martes, 31 de agosto de 2021

El abismo siempre devuelve la mirada #1


 

Comenzamos aquí y hoy un nuevo monográfico, y el elegido es un director inusual, aunque cualquier adjetivo, por extraño que sea, se le puede quedar corto a este satélite indescifrable, quizá no el único que se ha atrevido a mirar más allá de tabúes y moralidad, pero sí uno de los pocos capaces de, sin regodearse, haber estructurado toda una obra artística en torno a esos "rincones sin iluminar" de nuestra aburrida, miserable y, en ocasiones, abyecta existencia. Todd Solondz podría suponer una especie de puente intransitable entre John Waters y Woody Allen, pero ni resulta gratuito como el primero, ni se ha acomodado como el segundo. Y cuando parece que su discurso se basa en "decir la más gorda", siempre hay un deje de áspera melancolía, como un poema de Roger Wolfe, como un tema de Tom Waits... pero en clave cutre y desmitificadora. Y como todo tiene un principio, también lo tuvo la carrera cinematográfica de Solondz, allá por 1989 y obviando los cortos rodados semiprofesionalmente. Aunque es justo indicar que FEAR, ANXIETY & DEPRESSION es una película completamente repudiada por su director, debido a la vergüenza (en sus propia palabras) que le produce haber pergeñado un pálido remedo de ANNIE HALL, tanto como a la intromisión de los productores, lo que le llevó a replantearse seriamente si no estaría equivocando la ocupación. Es curioso, porque su protagonista, Ira (interpretado por él mismo), es un eterno aspirante a dramaturgo, debatiéndose entre el sempiterno e irritante dilema de "arte o éxito", y que cuando comprueba que la vida no es ni una cosa ni la otra, duda de todo y de todos. Suma de todos los tics del pagafantas genuino, Ira se enamora de cada mujer que ve, pero no soporta a su devota novia; y mientras tanto, malvive con las asignaciones paternales, que se terminan cuando los progenitores asisten a una obra autobiográfica de su hijo, en la que no salen muy bien parados. Es, sin duda, el film más flojo de su autor, como un bosquejo urgente (aunque Solondz contaba ya con 30 años), repleto de guiños a otras cosas antes mencionadas, cuando no directamente copiadas. Y aun así, pese a toda su imperfección, y tal y como será una constante en toda su obra, hay algo muy serio, y muy chungo, y muy jodido, latente tras esas frases en el margen contrario de la solemnidad, como si el tono cómico no lo fuera más que "presuntamente". Es entonces cuando Todd Solondz dispara cargas de profundidad, casi pidiendo perdón, pero dejando un reguero de cadáveres a su paso...
Saludos.

lunes, 30 de agosto de 2021

Los torcidos


 

Es un cine, el de Aleksei Balabanov, en constante tensión entre la extrema sensibilidad formal y el caos de su discurso. El director ruso, que dejó un buen puñado de títulos antes de fallecer prematuramente en 2013, sigue siendo objeto de estudio y análisis, y sus composiciones, aun inscritas en cierta tradición del cine soviético, pugna por derribar fronteras y crearse sus propias reglas. PRO URODOV I LYUDEY (DE MONSTRUOS Y HOMBRES), de 1998, nos sumergía en una historia repleta de hipocresía y amoralidad. Por un lado, se nos presenta a dos familias burguesas, aparentemente normales, pero en las que se infiltrarán sigilosamente tres individuos con intenciones no del todo claras. Una está formada por una joven infelizmente casada con un hombre mucho mayor; la otra, por un médico, su esposa (una profesora de piano ciega) y sus hijos siameses, que se presumen adoptados. Sea mediante la seducción o el puro chantaje, dos de estos personajes colonizan la mente de ambas mujeres, hasta el punto de utilizarlas en sesiones fotográficas desnudas, y posteriormente para que el tercero (un joven estudiante del recién nacido cine) las filme en siniestros cortometrajes cercanos a una especie de soft BDSM, con el fin de proyectarlos a grupos reducidos de hombres. Balabanov demuestra una poesía visual apabullante, con imágenes que parecen extraídas directamente de un tiempo pretérito, con una espectacular fotografía en sepia, obra de Sergei Astakhov, y un montaje con intertítulos que remite directamente al cine mudo. Una película, sin embargo, y sin ser nada larga, con un ritmo exasperante y no para todos los paladares.
Saludos.

domingo, 29 de agosto de 2021

Rincón del freak #470: Las reglas del tío Jess


 

Según el tío Jess, ésta es la imagen que debe ir justo después de que los arriba presentes descubran a sus amigos muertos en mitad del desierto. Así visto parece un episodio de los Morancos, o un quinqui pagándole la mercancía en especias a un moro. No, porque se trata de una película de Jesús Franco, y ahí todo vale. El engendro en cuestión es LA TUMBA DE LOS MUERTOS VIVIENTES, cuya razón de ser proviene de una especie de oasis que nos quieren hacer pasar por africano, aunque está en Gran Canaria. No hay molestia por ello, pues abundan los carteles de agencias de viajes, y el Land Rover es matrícula GC letra O, aunque lo han convertido en gramática árabe con algunos rayajos... No me molesto en contarles nada más, porque da exactamente igual; gente haciendo como que habla, raccords inverosímiles, maquillaje de 1º de primaria, bigotes falsos, otra gente dándose el lote tras conocerse un minuto antes, o el detalle de que si alguien es musulmán debe llevar un gorrito que tal. No sé de qué iban puestos, o si todo obedece a un plan orquestado desde el más allá para resucitar al maligno; sólo sé que la sensación mientras ves esta película (por decir algo) es de que estás siendo observado por una cámara oculta, quizá para registrar tus reacciones y colgarlo como un tutorial chorra en YouTube...
El horror...
Saludos.

sábado, 28 de agosto de 2021

Más fuerte que el odio


 

WEST OF ZANZIBAR es eso, una película que intenta reflejar un odio tan intenso que sólo pueda ser sofocado mediante una prolongada y retorcida venganza. Tod Browning filmó esta malsana historia en 1928, contando con Lon Chaney en el papel principal, un anti-protagonista tremendamente complejo, y que pasa, en poco más de una hora, por todos los estados vitales posibles. Todo comienza en el espectáculo del mago Phroso, que en un día fatídico pierde a su esposa, engañada por un supuesto amante, que además, en un forcejeo con éste, caerá por las escaleras, quedando parapléjico. Después de un tiempo, la mujer regresa gravemente enferma, y con una niña que Phroso repudia de inmediato, aunque le permite encontrar la pista del hombre que se llevó a su mujer, convertido en traficante de marfil en Zanzíbar. El film da un giro tan impactante como la transformación de Chaney, a partir de entonces "Piernas Muertas", que obtiene la ayuda de una tribu gracias a sus trucos de magia. 
Película sin muchas florituras, recrea ese odio visceral a través de la flamígera mirada de su protagonista, cegado por la venganza, e incapaz de ver la verdad hasta que es demasiado tarde, y la última revelación le golpea aún más fuerte. 
Completaban el reparto Lionel Barrymore, Warner Baxter y la malograda Mary Nolan, una actriz de vida tan tortuosa como su propio personaje. Aventuras, caníbales, máscaras tribales y todos los ingredientes para un film tan exótico como reivindicable.
Saludos.

