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viernes, 3 de abril de 2020
¡Viva Cuba!
Cuba es uno de esos países que no debería pasar desapercibido, y menos para nosotros. Controvertido, sí, pero digno de elogio, por sus gentes y su bella idiosincrasia, de la que alguna vez deberíamos aprender los ufanos europeos. Cuba está de actualidad (si es que alguna vez no lo estuvo), por la generosidad que están demostrando, cuando tanto los hemos ignorado. Pero también por el reciente fallecimiento de Juan Padrón, uno de esos tipos entrañables, de los que siempre quieres tener a tu lado para que te cuente las historias que se le ocurran, que eran muchas y muy originales. De Padrón siempre recordaré aquellos vampiros a ritmo de samba, en una Habana que respondía más a un precepto de Michael Curtiz que de una peli de animación. Pero así era Padrón, que aunaba el cine clásico con la transgresión argumental y una imaginación desbordante. En 1983 filmó ELPIDIO VALDÉS CONTRA DÓLAR Y CAÑÓN, que es magnífica para empaparse abundantemente del genio de este cubano, aunque es cierto que los españoles no salimos muy bien parados... ¡Qué se le va a hacer!
Descanse en paz, maestro.
Saludos.
viernes, 22 de mayo de 2009
Vendo enanitos verdes
Algunas veces, la falta de presupuesto, unida a la falta de prejuicios logra momentos únicos, irrepetibles. Vi VAMPIROS EN LA HABANA prácticamente cuando se estrenó, en un pase por TVE (la de entonces, hará 22 o 23 años) y recuerdo quedarme patidifuso con aquella animación epiléptica, llena de imperfecciones, tan lejos del canon Disney, tan punk ¿por qué no? Y aquella historia absolutamente inverosímil que le daba la vuelta por completo al mito vampírico, con un dicharachero sentido del humor típicamente caribeño que se mezclaba sin pudor con tramas gangsteriles y todo un mosaico panfletista sobre los momentos previos al derrocamiento de Machado.
La trama es un delirio. Resulta que las organizaciones mafiosas, digo vampiras, de ambos lados del Atlántico se disputan el invento de un científico, vampiro asimismo, radicado nada menos que en La Habana. Dicho científico ha estado suministrándole Vampisol (así se llama el brebaje) a su sobrino Joseph Amadeus von Dracula, Pepito para los amigos; un trompetista juerguista, mujeriego y amigo de revolucionarios, todo por la causa. El film, aparte de su trillada trama, merece la pena sobre todo por sus sorprendentes detalles, que la llenan de frescura e imaginación. Es posible que haya envejecido regular, pero sigue siendo objeto de culto entre una inmensa minoría de frikis (nótese el detalle de la curiosa coincidencia entre el nombre del brebaje y una discográfica especializada en música subterránea).
Notable también la magnífica banda sonora a cargo del gran Arturo Sandoval.
Juan Padrón, artífice de esta curiosa película y animador de contrastada carrera, repitió hace cinco o seis años con MÁS VAMPIROS EN LA HABANA, con bastante menos fortuna que ésta, instalada definitivamente en el subconsciente guerrillero de toda una generación.
Una transfusión de saludos.
La trama es un delirio. Resulta que las organizaciones mafiosas, digo vampiras, de ambos lados del Atlántico se disputan el invento de un científico, vampiro asimismo, radicado nada menos que en La Habana. Dicho científico ha estado suministrándole Vampisol (así se llama el brebaje) a su sobrino Joseph Amadeus von Dracula, Pepito para los amigos; un trompetista juerguista, mujeriego y amigo de revolucionarios, todo por la causa. El film, aparte de su trillada trama, merece la pena sobre todo por sus sorprendentes detalles, que la llenan de frescura e imaginación. Es posible que haya envejecido regular, pero sigue siendo objeto de culto entre una inmensa minoría de frikis (nótese el detalle de la curiosa coincidencia entre el nombre del brebaje y una discográfica especializada en música subterránea).
Notable también la magnífica banda sonora a cargo del gran Arturo Sandoval.
Juan Padrón, artífice de esta curiosa película y animador de contrastada carrera, repitió hace cinco o seis años con MÁS VAMPIROS EN LA HABANA, con bastante menos fortuna que ésta, instalada definitivamente en el subconsciente guerrillero de toda una generación.
Una transfusión de saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...