALL, pero ¿para qué engañarnos?, la película por excelencia del "neuroyorquino" es MANHATTAN.
Por muchas razones, pero fundamentalmente porque supone el perfecto manual introductorio a las obsesiones y hallazgos de este genial bufón de nuestro tiempo. Todo Allen está en MANHATTAN al igual que toda New York está en Allen, o por lo menos su vertiente más cinematográfica.
Es cierto que Woody Allen es un creador que sigue reinventándose a sí mismo constantemente, conocemos todos sus giros y salidas y, sin embargo, nos siguen emocionando, nos hacen reír, llorar, pensar... Creo que en eso consiste la verdadera magia del cine, en encontrar su auténtico lugar cada vez, independientemente de las veces que seamos testigos de su fascinante liturgia.
Allen se desnuda y confiesa, no le importa esa imagen de tierno perdedor marciano y derrotista, al final todos (sobre todo los hombres) tenemos una cierta y malsana envidia ante este tipo que, utilizando el ingenio como antídoto a su natural torpeza, es admirado por las mujeres que le rodean, y este es el verdadero sueño de todo hombre, lo cual pone de relieve, sobre todo, lo poco que conocemos del sexo opuesto y lo engañados que estamos al sentirnos ufanos de lo contrario.
Y también están esas típicas escenas a lo Cassavettes alrededor de una mesa con varias personas departiendo sobre lo divino y lo humano. Y la música de Gershwin, que casa a la perfección con esa melancólica fotografía (sobre todo sublimes los exteriores; por favor, revísese cien veces la fotografía que encabeza esta reseña) en la que todo el film parece estar suspendido, casi en un estado extrañísimo de atemporalidad, dado que Allen siempre ha presumido de su contemporaneidad. Está ese intento bienhumorado de aprehender lo eterno de la nouvelle vague en un puñado de frases que pasarán a la historia (¿A que sí, Wedge?). Y el intento desesperado por acercar (mundanizar diría yo) el refinamiento de las artes; en casi todas sus películas, Allen va al cine, o a un museo, o a un concierto, o integra con naturalidad a pesos pesados de la literatura como si fueran de la familia.
En definitiva, como tampoco me gustaría hacerle la pelota a un tipo que desde hace algunos años parece haber entrado en barrena de la peor manera, es decir, establecido en un confortable semiendiosamiento, terminaré recomendando esta y las 15 o 20 películas que están entre TAKE THE MONEY AND RUN y MANHATTAN MURDER MYSTERY, la última suya que considero sobresaliente.
Saludos rapsodianos.

Primero conquistaremos Manhattan

... después conquistaremos Berlín. Este disco cambió la concepción que tenía de la música y la expandió irremediablemente hasta hoy. Magistral.

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lunes, 9 de junio de 2008

Desiertos

Éste podría ser un artículo ciertamente mosqueante, donde la gente tuerce el gesto, se buscan volubles complicidades y hasta puede que haya algún que otro pataleo.
Intentaré explicarme.
PARIS TEXAS pertenece a ese tipo de películas sin género ni gracia; con cierto aura pero carente de alguna definición tremenda y universal... Es decir, ese tipo de películas que se llaman (porque no se les puede llamar de otra manera) de culto y que nadie se atreve a criticar porque les cambió la vida la primera vez que la vieron.
Y es más que probable que todo esto sea cierto, también yo guardo un enorme respeto por esta etapa del esquivo Wenders, aunque quizás prefiera DER AMERIKANISCHE FREUND y, sobre todo, esa obra incomparable de lo instantáneo que es LIGHTNING OVER WATER.
Por mucho que quiera, no puedo encontrarle un sentido intrínseco a PARIS TEXAS, realmente no sé de qué va, o mejor dicho, qué quiere contarnos en realidad el director. Es verdad, también yo caí en su momento cautivado por su hechizante autismo formal; recuerdo (tendría unos catorce años) mirarme a un espejo tras verla y decirme: "Qué buena película has visto". Lo cuál resulta bastante curioso al tratarse entonces de una mirada infinitamente más inocente que la que ahora poseo... ¿gana el film con ello? Muchas películas tratan de incluir ese elemento fascinador tan escurridizo y que parece más fruto del azar que del talento. Sabidas son las dificultades que tuvo Wenders para filmar semiclandestinamente en la frontera de México y lo poco que los actores sabían del guión a desarrollar. Por ahí podría ir la cosa.
Sí, seguro que hay películas mucho más crípticas, pero el problema, según mi punto de vista, no es ése, sino la imposibilidad, 20 años después de verla por primera vez, de que esta historia de desencuentros, soledades, incomunicaciones y desiertos varios me haga conmoverme más allá de la pura razón. Eso que los entendidos llaman eternidad y que pertenece al club de los Ford, Hawks, Walsh, Huston o, precisamente, el propio Ray, el gran ídolo de Wenders. Y es que esos, fíjense bien, hasta te contaban una historia.
Saludos desde la frontera.

