jueves, 31 de diciembre de 2020

La caída en desgracia del caníbal burgués


 

Al contrario de lo que él pueda pensar, Nolan no incomoda, ni horroriza, ni tampoco innova. Esa vía está muerta, celebremos WEEK-END y despidamos este año horrible con una película que sí incomoda y horroriza, y desde luego innova. Concebida como un jugoso escupitajo a la imbecilidad de la burguesía, se puede trocear en tres partes muy diferenciadas, casi tres películas independientes, aunque un rayo la atraviesa de principio a fin: insoslayable, el ruido. Porque WEEK-END puede que pase por ser una de las películas más estridentes de la historia, y (cosa rara en mí) con la capacidad de ponerme nervioso en según qué tramo. El inicio, de todas formas, es más bien inquietante, con una joven describiendo a su amante una experiencia sexual con el matrimonio que luego será el protagonista de la cinta. A media luz, y sin omitir un solo detalle, nos pone ya en situación de lo que vamos a ver. Y lo que vamos a ver es a esta pareja de pequeñoburgueses, desquiciados, chocando su descapotable, insultando a todo el mundo y planeando la muerte de la madre de él, con tal de quedarse con su patrimonio y darse la gran vida. Ahí comienza un apabullante plano-secuencia, un travelling imposible a lo largo de un atronador atasco, por el que va pasando el impávido descapotable, y con el que Godard efectúa una maravillosa interpretación de lo que él llama "un día parisino", con coches accidentados y muertos junto a gente que juega al ajedrez y niños que corretean. Hasta ahí no hay tregua, luego Godard se repite un poco y comienza con sus disertaciones marxistas y sus imágenes metafóricas, pausando el ensordecedor orgasmo al que estábamos asistiendo, aunque aún nos regale dos o tres momentos impactantes, incluyendo la decapitación de una gallina y la muerte por mazazo en el cráneo de un cerdo, con lo que el bucólico fin de semana burgués queda colmado. Al menos por este año...
Saludos.

miércoles, 30 de diciembre de 2020

El espejo roto #18


 

El último episodio de la T4 de BLACK MIRROR, titulado "Black Museum", abundaba en el formato episódico del especial de Navidad; una narración que contiene otras tantas narraciones, y confluyendo en un sorpresivo y contundente final, de alguna manera aglutinador. Una pena, porque es sin duda el peor episodio (y de lejos el más largo) de esta temporada; tanto en forma como en fondo, ni es inquietante, ni tiene una buena factura técnica, y ni siquiera sus intérpretes están a la altura de ninguna de las historias. De hecho, podríamos alinear este capítulo junto a cualquier olvidable serie B televisiva, valiéndose del elemento tecnológico-futurista (aquí sí) como mera excusa para que pasen los minutos. El hilo conductor es un inquietante "museo del crimen", situado en mitad del desierto, y al que llega una joven viajera mientras su coche se carga solarmente. Allí, un curioso anfitrión le va narrando diferentes historias, relativas a cada objeto del museo, pero con la curiosa coincidencia de que casi todos fueron inventados por él, ya que se trata de un ingeniero caído en desgracia por lo revolucionario de sus propuestas. Desde el artilugio que conecta a un médico con el sufrimiento de sus pacientes, a un osito de peluche, donde reside la conciencia de una mujer ya fallecida, o la atracción principal del museo: la recreación digital de un condenado a muerte.
La idea, las ideas, no están mal de partida, pero su factura se nota desganada, para el canon de calidad que Brooker suele ofrecer. Irregular broche para una temporada, en general, bastante satisfactoria.
Saludos.

martes, 29 de diciembre de 2020

El elefante en la habitación


 

A ver, porque luego no se me entiende lo que digo, que es lo mismo que les pasa a otros. Quisiera o no quisiera, en algún momento tenía que hablar de TENET, el último artefacto perpetrado por Christopher Nolan, que viene a ser como cuando un entrenador, sea por despecho o pura altivez, alinea a ese futbolista de menor calidad, dejando al bueno en el banquillo. No intenten entender TENET, da igual. Su argumento tiene la misma profundidad que un prospecto de paracetamol; eso sí, es grave. Tan grave que carece de todo sentido del humor, pero eso ya lo sabíamos, venimos avisados. No voy a hablar aquí del supuesto mecanismo perfecto de relojería, de los loops físicos o del despliegue a lo largo y ancho de este mundo, el mismo que alguien quiere destruir, que tampoco es un argumento tan original. No, porque voy a centrarme en lo que queda desviado entre tanta pirotecnia, edificio que se derrumba y coches que circulan marcha atrás. No sé quien le monta las películas a Nolan, pero alguien lo hizo mejor antes. Prescindan, insisto, de que el director intenta embaucarnos con el efecto "CinExin" (los viejos del lugar saben de qué hablo), y fíjense en los diálogos, los ejes de cámara en una simple conversación, deslavazados como si de un principiante se tratara. Sigo. No es de recibo que en una película de dos horas y media, donde se nos vende un detallismo exasperante, cada escena comprometida (un salto de un edificio, la llegada a un barco o una pelea [y hay muchísimas]) esté cercenada; porque entiendo a un señor que hace una peliculita con amiguetes, pero no aquí. Nolan tiene tres o cuatro nociones de cine, pero "no sabe" innovar, no posee un lenguaje propio; exprime ese limitado registro hasta la saciedad, convirtiendo una película eminentemente de acción en una tortuosa sucesión de "gente haciendo cosas", la mayoría de las veces ininteligibles. Francamente, no me esperaba mucho más, pero sí al menos poder encontrar algún elemento diferenciador, algo por lo que pueda considerar TENET como un entretenimiento de lujo. En lugar de eso, he visto una opereta, un baile de máscaras en un resort de Chiclana. Gaseosa y marciana, disfrútenla ustedes que saben más que yo de estas cosas...
Saludos.

lunes, 28 de diciembre de 2020

Historias corrientes


 

