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viernes, 3 de mayo de 2024

Transitando las épocas


 

¿Se puede bordear el género? ¿Abrazarlo como último recurso para encontrar calidad en lo comercial? Son preguntas pertinentes en estos últimos tiempos tan convulsos, donde el mainstream revive gracias a los recursos provenientes de las plataformas televisivas, mientras se perciben interesantes esquirlas de lo autoral en cineastas cuyo talento está asimismo supeditado o tampoco da más de sí. Hoy día hay cientos de ejemplos de esto, y creo que IMMACULATE lo representa con claridad meridiana. Es una producción americana, pero se quiere presentar como netamente europea, hurgando en las claves del giallo pero sin terminar de someterse a sus reconocibles paradigmas. Los misterios encerrados tras los muros de un siniestro convento italiano deberían haber dado bastante más de sí, bien por lo interesante de su excusa argumental (unos crímenes que podrían ocultar un espantoso secreto), o por su crudo tratamiento de un gore bien entendido y dosificado, que estalla en su impactante parte final. A Michael Mohan lo conocimos con THE VOYEURS, donde ya se vio un potencial incomprensiblemente desaprovechado, y ya allí despuntaba una desconocida Sydney Sweeney, hoy nombre imprescindible, que no me parece una gran actriz, pero sí una presencia más que interesante para este tipo de films que demandan más vigor que sutileza.
No es ninguna maravilla, pero es lo suficientemente entretenida para no desecharla por completo.
Saludos.

sábado, 23 de octubre de 2021

¿Asno o maestro?


 

Qué película más desaprovechada es THE VOYEURS, sobre todo después de sobreponerse al complicado reto de adueñarse del motivo hitchcockiano (imposible apartar la mirada de ahí), hacerlo suyo y, a partir de ahí, convertirse en otra cosa, que juguetonamente pretende jugar en la liga de un Atom Egoyan. Demasiada presunción para lo que finalmente se revela, que es a un director que enjuga su inexperiencia tirando de manual televisivo. Y es que el juego de ventanas, exhibicionismos y aspiraciones/envidias, se abre tímido, presentando a una pareja que al fin logra un buen sitio para vivir juntos, y que se encuentra con la anécdota de unos vecinos de enfrente que, manteniendo sus amplios ventanales siempre abiertos, revelan una agitada vida sexual, socialmente sofisticados, e incluso con amagos de lo que podría ser una promiscuidad galopante. Ellos, normalitos, se medio excitan y los medio envidian, y convierten esa conexión visual prácticamente en una especie de espectáculo online. Pero deciden dar un paso más allá, tan sólo para descubrir que la vida de sus vecinos no es tan luminosa, y que incluso podría poner en peligro su propia relación. Hasta ahí más o menos bien, pero los bandazos narrativos (de tono, básicamente) son tan acusados, que llega a parecer que hay tres o cuatro películas diferentes (y no siempre corresponsales entre sí), a lo que contribuye un metraje excesivo para lo poco que se cuenta, que me parece de una mojigatería insoportable, especialmente cuando llega el momento de dar giros imposibles, la mayoría gratuitamente ufanos de sí mismos. Una película, insisto, incomprensiblemente desaprovechada, y cuyo conservador espíritu queda explicado en una escena igualmente ininteligible, en la que se cita la célebre fábula de Esopo sobre el asno inconformista...
Se puede ver, pero terminarán mosqueándose. Lo mejor, la versión (muy bien traída) de Billy Idol.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!