Heaven or Las Vegas

Los maravillosos Cocteau Twins nos proponen una sugerente elección. El pop elevado a la categoría de arte.

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domingo, 8 de junio de 2008

Vacaciones infernales

Aprovecharemos que Don Sol empieza a picar de lo lindo y que, por lo tanto comienza nuestro particular martirio veraniego, para hablar de una película más sudorosa y grasienta que un concierto de Motorhead.
Me refiero a ANGEL HEART, del siempre interesante aunque a menudo desaprovechado Alan Parker.
La trama, en un principio, no es nada que no se haya visto antes: un detective desastrado es contratado por un pulcro y enigmático personaje para esclarecer un misterioso asesinato.
Hasta aquí vamos bien. Lo que diferencia a ésta de otras peripecias detectivescas es que la víctima resulta ser el propio detective, que se ve bandeado durante todo el metraje en una opresiva atmósfera que incluye vudú, extorsión, corrupción y hasta al mismísimo diablo.
Hay algunas escenas memorables en las que Parker explota su faceta más inquietante, como la entrevista entre Robert de Niro (grandioso) y Mickey Rourke (la primera vez que se puede hablar de él como un actor, de la segunda y última hablaremos próximamente); de Niro hipnotiza al detective con ingeniosos giros verbales mientras pela un huevo duro; ni efectos especiales ni ruidos innecesarios, sólo sabio minimalismo visual para crear terror en estado puro.
Como tremendo es el encuentro de estos mismos personajes en una iglesia (imagínense) y departiendo de lo divino y lo humano.
Menos me gusta, por ejemplo, la resolución (sorprendente, por otra parte) del caso, donde los repetitivos flashbacks desvirtúan la tensión que se había creado con anterioridad.
Una recomendación: si pueden rescatarla en DVD, no se pierdan los títulos de crédito, donde el detective desciende literalmente al infierno en una ingeniosa secuencia intermitente que muchos seguro que se han perdido por las incomprensibles mutilaciones televisivas.
Saludos rituales.

Macario Marlowe

¿Que no sabemos a quién mandar a eurobirrión? El grupo más impredecible de los 80 fueron Peor Impossible. Ah! Aquellos tiempos del Tocata... No os perdáis a Rossy al final.