viernes, 27 de agosto de 2021

La despedida del cowboy


 

Harry Dean Stanton falleció en 2017, dejando una larguísima nómina de títulos y una trayectoria respetada y encomiable. Antes, como por encantamiento, dejó para la posteridad LUCKY, una pequeña maravilla, una despedida en clave de ficción, pero que casi parece un documental involuntario sobre la perplejidad de un hombre que ha vivido demasiado ante un mundo que lo mira como a un alienígena de otro tiempo. Lucky vive solo, en un apartado pueblo en mitad del desierto, y a veces va a tomar un café, o al bar a por un Bloody Mary. Sus vecinos lo adoran, pero ninguno parece entender su carácter hermético, cincelado a base de frases cortas, que más allá de sentenciar dejan abierta cualquier interpretación. La muerte está presente en cada mirada, cada acción, y ésta es aceptada como una compañera paciente y piadosa, nunca como una amenaza. Lucky no para de fumar, pero tiene una salud de hierro según su médico; sin embargo, lejanos recuerdos de infancia y juventud son cada vez más frecuentes, como si necesitara poner en paz algunos asuntos antes de la última marcha. Y entre el primer fotograma y el último, una tortuga de 100 años llamada "Presidente Roosevelt", y cuyo dueño es un personaje interpretado por David Lynch, cruza la pantalla con lenta determinación. Es la elocuencia de un actor en labores de dirección, John Carroll Lynch, que le hizo este último regalo a un colega, un maestro sabio y silencioso, como son los maestros de verdad...
Una preciosidad.
Saludos.

jueves, 26 de agosto de 2021

Lo que sienten las mujeres


 

Un título muy olvidado de ese gran director que fue Richard Brooks es LOOKING FOR MR. GOODBAR, sutilísimo paseo por la vida de uno de esos escasos ejemplares de "mujer verdaderamente liberada". Ya sabemos que este eufemismo se acepta desde su misma imposibilidad, por cuanto se comete el error de obviar que lo usual es "copiar el modelo masculino", y más concretamente sus puntos más oscuros. Sin embargo, hay algo de alto riesgo en el personaje interpretado por una omnipresente Diane Keaton, y que una mirada rápida calificaría como "ligera de cascos", cuando no algo peor. Se trata de una mujer joven, con escaso apego al compromiso, y un apetito sexual voraz y repleto de curiosidad, lo que la lleva a acostarse prácticamente con un hombre diferente cada noche. En el otro extremo, descubre un inesperado placer dando clases diurnas a niños sordos, en claro contraste entre esto y el desenfreno nocturno. Película áspera, incluso desagradable en cuanto a la moralidad que despliega, a mí me parece muy adelantada para 1977, y un sorprendente ejemplo de la dureza que Brooks siempre imprimía a sus relatos de seres desubicados y frágiles, enfrentados a un mundo que no les acepta, censurándolos desde la hipocresía más absoluta. El final, decididamente terrorífico, habría obtenido mayor eco de haber sido rodado por otro cineasta menos modesto en sus pretensiones, y es una vorágine expresionista y de una potencia visual aterradora.
Muy recomendable para quien no la conociera aún.
Saludos.

miércoles, 25 de agosto de 2021

El lienzo y la alambrada


 

Convergen muchas cosas en una película tan aglutinadora como es JOSEP, mirada piadosa y un poco culpable de un francés hacia donde Francia casi nunca ha querido mirar. En Francia hubo campos de concentración, y los manejaban franceses, y allí eran llevados los españoles que huían del franquismo en el 39. JOSEP narra, sin regodeos ni golpes de pecho, ese día a día de barrizales, perros descuartizados para comer y gendarmes fascinados con la idea de reprimir a alguien que huye de la represión. También se nos narra la solidaridad entre compatriotas, y la hermosa amistad que surge entre un dibujante catalán y un gendarme al que le repugnan los traros inhumanos que es obligado a aplicar. También hay tiempo para las canciones (sutilmente entonadas por Silvia Pérez Cruz), los sorteos para encamarse, los chuscos compartidos bajo la incesante lluvia, o la ensoñación del dibujante (que sobrevive gracias a sus mundos imaginarios) con el cálido México de Frida Kahlo. Dirige el historietista Aurel, que prescinde de la verosimilitud del digital, y prefiere establecer la expresividad adusta de un boceto a carboncillo. No es ninguna obra maestra, porque su relato es modesto y breve, pero es francamente interesante tener la oportunidad de confrontar sensibilidades que a lo mejor no imaginábamos tan diferentes. El ejercicio de Aurel es, por ello, doblemente estimulante.
Saludos.

martes, 24 de agosto de 2021

Katanas en horas bajas


 

La filmografía de John Frankenheimer daría para un análisis, lo suficientemente concienzudo, como para arrojar luz sobre la eterna cuestión entre el currante nato y las decisiones incomprensibles. Merece la pena hacer un recorrido por ese gran puñado de títulos que oscilan de lo magistral a lo risible, del trabajo alimenticio a la inspiración para generaciones posteriores. Una película suya, hoy muy olvidada, que ejemplifica todo esto a la perfección es THE CHALLENGE; inesperado cruce entre el cine de artes marciales y el thriller exótico. Con un inicio muy bien rodado, y que explica la obsesión de una familia enfrentada por la posesión de dos espadas desde los años 40, tras un trágico accidente que dejó al heredero en silla de ruedas. Son unos 15 minutos interesantes, sin sobresaltos, pero que empiezan a torcerse cuando toca satisfacer la cuota de pantalla. El minusválido viaja a Estados Unidos (¿por qué?). Lo primero que hace es ir a un gimnasio a ver un combate de boxeo (¿por qué?). Le ofrece una pasta gansa a un simple boxeador aficionado, que además es despedido como sparring (¿por qué?). El trato, sin anestesia, es viajar a Japón, conocer al patriarca de la familia (un lunático obsesivo-compulsivo que vive como en la edad media) y restaurarle la espada de marras ¿El motivo? pues que un japonés no puede llevarla de América a Japón, pero un americano sí (este "¿por qué?" es ya indefendible). Protagonizaba el estupendo Scott Glenn, que hace lo que puede para solventar un personaje ridículo con un peinado aún más ridículo, y Toshiro Mifune como un cascado samurái en busca de venganza. Se salva un poco por el oficio de Frankenheimer, la música de Jerry Goldsmith, la escena de las langostas (hoy no se podría rodar) y algún destello de guion de un joven John Sayles, que daba sus primeros pasos en la industria.
Se puede ver como curiosidad completista, pero es un título muy menor de su director.
Saludos.

lunes, 23 de agosto de 2021

Hablar mucho para no decir nada


 

