lunes, 31 de enero de 2022

En ninguna parte, a ninguna parte


 

NINE DAYS pasará como lo que es, una historia muy interesante con una realización pésima, recargada, tendente al engolamiento más falso, el que va disfrazado con su mantita de falsa modestia. Es una película de la que, una vez finalizada, no se sabe nada; ni su trama, ni sus tropos, ni si la podemos considerar como un error de planificación. Personalmente, es un film que me irrita, porque sí que veo una historia con potencial, pero que está tan sumamente mal contada que parece otra cosa, un chiste que nos quieren hacer pasar por serio. Se trata (o eso creo, lo juro) de un sitio en ninguna parte, al que va llegando gente; allí hay dos personas con pinta de funcionarios, rodeados de archivadores y ordenadores un poco cascados, y cuya función es entrevistar a esos recién llegados (de los que, insisto, no sabemos un carajo en toda la película) como si fueran entrevistas de trabajo, aunque el motivo es otro más inesperado. Estas personas podrían recuperar sus vidas tras haber fallecido, y para ello se les otorga de un breve espacio de tiempo para que se ganen el derecho a volver a nacer. Podrían... o no, y ahí está el dilema, porque tras dos horas de película, al menos yo fui incapaz de deducir por qué diablos uno lo merecía y el otro no. Ahora sí, mucha cámara en mano, plano "naturalista", frase de Mr. Wonderful, para terminar ofreciendo el enésimo cruce entre Malick y Coelho... Y no me parece un desastre absoluto porque, repito, el concepto del argumento no está nada mal.
No, no pierdan el tiempo con ella.
Saludos.

domingo, 30 de enero de 2022

Rincón del freak #492: Pendencieros sin fronteras


 

El inefable Joe D'Amato vuelve a asomarse por aquí, y con el que posiblemente sea su título más emblemático. Estrenada con varios títulos, dependiendo del país, en Italia fue ROSSO SANGUE (supongo que aprovechando el tirón del giallo), aquí en España se conoció como TERROR SIN LÍMITE, mientras que para el "mercado internacional" ostentaba un escueto ABSURD, que en principio no parece un título significativo para un film de terror. Pero tiene su explicación, ya que la película narraba a un extraño asesino serial (un George Eastman sin una sola línea de diálogo), que se carga a cuanto ser humano que ose cruzársele en el camino, mientras es asimismo perseguido por un no menos extraño sacerdote, que no sabemos si quiere darle caza o la comunión. El asunto es que este monstruoso tipo (recordemos que Eastman, de nombre real Luigi Montefiori, mide más de dos metros) ha sido sometido a un extraño experimento, según el cual literalmente no puede ser dañado, ya que sus órganos tienen un factor de curación híper rápido, como si de un Lobezno psicópata se tratara. Así, la película se desarrolla entre las fechorías de este señor, al tiempo que los ppolicías que lo buscan se quedan perplejos por sus facultades curativas. Curiosamente, y aun con todas las reservas hacia este tipo de cine y su director, es un film entretenido, con algunos recursos visuales imaginativos y el punto justo de crudeza. Una ensalada para iniciados en el giallo extremo, que se acompañaba de una partitura que no estaba nada mal, a cargo de Carlo Maria Cordio. 
Si se ve sin prejuicios, tiene su gracia...
Saludos.

sábado, 29 de enero de 2022

Tiempo detenido


 

THE HUMANS es, por su condición de adaptación teatral, una película obligada a sortear numerosos dilemas técnicos, que la ralentizan en demasía, cuando no la despojan de gran parte de su sentido. Un sentido que es más indeciso que sobrio, y que se aprovecha de su estupendo elenco, donde sobresalen los veteranos Richard Jenkins y Jayne Houdyshell, quien precisamente ganó un Tony por la obra teatral. Uno no sabe si el film se aprovecha del espacio único (un enorme pero desvencijado apartamento junto a la zona 0 neoyorquina), o por el contrario el lenguaje cinematográfico, que necesita respirar otros oxígenos, la hace caer en una pesada e insalvable monotonía. Es ésta una historia de confesiones en mitad de la cena de acción de gracias, donde una familia se va deshojando a sí misma a medida que el día avanza, aunque podríamos considerar que no entramos aquí en terrenos tan escabrosos como cabría esperar. La hija mayor (Beanie Feldstein) se ha mudado recientemente junto a su pareja (Steven Yeun), y el apartamento, repleto de humedades y ruidos extraños, como desnudo de mobiliario, es ese espacio impersonal donde a uno no le importa sincerarse. El film está bien construido, pero desconciertan sus repentinos cambios de tono, especialmente en su parte final, bastante exagerada, y sin que yo pudiese atisbar un motivo indiscutible para ello. Por lo demás, es un estimable debut en pantalla grande, y habrá que ver si dispone de alguna continuidad.
Saludos.

viernes, 28 de enero de 2022

El cinéfilo ilustrado #2


 

Sin ninguna duda, habría que considerar TARGETS, de 1968, como la verdadera primera película de Peter Bogdanovich. El dato no es baladí, en tanto que, pese a su bajísimo presupuesto, se atisban algunas de las obsesiones cinéfilas más recurrentes de su autor. Estructurada en dos narraciones paralelas, la primera nos remite a Byron Orlock (Boris Karloff, en la que sería su última actuación), una antigua estrella del cine de terror, que está deseando jubilarse y vivir sin ataduras contractuales. Mientras, vemos el plácido día a día de un joven, que aparentemente tiene una vida normal y feliz junto a su esposa, pero que sólo tiene una obsesión: las armas de fuego. Durante  casi todo el metraje, Bogdanovich invoca a ese fantasma pretérito, con las facciones de un espléndido Karloff, que se resiste a seguir siendo utilizado por "jóvenes directores sin talento", en un ejercicio de metacine, quizá algo rudimentario, pero que denota a un autor genuino. Mientras, la amenaza del asesino en serie en potencia, va desplegándose con morosidad, poniendo énfasis en esa cotidianidad falsamente idílica, y desembocando en una parte final que explicita el homenaje a otro grande, Hitchcock. En el espacio de un autocine, el loco dispara indiscriminadamente, mientras vemos a Karloff en la pantalla, interpretando a uno de sus monstruos. Finalmente, ya sabemos quién es el monstruo real, por si se nos había olvidado...
De haber dispuesto de mayores medios, a día de hoy sería un título de súper culto.
Saludos.