Inabordable, inmensa o inabarcable. Podrían ser buenos adjetivos para enfrentarse, o más bien tras hacerlo, a LA FLOR, el último film de Mariano Llinás, que posiblemente sea de las pocas películas que no me atrevería a recomendar, al mismo tiempo que me desgañitaría haciéndolo ¿Por qué? Pues porque ya nos parecían una pasada las cuatro horas de la grandiosa HISTORIAS EXTRAORDINARIAS, así que dispónganse a las catorce (¡14!) de este canto a la narración por la narración, desordenada carta de amor al incomprendido mundo del autor, el creador puro que ha de enfrentarse a la ingratitud de la página en blanco, llenada a lo mejor para sólo pasar a la siguiente. LA FLOR no es ni relamida, ni altiva, y me atrevo a afirmar que ni siquiera alberga una ambición desmedida, y en sus historias se encuentra un amplio espectro de lo que en algún momento se nos queda en la memoria, esos cuentos infantiles, los tebeos juveniles y todo lo que sigue después. Una momia que guarda una terrible maldición tras ser desenterrada; un antiguo dúo musical (ineludible el sorprendente homenaja a "Pimpinela"), que a través de sus canciones relatan una vida hecha de amor y odio; unas espías internacionales que huyen de su implacable jefe, que las persigue tras una imperdonable traición; un rodaje insoportable (¿el lamento del director incapaz?), que sólo tiene como huida hacia delante el rodaje de localizaciones (concretamente árboles), y que entronca con una historia de brujas y locos, y donde aparece hasta Casanova; o dos homenajes ya para cerrar, a Renoir y a Sarah S. Evans, que escribió un librito relatando su cautiverio en las "Tierras del Sur". Todo ello y mucho más es LA FLOR, descrita así por el propio Llinás como un tronco principal y sus pétalos, entrelazados, más allá del todo o valiéndose del placer de la compartimentación útil y desordenada. Tanto como sus cuatro actrices principales (Elisa Carricajo, Laura Paredes, Valeria Correa y Pilar Gamboa), vértebro de lo disuelto, que llegan a rozar el adoro del creador conspirado y casi rendido. Todo eso, digo, y más cabe en sus fascinantes y reveladoras 14 horas (incluyendo unos títulos de crédito que ocupan 45 minutos); y aparece mucho Francia, Rivette, Godard; y aparece un señor al que le da igual la crisis para contar cosas, y que de hecho se rindió al VOD tras la aparición de la pandemia, pensando que podría ser un gesto altruista para el confinamiento. Y termino, además de recomendándola vivamente, con un tirón de orejas a quien 14 horas le parezca una pose cultureta, porque me juego el pescuezo a que devoran series y más series que pueden llegar a durar 10 o 20 veces eso mismo...
Nada, véanla cuando tengan un rato.
Saludos.

domingo, 27 de diciembre de 2020

Rincón del freak #436: Disparando a la nada. Envites de un quiasmo perdido


 

De cuando en vez me da por proponerme a mí mismo enmendar fantasmas y requiebros, lo que se suele traducir en deleitar los sentidos con la confirmación de que el infierno no son los otros, sino los que fueron o ya no son. Las sillas de los veladores eran de madera, los tebeos colgaban de pinzas (de madera) junto a las caretas, y las carátulas de los VHS los dibujaban los mismos que dibujaban las carátulas de los cassettes de videojuegos. Una muy recurrente solía mostrar a un tipo cachas, pelo al cepillo, cara sucia y expresión que oscilaba de lo jabato a lo inexpresivo, con una camiseta raída sin mangas, canana del cuello y una desorbitada ametralladora escupiendo fuego, mientras se desarrollaba un baile de palmeras al fondo. Letras en Stencil, ocasionales jeeps o choppers, y en las mejores hasta una fémina cardada y arrobada, por ese orden. Ya en situación, me asombra la voracidad obtenida por mi parte en el sentido de los puntos, cosa que me pixelaría los sentidos actualmente, pero entonces era cosa natural. Me olvidaba de los trapos de color sucioindefinido, que servían para sujetar los flequillos de Stallone, pero también para disimular la alopecia de David Carradine en BEHIND ENEMY LINES, cloaquista serie doble zeta, pergeñada en Israel y rodada en el jardín botánico de Los Angeles; que también se llamó P.O.W. THE ESCAPE, y que comenzaba con una maravillosa escena que procedo a describir. Helicópteros sobrevolando un campo de prisioneros en la selva vietnamita empiezan a disparar misiles a lo bestia. Muerte y destrucción. Los soldados salen de los helicópteros chillando y disparando en pleno ardor y frenesí guerrero. El objetivo es rescatar a unos prisioneros y masacrar a los amarillos, y el coronel Cooper lo sabe, aunque su cara es la misma que si comprara unos analgésicos. Tras el dispendio correspondiente de balas y granadas, aproximadamente tras cinco minutos de disparos en todas direcciones, Cooper se da cuenta de que el campo está vacío y los vietnamitas los acechan desde fuera en una trampa que sólo podría haber salido de una mente maestra... 
1986. Juro que hasta Mr. Norris me pareció mejor actor. Y entonces vino Tarantino...
Saludos.

sábado, 26 de diciembre de 2020

El hombre y la tierra


 

Hay crónicas en esto del cine que, de no ser ciertas, serían carne de cualquier melodrama barato. Historias que nos hablan de lo mal que funciona a veces esta procelosa industria, pero también de lo injusta que es la vida. En 1975, Akira Kurosawa no encontraba financiación para seguir rodando, como suena. Uno de los grandes puntales del cine japonés no lograba filmar en su país de origen, por lo que simplemente se marchó, y lo hizo nada menos que a la extinta Unión Soviética, donde era venerado desde hacía años. Allí se embarcó en la que es una de sus mejores películas, y una de las mejores de todo el siglo XX (lo que es mucho decir en ambos casos), DERSU UZALA, que entre otros muchos premios se alzó con el oscar de habla no inglesa (¡a una película de producción soviética!). Me resulta muy complicado resumir una película tan grande, tan inabarcable, pero me es muy sencillo comprender lo bien que Kurosawa entendió el espíritu del libro escrito por Vladímir Arséniev, aquel cartógrafo que a principios del pasado siglo se topó con una persona extraordinaria en el lugar más inimaginable. Aquel hombre diminuto salió de la nada literal, de la inhóspita taiga siberiana, donde tenía su hábitat natural, el de un sencillo cazador que vivía solo desde la muerte de su familia por viruela, y que poseía una sabiduría infinita, siempre en consonancia y absoluto respeto por la naturaleza. La película, prodigiosa, escrita junto a Yuri Nagibin y con nada menos que tres directores de fotografía (su espectacular formato de 70mm sigue siendo imitado hasta la saciedad), es uno de los máximos exponentes, muchos años adelantada a su tiempo, de ese cine tan mal llamado "contemplativo", "paisajista", o simplemente "minimalista". No, porque DERSU UZALA por supuesto que integra el relato en sus rotundas imágenes, con largos planos secuencia rodados en exteriores, atravesados tanto de las disertaciones del personaje de Arséniev, fascinado por la progresiva amistad con el cazador nanai, y los lacónicos pero desarmantes parlamentos de éste, que parece conocer todos los secretos de la naturaleza sin dárselas de ser un hombre sabio. DERSU UZALA es una lección de vida escindida en dos partes, que ejemplifican el proceso de amistad entre estos dos hombres y su posterior despedida, para seguidamente volver a reunirlos algunos años después y culminar con la evidente inadaptación del hombre que ha vivido siempre al aire libre a la ciudad, donde languidece penosamente. 
Tanto en lo ético, lo estético y lo semántico, una obra maestra absoluta.
Saludos.

viernes, 25 de diciembre de 2020

Negra Navidad


 