Sobre miradas y discursos prestados, esta resbaladiza cuestión significa el sustento mismo de una película tan farragosa y antipática como THE DINNER, último trabajo del director y guionista de origen israelí Oren Moverman. Sin decidir en ningún momento qué tono o discurso elegir, la trama, tramposa y mal ejecutada, nos lleva hasta un lujoso restaurante, donde van a cenar dos hermanos, con sus respectivas parejas, para discutir un tema que nos es escamoteado con morosidad hasta bien entrado su tortuoso metraje. Uno (Steve Coogan) es un escritor y profesor de universidad, con una visión de la vida ácida y pesimista; el otro (Richard Gere) es un importante congresista, que se halla inmerso en una crucial campaña electoral. Entre platos sofisticados, botellas de champagne rosa, cubiertos de oro y Satie de fondo, nos vemos obligados a discernir por qué los personajes dicen lo que dicen, sin que se nos ofrezca un solo asidero argumental, y oscilando desde las frases lacerantes de Coogan hasta el hermetismo de Gere, y con dos actrices completamente desaprovechadas, las magníficas Laura Linney y Rebecca Hall. Con los momentos supuestamente reveladores horriblemente mal elegidos, sin ritmo ni brillantez formal, Moverman se abandona a sus intérpretes, esperando que de ellos emane el guion mismo. Desgraciadamente, lo que se presume como incorrección política en grado sumo, no pasa de una especie de gamberrada con guiño incluido, y su discurso moral es sencillamente repugnante. No se salva nadie, ni los incorrectos demócratas, ni los eficaces republicanos; una vez manchados todos de mierda, todos buscarán una fina servilleta bordada para limpiarse...
Intrascendente.
Saludos.

domingo, 22 de agosto de 2021

Rincón del freak #469: Aquellas carátulas de VHS...


 

Aquellas carátulas de VHS, con el plástico envejecido por el trasiego, los bordes gastados, el cierre incluso incapaz de cerrarse. Aquello era otra cosa, otra experiencia, como un delicioso sucedáneo de la peli que no ibas a ver en el cine. Y buscabas las que no tenían el papelito, que eran las alquiladas. Y te quedabas un buen rato mirando las portadas, aquellas portadas que prometían una sesión repleta de lujos de alquiler. Los tíos cachas, en taparrabos, con el torso untado en aceite. Las tías macizas, en tanga y nada más, abrazadas al brutote de pelo largo, empuñando una espada inverosímil, bajo la aviesa mirada de un demonio amenazante que surgía de una niebla multicolor. Eran los primeros ochenta, y, no se sabe por qué, esto estaba de moda; era la era (bonita nana sale de aquí) de la "espada y brujería", y Mr. Chuache reinaba desde su granítico cimmerio. Luego llegaba la realidad, porque la del bárbaro genuino estaba siempre pillada, y uno se conformaba con las otras, tan sólo para constatar que las copias no eran más que exploitations, y eso que no teníamos ni pajolera idea de qué significaba ese palabro. Sí amigos, uno se veía ante un festival de pelucas, barbas postizas, malos cascadetes y un héroe que no calzaba tanto músculo, y sí una espada digna de estudio, porque tenía tres hojas, como la Mach3 de Gillette. Probablemente una de las películas más caóticas y desenfadadas de la historia, THE SWORD AND THE SORCERER, además de título de Timun Mas, mezclaba bárbaros con caballeros medievales, y suponía el comienzo de la carrera de Albert Pyun, auténtico corredor de fondo de la serie Z. Aquí, en una sacada de chorra inmensa, se tituló CROMWELL, EL REY DE LOS BÁRBAROS; supongo que por incluir la palabra mágica, aunque puede que sea de las pocas pelis que obvian al héroe y se titulan con el nombre del malo, un Richard Lynch loco por cobrar y largarse. De la mayoría de gente que por allí salía poco se volvió a saber, pero no sé si hay propuestas similares, hoy día, capaces de recaudar 38 millones de dólares de los de entonces. Y es que eran otros tiempos, y otras carátulas...
Esta sí, sólo para muy muy frikis...
Saludos.

sábado, 21 de agosto de 2021

Miradas prestadas


 

Hay un dilema insalvable para algunos directores, un escollo invaluable, escondido tras algunas buenas intenciones, y que se convierte en una especie de hongo creciente que se va adueñando de las imágenes, despojándolas de su propia entidad. Me pasó exactamente lo mismo en el otro film que vi de Azazel Jacobs, THE LOVERS. Podía rastrear a multitud de otros directores, pero no veía las referencias ni los homenajes, tan sólo el esfuerzo infructuoso por resultar original. FRENCH EXIT es más de lo mismo, e incluso peor, porque la ambición es exponencial, y lo que intuimos es a un obediente estudioso u observador, un "aspirante" a autoincluirse en el olimpo especular de los autores. Los autores y sus cosas, qué bonito. La lástima es que siempre hay que mutilar algo de confort para ello; renunciar, inmolarse, aderezar la sopa con ingredientes ásperos pero honestos. Hay quien dice que Patrick Dewitt es uno de los grandes novelistas actuales; puede ser, pero no tiene ni pajolera idea sobre adaptar un texto (ni siquiera uno suyo) a la pantalla. Su guion queda cojitranco, sin ritmo ni tensión, pero lo realmente reprobable es asistir a la retahíla de "momentos robados". Desde Woody Allen a Wes Anderson, pero sin la mordacidad del primero ni la superconstrucción de personajes del segundo. Hay más, pero no vale la pena seguir, porque habrá quien me señale el esforzado trabajo de Michelle Pfeiffer, dando vida a una gélida dama de la alta sociedad neoyorquina que se arruina e inicia una huida hacia delante, junto a su hijo (Lucas Hedges, copiando a Jesse Eisenberg ¿?) a un París que parece una fotocopia de Manhattan. Demasiados facsímiles para lo que parece poco más que un tibio ajuste de cuentas con una mala conciencia que me resulta difícil de encuadrar.
Saludos.

viernes, 20 de agosto de 2021

No desearás...


 