jueves, 27 de enero de 2022

Lienzo pequeño, pinceles grandes


 
En clave de poema indescifrable, rugoso, extrañado, con tinta que no se seca nunca, Claire Denis filmó en 2001 una de las películas de terror más inclasificables que he visto jamás. TROUBLE EVERY DAY podría ser explicada como un vampirismo enfermizo, patológico; la sed de sangre como enfermedad, locura sin sentido ni cabida en lo cotidiano, o, yendo aún más allá, una pulsión secreta acerca de los deseos que obligamos a permanecer en la oscuridad. Como narración, el film es raquítico hasta lo primario; como experiencia sensorial, Denis demuestra que posee ese toque diferencial, de pintora de exquisita sensibilidad. El equilibrio es complicado de digerir, y no consigo, tras algunos visionados, entrar por completo en esta esquizoide fábula entre Cronenberg y Grandrieux; o me quedo corto, o se queda corta. Si por el contrario, usted es de los que disfruta entre visceras y cunilingus, al ritmo elegantísimo de los Tindersticks, estará en el sitio indicado.
Saludos.

miércoles, 26 de enero de 2022

Un sumidero de coherencia


 

Lo peor que le podría pasar al cine de superhéroes, tiene que ver más con no mirar a los sucesivos reciclajes a los que periódicamente se someten los comics, que con buscar un lenguaje propio y diferencial. Todo lo que veamos en la pantalla ya estaba antes en las viñetas, así que es mejor no ponerse tan estupendo y creer que todo puede valer, incluso incrustar a una señora ganadora del oscar en un film con un coeficiente intelectual abrumadoramente escaso. No logro comprender qué hace que ETERNALS haga honor a su nombre y se vaya a las dos horas y media; la historia es tan simple, que la sensación del chicle estirado sobrevuela un metraje cuestionablemente inacabable. No es lo peor, porque lo peor es el groserísimo trazo que separa los segmentos dirigidos por Zhao, y los que son meros insertos corporativos, que con un simple cambio de vestuario identificaríamos con cualquier otro título Marvel... o DC. Sí, porque constantemente he tenido breves deja vu, en los que he visto a la JLA, y ese Superman de nuevo cuño, malhumorado y taciturno. Los chistes no tienen gracia, y las peleas tampoco. Todo se reduce a un mareante intercambio de postales de gran angular colorido, seguidas de los "momentos Zhao", en los que no puede faltar un cielo con nubarrones violeta, o un cercado para domar caballos... De verdad, he intentado entender por qué cojones se ha hecho esta película, y por qué se ha hecho así. La respuesta, como siempre, la tiene gente más avisada que yo...
Le salvo la última media hora, y no estoy muy seguro de quién la ha dirigido.
Saludos.

martes, 25 de enero de 2022

Las tierras perdidas


 

El caso de RETURN TO OZ es de verdad curioso. Concebida como la gran película de fantasía, que Disney acariciaba desde ya demasiados años, tuvo una acogida más bien discreta, y a 37 años de su estreno no puede decirse que el tiempo la haya tratado con benevolencia. Una secuela demasiado tardía, y que quizá nadie se paró a pensar que tampoco hacía falta ponerse a competir el esplendoroso universo de L. Frank Baum con, por ejemplo, LA HISTORIA INTERMINABLE, que sí fue un rotundo éxito. Pero hay algo más intrincado en este fiasco, como la inexplicable autocensura del todopoderoso estudio (por entonces en sus horas más bajas), que mutiló y alteró el guion que Walter Murch escribió junto a Gil Dennis, haciendo que la vuelta de tuerca (en principio más oscura que la de 1939) se quedara en un ñoño y aburridillo cuentecito para niños poco exigentes. Lo tenía todo, pero recayó en las manos equivocadas, y para la posteridad quedan algunas escenas sueltas, producto del batiburrillo de su producción, que en mi opinión equivocan torticeramente el concepto atesorado por nostálgicos que crecieron con ella en la retina. No es mi caso, puesto que apenas me acordaba de dichas escenas una vez revisitadas; me alegro por quien no coincida conmigo, pero los análisis interiores es lo que tienen...
Sólo la recomendaría para sibaritas del kleenex asumido.
Saludos.

lunes, 24 de enero de 2022

La complejidad de ser complejo


 

Ser complejo no tiene nada que ver con ser interesante, ni brillante, ni atractivo. Ser complejo es no ser entendido, y eso es algo que no se puede entender hoy día, precisamente el momento en el que todos creemos merecer atención por unos méritos que sólo nosotros conocemos. El reto de hacer una película sobre un asesino en serie es el mismo que sobrevuela al entrevistarlo ¿Lo merece realmente? ¿Por qué? ¿No será que se orquesta todo un juego de vanidades contrapuestas, y que el fin no es otro que tener la última palabra, como niños enfadados? Si seguimos esta vertiente, NO MAN OF GOD se queda a mitad de camino de casi todo, lo que curiosamente la deja como una correcta película, incluso con algunos hallazgos formales, pero no tan osada como merecería su rasposa premisa. Basada en los documentos de Bill Hagmaier, el único agente del FBI que logró establecer una relación de confianza con Ted Bundy, hasta la ejecución de éste en 1989, se centra en las intensas entrevistas entre ambos, y consigue juguetear con la posibilidad de una improbable empatía, proveniente del magnetismo emanado por Bundy. Sin embargo, Amber Sealey no pone toda la carne en el asador, y queda ella misma ensimismada por el tour de force interpretativo entre un Elijah Wood que se va creciendo con su incómodo personaje, y un Luke Kirby cuyo camaleonismo puede provocar escalofríos. Una película interesante, con el freno de mano siempre a la vista, pero que supone un nuevo punto de vista a este tipo de historias. Aunque si quieren algo infinitamente más complejo, les insto nuevamente a que revisen esa maravilla que es MINDHUNTER. 
Correcta, y no es poco.
Saludos.

domingo, 23 de enero de 2022

Rincón del freak #491: Crónicas del maridaje extracinematográfico. El cinéfilo ilustrado #1


 