Con demasiado tiempo de retraso, resarzo el abandono al que he venido sometiendo a BLACK MIRROR de la mejor manera, que es hablar hoy de WHITE CHRISTMAS, el especial de Navidad que Charlie Brooker imaginó tras dar por concluida la T2. Estructurado como el típico film de narraciones dentro de una narración principal, es probablemente (y si lo integramos en el curso normal de la serie) uno de los episodios más sólidos e inquietantes, aunque me rechina un poco encontrar demasiados ecos de otras tantas historias, lo que es más fácil de rastrear, cómo no, procrastinando este especial a dos temporadas más. El motivo principal, no exento de misterio, es la conversación entre dos hombres (extraordinarios Rafe Spall y Jon Hamm), que pasan la Navidad en una especie de cabaña, y sólo sabemos que llevan allí nada menos que cinco años, aunque los motivos de esa especie de penitencia no quedan aclarados. Mientras uno cocina y el otro pimpla generosamente, se entrecruzan historias que ambos cuentan, historias personales, a medio camino de la confesión y el desahogo. En realidad son tres historias, y mientras la primera nos pone en situación de la profesión de uno de ellos (una especie de asesor sentimental a tiempo real, literalmente), el segundo parece la redención del mismo tras la terrible experiencia antes relatada, y que llegó a costarle el matrimonio. Sin embargo, el segundo individuo, animado por la sinceridad de su interlocutor, decide hacer una última y tremenda confesión, lo que da un vuelco inimaginable a todo lo anterior, haciéndonos dudar de qué y qué no es real.
Envueltos en el clásico de la banda Wizzard ("I wish it could be Christmas everyday"), reconozco lo complicado de reunir y armonizar lo que finalmente podría haber sido un caos. En lugar de ello, sólo es necesario permanecer atentos y no perder comba de lo que el tándem Brooker/Tibbetts va hilando con paciencia de orfebre. Incluso los momentos más desalentadores, con una crueldad rayana en el efectismo, cobran sentido como un todo que nos advierte de las perversiones de la tecnología, pero también identifica a los responsables, que en mayor o menor medida solemos escurrir el bulto tras la red de algoritmos...
Saludos.

jueves, 24 de diciembre de 2020

Un día en las carreras


 

Incluso Cronenberg tiene sus debilidades, y no me refiero a películas menores, que también, sino a motivos y aficiones que, aunque sólo sea muy de vez en cuando, le han hecho filmar tan fuera de su recorrido que cuesta rastrear a un director tan reconocible como él. Me refiero a FAST COMPANY, posiblemente su film más desconocido; un típico y tópico drama en torno a las carreras de coches, y más concretamente a esos brutales "escupefuego", que a los americanos les vuelven locos. Estos coches son capaces de alcanzar 350 Km/h, por lo que las carreras apenas duran seis segundos, y el sistema de frenado es nada menos que un paracaídas. FAST COMPANY, contra todo pronóstico, es una película solvente y entretenida, con una cierta dejadez formal y un trasfondo con algo de chanza y opereta, pero que ni molesta ni irrita, sino que acaba siendo una serie B en RWB, con todos los ingrediente: tipos duros, coches potentes, malos malísimos y chicas complacientes. Incluso la banda sonora es una especie de sucedáneo de Springsteen, para que no falte nada. En el elenco, dos rostros conocidos, John Saxon y William Smith (aquel inolvidable Falconetti de nuestra infancia); y una chica, Claudia Jennings, que comenzaba a labrarse una carrera desde las páginas de Playboy, y que irónicamente murió en un accidente automovilístico meses después de rodar esta película.
Absténganse puristas, no van a encontrar aquí al Cronenberg sofisticado y vanguardista, sino al rendido admirador de los coches de carreras y el rock grasiento...
Saludos.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

El espejo roto #17


 

Uno de los motores principales de BLACK MIRROR (si no el principal) es la capacidad de hacer pensar al espectador a cada entrega, invitarle a reflexionar sobre lo que ha visto y el posible reflejo de esa "realidad virtual" en la suya propia. Hay capítulos que me han divertido, otros me han fascinado, algunos simplemente me han aburrido, y otros, como "Metalhead", me han aterrado. Sin embargo, y aludiendo a la susodicha reflexión íntima, he llegado a la conclusión de que más me aterra vivir en una sociedad incapaz de encontrar estímulos sin salirse de la normativa, apelando al incomprensible y muy egoísta lema de "esto no era lo que yo pensaba". Sí, por supuesto, porque David Slade, un director con una potencia visual innegable, y forjada en títulos tan reivindicables como HARD CANDY o 30 DÍAS DE OSCURIDAD, ha volteado la habitualidad distópica de la serie y la ha llevado a su terreno. Y su terreno está compuesto por la concisión, economía de medios y un trabajo estrecho con los actores, que se exacerba en el plano físico. "Metalhead" es un survival en toda regla, como lo era PREDATOR o como lo era DUEL, y como ahí ya está prácticamente todo inventado, es mejor no ponerse a explicar chorradas ni ralentizar el ritmo con tal de engarzar un giro definitivo, que en la mayoría de casos es decepcionante. No sé si Brooker tenía exactamente en mente esta brutal carrera por la supervivencia, pero en mi opinión el cambio sí que le ha sentado muy bien a la serie. Rodada en B&W, y con apenas 40 minutos de duración, contiene un inicio de máxima tensión, un desarrollo frenético y un desenlace que parece más un remanso que una tragedia. No sé qué esperaba la gente, pero sí qué he encontrado yo: un magnífico capítulo y una magnífica actriz llamada Maxine Peake.
Saludos.

martes, 22 de diciembre de 2020

GoPro sensation?...


 

Con apenas 30 años, Trey Edward Shults se ha aupado al carro de los nombres emergentes más interesantes del último cine norteamericano. Desde su notable debut, KRISHA, la crítica más sesuda lo celebró como discípulo (quien sabe si involuntario, y salvando las diferencias) de cimas como Cassavetes o Altman; sin embargo, su segundo trabajo, LLEGA DE NOCHE, descolocó por su ruptura radical, que la dejaba a mitad de camino del cine de género y la experimentación. Manteniendo su línea de dos años por película, en 2019 llegó WAVES, que se estrenó en Enero con poca repercusión y la espada de Damocles del cierre de Marzo, aunque puede encontrarse en plataformas desde Septiembre. Y la verdad, no sé qué pensar, porque WAVES hace convivir momentos de gran intensidad con otros ridículamente ingenuos, y es bonita y es fea, preciosista y feísta, y sus intérpretes están bien pero sabes que podrían estar mejor, y su historia es desgarradora pero a los diez minutos te das cuenta de que es bastante imbécil. No podía quitarme de la cabeza dos películas mientras la veía, una era MOONLIGHT, de Barry Jenkins, no sé si por el origen afroamericano de los protagonistas; y la otra era THE FLORIDA PROJECT, por la naturalidad con la que aborda temas espinosos y realmente íntimos. Ojalá, digo, se hubiese quedado en la segunda, pero tiene la misma burda circunspección de la primera, y al final hay que darle la razón a quienes la han machacado diciendo que son sesenta minutos de GoPro y setenta de culebrón venezolano. Yo no iría tan lejos, y simplemente me quedaría en achacar cierta osadía a un director joven, de indudable talento, pero que aún debe aprender a modular material sensible. Lo hizo en su debut, pero ahí el intimismo era casi insoslayable, pues rodó a toda su familia; aquí el metraje no se comprende del todo justificado, y me quedan algunos arrebatos de magnífico cineasta, al menos cuando demuestra una gran compasión por sus personajes. Y efectivamente, creo que no he contado casi nada de su argumento, pero en este caso me parece necesario, y que sean ustedes quienes decidan si han visto una obra maestra o una bazofia. Yo, ni lo uno ni lo otro...
Saludos.