De la primerísima etapa americana de Joseph Losey, tan desconocida como reivindicable, me quedo con THE PROWLER, un retorcidísimo ejercicio de cine negro, que va deslizándose con habilidad por multitud de géneros, gracias a un formidable guion del gran Dalton Trumbo. No es de extrañar que el corrosivo discurso de ambos creadores descolocara a un Hollywood desacostumbrado a no identificar con facilidad la "etiqueta" de un film; y puede que fuese esto, más que las absurdas acusaciones de comunismo, lo que hizo que Losey, harto, se marchase a Europa. Es ésta una película ciertamente desencajada, extraña, con un tono de desasosiego creciente, y que igual flirtea con el thriller psicopático, que elabora una sutil denuncia social contra los sinsabores de una burguesía sumida en la apatía. Ahí Losey adelanta lo que luego tan bien refinó Chabrol, aunque este sello puede encontrarse también en sus títulos más famosos. Partiendo de una serie B en toda regla, el arranque, repleto de segundas intenciones, presenta a una mujer que pasa las noches sola en su lujosa casa; su marido es locutor radiofónico de madrugada (dato que lo hace omnipresente casi sin aparecer), y ella sufre el acoso de un merodeador (también invisible), que la lleva a llamar a la policía. La pareja que la asiste está formada por un veterano bonachón y un joven que se intuye osado, y que desarrolla una fijación por la mujer casi enfermiza. Así, el juego reflexivo descompone la figura del agente y lo recompone en otra especie de merodeador, ahora invitado, pero que urde un plan tan ambicioso como descabellado. THE PROWLER está trufada de detalles sutiles, miradas que no son lo que parecen, esa voz radiofónica que se diría que subtitula a dos personas que en el fondo no tienen nada honesto que decirse, y que se atraen como bálsamo a su soledad, aunque por motivos completamente antagónicos. Protagonizaban Van Heflin (discreto actor, que sin embargo borda su obsesivo personaje) y Evelyn Keyes, que nunca pasó de ser una secundaria más o menos solvente. Lo mollar del film es su diabólico desarrollo en forma de embudo, como si de una tragedia clásica se tratara, abocando a sus personajes desde el ensoñamiento a la pesadilla sin solución de continuidad. Un título muy olvidado, pero que me permito recomendarles muy vivamente.
Saludos.

jueves, 19 de agosto de 2021

Un laberinto de aburrimiento


 

HUSET es un ejemplo perfecto sobre cómo no abordar una película. O sobre hacer añicos cualquier buena expectativa al respecto. La historia, minimalista (aunque sería más correcto hablar aquí de precariedad), comienza en mitad del bosque noruego, donde una situación que nunca nos es mostrada presenta a un oficial alemán (estamos en la WWII), un soldado paracaidista y un civil local, al que parecen querer achacarle la muerte de un tercer soldado. El oficial decide mantener con vida al noruego, con la esperanza de que pueda guiarlos fuera de lo que parece ser una muerte segura. Tras unas horas caminando, se encuentran con una casa ciertamente extraña, pues aunque parece deshabitada tiene una olla puesta al fuego, y no carece de electricidad. A partir de ahí, imaginen. Típico relato de fantasmas, mal orquestado, sin ritmo alguno, actuaciones cuestionables y un galimatías narrativo, cuyo único valor parece una fotografía que, sin embargo, abusa de iluminaciones naturales. Y eso, amigos, o se domina o no se ve un carajo. En definitiva, una nadería sin imaginación, que parte de una idea interersante, pero termina siendo un mal film, sin más.
Saludos.

miércoles, 18 de agosto de 2021

La vida desde la barrera


 

OBCHOD NA KORZE (LA TIENDA EN LA CALLE MAYOR) es una de esas películas absolutamente reivindicables, e injustamente olvidadas, dada la repercusión que tuvo en su momento. Ganadora del oscar a mejor película de habla no inglesa, va elaborando con paciencia el establecimiento del incipiente terror nazi en una pequeña localidad eslovaca. Anticipando, por ejemplo, la estructura de LA CINTA BLANCA, el tándem Kadár/Klos (que colaboró en un puñado de títulos) adopta un tono desenfadado al principio, casi de comedia berlanguiana, para ir oscureciendo el tono progresivamente, y desembocar en un final tan desolador como virtuoso en lo técnico. Es la historia de Anton, un modesto carpintero, que observa con estupor el ascenso del colaboracionismo, incluso en su propia familia, justificado por las promesas de una prosperidad económica disfrazada de falsa justicia social. Un poco a regañadientes, y obligado por la avaricia de su mujer, es su cuñado, erigido en ridículo gerifalte local, quien lo convence para hacerse cargo de la pequeña mercería de la señora Lautmann. Sin embargo, incapaz de autoconvencerse, prefiere pasar por un simple ayudante, hasta que es demasiado tarde y se inicia la expulsión de los judíos, camino de los campos de concentración. La tierna y estrafalaria relación entre este pobre diablo y la anciana judía es el punto fuerte de una extraordinaria película, dura cuando toca serlo, y que toca muchos temas de actualidad, como la indiferencia ante los actos intolerantes, o lo absurdo de la exaltación divinizadora del fascismo, simbolizado en el gigantesco y cutrísimo edificio que se va construyendo a medida que el film avanza. 
Una verdadera joya, demasiado olvidada, y que está repleta de hallazgos, como el insoportable (por lo terrible) desenlace, de una modernidad más que sorprendente.
Saludos.

martes, 17 de agosto de 2021

Una selva de estudio


 

GAIA es una curiosa producción sudafricana, que pretende aunar cierto relato más o menos terrorífico con algún tipo de conciencia ecológica que, al menos a mí, se me escapó como intención. Podría haber sido bastante mejor, de no tomarse tan en serio lo que no es más que un montón de recursos de serie B, que ni siquiera quedan mitigados por su excelente fotografía (sólo en exteriores), y patinan estrepitosamente en el apartado de los efectos especiales, que cantan por soleares. Todo ocurre muy deprisa, tanto que en apenas cinco minutos ya hemos conocido toda la trama y los personajes, que son básicamente tres, y cuyo dibujo es cuanto menos difuso. Una especie de agente forestal, que se topa con un ecologista extremo (sea esto lo que sea) y su hijo, que viven totalmente aislados de la civilización. Hasta aquí, y con un mejor guion, este choque cultural ofrece algunos interrogantes de interés, con un hombre culto que ha terminado hastiado de sus semejantes, y la extraña que ha llegado hasta donde están, y que no comprende las motivaciones de este señor. La lástima es que por lo visto había que introducir lo sobrenatural, y el film se vuelve más rutinario y previsible. Tibia, sería la palabra para definir un entretenimiento bien rodado, pero que no va a quedar en ninguna retina.
Moderadamente entretenida, y digna para ser un largo de debut.
Saludos.