Llevaba ya un tiempo queriendo ponerme con la filmografía de Peter Bogdanovich, encontrándome de repente con la triste noticia de su fallecimiento, lo que me hace ponerme manos a la obra. Figura capital para entender el cine de los últimos 50 años, tanto desde una perspectiva crítica como creadora, Bogdanovich fue uno de los cineastas más incomprendidos en su país, y sin embargo idolatrado fuera de él. Su obra, su pensamiento, darían para horas y horas de debate, las mismas que él dedicó a la minuciosa disección de sus grandes referentes cinematográficos. Pero mire usted por dónde, todo el mundo ha tenido un pasado del que avergonzarse, y el primer contacto "serio" de Peter Bogdanovich con la realización, fue en 1967, con una desastrosa "apropiación indebida" de Roger Corman, que por entonces dedicaba su fondo de catálogo a la inserción de imágenes de oscuros films soviéticos en pobrísimas producciones (por llamarlas de alguna manera) que jugaban al despiste con el espectador de entonces, que probablemente esperaba alguna superproducción de postín. Así se gesta VOYAGE TO THE PLANET OF PREHISTORIC WOMEN, cuyo rimbombante título esconde una penosa idiotez de serie ultra-Z, donde lo único rescatable son precisamente las escenas de una película de la madre Rusia, titulada PLANETA BUR, a las que Corman implanta un doblaje terrorífico, convirtiendo al cosmonauta Vladimir en el astronauta Johnny, en misión nada menos que a Venus, donde se encontrará (es un decir) con unas venusianas despampanantes, además de algún dinosaurio de goma. Esto es casi así, porque esas bucólicas escenas, de sirenas oxigenadas, fue lo único rodado por Bogdanovich, que al menos acertó al cubrirse con un conveniente Derek Thomas en los créditos, lo que le evitó un escarnio aún mayor. Yo, fíjense, no la recomendaría ni a un completista impenitente, y tan sólo podría entender a un fetichista prendado de los encantos de Mamie van Doren, aquella exuberante actriz, pionera del burlesque, que estaba justo a medio camino de Marilyn Monroe y Jayne Mansfield, y que a sus 90 años sigue estando en plena forma. 
Todo el mundo ha tenido un inicio, pero no se preocupen que enderezaremos el rumbo próximamente...
Saludos.

sábado, 22 de enero de 2022

Cine para gamers


 

No soy un gamer. Estoy lejos de serlo, y ello me lleva a analizar de forma muy distinta una película como FREE GUY a como lo haría un experto en videojuegos. Entiéndanme, no quiero dedecir que esta película no tenga ninguna valía, porque tiene algunas, y de hecho me parece que juega adecuadamente sus cartas, referidas éstas a una amalgama de géneros de la que Shawn Levy sale airoso las más de las veces. Estaríamos ante un "show de Truman" menos filosófico, y más pendiente de aprovechar las infinitas posibilidades técnicas, que son parte indivisible de su armazón. Guy es un tipo simple, muy simple, demasiado simple, que vive en Free City, una ciudad cuyo día a día es el de cualquier videojuego. Esto es: los malos y los buenos son tipos de acción armados hasta los dientes, mientras las personas normales son meros figurantes, que asisten impertérritos a cada cosa que les ocurre a diario. Sin embargo, un suceso absurdo y aleatorio hará que Guy comience a tomar a tomar conciencia de quién es y qué es el lugar donde vive, y no será una revelación sencilla de digerir. Y es una lástima, porque estoy seguro de que esta premisa argumental daba para algo un poco más profundo. En lugar de ello, FREE GUY opta por explotar la vertiente autoparódica de un Ryan Reynolds como pez en el agua, y suavizar las reflexiones filosóficas para otros más preparados y con menos miedo a innovar de verdad.
El resultado, un buen film, entretenido, buenrrollista y, cómo no, altamente indicado para esos señores llamados gamers...
Saludos.

viernes, 21 de enero de 2022

Aventuras espaciales


 

Puede que los más viejos del lugar recuerden una remota serie de dibujos animados, que relataba las aventuras de un quinteto espacial, y que tenía un especial dinamismo, en tanto que si bien sus formas apuntaban al público infantil, sus historias tenían un tinte algo más maduro. La serie se llamaba CRUSHER JOE, y debido a su éxito hubo un par de películas, aunque la buena era la primera, de 1983, que puso en pie el mítico Studio Nue, y que dirigió otro mítico, Yoshikazu Yasuhiko. Una película que, casi 40 años después, mantiene intacto su valor, incluso durando nada menos que dos horas y cuarto, que son un despliegue asombroso de lo que era la animación japonesa entonces. La película, ya digo, sigue a este heterogéneo grupo, formado por el robot Dongo, el forzudo Talos, el jovencito Ricky, la hermosa Alfin, y Joe, el carismático líder de este grupo que surca el espacio a bordo de su escurridiza nave. Me acordé el otro día casi por casualidad, y debo decir que no parece haber pasado el tiempo por este film, que es puro nervio, desenfadado e imaginativo, y con una maravillosa música a cargo de Norio Maeda, otro olvidado, que trufaba sus composiciones de un sugerente smooth jazz.
Si ni siquiera saben de qué les estoy hablando, ya están tardando en descubrirla...
Saludos.

jueves, 20 de enero de 2022

Tetraedro cruciforme


 

1. La historia es contada desde la preservación del orgullo, más que del honor. El orgullo entendido como suma de las virtudes obtenidas obstinadamente, sobre todo cuando se trata de alguien perteneciente a una cuna difícil, cuando no arrastrando una genealogía pertinente en la desdicha.
2. La historia es contada desde la comodidad del vasallo ilustrado, dispuesto a gozar de una mejor segunda vida, y que apenas puede medir las consecuencias de que alguien le hable de honores y zarandajas. La apuesta se ve reforzada por el apoyo asornado del señor, cómplice de correrías, aunque sus libertades siempre sean legítimas.
3. La historia es contada desde la convicción de la víctima, que por dicha condición se niega tan siquiera a explorar las consecuencias de las que antes hablábamos, y prefiere mezclar tanto el orgullo, como el honor, o la medida de un futuro mejor, incluso a costa de disociarlo de un pasado que se nutre de la opacidad.
4. Mi opinión es que la historia es un desastre narrativo, pero que no importa, porque hay tensión, fisicidad, miradas chungas, caballos muertos, nieve embarrada y dientes negros. Es decir, que THE LAST DUEL es una muy buena película de entretenimiento (un pelín larga, eso sí), y que es recomendable en tanto que nos trae de vuelta al mejor Ridley Scott, el que reluce cuanto menos se estruja la sesera buscando una inteligibilidad que no le sienta bien a su cine de muchas contundencias. En cambio, creerse uno que puede remedar RASHOMON y salir airoso... 
He aquí las cuatro caras de este film. Disfrútenlo.
Saludos.

miércoles, 19 de enero de 2022

Cine-catálogo


 