lunes, 21 de diciembre de 2020

La actitud de entretener


 

Se habla poco del Peter Jackson pre-TLOTR, o al menos esta etapa ha quedado, no sé si injustamente, bastante olvidada; y cuando volvemos repentinamente a aquellos primerizos títulos, nos encontramos con un director muy interesante, con un estilo, cierto es, no tan pulido, pero siempre muy personal y libérrimo. Y puede que sea THE FRIGHTENERS, de 1996, la película-puente entre ambas etapas, al contar el neozelandés por primera vez con un presupuesto de enjundia, y por notársele un pie en la profesionalidad y otro en un amateurismo que aún sigue ofreciendo con cuentagotas. Éste fue un proyecto apadrinado por Robert Zemeckis, que fue de los primeros en ver el gran potencial de Jackson, poniendo a su disposición el arsenal de la Universal; comenzando por un Michael J. Fox que, todo hay que decirlo, ya por entonces notaba decaer su extraordinaria fama, pero que aún tenía el tirón suficiente para protagonizar esta historia de fantasmas, con mucho de comedia, pero también de intriga sobrenatural. Lo cierto es que no se trata de un film de terror ni mucho menos, sino de un improbable cruce entre LOS CAZAFANTASMAS o CUENTO DE NAVIDAD, aunque lo más interesante ni siquiera sean aquellos efectos digitales (hoy tremendamente anticuados), o la interminable lista de referencias (de Kubrick a Bergman), sino el ingenioso guion elaborado por el propio Jackson y Fran Walsh, que en sus momentos más delirantes se puede considerar una amalgama de screwball comedy, gore y giros de guion imposibles. Es decir, que de una película pretendidamente espectacular (por lo del espectáculo), y que probablemente era la que rondaba la cabeza de Zemeckis, se pasa al talento de un tipo que, precisamente por dominar todos esos medios, opta por desarticularlos y transformarlo todo en su fiesta particular.
Francamente, podría haber sido una maravilla, pero el tiempo le ha dado tanta razón como se la ha quitado, y algunas partes han envejecido regular.
Saludos.

domingo, 20 de diciembre de 2020

Rincón del freak #435: Un campo en Texas


 

Parece difícil que una película de 75 minutos se haga más larga que una meada cuesta abajo, pero así es la percepción del tiempo. Algo así es lo que intenta poner en imágenes Karen Skloss en THE HONOR FARM, enésima aproximación, por el lado mojigato, a la típica "noche de setas", esta vez rociado de más milindrismo aún si cabe, con esas horrorosas fiestas de graduación en las que adolescentes van borrachos en limusina, mientras ellas guardan los condones en el escote de su vestido de princesita Disney. Como si la hubiera montado un tipo puesto de aguardiente, pasamos sin solución de continuidad de la fiestecita a la muchacha en cuestión largándose con su amiga, porque el novio le ha potado mientras la manoseaba, cargándose la magia del momento. En sólo un par de minutos, las lagrimillas son enjugadas junto a otro grupo (más indie, por supuesto) que les pone setas y birras, lo que ambas acceden a tomar gustosamente, porque en Texas socializar es la costumbre. Se ponen hasta el mocho, se van a un pabellón abandonado, y cuando todo parece encaminarse al slasher, nada de eso, tan sólo un continuo deambular y poner ojos raros y soltar frases coelhianas. Justo hasta que aparece el dentista de la chica con polo rosa y corderito de Norit, lo que podría haber dado un giro interesante si hubiesen optado por escribir en lugar de garrapatear...
Una tontería que se ve y se olvida, como un mal colocón.
Saludos.

sábado, 19 de diciembre de 2020

Soltar riendas


 

Efectivamente, THE WITCHES conoció su primera adaptación hace exactamente 30 años, curiosamente el mismo en que murió Roald Dahl, del que no estoy muy seguro de su aprobación. Sea como fuere, esta versión, auspiciada entre otros por Jim Henson, resultaba ligeramente más perversa, menos infantilizada, a lo que contribuye decisivamente el trabajo de marionetas y máscaras de Henson, que crea un clima más cercano al cine de terror que al infantil. THE WITCHES obtuvo cierta repercusión en aquel 1990, y su mezcla de talentos se benefició del delirio visual de Nicolas Roeg o la extraordinaria recreación de Anjelica Huston, perfecta en un papel que necesita tanta distinción como sorna. Yo recomiendo el visionado conjunto de ambas películas, con lo que se puede comprobar que ésta no ha envejecido nada mal, mientras que la recién estrenada aporta apenas los adelantos en animación visual. La falta de innovación se ve claramente, por ejemplo, en la elaborada escena del congreso de brujas, que es absolutamente calcada ¿Homenaje? Puede ser, pero habrá quien lo llame con menos amabilidad...
Saludos.

viernes, 18 de diciembre de 2020

Un corcel refrenado


 

Me extraña que la industria cinematográfica conserve la idea de que debe ser sumamente sencillo adaptar a Roald Dahl, habida cuenta la gran cantidad de películas "basadas" en su fértil imaginario. Adaptar sí, pero trasladar es otra cosa. La prosa del autor galés siempre escondía algo que transcurría en paralelo a la historia contada, que le servía como material conductor, cuando no inductor de profundas reflexiones sobre el paso del tiempo, las trampas de la moral o directamente la inevitable corrupción de la inocencia. Para quien esto escribe, debe ser THE WITCHES una de sus cumbres (mi favorita, de hecho); una especie de aventura generacional que parte de un trago amarguísimo, que no es otro que la orfandad repentina de un niño, que ha de quedarse a vivir con su abuela. Lejos de caer en complacencias dramáticas, Dahl imagina un mundo sombrío de brujas crueles (y también muy divertidas), cuya motivación existencial es la erradicación de los infantes de todo el mundo, superponiendo a estos seres como la amenaza de la adultez, incapaz de soportar su propia decadencia. 
THE WITCHES se ha vuelto a hacer (mañana hablaremos de la otra), y sin ser un absoluto desastre, confirma que el mero entretenimiento se aleja de las cuestiones antes mencionadas, centrándose en la exhibición de efectos e interpretaciones desbocadas. Aquí, sin embargo, lo mejor es precisamente el trabajo de una Anne Hathaway que sigue creciendo exponencialmente, y que ajusta un meritorio homenaje a su antecesora 30 años después. Dirige Robert Zemeckis, que a estas alturas es ya prácticamente un clásico del cine intergeneracional, y sirve para pasar un rato entretenido, recordando de paso las diferencias en cuanto a puesta en escena, y comprobando que tampoco esta vez han logrado bordar un final tan atípico como agridulce, e incluso menos.
Saludos.