lunes, 16 de agosto de 2021

Películas para desengancharse #100


Y llegamos al final (de momento) del monográfico inexpugnable por naturaleza, y lo hacemos con una película que simple y llanamente "debía estar aquí". Mi experiencia con LÉOLO, la mítica película que el no menos mítico Jean-Claude Lauzon filmó antes de estrellarse en una avioneta, data de aquel tórrido verano de 1992, y en el cine al aire libre de la Expo, donde pude disfrutar de una programación apasionantemente heterogénea. LÉOLO no es una película que podamos achacar a un cineasta, porque su lenguaje es otro, el de la poesía por supuesto, pero también el de afrontar los sentimientos de frente, con ingenuidad y valentía, y con ese aroma que se nos olvida en cuanto nos convertimos en adultos. Poco más, y no es poco, porque es mucho lo que apostó Lauzon, que no había estudiado cine ni tenía pensado convertirse en director, ni mucho menos. Ésta es la crónica descarnada de la mente de un niño, un niño especial por ser el único normal en una familia de anormales; y también supone adentrarnos en esos dominios inexplorados, íntimos y terroríficos cuando nos los ponen delante con tanta franqueza. Léolo vive en Montreal, pero proclama que su origen es italiano, ya que su madre cayó sobre un carro de tomates provenientes de Sicilia, previamente regados del semen de un agricultor. Está enamorado de su vecina, que sí es italiana, hasta que descubre a su abuelo acostándose con la chica por dinero. Su abuelo quiso matarlo ahogándolo en una pequeña piscina hinchable por salpicarlo de agua, pero el recuerdo no es malo, porque allí al fondo hay un tesoro submarino. Su hermano es un cobarde, intimidado por un matón, así que se hace culturista, pero olvidó alquilar un poco de coraje entre tanto músculo. Sus dos hermanas irán directamente a una institución psiquiátrica, para siempre. Su padre reparte laxantes como caramelos, y obliga a sus hijos a mantener la puerta del baño abierta, porque cagar regularmente es la puerta de una salud de hierro. Mientras, su madre intenta entender qué le pasa por la cabeza a ese chico, que pierde el tiempo leyendo y escribiendo, absorto en un mundo ideal en el que todo es maravilloso. Ya es difícil ser un niño sensible, rogar por un poco de comprensión, y en el mundo imaginado de Léolo, al menos, no hay menores prostituyéndose, ni chavales que pagan para que otro se folle a un gato, ni esnifan pegamento... Y además, podría ser que un libro sirviera para algo más que calzar una mesa coja. Les prevengo: esta maravillosa película está a años luz de las desventuras de la señorita Poulain, así que no esperen nada ni remotamente parecido. Es honesta, es tierna, es brutal, es un codazo en el tabique nasal, es imperfecta, es perfecta...
Nos vemos en dos años.
Saludos.

domingo, 15 de agosto de 2021

Rincón del freak #468: Retrato de una manada de imbéciles


 

DEADGIRL es una película de la que no se ha hablado mucho, teniendo en cuenta que ya cuenta con 13 años, y que es lo suficientemente perturbadora como para haber copado algún foro de discusión. A mí me parece una ida de olla malsana y más que discutible, pero por otro lado le reconozco que afronta el espinoso dilema que plantea sin muchos paños calientes, y eso puede herir sensibilidades. Toda la primera parte es lo más salvable, presentando a un par de típicos losers de instituto, que ante su fracaso vital se refugian en una especie de fábrica abandonada, donde, huyendo de la amenaza de un perro, descubren una especie de habitación olvidada. Y dentro, una chica encadenada y cubierta por un plástico. Teniendo en cuenta que todo queda muy claro desde el principio, no considero ningún spoiler desvelarles que la chica en realidad es un zombi, que no se sabe el tiempo que lleva allí ni por qué. Así las cosas ¿qué harían nuestros amigos? ¿Liberarla? ¿Llamar a la policía? ¿Salir huyendo? Claramente no, cuando puedes procurarte tu propia esclava sexual para siempre, y sin que nadie se entere. Bueno, diremos en favor de uno de ellos que la cosa no le convence; sin embargo, el otro va formando casi una especie de macabro negocio con el "hallazgo". Y, a ver, no es que estemos ante una gran película, pero al menos no endulza el shock, aportando la inquietante presencia de la misteriosa Jenny Spain. Otra cosa es el dilema moral, que gravita dependiendo de nuestro grado de tolerancia; aquí el film patina, y apenas retuerce el argumento de cómo disfrutan algunos cerdos violando a una mujer en grupo. Ahí sí que no caben paños calientes.
Curiosa, asquerosa lo justo, y nada memorable.
Saludos.

sábado, 14 de agosto de 2021

Lo dulce y lo tóxico


 

El tema del vampirismo, siempre tan recurrente, le sirvió al ínclito Larry Fessenden (un tipo instalado en los márgenes de la discordia) para realizar, hace ahora unos 25 años, la que sigue siendo su mejor película. A mitad de camino del terror enfermizo y el indie salvaje, HABIT se desliza por la autodestructiva circunstancia de Sam, que acaba de perder a su padre, perder a su novia, y cuya vida transcurre entre interminables noches de alcohol y una sorna que no esconde sus debilidades. Una noche conoce a Ana, enigmática y atrayente, y su vida no vuelve a ser la misma. Se trata de un film ciertamente extraño, que se intuye rodado con escasez de medios, pero que tiene mucho cuidado, pese a sus muchas irregularidades, de establecer un relato coherente y serio. Sí, es una película sobre vampiros, de cómo se van adueñando de tu voluntad y te convierten prácticamente en su esclavo; pero también veo un inesperado reverso, al mostrar a un protagonista hundido y desorientado, y que sólo parece encontrar su rumbo al caer en las redes de un monstruo, que quizá sólo pretenda salvarlo con sus medios. Es una película rugosa, incómoda, en el límite de lo amateur, pero con momentos muy interesantes, aun adoleciendo de un ritmo que se puede hacer farragoso. El desenlace, igual de curioso, deja al espectador con dicha incógnita, y sin saber si esta "relación" era tóxica o la única salida era abandonarse a ella. Fessenden (una especie de cruce entre Nick Cave y Jack Nicholson) sigue rodando a día de hoy, pero no ha tenido un momento tan inspirado como el de esta película de súper culto.
Saludos.

viernes, 13 de agosto de 2021

Películas para desengancharse #99


 

Era inevitable tener en este monográfico a Dario Argento, porque no son pocos los que han derramado un rompan filas tras ver algún film suyo. Y no se me ocurría uno mejor que PROFONDO ROSSO, o esa orgía de iconos en fila india, adendas polisémicas y visitas al oncólogo espiritual. Los huevos del señor Argento deben ser como machacadores de nueces, porque hay que estar muy convencido de que se posee el camino correcto para involucrarse en un proyecto así. Menos aterradora que SUSPIRIA, más simbólica que PHENOMENA, este ROJO OSCURO va más allá de la referencia sanguinolenta (elijan entre Titán o Bruguer), para despeñarse por una especie de idiosincrasia cartoonesca, que pretende hibridar la truculencia del giallo acometido desde la perspectiva del relato detectivesco. Nada de eso tampoco. A mí me parece una no-narración en toda regla, o un tirar los dados a ver si sale cara, cruzando los dedos para que la fotografía sea capaz de dotar de sentido a las imágenes (bonito oxímoron, creo). Es de culto porque así lo han querido su legión de fanáticos, y por su sordidez asimilada, como de entrega por fascículos; en el otro lado de la balanza quedamos los escépticos, y los hay más duros que yo. Yo sólo venía a hacer un post no-narrativo, a ver...
Saludos.

jueves, 12 de agosto de 2021

Fardar de fetén


 

You live in a world of excess
Where more is more
And less is much less
A day without fame
Is a waste
And a question of need
Is a question of taste