Cada vez estoy más convencido de que toda esta amalgama de plataformas, contenidos y demás modernidades, además de finiquitar al cine en salas, cumple otro propósito más siniestro: hacer de teletienda narrativa. Y no lo digo sólo por el tema de los aparatejos, que tanto gusta a quien se entretiene con una mosca, sino por el corolario de emociones envasadas, perfectamente etiquetadas, que hoy por hoy pasan el "control de calidad" justo antes de que las consumamos en soledad y luego reciclemos adecuadamente el envoltorio en una triste avenida vacía. En esencia, eso es SWAN SONG, una película que pretende ser el colmo de las emociones en carne viva, e incluso un festival del "giro inteligente", y termina como un bostezante catálogo de prótesis sonrojantemente supersticiosas. Un grupo de personajes al borde de la tentación intuitiva, vagan por parajes impersonales de lo que quiere representar un futuro probable. No es eso lo peor, sino sus resoluciones semánticas. Un hombre va a morirse (aunque no hay un solo plano que nos pueda convencer de ello), pero como quiere mucho a su familia decide que no va a contarles nada, así que decide ir a un sitio en la montaña donde te clonan, y así te puedes morir tranquilo mientras el clon educa a tu hijo y se beneficia a tu esposa... incluso puede que, con suerte, lleguen a divorciarse más adelante mientras tú lo observas todo junto a San Pedro. Eso ya de por sí da escalofríos, pero aún peor es algo con lo que nos hemos familiarizado alarmantemente: ¿Se han dado cuenta de que, al mismo tiempo que el susodicho catálogo de aparato hiperavanzados nos asombra, no hay una sola interacción genuinamente humana, sino tres o cuatro personajes encerrados en un espacio único? O mejor dicho: un señor y su clon podrían estar horas platicando frente a "su casa" sin que aparezca un puñetero vecino, nadie paseando al perro, ningún borracho desorientado, coche de policía o barrendero. Nada, porque todo está ya catalogado; también los cinco secundarios de marras, ya que los protagonistas son negros. Efectivamente, una blanca, un indio nativo, dos chibos y un transexual... Y todos contentos.
Irritantemente aburrida e insultantemente insustancial.
Saludos.

martes, 18 de enero de 2022

El nombre del número


 

No dispongo de un manual que me indique, de antemano, si la coña del chiste es certera o inventada; si el logos del documental es parte de la coña o no. Es la gracia de THE ARISTOCRATS, uno de esos artefactos tan indefinibles que te hacen replantearte al menos un par de certezas. Hablamos de una ¿película? ¿documental? de 2005, lo que ya es un tiempo respetable como para que supiéramos dónde está el truco. Pero no lo sabemos, y lo único que vemos es la ametralladora sucesión de cómicos prestándose a hablar de ese chiste prohibido, como una leyenda que circula por los mentideros privados, haciéndose bola de nieve, desmontando nuestras convicciones sobre corrección política. THE ARISTOCRATS es una hora y media de montaje frenético, sin descanso, como si se tratara de un monólogo coral e interminable. Calculo que debe haber como cien personajes diferentes interviniendo, la mayoría monologuistas, aunque también hay guionistas, actores o productores. Todos cuentan el chiste a su manera, y al final el chiste te sale por las orejas, ya no sabes si reírte o mosquearte; pero si eres un poco inteligente te das cuenta de que va de eso, de incomodar, o de tocar los límites hasta el absurdo, como método de medir si aún nos queda algo por dentro. No sé si han oído el chiste en cuestión, pero es posible que tenga hasta su gracia, incluso siendo tan familiar...
Saludos.

lunes, 17 de enero de 2022

La conexión improbable


 

Improbable, sí, pero también inesperada, angulosa, descolocante. Así se presenta RIDERS OF JUSTICE, una película que parece querer transitar todos y cada uno de los lugares comunes del cine de género, y termina siendo un film increíblemente original e inteligente. Inteligente, y no sabihondo. El guion de Anders Thomas Jensen no engaña, tan sólo pone de manifiesto lo complejas que son las relaciones humanas, y se aleja de los clichés justo cuando el cliché sobrevuela la pantalla. Aparentemente es un thriller, pero la comedia descacharrante está tras cada fotograma; y luego es otra cosa, un drama intergeneracional, en la que los padres no saben ubicarse ante sus hijos. La culpa de todo ello la tiene un elenco fabuloso, con un Mads Mikkelsen brutal, en el papel de un militar hiperprofesional, que debe regresar abruptamente para despedir a su esposa, fallecida en un extraño accidente de tren, y hacerse cargo de su hija. Casi es mejor no desvelar mucho de las múltiples capas que componen la historia principal, aunque es necesario indicar que confluyen la venganza, la conspiranoia y la marciana colaboración de unos personajes que nunca podríamos haber imaginado en una trama de estas características. Al mismo tiempo que se van aclarando todos los puntos oscuros, este heterogéneo grupo de personajes se va convirtiendo en otra cosa, a lo mejor una familia donde antes no había nada...
Puede que necesite un par de visionados para dimensionarla en su justa medida, pero merece muchísimo la pena.
Saludos.

domingo, 16 de enero de 2022

Rincón del freak #490: Por el camino del disparate


 

NOTHING es una curiosísima película, filmada en 2003 por Vincenzo Natali. Sorprende la nula repercusión que tuvo entonces, dada la popularidad de su director, y de hecho creo que fue directamente al DVD, sin estreno en salas. Y la verdad es que ésta podría haber sido una película que creara escuela, pero su tremenda falta de ambición lastra una historia que sobre el papel suena interesantísima. Andrew y David son el paradigma del nerd, dos treintañeros que comparten una casa alrededor de la cual se han ido contruyendo autopistas, y de la que van a ser desahuciados en breve. Uno sufre agorafobia, y es incapaz de salir apenas unos metros; el otro piensa en mudarse con su novia, hasta que descubre que en realidad pasa de él. Así, agobiados y prácticamente cercados, imaginan que sus problemas desaparecerán a la mañana siguiente... Y así es. Absolutamente todo desaparece, y ambos quedan en la casa pero rodeados de una inmensa "nada", un espacio blanco y acolchado que sólo es ausencia interminable. Podría haber sido una alegoría sobre la inmadurez, o un relato de tintes metafísicos; en lugar de ello, Natali se abandona al discreto guion firmado por los dos comediantes protagonistas, y lo que sigue es una tortuosa sucesión de gags con poca gracia. Vista ahora, no extraña que haya quedado en ese ostracismo, y apenas podrían destacarse las soluciones visuales de Natali, que vuelve a ofrecer un entorno extremo tras su celebérrima CUBE. Una frikada discreta, y poco más que eso.
Saludos.