jueves, 17 de diciembre de 2020

El buen ladrón


 

Haciendo un poco de arqueología en la inagotable filmografía de John Ford, se encuentra uno con multitud de sorpresas y curiosidades; títulos que en otras manos serían más "serializados" y perfectamente reconocibles dentro de cualquier género. Ford, que era un género en sí mismo, tenía la firme creencia de que lo más cerca que el cine podía estar de la realidad era incluyendo cada aspecto de la vida, porque incluso en 80 minutos cabía un pedacito de vida. Títulos como BORN RECKLESS, de 1930, donde Dudley Nichols desplegaba un dominio asombroso de la multitarea, entendida como el lubricante que permitía a Ford saltar con maestría del cine de gangsters a la sátira social, o del cine bélico a la comedia costumbrista. Hay mucho del Ford posterior en según qué escenas de este bienintencionado acercamiento al héroe improbable, interpretado por el carismático Edmund Lowe, que empieza desvalijando joyerías en el Lower East Side, y es reclutado por una estrambótica campaña electoral para ir a Francia a combatir contra los alemanes. Al volver, sigue siendo amigo de sus compañeros de robos, pero intenta iniciar una respetable vida de empresario, aunque hay sombras que no se pueden dejar atrás nunca. En este escueto metraje hay todo un manual, ampliamente utilizado en otros títulos mayores, y que no llega a conformar uno de los trabajos más memorables del maestro, pero sí un interesante estudio sobre los resortes que luego fue puliendo.
Saludos.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

El espejo roto #16


 

"Panic" es una canción de The Smiths, en la que Morrissey escupe tres o cuatro frases en las que sintetiza la maldad de ser un romántico en una Inglaterra que va desgranando, ciudad por ciudad, hasta explotar en una extensa letanía repetitiva en la que nos invita a "colgar al DJ", en una elocuente expresión de rabia y frustración. "Hang the DJ" (el cuarto episodio de la cuarta temporada de BLACK MIRROR) se pretende más misteriosa y evocadora de lo que finalmente resulta ser; o mejor dicho, conduce al espectador por un campo abonado, para terminar pasando de ese campo y mostrar lo que hemos tenido delante de las narices todo el tiempo. Al contrario de lo que se podría pensar, no es un capítulo en modo alguno complejo, sino un magnífico ejemplo mediante el que el creador domina a la perfección su propio relato, y se sabe capaz de modularlo hasta un final que podría ser cualquier cosa, y que estúpidamente rechaza dicha perfección, para terminar abrazando un sesgo orgánico y desde luego más confortable. Brooker nos habla de una sociedad en la que un algoritmo empareja a las personas hasta hacerlas encontrar su pareja ideal, momento en el que esta especie de aplicación demuestra el éxito de su empresa. Sin embargo, asistimos atónitos a dos de ellos que se conocen y congenian, aunque la aplicación sólo les ha dado unas doce horas, momento en el que deben despedirse, y por lo tanto conocer otras personas. Y curiosamente, el siguiente emparejamiento dura nada menos que un año, aunque ni él ni ella soportan a quienes les han propuesto; en realidad, nunca se han olvidado, quizá con la esperanza de que "el sistema" tenga la deferencia de volver a emparejarlos. Y esto ocurre, pero una imprudencia hace que su tiempo juntos vaya disminuyendo drásticamente, lo que los sume en la angustia propia de quien no puede estar con la persona a la que ama de verdad. E insisto. Su resolución no es tan amarga ni apocalíptica, al contrario, devuelve una mirada humanista y protectora a todos esos amantes desesperados que describía Morrissey, y puede que hasta les llegue a guiñar un ojo...
Estupendo capítulo, que podría ser la idea de partida para un largo.
Saludos.

martes, 15 de diciembre de 2020

Al otro lado del muro


 

Hace un par de días, despedíamos a John Le Carré, otro grande que se nos va de manera imprevista. David John Moore Cornwell, si le quitamos el seudónimo, que fue antes agente que novelista, que impregnaba esas portadas de edición barata de los aeropuertos de la majestuosidad de su solo nombre, remitente a cuando los best sellers eran otra cosa. Le Carré daba la impresión de haber estado siempre ahí, de conocerlo todo, de no revelar más que lo que sus novelas, impregnadas de lacónicos y solitarios espías, necesitaban para revelarnos una realidad oculta al común de los mortales. Su escritura siempre iba un paso más allá de la mera novela de espías, más cerca del análisis psicológico que de la acción en sí; mostrando un corolario de falsas apariencias, que emparentaba sus historias prácticamente con el género fantasmal. Mi favorita siempre ha sido THE SPY WHO CAME IN FROM THE COLD, que también fue la primera suya en encontrar adaptación cinematográfica, concretamente como un proyecto absolutamente personal del director Martin Ritt, que adapta su estilo, seco y naturalista, al de Le Carré, conformando una de las mejores películas de espías de todos los tiempos. La historia nos acerca a Alec Leamas, un tipo inabordable, poseedor de una mirada que parece traspasarlo todo (gran trabajo de Richard Burton), y que habita una tierra de nadie, la de los espías que deben aparentar por todos los medios que en realidad son personas normales. Este aspecto es captado en la primera parte del film, con Leamas dando forma a un personaje encima de otro personaje, llegando a hacer dudar al espectador de a quién está viendo en realidad, o si no será esa realidad inventada la única vida que le queda a este hombre, que sólo puede sobrevivir en el disfraz moral. Una película que no ha perdido nada de vigencia, aunque ya no exista el muro, o los espías prefieran sentarse ante un teclado, y que es, aparte de una lección de cine y de interpretación, una lección de escritura por parte de un escritor irrepetible.
Saludos.

lunes, 14 de diciembre de 2020

Dejad que los imbéciles se acerquen a mí


 

Otra de las miniseries que distribuye Netflix es WILD WILD COUNTRY, aproximación a un curioso caso que sacudió a la sociedad americana allá a principios de los 80, aunque he de reconocer que por aquí fue algo que pasó totalmente desapercibido, o yo no me enteré. Para ponernos en situación, comenzamos en una discreta ciudad de la India, donde se ubica la secta Rajneesh, comandada por un gurú bastante peculiar llamado Bhagwan, que profesa una doctrina basada en la aceptación del mundo material, en lugar de rechazarlo como suele ser lo habitual. El culto a su figura crece exponencialmente, y son multitud los occidentales que se adhieren a dicha secta, aumentando tanto los ingresos de ésta que deciden trasladrse (literalmente) a Estados Unidos, concretamente a Antelope, una ínfima población enclavada en los montes de Oregón. 
Lo que se cuenta es complejo, y abarca el retrato de las diferentes personalidades, tanto del lado de la secta como de los habitantes del pueblo, que iniciaron una lucha al verse prácticamente invadidos, y que duró varios años. El documental es ágil al principio, pero se ralentiza y reitera a partir del tercer episodio (son seis en total), sin que el relato avance como sería lo esperado, aunque lo rocambolesco del asunto supere el exceso de trufado de unas entrevistas en primera persona que no terminan de aportar un extra de información a las imágenes documentales, bastante más reveladoras. No es una crítica negativa, porque la serie cumple con creces su cometido, pero se atisba cierta tibieza disfrazada de equidistancia, que le resta riesgo y la deja en un experimento suficientemente convincente, pero ni mucho menos magistral, como he leído en varias críticas. 
Y añado: me pregunto qué hubiese sido de tener a los hermanos Duplass en la dirección, en lugar de productores...
Saludos.