Así comienza "Flamboyant", una de las canciones más lúcidamente sarcásticas de Pet Shop Boys, y que le hubiese ido como anillo al dedo a ON THE ROCKS, último film de Sofia Coppola, de no ser porque debió darle un ataque de pudor y no quiso que se notara demasiado cuál era su auténtica intención. ON THE ROCKS, sin ser del todo un film fallido, es un fracaso insertado en el cascarón de una película entretenida. Ya he dicho muchas veces que no me ha interesado nunca el cine de esta señora, incluso reconociendo que no es una cineasta sin talento, tan sólo una sin nada que decir. Siendo más impúdicos, diríamos, por ejemplo, que estamos ante una secuela indirecta de LOST IN TRANSLATION, pero sólo por los réditos que pueden extraerse del personaje de Bill Murray, que sería como aquel otro dos décadas después. No, porque ni siquiera hay aquí un análisis del deseo y la soledad, aunque podamos pensar que la trama principal vaya de eso. Murray es aquí ese flamboyant, ya un poco cascado, pero que ejerce de vigía de un estatus exclusivo, al tiempo que se embarca en una estrambótica aventura junto a su hija (Rashida Jones), que sospecha que la intensa vida profesional de su marido encubre unos cuernos que parecen más que evidentes. La disfrutarán si también lo hicieron con la otra aquí mencionada, pero no se quejen si la trampa les salta en la cara al final, porque yo ya les advertí. Hubiese faltado un cartelito final advirtiendo "como en casa en ningún lado", pero ya hubiese sido el colmo del cinismo...
Ustedes sabrán qué hacen.
Saludos.

miércoles, 11 de agosto de 2021

Películas para desengancharse #98


 

Uno ve, recuerda perplejo, la sensación que tuvo cuando vio por primera vez AFTER HOURS, esa película cuyo bochornoso título en español puede llevar al mayor de los equívocos, tan sólo para toparse con una de las mejores y más personales películas de Martin Scorsese, y justo en uno de sus momentos reativos más delicados. Era 1985, y Scorsese venía de ser el gran renovador de un Hollywood más centrado en la autonomía del director/autor, y firmar tres o cuatro obras maestras casi sin despeinarse. Pero había algo que todavía se le resistía, y que el tiempo ha demostrado que es una de sus grandes señas de identidad. Scorsese quería filmar una comedia enloquecida, muy en la línea de las screwball comedies de los años cuarenta, pero sin olvidar que lo que hacía únicas a esas películas era su carácter rompedor e innovador, apostando por la modernidad como estilo. Desde el sutil arranque, vemos a Paul (un glorioso common man interpretado por Griffin Dunne) en su aburrido puesto de trabajo, yendo a su aburrido apartamento de soltero, y pugnando por tratar de que todos los días no sean iguales. Sin embargo, mientras lee a Henry Miller en una cafetería, una chica lo invita a saltarse su rutina e ir a visitarla una noche al Soho, donde comparte un loft con una excéntrica escultora. A partir de que el billete de 20 dólares con el que pensaba pagar el taxi vuela por la ventanilla (¡a ritmo de flamenco!), esa noche va a ser la más extraña y delirante de su vida. Como si de un triángulo de las Bermudas se tratara. volver a casa le va a resultar imposible, mientras conoce una fauna indescriptible, gente que ha hecho de la falta de normalidad su vida, y que contrastan fieramente con este simple empleado, que se ve tan atraído como repelido por lo que esa noche en el downtown contiene. Repleta de inventiva, las soluciones visuales de Scorsese nunca son gratuitas, sino que buscan, por encima de todo, ese encadenado de una sola noche, en la que cualquier cosa es posible, lo mejor y lo peor también.
Véanla, y entenderán de dónde partió la segunda gran época de este director irrepetible.
Saludos.

martes, 10 de agosto de 2021

Un amor erróneo


THE WORLD TO COME es una película muy bien hecha, pero que se desdice a sí misma, constante e incomprensiblemente. En lugar de aprovechar la lanzadera del osado relato de Jim Shepard (curiosamente autor también del guion), va rastrillando cada hallazgo en pos de una literalidad, insisto, simplemente incomprensible. La historia narra la súbita historia de amor entre dos mujeres en un apartado rincón del estado de Nueva York, aproximadamente sobre 1850. Ambas están casadas, y una de ellas ha sufrido la pérdida de su única hija al caer enferma. No hay muchos más asideros narrativos en una historia tan sutil como directa al grano, lo que hace menos entendible ese afán por agolpar las líneas literarias literalmente, sin omitir un resquicio, y dejando al film en una extraña sensación de estática tibieza, cuando deberíamos estar ante un tórrido festival de los sentidos. Lo mejor, sin embargo, es el magnífico trabajo de Katherine Waterston y Vanessa Kirby, maravillosamente contenidas ambas, y sin caer nunca en ningún tipo de exhibicionismo. Y es difícil oyendo esos apolillados parlamentos, que apoyan y justifican una máxima, y es que la percepción de una misma historia depende de la modulación de su soporte. No es una película memorable, y parece como si sus responsables así lo hubiesen querido. 
Se puede ver, pero también puede irritar.
Saludos.

lunes, 9 de agosto de 2021

Películas para desengancharse #97


 

Mi único recuerdo de THE BREAKFAST CLUB era bueno, al menos el de un adolescente que se veía representado en lo que no era más que, efectivamente, una representación de lo que la adolescencia significa. No he vuelto a verla hasta ahora, y he suspirado aliviado al constatar que, sin ser un desastre, es bastante peor de lo que la recordaba. Esta es una película sobre cinco jóvenes diciendo y haciendo chorradas, que es lo que pasa cuando no se tiene un móvil, que sale la personalidad de cada uno, en la mayoría de los casos banal. Es cierto que Hughes (un director al que nunca le he pillado el punto del todo) aprovecha el tirón de sus cinco intérpretes, y confía en que su unión funcione por sí sola. Al principio tiene su gracia, con la presentación de cada uno en ese infame sábado de castigo en el instituto, y cómo los vamos conociendo: el empollón, el macarra, la pija, el deportista y la rarita. Es así, o así era en los ochenta, porque, de hacerse hoy día, hubiese importado menos la definición, y seguro que hubiese caído algún negro y/o gay (cosas de las cuotas). Y, bueno, más o menos es entretenida, justo hasta que empiezan los momentos injustificadamente ochenteros, con música "moderna" de fondo y los jóvenes haciendo el chorra. No sé, me parece que hay que ser muy nostálgico para defender esta película; y no hay más que echar un vistazo a su elenco, que por entonces iba a comerse el mundo: el único que ha demostrado ser un buen actor, y con una carrera que dura hasta hoy, ha sido Anthony Michael Hall, curiosamente el que menos proyección parecía tener por entonces.
No sé, se puede ver, e igual les gusta...
Saludos.

domingo, 8 de agosto de 2021

Rincón del freak #467: Vida y milagros del artista de variedades


 