sábado, 15 de enero de 2022

Sentidos en común


 

La principal diferencia entre DEN SKYLDIGE y su remake, aparte de que evidentemente sí es una idea original, estriba en el crescendo emocional que la de Fuqua no tiene. Además, el trabajo de Jakob Cedergren es absolutamente magistral, componiendo un registro imperceptible de sentimientos interiorizados; su rostro transmite fiereza, calma, inseguridad o hastío con apenas un pestañeo, un cambio en el tono de voz o una mirada. Hasta ahí las diferencias, pero no sé si he llegado a recomendar que se vea primero la norteamericana, y es que hay diálogos calcados, gestos idénticos, como si no pudiese existir la interpretación de lo ya existente, sino simple repetición. No hay mucho más que comentar, puesto que se trata, ya digo, de dos maneras de entender el suspense, y que estoy seguro de que cada una tiene su propio público. A mí me gusta bastante más ésta, por el mal cuerpo que te deja al final y porque el giro no es tal, sino más bien un corte abrupto e inasimilable, esta vez sí, desde un punto de vista moralmente discutible.
Magnífica.
Saludos.

viernes, 14 de enero de 2022

El menos común de los sentidos


 

Da la impresión de que THE GUILTY, más que un remake, parece una asunción, o absorción, dispersando gran parte de la intención original (de la película original), y llevando su intrincado guion hasta esferas más confortables. Todo sea por mantener a buen recaudo una moralidad tan difícil de desambiguar, obteniendo el efecto contrario y haciendo que ésta sea una película completamente diferente. Comenzaríamos por decir que hasta el famoso giro de guion, más o menos a los tres cuartos de hora, el suspense en off funciona, gracias sobre todo al portentoso esfuerzo de Jake Gyllenhaal, capaz de sostener por sí solo un guion, insisto, que se va disolviendo por mera incapacidad de adentrarse en cada uno de los puntos oscuros que va proponiendo. Con el telón de fondo de un monstruoso incendio en la ciudad de Los Angeles, tenemos el espacio único de una centralita de emergencias, donde Joe ha sido destinado mientras se resuelve un juicio que determinará su inocencia o culpabilidad, a raíz de un suceso del que vamos sabiendo poco a poco. Su vida pende de un hilo, lleva seis meses separado, y tampoco ve a su hija desde entonces. Al recibir una llamada desesperada, una mujer le dice que ha sido secuestrada por su propio marido, y que sus dos hijos se han quedado solos. Sin desvelar nada más, sí es necesario indicar que Antoine Fuqua (y sobre todo el guion adaptado por Nic Pizzolatto) patina en cuanto el misterio queda resuelto, y todo se reduce a la habilidad interpretativa de su protagonista, que no es suficiente para que este film logre elevarse de una media que es la que le corresponde, ni más ni menos. El final, estirado innecesariamente, termina por desinflar este film que se queda en eso, una adaptación para hacer caja.
Saludos.

jueves, 13 de enero de 2022

Asunción de la hipérbole ordenada


 

Y el último Goya, lo ganó Verónica Forqué en 1993 por KIKA, y a lo mejor era el más merecido, y a lo mejor estamos ante uno de sus mejores papeles. Y no es poco, porque voy descubriendo que con Almodóvar me pasa una cosa muy curiosa, y es que con su cine voy a contracorriente de la opinión general, porque esta película me gusta, y no poco. Es verdad que el final está un poco alargado, me parece que en busca de un cerrojazo de melodrama gordiano, cipotudo y cinefante; pero el resto son salpicaduras aquí y allá, conejos esquivando balas mientras sonríen, collages de celebrado surreal, cuando no directamente videoclips en gozoso encadenado. Es el Almodóvar que más me gusta, el tocapollas afilado y que se acuerda de lo que es filmar sin nada, excepto actores y equipo, aunque algunos actores aquí están para matarlos, y otros son pura anécdota. KIKA es Verónica Forqué, un papel que la define por ser bondadosa y generosa, y por maquillar a muertos que se lo hacen, o poner cuernos piadosos, y otro día ser capaz hasta de quitarle hierro a una violación, que hoy día sería el colmo de la incorrección. Es una historia tontísima, que es lo suyo, y sale Victoria Abril vestida de Gaultier adelantando lo de Tele5, y hay un programa de literatura presentado por una señora manchega jubilada, y uno quiere, una vez más reposar esa cabellera rojiza, acariciarla, y susurrar algo así como "No te preocupes, Veroniquita, que todo va a salir bien"...
Mientras le dura la sorna, es muy divertida. Luego, ya no.
Saludos.

miércoles, 12 de enero de 2022

Ganchos y caramelos


 

Y al igual que ocurría ayer, me vuelvo a enfrentar a una película cuyo argumento es ya conocido, pero precisamente yo no conozco. La versión 2021 de CANDYMAN tiene más que ver con Jordan Peele, y sus reivindicaciones raciales, que con el horror metafísico de Clive Barker, autor de la novela original. Esto tiene sus ventajas e inconvenientes, pero insisto en que no he visto la película de 1992, por lo que mis referencias se ven un poco trastocadas por falta de expectativas. Me centro en ésta, y aquí veo una mixtura de intenciones, que van desde la nostalgia reconvertida en pesadilla, los guiños a la obra original, y un grito sordo que no termina nunca de estallar. Esta CANDYMAN es más melancólica que terrorífica, y, en su inteligente uso de los espejos, nos detalla el martirio de los antiguos habitantes de un gueto, y la cínica reconversión de éste en un suburbio para artistas de clase media. Ahí había una historia, y, de haber sido desarrollada, ni hubiese hecho falta la inclusión de este curioso "monstruo", al que se invoca diciendo su nombre cinco veces ante el espejo. De hecho, los pasajes genuinamente terroríficos son los menos originales, y palidecen ante la trabajada imaginería visual, con un más que interesante trabajo de fotografía a cargo de John Guleserian, y muy especialmente con unas fascinantes sombras chinescas, que entroncan presente y futuro con maestría. En resumidas cuentas, una película mejor de lo que cabría esperar, pero ni mucho menos tan apoteósica como estoy seguro de que el propio Peele habría soñado que fuera.
De agradecer, el nulo uso de música estridente y la escueta duración.
Saludos.