domingo, 13 de diciembre de 2020

Rincón del freak #434: Sobre la muerte de un maestro


 

Hace poco más de una semana nos dejaba Richard Corben, en mi opinión uno de los cuatro o cinco nombres fundamentales para entender la evolución del cómic en tanto que obra de arte. He hablado abundantemente de su obra, de la influencia decisiva que tuvo en multitud de artistas, también cineastas, y del gran legado de un hombre que entendía la no-narración como narración en sí misma, dando mucha más importancia a la fuerza expresiva (y expositiva) de las imágenes, que a la verosimilitud de sus historias. Sus historias hablaban de mundos imposibles, apocalípticos, brutales; mundos donde el hombre se veía forzado a retroceder a estados primitivos para su supervivencia, amenazado constantemente por monstruos pesadillescos, no necesariamente malvados, porque dicha supervivencia lo dominaba todo. La obra gráfica de Corben es rotunda, intemporal, con un pie en Don Lawrence y otro en Moebius; clasicismo y vanguardismo, que se daban la mano en una técnica visual que tenía tanto de ilustración como de fotografía. La lástima es que en este blog hablamos de cine, y homenajear a un maestro en otro arte se torna a veces complicado. Lo atestiguan las escasas ocasiones en las que Richard Corben se acercó a la imagen filmada, donde ponía de manifiesto aquel dicho tan útil de "zapatero a tus zapatos". Aun así, existe una película (siendo muy generosos) titulada THE DARK PLANET, cuya carátula hizo babear a más de uno en 1989, pero que una vez vista es poco más que una estafa simplemente indefendible. No se trata de animación, y entiendo que hacer animación del complejo trazo de Corben debe ser un trabajo descomunal, por lo que el genio de Misuri se las apañó para pergeñar un batiburrillo de imagen real y stop-motion de escuela de primaria, en un burdo intento por plasmar lo que en su cabeza sería maravilloso, pero aquí es un truño terrible. Sin diálogos, sin trama, con cuatro amigos actuando y una música que eleva a Luixy Toledo a los altares, el resultado es decepcionante, pero también mosqueante, porque Corben merecería alguna adaptación de su obra que de verdad le hiciera justicia. No es el caso, así que no recomiendo su visionado. Mientras tanto, seguiremos disfrutando de obras maestras como "Den" o "Mundo Mutante"...
Saludos.

sábado, 12 de diciembre de 2020

Seppuku


 

El seppuku es, más que un rito, una constatación, una claudicación ante el fracaso, y la última victoria posible. Encarar a Yukio Mishima es dilucidar qué nos queda si sabemos que nunca hubo nada. Paul Schrader tuvo la suerte de contar con Lucas y Coppola a su disposición para filmar, en 1985, MISHIMA: A LIFE IN FOUR CHAPTERS, quizá su continuador natural en una vertiente menos lúdica, quizá la posibilidad de destruir el biopic desde dentro, sin lugar para la hagiografía. MISHIMA es contradictoria como su protagonista, un hombre culto pero que amaba lo vulgar, y también lo exquisito. Mishima era un tradicionalista con visión de futuro, que odiaba no lo que viniese de fuera de Japón, sino su imposición; y aun así, el guion de Schrader es implacable al detonar todas las frustraciones y miserias del controvertido escritor, sus filias y fobias. Desde un desolador tartamudeo, los flirteos homosexuales, sus tendencias masoquistas o su obsesión por perfilar un cuerpo que nunca le gustó. No es un film fácil de ver, y su ritmo puede llegar a rozar lo contemplativo, cuando no directamente lo fotográfico, con un uso desmedido (y fascinante) de los decorados artificiales, y sin miedo de entremezclar la temporalidad, adelantando por momentos (es una opinión muy personal) el cine, por ejemplo, de Wong Kar-wai. Ken Ogata realiza una interpretación brillantísima, prácticamente mimética, y alrededor suyo se va conformando el complejísimo estudio, compartimentado en esos cuatro capítulos, de una personalidad abrumadora, siempre a contracorriente, y en cuyos libros (que me permito recomendar vivamente) queda expuesto el esplendor y decadencia de un imperio, con ojos fieros y desesperados...
Saludos.

viernes, 11 de diciembre de 2020

Circulantes


 

DARK es una de las grandes joyas del catálogo de Netflix, no hay duda. La serie alemana ha suscitado todo tipo de comentarios, alabanzas y adscripciones, pero también ha calado como universo cerrado en sí mismo, marchamo de otras grandes series, lo que hace necesaria alguna que otra explicación a su enigmático y fascinante contenido. Mi intención era condensar sus tres temporadas en una sola reseña, pero la densidad y complejidad de cada una de ellas lo hace imposible e injusto. La primera temporada tiene un tono más bien sostenido, como si se obligara a sujetar sus propias riendas, por lo que la información (que es mucha) se va diseminando a lo largo de diez capítulos que tienen la difícil misión de situarnos en Winden, marco único y piedra angular, una ciudad ni demasiado rural ni tampoco urbanita, pero que encierra una red de secretos y mentiras que parecen interconectadas entre sí. Y todo alrededor de una enigmática central nuclear fundada en los años 50, paradigma del desarrollo económico, al tiempo que se erige como posible amenaza latente y, finalmente, como desencadenante de lo que realmente importa. Y lo que importa es que esta serie habla de muchas cosas, pero fundamentalmente habla del tiempo, de la relatividad del mismo, o de la insignificancia de nuestros actos una vez expuestos en un telar lineal. DARK no renuncia a ser una serie de género (ciencia ficción, intriga e incluso terror), pero contextualiza con inteligencia cada decisión, marcando la historia en base a los personajes y sus decisiones, Aquí hay muchos personajes y muchas decisiones decisivas, y es fundamental estar muy atento a cada detalle para no tener que rebobinar y perdernos un desarrollo que, por otra parte, descubre una producción exquisita y una dirección que respira gracias a contar con un solo director, Baran bo Odar, que es además creador de la serie. El reparto es magnífico (atención a los parecidos en cada línea temporal), y también la música se erige como atmósfera generadora de sensaciones. 
En mi opinión, una de las grandes series de los últimos tiempos. Desgraciadamente, no creo que tarden en hacer el remake...
Seguiremos en la T2.
Saludos.