Los lectores de este blog, de despiertos que son, no pasan por alto que en los detalles está la perfección, o que para que exista un Robert Downey Jr., no tengamos que preguntarnos demasiadas veces si ello no es debido a que también hay un Sr. (senior, para los principiantes). Y así es, o era. Sí, porque Robert Downey Sr. falleció hace escasamente un mes, dejando para los aficionados un puñado de películas muy interesantes, pero también muy raras. Downey era de los que pensaba que el motivo económico no era óbice ni circunstancia atenuante como para desdeñar la posibilidad de juntar a un grupo de amigos y ponerse a rodar. Y valga el ejemplo de GREASER´S PALACE, de 1972, un inclasificable western (por definirlo de alguna manera), que parece un cruce entre Jodorowsky, Monty Python y Dreyer... Intentar buscar un rastro de confort es inútil aquí, y no hay más que echar un vistazo a su delirante argumento: En una especie de poblado (en realidad, apenas una casona y alrededores) impera el despótico parecer de Mr. Greaser, un tipo que disfruta sólo con dos cosas, ver cantar a su hija y dispararle a su hijo, aunque ande estreñido todo el tiempo. Con una cohorte de fanáticos que le hace la pelota, debe pensar que es el tipo más importante del mundo. Pero lo divertido del asunto es que hay un fantasma con sombrero (literalmente vestido con una sábana), que hace la puñeta aprovechando su invisibilidad, y a algunas millas de distancia, cae en paracaídas su hermano, un tipo vestido de genuino pimp setentero, que se dirige a Jerusalén, donde le han prometido un contrato como artista de variedades. Jessy (efectivamente...) se encuentra con el hijo de Greaser, al que éste ha disparado, y lo revive; juntos llegan al poblado y comienzan los milagros. Jessy resucita gente sin parar, camina sobre el agua y hace que la gente ya no tenga miedo. Incluso cura el estreñimiento. Pero comete un error fatal: enseñar su número musical.
Rodada en dos semanas, y con apenas 900.000 dólares, GREASER´S PALACE puede poner a prueba cualquier idea preconcebida que pudiésemos albergar sobre qué significa hacer cine, en tanto que ejercicio maquinal, y, al igual que su destartalado protagonista, desenmascarar a tanto crítico miope e hipócrita de esos que creen haber inventado el cine desde su poltrona. Porque es divertida, absurda, fea, incomprensible, inclasificable, y como su director, libre.
Saludos.

sábado, 7 de agosto de 2021

Recuerdos de un amnésico


 

Si soy sincero, he de decir que esto de la purga y derivados lo tenía totalmente olvidado desde la primera entrega, y creo que no volví a ver ninguna secuela. Este año se ha estrenado THE FOREVER PURGE, y paso a narrar brevemente de qué va esta película, que más parece una gran oportunidad perdida para salirse de lo preestablecido. Como en un insoslayable oxímoron circular, los dos pilares contenidos en el guion de James DeMonaco se repelen groseramente, conformando una historia que nunca sabe por dónde tirar, si por la (oportuna) denuncia política o por el desparrame sanguinolento. Cuando lo primero aparece, podríamos llegar a creer que hay algo de vida inteligente; los indisimulados puyazos a la era Trump, aunque muy gruesos, logran algunos momentos que rozan lo hilarante. De hecho, ese éxodo a la inversa es una idea jugosa, pero no parece que estemos ante los narradores más sutiles del mundo. Luego, como slasher mantiene la línea que recordaba, aunando los machetazos con algún que otro guiño a títulos que todo buen aficionado apreciará. Sin mucho rubor, el mexicano Everardo Gout hace desfilar al Carpenter de RESCATE EN NUEVA YORK, el Miller de MAD MAX, o hasta se permite juguetear nada menos que con RAMBO... Muchas cosas para tan poca cosa, termina siendo un producto perfectamente diseñado para los incondicionales, pero ni mucho menos esa sátira política que se ha intentado vender. Desgraciadamente, esta América distópica no es ni mucho menos una ficción...
Saludos.

viernes, 6 de agosto de 2021

Películas para desengancharse #96


 

Hay películas que justifican muchas cosas. El amor al cine, la pasión por estar dos horas frente a una pantalla, con el convencimiento de salir siendo mejor persona de una experiencia que se desea inolvidable. Sin embargo, esto ocurre pocas veces, menos de las que podría parecer. En un mar de mediocridad, de trabajos alimenticios, de horas y horas supeditadas a la eficacia, puede que surja algo, una de esas películas que se quedan contigo para siempre, como sólo pasa con los recuerdos que son más fuertes que el presente. Es así en el caso de THE BRIDGES OF MADISON COUNTY, una historia tan bien contada que logra el milagro de la abstracción absoluta, el gran milagro del cine. Durante algo más de dos horas sólo somos los receptores de una emoción, ni hombres ni mujeres, porque nos estremecerá tanto el vuelco que da la vida de una humilde ama de casa de Iowa, como la claudicación del maverick sensible, pero refractario a echar raíces. Son tan diferentes, que cuando se encuentran no pueden más que atraerse, fundirse en un mismo acto de amor, eso que "sólo se puede sentir una vez en la vida", y que a lo mejor no es lo que mueve el mundo, pero lo hace más habitable. He visto esta película unas quince veces, y siempre he llorado, no me importa reconocerlo; no es tristeza, es un gozo por poder ver reflejados a seres humanos de carne y hueso, personas que sienten y sufren, y también aman. Clint Eastwood tenía 65 años entonces, Meryl Streep 46; me pregunto quién tendría los cojones para asumir mimbres similares hoy día, en esta feria de eternos adolescentes y filtros rejuvenecedores. En un momento dado, ella abre su bata para recibir el frescor de la noche, y he visto pocas escenas que contengan tantas sensaciones juntas, desde el deseo a la penitud, del goce de estar vivo a la tranquilidad de ese intervalo de intimidad. Al final, incluso dando un paso más allá, Eastwood remata con otra lección de composición y montaje, tomándose su tiempo en esa escena bajo la lluvia, para siempre ya historia del séptimo arte. Les aviso, es casi imposible desengancharse de esta maravilla de película, una vez se ha visto.
Obra maestra absoluta.
Saludos.

jueves, 5 de agosto de 2021

El vidrio, el labio


 

Probablemente sea más fácil imaginar que se puede hacer tangible algo que sólo tiene sentido en la imaginación, que no ser capaz de imaginarlo. Lo inimaginable existe, y por ello deja de pertenecer al terreno de la imaginación. Por ello Lynch ha llegado a ser tan importante, para poder explicar una máxima como la anterior sin que nuestros sesos se desparramen en el intento. CENSOR es un ejercicio de estilo casi obsceno, tan marcado y requetemarcado, que de no poseer un buen punto de partida sería una pérdida toal de tiempo. Pero no lo es por varias razones. La primera, su protagonista, la actriz irlandesa Niamh Algar, que debe ser uno de los nombres a seguir en los próximos años, y cuya inquietante presencia es capaz de modular por infinidad de cambios de estado. Entiendo que la idea principal era esa, poner en imágenes un mundo exagerado, casi teatral, entre la pesadilla onírica y la teleserie de estudio, aunque el resultado final, desgraciadamente, está más cerca de Argento que de Lynch. Supuestamente es un film de terror, pero no sé si puedo afirmarlo categóricamente, y sí que el intento de desestabilizar la percepción del espectador es lograda a medias, ya que sus innecesarias escenas sangrientas le restan un misterio que se va disipando lentamente. Podría ser la fascinante historia de una mujer censurando vhs' en la Inglaterra de Thatcher; o una parábola sobre la desensibilización al sobreexponerse a imágenes truculentas. O bien una pesadilla demasiado real, o el súbito desentrañamiento de una misteriosa desaparición. La lástima es que el film se queda a medio camino de todo esto, y el desenlace, aunque esforzado, no cumple unas expectativas demasiado altas.
Lo mejor, su protagonista. Lo peor, demasiado acartonamiento injustificado.
Saludos.