martes, 11 de enero de 2022

Un plato de pasta recalentada


 

Comienzo diciendo que no me referiré a LOS SOPRANO para hablar sobre THE MANY SAINTS OF NEWARK, básicamente porque no he visto la serie. Esta película, que se presenta a sí misma como "precuela de", más bien parece un "piloto de", pero no se me ocurre el organismo de una serie que pudiese dotar de coherencia a un desastre narrativo como éste. De tener alguna utilidad, diría que bien podría servir para que nos demos cuenta de la proeza de directores como Scorsese o Coppola, no ya para encumbrar el género de gangsters, sino para crear toda una cosmovisión, luego eternamente repetida. No sé exactamente qué cuenta esto, ni por qué, ni si es estrictamente necesario haber visto la serie antes, pero sé que como obra independiente es terriblemente torpe, desaprovechando cada pequeña oportunidad de, al menos, hacer un thriller digno y mínimamente entretenido. Los personajes van y vienen, se entrecruzan por arte de magia, desaparecen, aparecen. Las tramas son callejones sin salida, con el vergonzoso añadido de que cada escena recuerda a otra cosa que ya se ha hecho antes, y mejor; una colisión de homenajes sin gracia, de clichés desgastados, de amaneramiento por incapacidad. Tiene algunas cosas, como un estupendo Alessandro Nivola en el papel principal, pero acaba siendo, pareciendo al menos, un bienintencionado intento de exprimir viejos fantasmas, por si aún quedaba una cuota sin agujerear. Debe haber gente que la disfrute, pero no es mi caso, y más me parecen dos horas muy mal empleadas, como si la HBO no tuviese cosas más interesantes que ofrecer...
Saludos.

lunes, 10 de enero de 2022

La capilla en el desierto


 

Y no podíamos rematar este mini homenaje a Sidney Poitier de otra forma que no fuese mencionando la película por la que ganó el oscar. Es curioso, porque hoy día LILIES OF THE FIELD no es un título especialmente recordado, pero allá por 1963 marcó un antes y un después en la historia del certamen, porque no sería hasta casi cuarenta años después, que otro actor de raza negra lo ganaba como actor principal. El film ha resistido sorprendentemente bien el paso del tiempo, gracias a su mezcla de comedia desenfadada y argumento marciano, porque es un delirio imaginar cómo un tipo que se dirige a ninguna parte en su coche pueda acabar construyéndole una capilla a unas monjas de Centroeuropa en mitad del desierto de Arizona. Dirigía el siempre irregular Ralph Nelson, un director con buen ojo para rentabilizar presupuestos exiguos, y que aquí acierta de pleno con una historia que perfectamente podrían haber rodado los Coen, y que puede estar pidiendo que alguien se decida a hacerle una puesta al día. Poitier está espléndido, sea enseñando inglés a estas monjitas a golpe de gospel, o poniendo ladrillos bajo un sol de justicia, y su personaje encarna al prototipo de quien puede encajar en cualquier sitio, precisamente por no encajar en ninguno. Una película tremendamente entretenida, con algunos momentos de sonora carcajada, y que nunca pretende salir de una modestia que, sin embargo, le granjeó numerosos premios, desde los oscar a los Bafta, e incluso Berlín.
A descubrir sin reticencias.
Saludos.

domingo, 9 de enero de 2022

Rincón del freak #489: El club de las causas perdidas


 

Y como no podía ser de otra manera, también Sidney Poitier probó suerte en la dirección, reuniendo un puñadito de títulos alrededor de los años setenta, justo cuando su nombre ya empezaba a imponer respeto, y podía permitirse casi cualquier cosa. Que no fue un gran director lo corrobora el ostracism de esa filmografía aparte, teniendo más de cosa televisiva que de cine en sí. Por ejemplo, A PIECE OF THE ACTION, un blaxploitation francamente estrambótico, donde compartía protagonismo con un Bill Cosby que también intentaba salirse de sus estándares de comediante chusco. Juntos daban vida a dos delincuentes, ladrones y estafadores, que dan un último y lucrativo golpe, cada uno por su lado, pero son descubiertos por un policía que se acaba de jubilar (un desnortado James Earl Jones), y que pretende chantajearles para que apoyen la institución que fundó su fallecida esposa, dedicada a la reinserción de jóvenes conflictivos. A lo largo de dos horas y cuarto insufribles, vemos a estos dos improbables pigmaliones usar los métodos más barriobajeros para, precisamente, obtener el efecto contrario, siendo la película un bienintencionado ejercicio cómico de maneras casi marcianas. Una curiosidad que incluía ballets de raza negra, mafiosos italianos de serie B y hasta una banda sonora (casi lo único rescatable) a cargo del gran Curtis Mayfield, con sobreabundancia de cortes afro, pantalones de campana y algunas escenas de acción que parecen sacadas del sótano de la Troma. En fin, que no se pierden nada si no la ven, pero sí si son extremadamente curiosos y completistas.
Saludos.

sábado, 8 de enero de 2022

Todo en un día


 

Desafortunadamente, este inicio de año está trayendo algunas desapariciones notables, y de las que no podría pasar sin rendir algún que otro homenaje. Es el caso del mítico actor Sidney Poitier, probablemente el gran eje sobre el que comenzó a pivotar el lugar que Hollywood en particular, y Estados Unidos en general, debía reconocer a los negros. Poitier consiguió rebajar el peso de lo característico, y ofrecer la posibilidad de que actores y actrices de color fuesen mirados con el mismo respeto que otro cualquiera. Era un actor extraordinario, de amplios registros y un encanto personal que magnetizaba la pantalla; durante muchas décadas, esa imagen que perduraba con una mezcla de dignidad y descaro, y que igual funcionaba para el drama social, el melodrama romántico o la comedia de cualquier vertiente. Y no creo equivocarme si digo que su película más representativa, la más recordada, es GUESS WHO'S COMING TO DINNER, que de algún modo también lleva décadas abanderando la espinosa cuestión de conciliar la obra artística con la denuncia social. Y se trata, pensándolo bien, de un film de maneras extrañas, que va mutando constantemente a partir de su anecdótica premisa. Él es un hombre negro, cercano a los cuarenta, que hace tiempo perdió a su familia trágicamente, y ella es una joven blanca, educada en el seno de una familia moderadamente liberal. Están enamorados, piensan casarse y van a decírselo a los padres de ella. Y Stanley Kramer, que conocía los resortes de la comedia como nadie, ofrece una primera mitad que recuerda inevitablemente a títulos míticos del género, y ni siquiera parece casual la elección de unos memorables Spencer Tracy y Katharine Hepburn, excepto porque la película vira hacia un segundo tramo más amargo, lúcido y desencantado, en el que todos y cada uno de los personajes empieza a ser menos políticamente correcto, y por tanto más tendente a entenderse mutuamente. Para los que no la hayan visto, por supuesto no esperen ninguna denuncia racial demoledora; en realidad, y vista hoy día, casi interesa más su desafiante estructura, capaz de combinar a la ñoñita Katharine Houghton probándose sombreros de colores, el propio Poitier enfrentándose a su padre, o un monólogo final, a cargo de Tracy, que, cerrando el ángulo, se podría incrustar en cualquier policíaco...
Hoy día puede chocar, pero tampoco se vayan a creer que hemos avanzado tanto.
Saludos.