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sábado, 7 de junio de 2008

Perdón, olvido, ignorancia

Al final todos sucumbimos. Tras acabar de redactar la reseña de ayer, me entró una extraña morriña nórdica (supongo que a causa del incipiente y creciente calor estival) y he decidido rescatar al gran maestro danés.
Prometo hablar más adelante de su opus magna, la inabarcable ORDET, probablemente entre las diez maravillas de todos los tiempos.
Pero hoy me ocuparé de otro título significativo que se resiste, 65 años después, a abandonar el estatus de obra de arte.
DIES IRAE es continuadora de la gran tradición teatralista escandinava, de la cual Strindberg podría ser el maestro, Dreyer el continuador en celuloide y Bergman el discípulo aventajado y encargado de difundir definitivamente los códigos de la puesta en escena filosófico-reflexiva.
Pero dejémonos de sesudeces varias y hablemos de una película que primero denuncia la tozudez y crueldad con la que la iglesia ha fustigado a lo largo de incontables siglos tanto a la VERDAD como a la LIBERTAD, de las que siempre se ha creído guardiana y defensora.
Asistimos a la época medieval, en la que el miedo se hallaba instalado en el centro de todo y se nos muestra un insólito triángulo amoroso en el que nada puede salir bien. Un pastor ultraconservador, su mucho más joven y maniatada esposa y el hijo del primero que llega de visita. Con estos mimbres aparentemente sencillos, Dreyer invoca a todos los demonios provenientes de cualquier tipología de naturaleza trágica y lleva dicha tragedia hasta sus últimas consecuencias.
La joven esposa, harta de su semiesclavitud, seduce al hijo del pastor mientras los inquisidores ojos de la madre de éste (auténtica encarnación de la acusación eclesiástica) le hacen la vida imposible, manipulando al incrédulo pastor en su contra.
Para terminar de liarlo todo, una campesina conocida de esta singular familia es acusada de brujería y busca refugio en casa del pastor, donde la mujer se ofrece generosamente a ocultarla. Evidentemente, la anciana es descubierta, la nuera acusada de ocultar a una bruja y, de paso, la suegra aprovecha para poner definitivamente al descubierto la "escandalosa" relación entre el hijo y la madrastra. Uf!
Bueno, respiremos. Lo que sigue es el juicio sumarísimo en el que la mujer es acusada también de brujería, gracias a unas cuantas sesiones de tortura aplicadas convenientemente a la campesina y mostradas con gran crudeza para la época. El final de ambas se lo pueden imaginar.
Tantas idas y venidas podrían haber convertido a este clásico en un pastoso melodrama lacrimógeno, pero hablamos de un maestro de la puesta en escena que, además, arremete duramente (no sé cuál podía ser el efecto de un posible visionado en el Vaticano) contra la intolerancia, la sinrazón y la vergüenza, que se trata de enterrar por todos los medios.
La gran diferencia entre ORDET y DIES IRAE quizás sea que el apabullante misticismo de la primera en la segunda se convierte en todo un obús de realidad que denuncia a los denunciadores con la dosis justa de perdón y olvido, pero nunca accediendo a la confortable ignorancia.
Ardientes saludos.

Diamanda Galas

Alguien dirá: "A la hoguera con ella".
Bromas aparte, viendo tanta bazofia apuntada al carro de no sé qué música "gótica" o "siniestra", me parecía de justicia resaltar a esta autora de formación clásica y con una propuesta de lo más sugerente.

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viernes, 6 de junio de 2008

Un cierto trazo sesgado

Algunos (y de eso estoy seguro) habrán estado esperando con impaciencia este momento, pues no hay duda de que Lars von Trier es uno de los grandes animadores de la escena cinematográfica desde hace ya algunos años. No se preocupen que intentaré darle un huequecito a casi todos los que pueda.
Si quieren, podríamos abrir debate (aunque ya empieza a cansar) sobre lo que supuso dogma95, cuyo "enorme" impulso parece ya apagado, pero de entre la interesante y variada filmografía de este extravagante danés, la que sigue siendo mi preferida (y es la primera suya que vi) es la maravillosa EUROPA.
EUROPA recoge la fastuosidad del mejor Coppola y la inventiva visual de Kubrick para meternos de cabeza en una cuenta atrás sin retorno y, de paso, reinventar el fantástico en clave de "cinecómic", adelantando en casi veinte años a lindezas como SIN CITY o 300.
Ya en la primera y terrorífica secuencia, la hipnotizante voz de Max von Sydow nos introduce en una Europa demencial, devastada por la guerra, utilizando la primera cuenta atrás. Lo único que podemos ver es una vía en medio de la noche, iluminada por un tren que avanza incesantemente y que nos da la sensación de ingresar en un sueño (pesadilla, en este caso).
Lo que sigue nos descubre a un director en estado de gracia. Maneja bien tanto las multitudes en la estación de tren como las intimidades de una aristocracia sumida en la ruina moral, física y económica.
Nunca sabemos si lo que vemos es blanco y negro, pues de repente vemos ramalazos de color que enfatizan lo que el director pretende mostrar sin palabras. EUROPA contiene algunas de las escenas más impactantes del cine (creo que muy bien heredadas de su compatriota Dreyer), como un momento mágico en el que una catedral repleta de gente se ve invadida por la nieve al carecer de techo; o el suicidio del oficial, donde el color de la sangre devora el blanco y negro inicial.
Pero las grandes películas están obligadas a tener un final digno, si no sólo quedarían en correctas, y el final de EUROPA es, al mismo tiempo, un mazazo en la boca del estómago y un lento avance hacia lo inevitable. Habíamos quedado avisados desde la primera secuencia, al igual que el protagonista (¿qué diablos ha sido de Jean Marc Barr?), somos arrastrados a un fatídico desenlace. Cada acto que cometemos nos acerca cada vez más a EUROPA.
A menos que sufriese una grave bancarrota, no me explico el porqué del paso de von Trier de esta muestra de CINE EN ESTADO PURO a ese otro cine (perdón por la expresión) tacaño, imponiendo limitaciones donde debería presidir el disfrute del maestro que mueve los hilos a su antojo. En fin, tanto torpe por ahí con grandes presupuestos y medios y grandes creadores dando pasos de cangrejo. Afortunadamente, siempre nos quedará Europa.
Continentales saludos.