miércoles, 4 de agosto de 2021

Películas para desengancharse #95


 

Todo el mundo ha visto GREASE, y a casi todo el mundo le ha gustado. La defienden como lo que no es, esa comedia musical de imágenes inolvidables y actuaciones icónicas. Aquél fue un año francamente extraño en los oscar, en el que Cimino acaparó todo lo importante y dejó algunos huecos llamativos, como lo increíble de que Williams quedara sepultado con una de sus más grandes partituras, o que la única estatuilla a la que logró concurrir este film fuese con una canción a la mayor gloria de Olivia Newton-John, tan sólo para sucumbir ante una Donna Summer que reinaba en las pistas. No, porque ésta es una película conscientemente tramposa, con treintañeros haciendo de adolescentes, rockeros bailando al ritmo de sus hormonas, o toda una puesta en escena que parece una artificiosa pompa de chicle que puede explotar en cualquier momento. Como artefacto revisionista es una marcianada, como si se hubiesen montado los highlights de una serie para convertirla en algo parecido a una película. Travolta culminaba su coronación como estrella destinada a apagarse de tanto brillar, y a nadie le extrañó cuando dejaron de llamarlo durante 15 largos años. Aunque el gran momento olvidado de este film que todo el mundo recuerda a cachos, no es otro que el terrorífico descenso de aquel otro rey del bubblegum pop sesentero rodeado de rulos interminables. Frankie Avalon, con cuarenta años, le dedicaba una canción a otra arrobada treintañera, mientras le recordaba en el estribillo que era una fracasada... Esto, y no otra cosa, es GREASE, aunque ustedes seleccionen lo que más les conviene...
Saludos.

martes, 3 de agosto de 2021

El ratón en su laberinto


 

Como si fuese una especie de aviso, un mensaje subliminal implícito en una narración convencional, los últimos trabajos de Jim Jarmusch (muy especialmente los suyos) daban cuenta de un cierto "estado de las cosas", al menos en cuanto al tema cultural se refiere. Sin ser del todo pesimista, Jarmusch daba algunas importantes batallas por perdidas, al tiempo que invitaba a otros contemporáneos suyos a reordenar de alguna manera lo que hemos ido entendiendo como narración convencional; lo que en una pose indisimulada sería "posmodernidad", pero hoy adquiere otro sentido menos holístico. No me extraña que Steven Soderbergh haya optado por un camino similar, y NO SUDDEN MOVE da un paso más allá en la construcción de una narrativa, desde un supuesto modelo clásico. Por un lado, nunca esconde su naturaleza de cine negro a la vieja usanza, pero siempre parece que estemos ante otra cosa, como si se fuera a derribar la cuarta pared en cualquier momento. La pareja formada por Don Cheadle y Benicio del Toro (absolutamente geniales los dos) oficia de maestro de ceremonias de una trama nunca del todo clara, en la que sólo intuimos que todos persiguen algo (el mcguffin como recurso indispensable), que están dispuestos a engañarse hasta las últimas consecuencias, y que creerse más listo que los demás es un error fatal. El diabólico guion de Ed Solomon gira como una peonza, arrastrando a sus personajes y conduciéndolos hasta un desenlace, no ya metafísico, sino directamente deudor de la derrota absurda beckettiana, hasta desecar y depurar lo que tan artificioso parecía, y llevando a cada elemento hasta un punto que el espectador identifica inmediatamente con la casilla de salida. No se trata ya del "giro por el giro", sino de que el giro implique apenas moverse, incluso quedarse quieto, aunque Soderbergh fluye en una de sus mejores películas recientes, sin caer en el estatismo.
Muy muy recomendable.
Saludos.

lunes, 2 de agosto de 2021

Películas para desengancharse #94


 

Mira qué postal tan bonita. La vuelves a dejar en la mesa. Te centras en la persona que tienes delante, pero no sabes qué decirle. Dejas que las cosas sigan su curso. Y digamos que planificas como si improvisaras. Y al menos Malick tenía algo importante que decir en DAYS OF HEAVEN, aunque abundan los planos de gente corriendo, o las miradas en silencio. Es la película que menos me molesta de este director, y por eso no logré ver la conexión en su largamente pospuesto regreso. Me gustaba más cuando no sentía la tentación de filmar paisajes, y eso que aquí hay muchos, todos maravillosos y todos capturados por el gran Néstor Almendros. Me gustaba más cuando dejaba a los actores que se olvidaran de que son profesionales, y ensayaran gestos lejos de la gravedad. Aun así, Malick es incapaz de soslayar el aparataje bíblico, aminorar todos los mitos que pueden caber en una historia tan sencilla como ésta. Es una historia, sobre todo, acerca de la brevedad de la felicidad, y de los tributos que de ésta se desprenden. Podría haber sido más fácil, pero entonces no hablaríamos de sufrimiento, ni de pérdida, ni de huidas. Es una extraña película, muy bonita, y a lo mejor es verdad que anticipaba, ya por 1978, un cine contemporáneo; pero también es verdad que defender ese tipo de cine ha llevado a muchos equívocos, a un lado y al otro.
Saludos.

domingo, 1 de agosto de 2021

Rincón del freak #466: Si sólo quisiéramos entendernos...


 
No sé si pasó desapercibida la noticia, pero a principios de esta pandemia, ésta se llevó al escritor chileno Luis Sepúlveda, que desde hacía algunos años residía en España. Sepúlveda poseía un sentido de la fábula, siempre con los pies en el suelo, mirando cada disposición humana desde una perspectiva de extrema sensibilidad poética. Su obra más representativa es "Historia de una gaviota y del gato que la enseñó a volar", una preciosa historia de amistad, de compromiso, cuyo título no dejaba lugar a la duda. Recuerdo leer este libro hace muchos años, pero desconocía que existiese una versión animada, que he descubierto tras volver a indagar en la obra de su autor. LA GABBIANELLA E IL GATTO fue una modesta producción italiana, dirigida por Enzo D'Alò, que conseguía poner en imágenes la emocionante odisea de una gaviota que, empapada en petróleo, se ve obligada a separarse de su bandada, y que a duras penas logra llegar hasta la costa, tan sólo para poner su preciado huevo y dejarlo al cuidado de Zorba, un gato que se apiada de ella y le promete tres cosas: que no se comerá el huevo, que lo cuidará hasta que se rompa, y que enseñará a volar a la pequeña gaviota. 
Se preguntarán qué diablos puedo hacer yo viendo esta semidesconocida miniatura de 1998, nada que ver con las filigranas digitales de hoy día. Este verano, esta pandemia, han terminado con muchas cosas, a lo mejor para que nazcan otras muy diferentes...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!