viernes, 7 de enero de 2022

Historias del confinamiento


 

Stephen Daldry sigue sumido en una búsqueda de identidad galopante. Su cine, anclado en formas y soluciones pretéritas, ansía un lugar en una contemporaneidad que le ha dejado atrás hace tiempo. TOGETHER da fe de ello, y se intuye como una oportunidad perdida, un intento estimable de componer un relato sincero y arriesgado acerca de las consecuencias que la pandemia está teniendo sobre cada uno de nosotros. El escenario es ideal para un virtuoso, pero Daldry no lo es, y el titánico esfuerzo de James McAvoy y Sharon Horgan es sistemáticamente asfixiado por decisiones formales que no dejan al film respirar como lo que debería haber sido, un descenso al nihilismo conyugal cotidiano. En vez de eso, cada escupitajo verbal se ve refrendado con disculpas y arrepentimientos, en una danza de la cobardía que no tiene otro sentido que no sea el de no escandalizar más que lo preciso. Una lástima, porque hay momentos de brillantez dramática, con dos actores dándose réplica con gran naturalidad, pero insisto, aquí falla el riesgo, la falta del mismo, desde la dirección. Y en una película con dos actores y escenario único, no sirve hablar de falta de medios.
Saludos.

jueves, 6 de enero de 2022

Turrón blando


 

El tercer Goya se lo dieron a Verónica Forqué un poco de aquella manera. Primero porque puede que MOROS Y CRISTIANOS sea la peor película de Berlanga, pero también porque era el segundo que se llevaba ese mismo año y por un papel demasiado menor (por muy coral que fuese el reparto) y gracias a una anécdota que ella misma ha contado posteriormente, que fue improvisar un acento argentino de cosecha propia. Anécdotas aparte, la odisea de la familia Planchadell y Calabuig, propietarios de una fábrica de turrones en horas bajas, en busca de promoción en la capital del pelotazo, parece más un mosaico mal remendado de algunos grandes títulos de su autor, que me da que apenas pretendía un mordaz homenaje a los usos y costumbres valencianos. Hay muchos planos secuencia, efectivamente, pero la mayoría insustanciales, y llegado el momento es prácticamente imposible saber hacia dónde va a ir el film, transformándose en una sucesión de gags, a cual menos memorable. En aquel inmenso reparto, no era Forqué de lo peor, teniendo que soportar a unos desnortados Andrés Pajares y Pedro Ruiz como unos impenitentes caricatos. Ni siquiera a Fernando Fernán Gómez se le ve cómodo en el papel de patriarca, por no hablar de una Rosa Mª Sardá a la que no le clavan ni el doblaje. Están magníficos, en cambio, Agustín González y José Luis López Vázquez, posiblemente los dos únicos que le cogieron el aire a esta comedia sorprendentemente apagada, para tratarse de un guion firmado por Azcona. El tiempo no la ha tratado bien, y ni siquiera se le ven las habituales correspondencias que siempre han actualizado la obra berlanguiana.
Un saludo.

miércoles, 5 de enero de 2022

De visita por la factoría


 

La historia de SHANG-CHI AND THE LEGEND OF THE TEN RINGS es fácil de resumir. Comenzaríamos diciendo que su director (bueno, y todo lo que viene por detrás) hace bien en tirar por el lado lúdico, empaquetar un entretenimiento a toda pastilla, e incluso contentar a algún que otro exégeta, que también los hay. Sobre todo porque no podemos decir que éste sea un personaje "grande" en el universo Marvel, pero sí uno que ha cultivado a su alrededor una especie de aura de culto, proveniente a los alocados guiones que le reservaron sus dos creadores, Steve Englehart y Jim Starlin. El film rescata ese aroma cuasi pulp de los setenta, lo embadurna con un humor que se agradece y no repara en guiños a los comics de aquella época. Todo ello da como resultado un wuxia sin mucha grandilocuencia, y sí buenos mimbres argumentales. Y se preguntarán dónde está el problema, claro. El problema es que SHANG-CHI está hecha con un freno de mano impresionante, más que nada para que no perdamos detalle de cómo el MCU sigue con la inventiva estancada, toda vez ha encontrado un molde inocuo y que puede aplicarse a casi cualquier personaje. No sé, porque tiene cosas muy buenas (ese grandísimo actor que es Tony Leung), y otras que no se entienden si no es por el tema de las cuotas (no entiendo qué coño le ven de gracioso a Awkwafina, ni qué diablos pinta ahí Ben Kingsley). Prueba de ello es que el "gran villano final" provoca bostezos, y su supuesto poderío palidece ante una sola mirada de Leung. 
No sé, se puede ver si no se ponen tiquismiquis.
Saludos.

martes, 4 de enero de 2022

Inicios de la ficción documental


 