Europa

Uno de los temas con más sentimiento de todos los tiempos. Nadie ha descrito mejor al viejo continente que Santana sin palabras.

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jueves, 5 de junio de 2008

Matices

Antes de empezar a hablar sobre ALL ABOUT EVE, me encuentro en la obligación, una vez más, de mostrar mi rechazo, pero sobre todo mi incomprensión, hacia esa inexplicable tendencia ibérica que se llama doblaje. Intenten imaginar que se doblaran los discos. Absurdo ¿verdad? El problema es que incluso lo absurdo termina por aceptarse a fuerza de ser impuesto y nunca cuestionado.
ALL ABOUT EVE podría ser un buen ejemplo de esto. Esta obra maestra del maravilloso Joseph Leo Mankiewicz contiene algunos de los diálogos más lacerantes de la historia del cine, y la mayoría en boca de una Bette Davis inmensa que dota de sentido, con su acento nasal y sureño, a la superestrella que acepta su derrota, desciende a la tierra y adopta su condición humana antes de ser destrozada por la maquiavélica Eve, una más que correcta Anne Baxter.
Todo esto queda perfectamente reflejado en la primera secuencia, que supone un alarde de encuadres fijos y miradas que lo dicen todo. Con esa sutilidad que J.L. maneja tan bien, accedemos de sopetón (y esto es dificilísimo) al interior de los personajes que luego van a sustentar este drama de celos, envidias y engaños. Y todo narrado en tercera persona por el personaje más retorcido de todos, como no podía ser de otra manera, un crítico teatral, un magistral George Sanders que es todo cinismo y segundas intenciones. Ilustra esto a la perfección la memorable escena en la que mantiene un esclarecedor "diálogo" con la efímera Marilyn Monroe.
El verdadero latido de esta película intrincada y ambigua consiste, creo yo, en que los personajes ciertamente deambulan desnudos por un campo de minas; un mundo, el de la escena, donde se mantienen fidelidades desesperadas y se buscan iconos falsos para no caer en la locura o en la falta de identidad.
Al final Eve, acorralada, se ve obligada a confesar su verdadero yo, del que ha preferido desprenderse para alcanzar ese sueño que es dulce y amargo a la vez, que vampiriza y esclaviza a quien es incapaz de salir del escenario cuando la función ha acabado.
Desnudos saludos.

Con mucha vista

No ha habido ojos como los de Bette Davis... Bueno, quizás sí.