jueves, 10 de diciembre de 2020

No entenderías nada


 

Intentar entender a Godard en términos puramente narrativos suele llevar a engaño. En 2 OU 3 CHOSES QUE JE SAIS D'ELLE, lo político se disfraza de didáctico, que se disfraza de banal, que se disfraza de metafísico, y acaba con los dos personajes joyceanos (aunque invertidos) metiéndose en la cama para dormir. Antes se ha hablado de la angustia existencial de quien no puede pensar para poder comer, y de Vietnam, y del cosmos. Se ha hablado de sexo, pero se ha callado más; se ha puesto a niños aprendiendo en una casa de citas, y la protagonista es una madre ordinaria de día, que se gana el pan luego ejerciendo la prostitución. No esperen un drama social, Godard no es Loach, sino mil veces más cáustico y corrosivo, como esos niños que no van a parar de preguntar porque ninguna respuesta lo satisface. Voz interior y silencio exterior, como dos caras de lo humano, que nos demuestra que sólo sabemos dos o tres cosas: que no sabemos casi nada, y lo que sabemos no nos es permitido compartirlo abiertamente...
¿Otro nivel?... También podemos jugar a explicarla.
Saludos.

miércoles, 9 de diciembre de 2020

El espejo roto #15


 

"Crocodile" es una decepción muy bien hecha, lo que requiere una serie de explicaciones acerca de este episodio de BLACK MIRROR. Lo primero es que su argumento no tiene nada de original, y sigue el típico patrón de los thrillers criminales, en los que se pone de manifiesto el juego del gato y el ratón, en este caso tipificando la progresiva transformación de una mujer tras un suceso truculento, vivido quince años antes. Es curioso, porque se hace imprescindible no desvelar nada de su trama, pero al mismo tiempo me pone muy furioso que esté meridianamente claro lo que va a pasar con tres cuartas partes del episodio por delante. Hay un problema claro de guion, de traslación de ideas a la brillante imaginería visual del australiano John Hillcoat, creador de imágenes inquietantes, y apoyado en la aún más inquietante Andrea Riseborough, que aquí adelantaba mucho de su apoteósica interpretación de este mismo año en POSSESSOR. Un episodio, en fin, que roza lo gratuitamente desagradable, incluso amoral, y cuyo problema fundamental, aunque hablemos de ciencia ficción, es la verosimilitud, lastrada por un sentido del ritmo que no fluye, sino que brinca a hipidos.
Se puede ver, y, parafraseando a Brooker, también se puede olvidar.
Saludos.

martes, 8 de diciembre de 2020

Sobrevolando el desastre


 

SPELL es una peliculita de esas que aparecen como setas en cualquier plataforma, puede que tan sólo para satisfacer la bulimia compulsiva de quienes mantienen la esperanza de encontrar esa joya que nadie más ha sabido ver. No es el caso, y SPELL se queda con buenas expectativas pero una resolución de lo más previsible; incluso engrosando el ya dudoso listín del "New black horror", término que me permito la licencia de acuñar y hasta empuñar. Y lo cierto es que podría haber sido mejor, un híbrido consustancial de, por ejemplo, LAS COLINAS TIENEN OJOS y MISERY, aludiendo a esas comunidades y/o individuos que viven en territorios tan remotos, que hasta el tiempo parece haberse detenido en torno a ellos. La premisa es la de un abogado que acude, junto a su mujer y sus dos hijos, al funeral de su padre, desplazándose en avioneta privada desde la ciudad hasta los montes Apalaches, pero se estrella en mitad de una tormenta, despertando en una desvencijada buhardilla, donde una pareja de ancianos lo mantiene con vida... o no. Lo mejor es una comicidad casi involuntaria, y muy desaprovechada, que subraya ese choque cultural entre unos paletos practicantes de vudú y el hombre de ciudad, que sin embargo huyó de la brutalidad del padre. Lo peor, sin más ni más, que es muy exagerada; permitiéndose la burrada de que el protagonista no pueda poner un pie en el suelo y luego se lance de tejado en tejado, o que un clavo de nueve pulgadas no haga gritar a alguien hasta el desfallecimiento. Ya digo, es moderadamente entretenida para los menos exigentes, pero para otros su escasa hora y media se puede hacer insufrible.
Saludos.

lunes, 7 de diciembre de 2020

Un jardín de colores


 

Por último, en 1949, la Metro llevó al cine THE SECRET GARDEN, aunque no sería la primera, ya que existió una versión, hoy perdida, en 1919. Esta versión es una extraña mezcla de cine infantil y gótico, puede que muy cercano al espíritu de la novela original, pero que se nota descompensada, hasta el punto de que da la impresión de asistir a dos películas diferentes si vemos la parte de los niños o la de los adultos. Dirigía Fred M. Wilcox, uno de aquellos artesanos con oficio, responsable por ejemplo de las primeras aventuras cinematográficas de la perra Lassie, aunque su gran obra llegaría un poco más tarde, con la inolvidable PLANETA PROHIBIDO. En fin, una película que se deja ver, que iba, como tantas otras, a rebufo de la infinita estela de EL MAGO DE OZ, y que también contaba con dos de las estrellas infantiles de aquel momento, Margaret O'Brien y Dean Stockwell. Y, sí, la imagen de abajo es de la misma película; cosas de aquel Techicolor juguetón...




Saludos.

domingo, 6 de diciembre de 2020

Rincón del freak #433: Si no dejan de copiar a los Simpsons, los Simpsons no se acabarán nunca...


 

Me resultaría muy fácil decir que AN AMERICAN PICKLE es una comedia ingeniosa, atrevida, desprejuiciada, de las llamadas "de nuevo cuño". Lo único que se me ocurre, tras sus insufribles 90 minutos, es que es aburrida de las de bostezo; un coñazo hecho a base de guiños tan evidentes como un mono verde, y con el único sustantivo de ver a Seth Rogen por duplicado, lo que termina siendo el doble de coñazo, por supuesto. Y eso que empieza bien, en un país imaginario del Este de Europa, donde vive Herschel, un cavador de zanjas cuya única ambición es formar una familia junto a su esposa Sarah, por lo que ambos emigran a Nueva York; pero, estando ella embarazada, sufre un accidente en la fábrica de pepinillos donde trabaja matando ratas a palos. Cae en una de las barricas y allí se queda mientras la fábrica es clausurada, resurgiendo 100 años después gracias a la conservación en la salmuera. Hasta ahí, hay algo de ingenio, Rogen tira de sus recursos cómicos y más o menos vamos tragando con una especie de stand up moderadamente cáustica. Luego, las ideas se acaban, el guion desaparece y nos metemos de lleno en el "terreno Groening", un vórtice tan atrayente que transforma al creador en demiurgo, dando por sentado que un pazguato ha de convertirse en celebridad y viceversa. Esta caja de los truenos es difícil de controlar, y en manos expertas es una maravilla, pero si no sabes por dónde vas te sale una bazofia como ésta. 
Francamente, no se me ocurre casi nada por lo que pudiese recomendarla...
Saludos.