Hay directores que controlan su capacidad de riesgo, sobre todo cuando ya cuentan con un nombre respetado en el engranaje de la implacable industria. Los hay que se permiten alguna digresión que, de no ser por ese nombre, acabaría con la carrera de cualquiera. Los hay que, precisamente por prescindir de ingresar al circuito comercial, son considerados outsiders, aunque su repercusión queda en manos de unos pocos cinéfilos. Y luego está Abel Ferrara. Lo digo porque el director neoyorquino lleva más de 40 años esquivando golpes que le llueven de todos lados; "peleando a la contra", sí, pero soltando algún mamporro de los que hacen época. Su cine no es ni independiente ni comercial, y ha trabajado con algunos de los mejores profesionales de la industria, y las productoras se lo han rifado como ese nuevo gran renovador del lenguaje cinematográfico. Ferrara siempre ha ido a lo suyo, y ha logrado consolidar una obra repleta de fiereza, que no se alinea en ningún bando, y que sólo bebe de su propia circunstancia. Ahora bien, rodar ZEROS AND ONES con 70 años es un escupitajo definitivo al modelo de producción actual, como si se riese de quienes han obviado el elefante en la habitación, y han seguido contribuyendo al entertainment, como si en estos casi dos años no hubiese pasado nada. Ferrara filma la no-película, el artefacto que lo va desmontando todo mientras se va desintegrando; un thriller apocalíptico con mascarillas, en el que un militar vaga por las calles del Vaticano filmando calles vacías, sobornando a indigentes, mientras es perseguido por mafiosos rusos que quieren usarlo como inseminador, porque es el único que conoce el paradero de un niño al que todos buscan, y que bien podría estar en un pesebre moderno. Ferrara malea su material a puro antojo, filma con luz natural (casi siempre de noche), mezcla distintos tipos de grano y nos sumerge en una experiencia visual agotadora si no se está mínimamente entrenado. En mi opinión, lo que logra es disfrazar su devastadora crítica hacia una sociedad manipuladora e hipócrita, con los ropajes de lo que podría ser el making-off de una insustancial superproducción conspiranoica. Es tan descolocante, que su protagonista, Ethan Hawke, interpreta a dos gemelos, pero podría no haberlo hecho, porque da igual. Y porque podría ser la única película (al menos que yo recuerde), que se abre y cierra con el actor principal hablando a cámara como persona, y no como personaje... incluso para recordarnos que rodar en pandemia debería haber sido una catarsis, y desgraciadamente no lo ha sido. 
Me juego el cuello a que no les va a gustar. Yo aún sigo intentando digerirla. Puro Abel Ferrara.
Saludos.

lunes, 3 de enero de 2022

Porque somos lo que somos


 

Hay películas que se te agarran al alma y no te sueltan. Películas que hacen que sigas amando el cine como nunca, y que mantengas inquebrantable la fe sobre el arte de contar historias. Ya habían pasado unos cuantos años, pero la suposición era certera: C.R.A.Z.Y. es una de las mejores películas de lo que llevamos de siglo. Y lo digo ahora, que me doy cuenta del excepcional narrador que se nos ha ido. Jean-Marc Vallée glosa toda una epopeya vital a través de los ojos de su protagonista, y de paso nos confronta con nuestras gilipolleces y agobios, sin caer en tremendismos pero con una sensibilidad extrema, sumamente emocionante. Y dura dos horas que pasan en un suspiro, y tiene algunos de los personajes mejor dibujados que he visto en una pantalla. Y su uso de la música es magistral, y su sinceridad le impide caer en ningún cliché, como si lograra salir ilesa tras bailar un vals sobre un campo de minas. Y si dijéramos que su argumento gira en torno al descubrimiento de la homosexualidad, nos quedaríamos cortos, a años luz de la gran cantidad de temas con los que se atreve Vallé. Es una oda al desgarro familiar, al desapego, al amor sin etiquetas, a la emoción de estar vivo cuando toca estarlo, y a otra cosa que no sé poner en palabras, pero que podría ser descrito como plenitud. Una auténtica maravilla, que te hace pasar de la sonrisa (incluso la carcajada) al nudo en la garganta, y una gozada para quienes nos refugiamos en la música cuando nadie más nos entendía. Somos así, y no cambiaremos...
Muchas gracias, señor Vallée. Allá donde esté, nunca le estaremos suficientemente agradecidos.
Obra maestra absoluta.
Saludos.

domingo, 2 de enero de 2022

Rincón del freak #488: Escenas de no saber qué hiciste ayer


 

Las resacas son lo que son. Yo no suelo tenerlas, pero conozco la sensación, el galvanizado de las células, los músculos apaleados, los sabores como amargo ruido blanco. Las fiestas traen resacas, como los vientos tempestades, o la tranquilidad guerra súbita. Si será un buen año se dirimirá por lo fuertes que sean los olvidos, no por recuerdos que no queremos que vuelvan. Ha sido un año para olvidar, porque no hemos podido olvidarnos del anterior, y es mucho acumular, como se acumula la nieve a la puerta de las casas suecas. Por eso me acordé de algo, un cine sueco que no se lograba decidir por bucear en las profundidades bergmanianas o festejar lo muy libres que se sentían al soñar con mallorquinas sensaciones. Jörn Donner era una rara avis, y se murió el año pasado, por cierto. No era sueco, sino finlandés, amigo personal de Bergman, quien le presentó nada menos que a Harriet Andersson, y llegó a compaginar el cine con la escritura, la política y la diplomacia. Y también filmó sobre esas resacas en las que terminas casado sin saber por qué, como en BAKSMÄLLA, que a ratos parecía indagar en las "escenas matrimoniales", y seguidamente recreaba coitos en hora punta. Mientras, la nieve acumulándose fuera, las amantes inglesas buscando la ropa, y ese anillo que no se sabe cómo llegó hasta ahí, como un vendedor de seguros despistado, o un San Bernardo inflado a huesos. Es ahí cuando te das cuenta de por qué en algunas culturas son imprescindibles las saunas...
Saludos.

sábado, 1 de enero de 2022

Exagerado por todo caudal


 

MALENA ES UN NOMBRE DE TANGO era la evolución lógica desde LAS EDADES DE LULÚ, algo así como sentar la cabeza sin renunciar a pequeñas maldades, aunque el resultado se parece más a esa ropa que compramos a sabiendas de que nunca nos la vamos a poner. Malena es una niña rebelde, a la que no le gusta que le digan lo que tiene que hacer, que tiene una tía medio monja y medio puta, y cuyo abuelo le ha dado la última gran joya de la familia, probablemente conseguida por un antepasado en dudosas acciones. A partir de ahí, crecer, los veranos, el sexo, saber que ser rebelde deja de ser divertido cuando ya eres adulto y la gente empieza a dejar de preocuparse de ti. Una película de los noventa, con Ariadna Gil, gente doblada (esas coproducciones), aquella magnífica actriz tan poco reconocida que es Marta Belaustegui, o la constatación de que a Almudena Grandes se la entiende mejor desde sus páginas, aunque aquel breve estado de hype no se lo quita nadie. Es exagerada para lo que cuenta y tiene una escena navideña con búlgaros borrachos que da vergüencita; y al final, todos sabemos cuál iba a ser la redención/salvación de la pobre Malena...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!