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miércoles, 4 de junio de 2008

Dentro del laberinto

PSYCHO es más que una película. Es la fundadora de un género, el cine de psicópatas asesinos, y contiene tantos matices que podríamos hablar de dos y hasta tres personalidades en una, la auténtica cinta esquizoide.
Aún nos sigue descolocando su fetichismo adelantado para la época, sus trazas de travestismo, la imposibilidad de entender a Norman Bates.
Hitchcock nos mete en un callejón sin salida donde la tragedia se palpa ya desde el principio. El hecho de que las víctimas no sean precisamente unos angelitos hace que, de repente, sintamos incluso cierta empatía con un tipo cuya motivación es simple: matar.
El problema está en saber quién es el verdadero asesino. Éste podría muy bien ser la víctima. De su doble identidad, de su dificutad en las relaciones sociales, de su aislamiento "forzado".
¿Es todo esto posible? El genial director británico borra todo esto de un plumazo utilizando un memorable primer plano (el último) de la cara de Bates. Si pudiésemos haber experimentado alguna simpatía durante el film, nuestro sentimiento final es de profunda repugnancia. Se ha jugado con nosotros, se nos ha manipulado sutilmente, y eso es sólo cosa de los más grandes.
Luego está la ducha, que supone un alarde de montaje y utilización del sonido y la fotografía. Y esa casa que es tan terrorífica (si no más) que lo que alberga.
PSYCHO es, por tanto, el origen al que deben mirar todos esos aficionados al terror malsano para comprender que siempre fue más efectivo sugerir que mostrar y que ya es una idiotez vover una y otra vez a los mismos recursos.
Se puede decir lo que se quiera, pero esa rareza que hizo Gus Van Sant supuso una gran voz de alarma para el cine de terror: hemos perdido gran parte de nuestra capacidad de asombro.
Pero hay que leer entre líneas. Buena película para ello.
Maternales saludos.

Lark´s tongues in aspic

Es que veo este tema en una secuencia totalmente hitchcockiana ¿o no?

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lunes, 2 de junio de 2008

Me llaman calle

Lo primero es pedir perdón por haber utilizado el nombre de un tema del pesado de Manu Chao.
Lo segundo es dar las gracias a Nino Rota por hacer que broten lágrimas francas con apenas un par de compases.
Lo tercero, una cosa bien sabida: Fellini es el director italiano más grande de la historia.
Sé que las voces discrepantes serán muchas, pero, curiosamente, me alegro, ya que eso habla muy en favor de una cinematografía (la italiana) que desde hace ya más años de los deseados se encuentra en una especie de stand by creador. Y eso que antes de la irrupción "nouvellaguera", la bota de Europa reinó dentro y fuera de sus fronteras ¿O es que alguien hubiese concebido, por ejemplo, A BOUT DE SOUFFLE sin haber visto antes ROMA, CITTÁ APERTA? ¿o la demasía colorista de LE MÉPRIS sin la genial paleta del desbordante Antonioni?
Mi reivindicación de Fellini (no hace falta, claro) está encaminada, sobre todo, hacia su imaginería, pues los temas, por aquel entonces (me refiero a los cincuenta y sesenta), ya iban dados.
LA STRADA es el perfecto ejemplo en el que se utilizan todos los elementos del neorrealismo en beneficio del barroquismo felliniano ¿pueden coexistir dos cosas tan diferentes? ¿cómo se hace para, con extrema sensibilidad, mostrar una historia arquetípica del microverso neorrealista y que siga, cincuenta y cuatro años después, siendo tan universal?
La historia de Zampanó y Gelsomina, la del taciturno forzudo ambulante que compra (y Fellini no tiene, felizmente, ningún empacho en usar este tan neorrealista recurso) a la campesina deseosa de ver mundo, de convertirse en artista, también es la historia, por ejemplo, del Quijote y Sancho Panza, o la del gordo y el flaco, o, más recientemente, la del gruñón Shrek y el asno que, mira tú por dónde, termina por robarle todo el protagonismo.
La verdad es que Anthony Quinn (aun con doblaje italiano de por medio) está inmenso. Es la sinrazón de la fuerza y el sufrimiento de la miseria. Una gama de matices que resulta imposible encontrar actualmente (quizás Keitel).
El contrapunto perfecto es Gelsomina, una Giulietta Masina que toca la trompeta (nunca olviden la escalofriante partitura de Rota), mimetiza a Chaplin como jamás cómico alguno lo haya hecho en la pantalla y pone al descubierto que Zampanó, aunque profundamente enterrado, también tiene un corazoncito.
Y luego está la calle, como bien dice el título. La calle es un personaje más en este místico ejercicio de realidad. La calle se ve, se siente, vemos a la gente asistiendo a los espectáculos, la vida en las tabernas, el circo ubicado en las afueras de la gran ciudad reclamando su exotismo, el no tener nada que ver con rutina alguna. No he visto nunca filmar la calle como la ha filmado Fellini, pero claro, si encima algo tan cotidiano, tan visto por un urbanita, es capaz de evocar una poesía visual tan brutal, entonces no hay duda de que nos encontramos ante una cima más del cine y de que son ya demasiados los que, sin nada que decir, se suben al carro de cierta absurda estética circense. Omito nombres por no herir sensibilidades, pero espero, al menos, haber sido lo suficientemente sutil al principio de esta reseña que sólo pretende servir como pequeño homenaje a uno de los magos de esto tan complicado que se llama cine.
Un saludo desde el alambre.