sábado, 5 de diciembre de 2020

Kafka en la basura


 

Reconozco mi desconexión con la mayor parte del cine de David O. Russell, un director que parece querer ser original a toda costa, hipotecando incluso la verosimilitud de sus historias, cuando no directamente zambulléndolas en un sinsentido sin pizca de gracia. Sin embargo no siempre fue así, y en los primeros títulos de Russell se puede rastrear a un contador de historias genuino y sin miedo de ir un paso más allá. Puede que justo hasta I HEART HUCKABEES, de 2004, tras la que se tomó un intervalo de seis años, puede que para reordenar su vida, cosa que como digo no creo que le haya favorecido precisamente. Con un planteamiento que va de lo absurdo a lo directamente ininteligible, esta especie de comedia, de reparto estelar y tendencias filosófico-suicidas, comienza con su protagonista, un idealista cuya misión en la vida parece girar en torno al sabotaje de "Huckabees", un centro comercial que encarna a toda la frivolidad del mundo moderno. Para apoyar su causa, contrata a dos detectives "metafísicos" (sí, aquí debería concluir la reseña), que no sólo van a reunir pruebas físicas y tangibles, sino que piensan desenmascarar la ética misma del proyecto. Efectivamente, es una gilipollez, pero una mucho más inteligente y finalmente humilde que muchas otras historias bigger than life que tanto le gustan a Hollywood para lavarse la cara de tanto en cuanto, lo que deja una sensación rara una vez  ha acabado, la de una película que te ha contado algo muy grande que no sabes qué es, y que además lo ha hecho en el salón de tu casa, casi con una taza de cacao humeante en las manos...
Extrañamente hermosa, o hermosamente extraña.
Saludos.

viernes, 4 de diciembre de 2020

Apenas unos retoques


 

No parece muy oportuna una revisión de RABID, si no es capaz de ofrecer algo más que algunos efectos especiales, y no precisamente muy inspirados. Sin ser un desastre total, este remake hecho de rodillas, parece más un claudicado del fan incapaz que una vuelta de tuerca al inquietante film de Cronenberg, cuya indefinición argumental la hacía ideal para que alguien con talento la corrigiera y aumentara. No es el caso, y esta RABID de 2019 podría haber sido estrenada con otro título y no hubiese pasado nada. Las gemelas Soska (adalides del... ¿slasher feminista?) prescinden del hermetismo del original, y adoban su propio cocinado a base de añadirle una procacidad que finalmente termina por resultar más ingenua que aquélla. Es curioso cómo el análisis muta por sí solo, y de una actriz porno reconvertida en trágica antiheroína, lo que aquí encontramos es apenas una celebración de la ñoñería facial, rozando incluso el culebrón venezolano tipo "Betty la fea"... 
Avisados quedan. 
Un desperdicio.
Saludos.

jueves, 3 de diciembre de 2020

La intención también cuenta


 

Me imagino de qué hubiese sido capaz David Cronenberg, allá por 1977, de haber tenido un presupuesto más holgado, pues lo único que se puede achacar a RABID es su chapucera resolución de efectos especiales. Por contra, RABID es una de esas películas que definen a la perfección el universo e imaginario del realizador canadiense: el hombre superado por un agente externo e incontrolable; la adicción como némesis de una sociedad adormilada y aséptica; la redención, sólo posible mediante la esterilización; la vida, en fin, vista como una infección que se expande con la indiferencia de un virus. La premisa de esta joyita de culto no puede ser más gratuita: una pareja tiene un accidente de moto "casualmente" al lado de una clínica estética, y al doctor de turno no se le ocurre otra cosa que ensayar un tratamiento aún experimental en la moribunda chica, que se despierta varios días con un hambre... "difícil de saciar". La elección de la mítica actriz porno Marilyn Chambers aún resuena con toda su polémica, y aunque no se puede decir que fuese un dechado de virtudes, hay momentos de extraña elocuencia, como si respondiese a un plan predeterminado. Escenas como la del cine porno, o la seducción de una chica en un jacuzzi, bien podrían haber salido de cualquier producción "X", pero cobran un nuevo significado en manos de David Cronenberg, que inunda de claroscuros esta inquietante odisea pseudoapocalíptica; más una nueva crítica a la asexuada sociedad canadiense, que una cinta de terror al uso. Que las tiene mucho mejores es algo que no se nos escapa a nadie, pero ésta tiene un nosequé que le da un encanto especial...
Saludos.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

El espejo roto #14


 

"Arkangel" (el segundo episodio de la T4 de BLACK MIRROR) se abre con una imagen ideal, que poco a poco se torna inquietante; un alumbramiento que deriva al suspense, con el simple recurso del bebé que no llora al nacer. El gran problema de este episodio, su lastre, es el escaso tiempo del que dispone para desarrollar una idea de partida compleja y desafiante, el debate moral que suscita un implante mediante el que esta madre puede literalmente controlar cada movimiento de su hija, a la que iremos viendo crecer hasta convertirse en una adolescente. El guion de Charlie Brooker se atreve a proponer un tema espinoso, y Jodie Foster lo pone en imágenes con un estilo sobrio y algo sombrío; una distopía nada descabellada, que apenas necesita de efectos digitales y que vuelve a advertir de los peligros de la (posible) supeditación de nuestras vidas a esas supuestas ventajas de lo digital. No está mal, pero podría haber sido mucho mejor con algo más de margen y menos prisas para contextualizar sus ideas.
Saludos.

martes, 1 de diciembre de 2020

Hielo helado


 

Tienes que manejar una historia muy potente para empezar en Seattle y terminar en la Antártida. Tus personajes deben estar soberbiamente dibujados para delinear la deriva emocional de una mujer que, básicamente, se pelea con su vecina, pasa el día dictando órdenes a un asistente virtual hindú y recuerda cuando era una arquitecta de éxito, mientras su hija intenta comprenderla y su marido la esquiva por su adicción al trabajo. De Seattle a la Antártida, se puede hacer, pero no sé cómo, ni me parece que Richard Linklater sea el director más indicado para ello. WHERE'D YOU GO, BERNADETTE? tiene un tono en verdad extraño, desgarbado, como una historia "vieja", que ya se ha hecho y no hacía falta repetirla. Bajo su apariencia de glosario de familias de última generación parece una telecomedia; cuando Cate Blanchett intenta darle profundidad a su (soso, sosísimo) personaje me acuerdo de lo bien que la dirigió Woody Allen, y de la razón que siempre tuvo Pauline Kael. Si se enrosca es absurda, si se despliega su débil trama se desarticula. Y no lo entiendo, porque los ingredientes son de primera calidad, pero me parece una película abúlica, desganada, que casi parece un encargo alimenticio. Y hay algunos ejemplos para ilustrar esto, pero me quedo con la intrascendencia de algunos secundarios, que deja sus apariciones al borde del cameo, y Linklater siempre ha sido un gran director de actores...
Fallida.
Saludos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!