La muerte de un trompetista

Maravilloso tema de los navarros El Columpio Asesino. Sólo son imágenes de Auckland, pero creo que a Gelsomina le habría gustado.

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domingo, 1 de junio de 2008

El declive del imperio americano

Existen muchas maneras de traspasar el lenguaje literario, sus recursos, al cinematográfico; no quiere decir esto que sea sencillo ni que el resultado satisfactorio esté garantizado. Primordial suele ser partir de una buena obra literaria; de gran ayuda que el adaptador sea hábil y domine el medio en el que incurre o, como mínimo, que se trate de un buen y abnegado artesano y no líe más de lo imprescindible el mejunje.
La adaptación perfecta es SHORT CUTS. Sí, claro, podríamos poner doscientos ejemplos y todos diferentes, pero voy a intentar explicarme y trataré, como en ocasiones anteriores,ser breve.
Lo primero es que Robert Altman es uno de esos casos excepcionales dentro de la industria yanqui en los que se puede (y debe) hablar de un autor de plenos poderes. La obra a adaptar no es única, sino que se trata de una serie de relatos de Raymond Carver, al que no dejaremos de recomendar desde aquí. Altman propone unir varios relatos y darle una estructura única, movible pero cohesionada. Hasta aquí, si fallase algun elemento de los anteriormente descritos, lo más lógico sería encontrarnos ante un pretencioso ejercicio supuestamente autoral que va a poner patas arriba la historia del cine. No, los ejemplos de MAGNOLIA (burda copia de la cinta de Altman, aunque con interesantes hallazgos interpretativos) o CRASH (la peor película que he visto en años) reafirman el hecho de que SHORT CUTS es una obra seminal y una enorme prueba de virtuosismo narrativo.
Sería interminable relatar el extensísimo reparto (excelentes, en todo caso, Tim Robbins y Tom Waits) y, además, creo que la idea de Altman consistía en esa coralidad bien entendida que, curiosamente, cuenta con un gran maestro en España, como es Berlanga. Pero esa es otra historia.
Aparte de lo fundamental e impactante que resulta su estructura, SHORT CUTS es también un acertadísimo retrato de las frustraciones, fobias y fracasos del americano medio, algo que siempre ha presidido el imaginario del director de Kansas y le ha conferido la etiqueta de autor incómodo de asimilar para una industria poco acostumbrada a la autocrítica.
Descubrí a Altman con este film y en plena adolescencia, con ansias de nuevas sensaciones y con a amplitud que da la inexperencia; quince años después, me parece más necesario que nunca el visionado de esta obra nada moralista en unas escuelas (las nuestras) que contribuyen demasiado a la idiotización de nuestro relevo generacional. Pero "aplíquese el cuento" debe ser una frase que desaparece instantáneamente cuando la cosa esa de la toma de poder.
Saludos cruzados.

El duque y las mascotas

Bowie se cruza con Eno, componen esto; los Pet shop boys lo remezclan y acaban todos en un escenario. Digno de Altman, sí señor.

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Por cierto: MENSAJE URGENTE AL DESAPARECIDO EN COMBATE WEDGE: URGENTE REVISIÓN DEL QUIZ INDÉFILO, POSIBLES RESPUESTAS...
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!